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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · L.A.M.F. St.
Críticas de Bartleby
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Críticas 192
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de mayo de 2016
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El placer de narrar por narrar. Esta es la premisa de esta obra ambiciosa e inevitable y perfectamente irregular. Al igual que en los mejores libros de Paul Auster ("Historias de Nueva York" y "La música del azar") los personajes anónimos de esta película están inmersos en una existencia extraña y macilenta( Kafka, Beckett, Ionesco..) y realizan actividades absurdas y ridículas como la vida misma. Al igual que en Auster las historias se van sucediendo en una especie de Macguffin interminable, con desigual fortuna (la peor la de Lola, el ingenuo y el "viejo") en un juego azaroso que en Auster no lleva a ningún lado( de ahí, para mí, la grandeza de sus dos obras citadas) pero que aquí sí tienen una conclusión. El círculo se cierra.
Llinás se permite incluso ironizar sobre su trabajo en el último cuarto de la película con la estúpida historia de los "Jolly Goodfellows", poniendo al límite la resistencia del espectador (representado por H) en un juego tan malvado como divertido. Igualmente, la larga duración de su película es intencionada y creo que va en el mismo sentido que lo dicho anteriormente. Una maratón.
La propuesta es muy arriesgada: basar toda la obra en la voz en off, teóricamente, un mal recurso (la palabra suple la falta de fuerza expresiva de la imagen) pero que, como todo dogma, tiene sus excepciones. Busca narrar sin diálogos, por lo que juega con los límites de la literatura y el cine pero no con el acierto y la profundidad intelectual de la pareja Straub/ Huillet que conseguían el milagro de hacer inteligible un paisaje con el texto y viceversa.
Bartleby
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6
9 de noviembre de 2022
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La continuación de esta serie de culto parece hecha unos pocos años más tarde y no veinticinco. Este es uno de sus puntos fuertes. Se habla de su aspecto vintage, que lo es porque conserva la misma línea estética que sus predecesoras. Más cerca de la segunda parte que de la primera, este Exodus funciona a medias en cuanto a su tono de comedia (la rivalidad sueco-danesa llega a ser un recurso demasiado repetitivo y a veces con poca o ninguna gracia) pero funciona perfectamente en cuanto a la creación de la atmósfera adecuada. Lo que era fascinante en Riget II era como se podía llegar al dislate, al disparate narrativo, con incluso hasta cuatro acciones narradas paralelamente, y seguir siendo fascinante porque el espectador se encuentra inmerso en una atmósfera de la que es difícil escapar. Es decir, Riget II en cierta forma demostraba que creando un interés previo y construido éste en base a aspectos puramente visuales o "atmosféricos" lo que venía después narrativamente era irrelevante y parecía que Trier jugaba con eso. Era el reverso de Hitchcock, que metía una trasparencia que cantaba por soleares en el momento más álgido de la narración (además de un suspense) y sabía que al público le daría igual porque a esas alturas ya estaba completamente entregado, totalmente manipulado. En este sentido, Exodus es la continuación de Riget II y funciona tan bien como ésta.

Los capítulos no son perfectos y hay algunos alargados pero el tono general es lo suficientemente bueno para que una vez visto el primero te quedes hasta el final, por tanto conserva ese punto adictivo de sus predecesoras. La serie gana mucho cuando entra en escena Bodil Jørgensen. Frágil, dulce, vulnerable y bondadosa te va ganando como lo hacía de forma arrolladora en "Idioterne". Veréis a su troupe de actores daneses que han trabajado siempre con Lars, que en esta ocasión no sale en pantalla al final de cada episodio por motivos de "vanidad", según dice, por su aspecto, aunque Trier siempre ha utilizado la provocación como arma defensiva más que ofensiva. Siempre ha sido un autor extremadamente sensible, incluso débil, demasiado vulnerable ante las opiniones y el reconocimiento ajenos. Puede que de ahí le hayan venido alguno de sus problemas. También Dafoe está en la serie en el lado del mal ( ya sabéis que repite machaconamente lo de la lucha entre el bien y el mal, cuernos incluidos, pero esta vez no le veréis en pantalla) y hace un gran trabajo, como siempre.

Homenajes a Tarkovski, una vez más, que fue el primero que utilizó el Pequeño Libro de órgano de Bach en Solaris (escena en la que los personajes flotan ingrávidos), a Dreyer (la lucha del bien contra el mal) y a Bergman ( último capítulo y la danza de la muerte del Séptimo sello en el ático del hospital, por ej.). "Pero si ese hacía películas aburridas que nadie ve" dice el médico sueco refiriéndose a Dreyer "aunque las de Bergman tampoco" auto réplica cómica/penosa) y referencias a sus respectivas principales influencias: Kierkegaard y Strindberg, en un juego de "piques" entre suecos y daneses. Algunas secuencias parecen sacadas de Twin Peaks de Lynch (esa habitación con la estatua que simboliza el éxodo y el enano y esas puertas pequeñas para enanos y para conejos a lo Alicia en el país de las maravillas).

