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Críticas de Cinemagavia
Críticas 3.960
Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de marzo de 2022
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Los negacionistas existen y están entre nosotros

Parece que tras la pandemia de COVID-19, la palabra "negacionista" tiene un significado más claro para nosotros y nosotras. Pero no son únicamente personas que no creen en la existencia del coronavirus, evidentemente. Abarcan todo un abanico de posibilidades que puede ir desde negar la existencia de las palomas –sí, has leído bien, dicen que las palomas son drones del gobierno para controlarnos– hasta desestimar acontecimientos globales como el 11S, entre otros.

Y entre esos otros se encuentran los negacionistas del holocausto, quienes consideran que murieron muchísimas personas menos de las que se cuenta. El antisemitismo es una tendencia que destaca dentro de estos grupos, ya que las narrativas conspirativas se centran en señalar a ciertas personas o grupos sociales como creadores del mal.

Este es el caso que presenta El hombre del sótano, además basado en las vivencias de un amigo del director. La manera en que se presentan las creencias de Jacques Fonzic (el comprador del sótano), un magnífico François Cluzet (Intocable, En un lugar de Francia) no hace más que plantar una semilla de duda tanto en torno a su persona como a sus pensamientos. Siempre se escuda en el derecho a la libertad de expresión para soltar por su boca cualquier comentario de lo más polémico.

El juego del gato y del ratón, esos cambios de dinámicas entre dominante y dominado con el Simon (Jérémie Renier), quien le vende la propiedad, guían la trama por un camino enrevesado donde la moral es degradada y vejada de una manera que nada de aleja de lo que podemos encontrar en nuestro día a día.

*Miscelánea de géneros

Si bien es cierto que en el filme prima el thriller y el suspense en torno a la situación con el inquilino negacionista del Holocausto, se suceden diferentes secuencias que pertenecen a otros géneros cinematográficos que pueden tener reminiscencias de la trayectoria del director (Normandía al desnudo, Las chicas de la sexta planta, Paseando con Molière).

De esta manera, la intriga en relación a Cluzet se fragua de manera relativamente rápida, siendo mucho más progresiva la forma en que este acaba calando en la vida de la familia protagonistas, quienes ven su realidad completamente alterada. Asimismo, aparecen secuencias que podrían calificarse como dramáticas y otras que tienen un componente histórico importante, sobre todo al tratar el tema del Holocausto y el nazismo.

Por otra parte, El hombre del sótano deja pequeñas salpicaduras de un humor de lo más ácido entre tanto malestar. Así se consigue hacernos digerir diferentes situaciones y conversaciones que, de otra manera, podrían incomodar y asquear a cualquiera.

*¿Cómo te imaginas un sótano?

El sótano, desde siempre, ha sido protagonista de multitud de historias de terror. Y es que, siendo sincera, ¿Quién no le tendría miedo a un sótano? La puesta en escena de El hombre del sótano es muy acertada y siempre cuadra con la narrativa, de modo que la tensión se ve afectada por la imagen: lo que se muestra y cómo se muestra.

Parece que tener a un señor casi anciano en un espacio cerrado sin ventilación y aparentemente sucio es una injusticia y esta es la manera en que el antagonista consigue hacerse con parte de la complicidad de quienes le rodean. Utiliza la pena como modo de infringir compasión.

Y la compasión es un punto clave en la historia. Muy poca gente estaría de parte de Cluzet si no fuese porque este se presenta como un señor mayor en condiciones de pobreza. Obliga a los personajes a sentirse superiores a él, más afortunados, para así situarse por encima de ellos. Que su vivienda sea un sótano no es más que una argucia para conseguir que le escuchen. Y una vez se le da voz, ya no hay vuelta atrás. Además, cada ataque del propietario para intentar echarle no sirve para nada más que revictimizarle.

*Una enredada segunda mitad

La primera mitad de El hombre del sótano cumple a la perfección con su cometido, sin embargo en la segunda parte las cosas empiezan a complicarse. Y esa complicación entraña una especie de locura transitoria donde la narración pierde el sentido por momentos. Cuando las decisiones y acciones de las personas cuerdas son tan inverosímiles como las palabras de un negacionista, mala señal. Algunas de las lecturas que se pueden sacar de ciertas escenas no comparten la lógica y la moral que destiñe el filme.

