Es el escenario en el cual los personajes que componen el reparto de la serie exponen sus conflictos y desavenencias.
Puesto que no cuenta con sólo una o dos horas de duración, resulta difícil encontrar en una serie de televisión un producto de calidad perpetua. En una serie es preciso rellenar horas y horas de grabación y el resultado es un producto mucho mas heterogéneo con momentos buenos y no tan buenos.
Everwood no es la excepción que confirma la regla, y tiene sus defectos, pero también sus virtudes y gracias ellas se convierte en algo muy digno de ver.

Pocos recordaréis a Tood Phillips por su documental sobre G.G. Allim, pero lo cierto es que en el trasfondo de su sesera  este director de comedias esconde cierta predilección por el delirio narcisista. El Joker no deja de ser una clara manifestación de esa predilección, así que no es de extrañar que entre tanto espectáculo luminoso y tanto plano ingeniosamente perpetrado Tood nos haya colado a este Joker.

Que pena, Joker. Yo te quería, hasta que te comprendí. A mi me caías bien, me hacían gracia tus disparates y tu agilidad mental. Me parecías una especie de genio cuyos razonamientos y motivaciones se le escapaban a una mente tan simplona como la mía. Tood Phillips ha roto nuestro idilio, aunque hay que reconocer que a cambio te ha proporcionado un montón de nuevos adeptos.

A la mayoría de la gente les encanta este Joker por dos motivos: o les produce lástima o se identifican plenamente con él. Con tanto loco y tanto susceptible suelto me parece casi una irresponsabilidad social dar rienda suelta a esta película...

Da mucha penita ver cómo al pobre Joker le patean el culo en sucesivas ocasiones. Al Joker nadie lo quiere, nadie lo comprende, nadie le proporciona el amorcito que su insaciable ego necesita. De pequeño se las hacen pasar canutas y de mayor su madre le engaña, su psicóloga no le escucha, la Administración no le proporciona la medicación que necesita... En fin, con este panorama normal que al Joker le dé por sacar a pasear a la bestia.

La vida es dura Joker, y yo te creía más listo. Te creía por encima de todo eso. Me gustabas más cuando actuabas movido por impulsos inexplicables. Según Tood resulta que solo eres víctima de tu frustración. Un ser pusilánible y dependiente que se deja condicionar por factores externos. Que mierda, Joker. Equiparar tu psique a la de desquiciados ególatras como G.G. Allim o Charles Manson me parte el corazón. Esa clase de tipos no pueden nadar en el mar y se construyen una charca, pero resulta que los personajes que de verdad merecen la pena siempre  encuentran la forma de aportar algo positivo a la humanidad.

Lo siento Joker, después de esto me voy con Batman. Me das pena, pero dejaste de tener remedio después de pegar el primer tiro. Ni Heath Ledger resucitado, ese tipo que de verdad se dejó engullir por su personaje, podría convencerme de volver contigo.

Esta es la historia de cómo tres mujeres se descubren a si mismas excavando en las profundidades de su psiquismo hasta llegar a descubrir y espantar las causas de sus trastornos psiquiátricos. Martín, su psiquiatra, desarrolla una intervención que les ayudará a minimizar la interferencia de sus alteraciones mentales en la vida cotidiana, para ello elabora una propuesta en la que, dentro de un contexto inclusivo y normalizador, supervisa periódicamente cómo sus tres pacientes se van adaptando a la vida fuera del sanatorio mental. La medicación, combinada con interesantes conversaciones a través de las cuales las pacientes dan a conocer su forma de interiorizar todo aquello que les rodea, dará lugar a mejoras paulatinas en el estado mental de las tres protagonistas. “Locas de amor” no es una telenovela usual, para mí ni siquiera es una telenovela, se trata de un interesante retrato de tres enfermedades mentales: el trastorno obsesivo compulsivo, la esquizofrenia y la personalidad bipolar.

Tal vez los lagrimales más sensibles sucumban ante ese tipo de dramas que transcurren sin ton ni son con el simple propósito de hacer sufrir al espectador. Este objetivo, el de hacer desparramar lágrimas a borbotes ante la simple sucesión de imágenes sensibleras y bien interpretadas, puede verse cumplido si le añades una pizca de originalidad alterando el orden en el que tradicionalmente se cuentan las historias y lo rematas con una buena interpretación por parte de los actores. Tratar de buscarle un sentido y un por qué a los acontecimiento que se producen en este tipo de dramas tan desordenados e incompletos es un pérdida de tiempo que a cierto de tipo de espectadores, no muchos a juzgar por las opiniones generalizadas con respecto a esta película, no les producirá sino un terrible aburrimiento y, en el caso concreto de Blue Valentine, una hostilidad creciente hacia las actitudes de la protagonista femenina, de la que (a falta de la mitad de la historia) sólo podemos deducir que está bastante desquiciada y es injustamente cruel con su marido.

¿Por qué considero que esta película roza la perfección?, sencillamente porque la magistral interpretación del actor protagonista, combinada con una excelente dirección y un guión que ha sido cuidado hasta en el más mínimo detalle, da forma a una emotiva historia ante la que nadie permanecerá indiferente. No le resultará difícil al espectador ponerse en el lugar de un hombre, el nuevo de rey de Inglaterra, que emprende una encarnizada lucha interna con el afán de superar su problema de tartamudez. A lo largo de la película Colin Firth, interpretando el papel protagonista, transmite con extraordinario acierto la delicada situación emocional que atraviesa un hombre tartamudo que, dadas sus obligaciones monárquicas, debe superar su limitación. Por otra parte, las técnicas utilizadas por Logue para ayudarle a hablar con fluidez, lejos de ser algo arbitrario o inventado, resultan increíblemente fidedignas. En definitiva, esta es una película perfecta, tanto si se pretende realizar un análisis crítico de ella como si sencillamente se busca disfrutar de una bonita historia contada con delicadeza y emoción.