Si califico a una película por encima del 5 quiero indicar que al menos tiene algún interés. En caso contrario, evidentemente, carece de él. ¿Cuándo veo un film por 2ª, 3ª, 4ª,... enésima vez? Cuando la he puntuado como mínimo con un 6 tiene posibilidades de nuevos visionados. Es decir: cuando es “INTERESANTE”. Y como a esta “VOLVER” no pienso VOLVER a verla la dejo con un 4, un 5 si soy generoso con la Penélope o con la Maura.
Porque me deja indiferente y en unos días sólo quedará el recuerdo de la silicona (¿a qué viene ese picado sobre las tetas de Penélope sino es para eso?) y del culo ensalzado con prótesis.
Sí, la película es una excusa para el lucimiento visual y, ¿porqué no reconocerlo?, lucimiento interpretativo de la Cruz, que tampoco se pasa salvo echar unos lloros por aquí, unos lloros por allá, unas sonrisas por acullá. En “Volver” todo huele a chamusquina rancia, aunque el personaje de la Portillo fume porros cual hippy inconformista.
Es una historia que me deja indiferente, porque se ve venir, nada me sorprende, el mismo universo femenino almodovariano, maridos degenerados, violadores, infieles y borrachos, play-back fútil e innecesario del tema cantado por Estrella Morente, metraje excesivo para lo que se cuenta...
Resumiendo: se puede ver, pero es un culebrón que si lo hubiera filmado Perico El De Los Palotes habría pasado desapercibido para esta crítica española tan nuestra. Me recuerda más a un programa de la llamada telebasura que a otra cosa.
¿Se imaginan ustedes si se hubiera rodado en los años sesenta, con guión de Azcona, por Berlanga? Por ejemplo.

Es un interesante film de aventuras en el que varios cientos de colonos atraviesan cinco mil kilómetros para establecerse en el lejano Oeste. Sufren las inclemencias del tiempo, la aspereza del terreno, el ataque de los indios. Un jovencísimo John Wayne de 23 años hace de guía. Quizás peca de ñoñería la relación odio-amor de la pareja de enamorados. Pero no importa, porque el personaje principal de la película es el paisaje, el camino, esa tierra apenas hollada por animales salvajes o tribus indias. Magistral es la secuencia del descenso vertical por la montaña de hombres, mujeres, niños, bueyes, mulas, caballos y carretas. Muy realistas son los avances de las caravanas por el agua, el barro, la nieve y el desierto. En definitiva: todo mi respeto para una correcta película.

Una prueba del título de mi crítica es que no llegan a 50 los usuarios (de los más de diez mil habrá en FA) que han visto esta pequeña joya.

Estoy abonado a la plataforma televisiva de Canal+ (con la opción de cine con un total de 8 canales cinematográficos) desde hace más de 15 años y jamás en este tiempo han emitido esta película. Incomprensible. Eso sí, filmes de vampiros, casquerías, acción, comedias yanquis para descerebrados, paranormales y demás etcéteras castañeras... esos sí, a patadas, los que quieras, pensando estoy en darme de baja. Porque las únicas películas que merecen la pena ¿quién no las tiene en DVD o pirateadas en los mares de internet?

Es injusto que no se programe la mejor creación (junto a "El cabo del terror" y "Los cañones de Navarone") de este un tanto irregular director.
No tiene nada que ver con la obra maestra "Le trou" de Jacques Becker pero en algo se parece. Las penalidades de esas cinco personas que vagan por el desierto te las crees. Y el sudor, el sol implacable, la arena, son reales. Y hay suspense y hay un interés continuo en qué va a pasar y cómo en el próximo minuto.

Y no estoy de acuerdo con la otra crítica que existe hasta ahora de que no 'vivimos' la historia con sus protagonistas ni de que las interpretaciones son desiguales y nada cálidas.
John Mills está bastante aceptable. Igual que Sylvia Syms. Harry Andrews está sobresaliente y Anthony Quayle asombroso. Y en absoluto es una película larga. Las dos horas son necesarias para ver como se van aunando el compañerismo y la lucha por la vida entre todos.
Decir que sobra una hora de metraje es como asegurar que a "La rendición de Breda" le sobran unas cuantas lanzas de la zona derecha del cuadro o que "Cien años de soledad" es demasiado extenso y García Márquez debería haberlo acortado unas cien páginas.