*Conclusión

Tener vecinos es complicado. Tener vecinos negacionistas del Holocausto es una faena. Pero es que tener vecinos negacionistas del Holocausto siendo judío es una movida, y de las gordas.

Con sus sombras y sus luces, El hombre del sótano es un disfrutable thriller que cuenta con unas inquietantes y espléndidas interpretaciones que consiguen hacernos reflexionar sobre el amplificador social con el que cuentan los portavoces de estas ideas y la manera en que las aceptamos.

Escrito por Ana Aliaga Díaz
Cinemagavia
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7
2 de enero de 2022
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Dos jóvenes tratan de reencontrarse

Tras la salida alegre y ruidosa del alumnado de un colegio, se produce un encuentro casual entre dos jóvenes que tropiezan cayendo un libro al suelo.

A continuación la película presenta a ambos, Giorgi, Giorgi Bochorishvili, joven futbolista y Lisa, Ani Karseladze, trabajadora en una farmacia.

La magia nocturna de la música envuelve poco después un nuevo encuentro imprevisto y la decisión de quedar para volver a verse tras éste flechazo.

La música de Giorgi Koberidze marca desde el principio el aire misterioso de la película mientras les sigue por separado en sus intimidades y vidas cotidianas.

Es a partir de entonces cuando de manera mágica Giorgi, ahora interpretado por Giorgi Ambroladze, cambia de aspecto perdiendo su anterior imagen.

El viento hace perder las habilidades de los dos jóvenes, a la nueva Lisa, ahora protagonizada por Oliko Barbakadze, sus conocimientos sanitarios y al nuevo Giorgi su dominio futbolístico.

What Do We See When We Look at the Sky se transforma en un romance de fantasía donde ambos añoran volver a encontrarse aun habiendo variado sus aspectos.

¿Qué vemos cuando miramos al cielo? se convierte en una narración de realismo mágico donde el espectador interactúa con los silencios, las imágenes y los diálogos de la trama. Adopta un tono intimista, esotérico y minimalista bajo la concepción muy subjetiva del director.

Giorgi acude al café del peculiar dueño, Vakhtang Panchulidze, donde habían quedado sin que lleguen a reconocerse. La música de Giorgi Koberidze remarca el tono inquietante y lírico de su búsqueda.

La fotografía de Faraz Fesharaki retrata con mirada poética y preciosista planos muy variados recreándose en los detalles, la cotidianeidad y los entornos.

*Homenajes al cine, al fútbol y contra el maltrato animal

Paralelamente What Do We See When We Look at the Sky homenajea el amor del director por el cine con el proyecto de tres cineastas que se proponen rodar un documental sobre las parejas. Irakli David Koberidze, y Nino Irina Chelidze además de Ana, Sofia Sharashidze, que busca seis parejas para el rodaje.

Ensalza también al futbol con la ciudadanía y los perros de la ciudad de Kutaisi pendientes de la retransmisión de la Copa del Mundo en los bares.

Introduce en la laberíntica trama nuevos personajes con su perspectiva de esotérica fantasía y confiere a los perros un comportamiento comunicativo casi humano.

El director Alexandre Koberidze engarza escenas y secuencias creando un abanico caleidoscópico de la vida con su sensibilidad exquisita.

La extraña pero sugerente música de la banda sonora pone el contrapunto misterioso a las relaciones entre personajes y la acción.

Hay una secuencia magnífica estéticamente por la que merece verse ¿Qué vemos cuando miramos al cielo?. Un partido de futbol infantil mixto en la cancha del barrio, rodado a cámara lenta con gran expresividad no verbal, casi sin palabras y con una pegadiza canción italiana.

Cada detalle que retrata la cámara de Faraz Fesharaki cuenta con la complicidad en el montaje de Aleksandre Koberidze. Ésta personalísima película navega entre la literatura del realismo mágico.

*El mundo personal de Alexandre Koberidze

En su segunda mitad el guionista y director hace una reflexión sobre el cruel maltrato a los animales. Humaniza a los dos perros protagonistas con su asistencia a los dos principales cafés para ver a sus equipos de futbol favoritos. Mientras, Giorgi sigue a su selección nacional preferida de Argentina con Messi como número 10.