Por último destacar la cabecera de la serie, la entrada. Es extraordinaria con los blanqueadores en el pantano en una niebla permanente y esa voz que te va hipnotizando, por supuesto hay que oírla en el danés original, una lengua hermosa que suena muy bien, como el sueco. Así pues, Riget ( algo así como Riiis, alargando las vocales, alargando la i) Exodus os gustará si os gustaron las precedentes y si os va von Trier os tienen que gustar necesariamente las anteriores, por lo que ahora ésta también os enganchará. El único hospital que no querrás abandonar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bartleby
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9
28 de julio de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Schoenberg pretendía dejar todo atado en sus creaciones. Los "medios auxiliares" (directores de orquesta) debían pasar a ser meros ejecutores de sus partituras dada su incapacidad manifiesta y su pretensión egocéntrica de reinterpretar la obra. Las series dodecafónicas son muy estrictas, casi implacables. Se le ha acusado de ser academicista y una especie de tirano musical. Es obvio que el dodecafonismo no se impuso en la cultura como imaginaba el cabecilla de la Segunda Escuela de Viena, pero después de ver este extraordinario corto podemos acercarnos emocionalmente a la música de este gran judío.
El corto es un intento de ser un "medio auxiliar" a esta "Música para acompañamiento para una escena de película" porque, como excepción, Schoenberg no dejo escrita ninguna indicación para la ejecución de su obra salvo tres palabras: peligro amenazante, miedo, catástrofe. Si siguiéramos la voluntad de su creador, deberíamos filmar la música. Straub hace el homenaje más elocuente y hermoso a la memoria de este compositor. El resultado es espeluznante, más que muchas películas que explicitan el terror del genocidio judío.
Oímos la música terrible del gran compositor, el más cercano a la noche, a la oscuridad, junto con Bartok, y oímos dos cartas tremendas:
- La de Schoenberg a Kandinski es desgarradora y muy emocionante. El germen de la conciencia colectiva genocida
-La de Brecht acercando el nazismo al capitalismo (no iba descaminado)
También asistimos al latrocinio y a la impunidad de la sociedad de la reconciliación en unas breves líneas.
Lo único que puedo decir es que mi emoción por la obra de Schoenberg es mayor que antes de ver el corto. Más no se puede decir
Bartleby
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3
1 de marzo de 2023
36 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película del director más sobrevalorado del cine actual, nada menos que dos palmas de oro en Cannes y nominaciones a los Oscar, es de una fina ironía que te cagas. Es el efecto Bergman, si levantara la cabeza protagonizaba la secuencia de la vomitona (la mejor), escatología con música death metal tan nórdica ella y punk pero sobre la cara de Rubencito por inútil. No digamos el señor Jean Marie Straub que tiene muy mala leche, cómo se las gasta es que no se corta ni un pelo. Es el complejo pueblerino nazi-onanista de Suecia sociedad perfecta y ciudadanos superiores porque encima son del norte y eso es un plus de por sí.

Película infantil sobre la lucha de clases podía haberla realizado en animación perfectamente. Sus alegorías son burdas y hasta mamarrachas, son vergonzosas por zafias, incluso podría ser española perfectamente por su bajísimo nivel educativo. Hay que nacionalizarle para no perder el sueño húmedo sueco como paraíso de democracia socialista igualitaria. Con Rubén eso suena a broma gruesa después de ver esto. Pero para acercarse a esa sociedad hay que ser honrado, así que más que un sueño es una ilusión esquizoide.

A este tipo le están riendo las gracias, que no tiene ninguna, los suecos, los nórdicos o los centroeuropeos no tienen ni el más mínimo sentido del humor, siempre hablan en serio. Lo único aceptable es la presentación de los personajes. De repente pasan a la isla con un cartelito de "unas horas después" (así de cutre es su elipsis) y la patochada metafórica es que da pena penita pena. Eso sí, no me aburrí ni se me hizo larga otra cosa es al resto de la sala (unos 20 y bajando, claro). En realidad es tontorrona no pomposa ni estomagante, incluso le cogí una especie de ternura o cariño compasivo propio de mi superioridad de clase. Y es que a la de Rubén no me
apunto.
Bartleby
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1
4 de julio de 2015
30 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
El joker gordito, el enano de circo, la manca, Max encadenado como un moderno Prometeo hasta el culo de esteroides y....lo del guitarrista es de vergüenza ajena...y además.... críticos vendidos. Después de los primeros 15 minutos, después de intentar epatarnos con la 1º persecución, viene otra y otra y otra,,,,,, Estética de video juego para esta interminable y aburridísima PlayStation. No es necesario ni guión ni argumento para hacer este tipo de productos. Carece de la mas mínima creatividad e imaginación. Los diálogos son de Whastapp y los ¿actores? meros figurantes. La primera era mala , pero al menos tenía un actor, Mel, eso sí, malo también. Esta ´"peli" no te la tragas ni con palomitas. Para hacer este tipo de cine son más fiables los americanos, al menos suelen mantener el ritmo y el interés hasta el final. Con un poco de suerte se convierte en película de culto.
Bartleby
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