Hay dos secuencias magníficas.
1 - La de las arenas movedizas. Es que sientes el barro entrar por los ojos, la boca, la nariz o los oídos.
2 - La de la subida de la ambulancia hacia la salvación. Tú también empujas hacia arriba, con las manos, con las rodillas y con lo que haga falta.

No sé si se publicó en este país en formato DVD. Búscala con tu barco pirata. Yo la encontré.

Ayer vi por segunda vez "El verano de Kikujiro", de Takeshi Kitano, con subtítulos. Con tres euros, con un simple guión, con cuatro o cinco actores, Kitano hace una película sencilla, llena de poesía, simpatía y ternura, haciendo guiños a "Los sueños de Akira" (homenajeando al gran Kurosawa) y en algún momento a sus programas de "Humor amarillo". No es una obra maestra, pero sí la mejor de su filmografía para mí.

Es verano y el niño se aburre. Se empeña en ir a buscar a su madre. Kitano le acompaña. Es una "road-movie" barata (sobre todo porque ambos personajes se pasan más tiempo caminando que sobre cuatro ruedas).

Sí, el cine japonés se excede a veces de lentitud, de planos fijos largos, de inmovilidad de los
personajes incluso en los gestos en otros planos, pero no restan interés alguno a lo que se nos está mostrando.

Me pasa con Beat Takeshi (el Kitano actor) lo mismo que me pasa con Clint Eastwood. Siento cierta predilección por sus formas de actuar frente a la cámara. No es que sean la releche como actores, pero hacen que sus personajes nos hagan sonreir interiormente.

Recomendable para los saturados del llamado cine de acción.

En primer lugar indicaré que vi primero la original "Infernal affairs", hace un mes, film que me resultó interesante, bastante más que este remake vergonzoso, que copia descaradamente secuencia tras secuencia, que lo único que aporta de novedoso es (?) más cantidad de casquería y un lenguaje más soez (por cierto, cosas que ya sabemos propias de este director). Me gusta el cine de Scorsese desde 1973, año de “Malas calles”, hasta 1990, año de "Uno de los nuestros". Después, salvo la aceptable "Casino", su reciente cine me ha aburrido, decepcionado e incluso cabreado con títulos como "El cabo del miedo", "La edad de la inocencia", o los del que parece haberse convertido en su actor fetiche, el simplón Di Caprio: "Gangs of New York", "El aviador" y éste "Infiltrados".
Comparto totalmente la opinión de uno de mis críticos favoritos de este país: “Mi desencanto es grande. Me parece liosa, fría, ninguno de sus personajes consigue hipnotizarme, no aguanto a Nicholson. Pero es probable que yo tuviera un mal día..." (Carlos Boyero: Diario El Mundo). Yo no tuve un día malo.
En la primera hora hay música paliza, inadecuada, pésima, inaguantable, sin ningún miramiento al espectador que prefiere ver la película y no un viedoclip. ¡Odio todas esas películas que sin ton ni son te meten tracks uno tras otro sin orden ni concierto, sin motivo alguno, salvo que sea para luego vender el CD de la banda sonora a incautos incondicionales! Prestad atención cuando la veáis (o la volváis a ver).
El guión es el mismo de “Infernal Affairs”: dos topos infiltrados, uno en la policía, otro entre los delincuentes. El bueno y el malo. A mí me resultan los dos iguales de hijoputas en la de Scorsese, no así en la otra.
El Di Caprio y el Damon son dos mediocres actores. El Nicholson, soy fan suyo, resulta desagradablemente inaguantable (había oído maravillas sobre su interpretación, ¿quién lo entiende?). Quizás se salva, sorprendentemente, Mark Wahlberg.
Oscar mejor película, Oscar mejor director, Oscar mejor guión adaptado, Oscar mejor montaje. Mamones compadreando. Ellos se lo guisan, ellos se lo comen. Amiguismo y libre designación. Como la Administración Pública de un país (sobre todo la de éste).
Sé que todos aquellos que habéis puntuado con generosidad a esta película pondréis un NO ahí abajo. No me importa. No escribo críticas por dinero. Sé que algunos de vosotros cuando volváis a verla cambiaréis de opinión si lo hacéis con ojos críticos.