¿Qué vemos cuando miramos al cielo? se recrea siguiendo la vida cotidiana de sus habitantes. Encuadres diferentes, planos a ras de suelo y de cabezas de espalda. Como espectadores nos dejamos llevar por su visión personalísima allá donde el director desee llevarnos.

En éste largometraje la historia visual es más importante que el argumento. Podrá o no gustar pero es el lenguaje peculiar del director puesto al servicio de su fantasía y sensibilidad. En ocasiones utiliza planos largos y sin diálogos a los que acompaña una peculiar banda sonora minimalista.

Por momentos parece que el director trata de hacernos olvidar la pareja protagonista del comienzo. Pueden parecer desconcertantes sus cambios de ritmo y orientación de la trama argumental. No dejan indiferentes produciendo en el espectador admiración o rechazo.

Alexandre Koberidze hace un cine intimista y sensible, muy visual y sonoro, delicado y muy personal, donde homenajea al oficio de cineasta.

La historia argumental es muy sencilla y dudosa a la vez trufada de proyecciones personales del propio director.

Luego termina sus reflexiones personales donde se contesta a su pregunta ¿hay algún sitio donde no pasen cosas inadecuadas?. “Diga lo que diga esas cosas pasan”.

¿Qué vemos cuando miramos al cielo? es de esas películas muy de autor que se aplauden o se patalean pero que no dejan indiferentes. El director se sirve de la fantasía para decirnos que “el azar es fiable” acercándose a la célebre cita de Demócrito “todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad». Volver a ver la película puede aportarnos nuevos descubrimientos de detalles y relaciones causales si osamos hacerlo.

*Conclusión

¿Qué vemos cuando miramos al cielo? es una película densa y personalísima del director georgiano Alexandre Koberidze que sin ser comercial plantea algunas miradas novedosas. Interesante a ratos aunque también adolece de un exceso de metraje y dispersión argumental.

El director reconoce la influencia de la sencillez compleja de las películas georgianas, iraníes y de Nanni Moretti. Personajes protagonistas, secundarios y figurantes son llevados a escena por el director a su capricho. Es una película desigual con algunas secuencias muy bien conseguidas y otras gratuitamente difusas.

Probablemente sea necesario visionarla con calma y apertura de mente varias veces si nos atrevemos a ello.

Escrito por Fernando Gálligo Estévez
Cinemagavia
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7
15 de noviembre de 2021
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Duelo de intérpretes: Brühl contra Kurth

La estructura de La puerta de al lado se presenta como una obra de teatro en la que encontramos un escenario principal: un bar en Rosenthaler Platz, en el centro de la capital alemana, y dos actores principales que llevan todo el peso de la película. Aunque, hay personajes secundarios que entran y salen del bar, interactúan con ellos y ayudan a que fluya la trama. Se puede apreciar gracias a los diálogos que la película está planteada como un enfrentamiento cara a cara entre Daniel (Brühl) y Bruno (Kurth), que nos recuerda a películas como La Huella (1973) o a los enfrentamientos con pistolas en los westerns, pero en este caso con palabras y sin armas.

Asimismo, Brühl llega a exponerse ante el espectador gracias a este guion tan personal del escritor Daniel Kehlmann (Yo y Kaminski, 2003), que surgió a partir de una idea del propio director y está inspirado en conversaciones reales.

*Berlín: una ciudad aún dividida

Uno de los temas principales es la división cultual e ideológica que sigue existiendo entre Berlín Oriental y Occidental, así como las diferencias de clases y la gentrificación tras la caída del Muro (1989). Esto lo vemos en el personaje de Daniel, que es un actor reconocido de Colonia que vive en Berlín, pero no encaja con la forma de vivir de su barrio, situado en Berlín Oriental. Las sensaciones de incomodidad e inadaptación que experimenta el protagonista consiguen traspasar la pantalla, sobre todo gracias a la localización, un bar pequeño del que Daniel no es capaz de salir, parece que está atrapado ahí.

Brühl consigue generar así una atmósfera de asfixia y opresión que aporta los matices necesarios al juego que nos plantea la película del gato y el ratón. Otros temas importantes son el equilibrio entre lo moral y lo inmoral, el síndrome del impostor, la crítica a la fama y al mundo de las superestrellas. Asimismo, el espectador puede percibir que Brühl está familiarizado con todos estos temas y ha aportado muchos matices y vivencias personales a la película.

Asimismo, La puerta de al lado nos brinda sus mejores momentos en esos momentos de guerra de interpretación entre Brühl y Kurth sentados en la barra del bar. Se siente perfectamente la tensión, las diferencias ideológicas y los contrastes entre ambos personajes.

*Conclusión

La puerta de al lado es un debut sólido y con sello propio del director y actor Daniel Brühl. Una película sencilla, pero con buenas interpretaciones, una gran crítica social, reflexiones sobre las distintas formas de vivir, el éxito, las divisiones políticas e ideológicas y las falsas impresiones.

Escrito por Maria José Cánovas
Cinemagavia
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7
14 de noviembre de 2021
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Director / Guionista

Hay diferentes opiniones al hecho de que un director redacte su película. Este suceso suele ser un añadido de personalidad a la obra. El proceso de escritura se termina materializando casi idénticamente, como si el pensamiento del director se mostrase al público sin cambio alguno. A pesar de que hay muchas excepciones porque el cine es un trabajo de equipos, el resultado suelen ser un producto más íntimo y compacto.

Años de sequía es un ejemplo claro de esta cualidad. El control que ejerce Robert Connolly es mayúsculo, nada parece desencajar en esta cinta. Las actuaciones, la fotografía y el desarrollo de la trama se ajustan perfectamente al ritmo pausado de la película. La consecuencia es un bloque que refleja la personalidad del director más allá de la pantalla.

El inconveniente principal es que se necesita un tiempo de visualización, es decir, para entrar en el juego se necesitan muchos minutos frente a la pantalla, nada es inminente. El suspense va aumentando a medida que avanza la historia, pero el comienzo es demasiado confuso para aquellos espectadores que busquen evasión e inmediatez.

*El suspense

Años de sequía maneja notablemente el suspense después de la primera mitad. Los personajes están bien construidos, tienen varias capas, algunos no la muestras explícitamente, pero son más que evidentes. Falk, protagonista interpretado por Eric Bana, es una persona que esconde un pasado relacionado con un suceso atroz. Se muestra con una actitud neutra, por lo tanto, está en duda su papel de héroe en la historia.

Robert Connolly es capaz de hacernos dudar de las intenciones de nuestro guía y aplica esta formula al resto de personajes. La mayor parte de Años de sequía la pasamos intentando deducir quien es el villano, tarea también complicada por su gran número de personajes.

*La sequía

La atmosfera recreada es sería y cruda en Años de sequía. La sequía que azota al pueblo donde sucede la historia se hace patente. Grandes planos abiertos que muestran el terreno árido y agrietado enlazan a la perfección con imágenes cerradas de rostros heridos. La confianza brilla por su ausencia y se refuerza por la hostilidad de los habitantes. Hostilidad que también refleja en entorno que rodea al pueblo que ha perdido la confianza de que vuelva a llover.

Los flashbacks relejan un lugar totalmente rico en vegetación. Los personajes pasaban su tiempo en una pequeña charca de agua. La atmosfera parece cambiar drásticamente con la tragedia que golpeó al pueblo y al protagonista.

*Conclusión

Aunque la trama de Años de sequía (The Dry) pueda parecer palomitera a simple vista. La dirección y el manejo de la técnica se encargan de dotar de carácter a la película.

El suspense no deja de estar presente, cualquier detalle puede ser un indicativo de pista y todo personaje culpable. Sin duda, un thriller genérico realizado de forma notable, por lo tanto, merece la pena.

Escrito por Ismael Arias
Cinemagavia
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4
3 de octubre de 2021
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
*¿Casas encantadas?

Nadie saldrá vivo de aquí (No one gets out alive) presenta a Ambar, una joven mexicana que migra a Estados Unidos en busca de una oportunidad, una vida mejor. Sin dinero, familia, ni amigos, dará con una pensión de mala muerte (pero asequible) que le permitirá desarrollar los cimientos de una nueva vida. El problema llega cuando los susurros, gritos, sombras y fantasmas comienzan a surgir de la oscura noche. Es ahí donde el espectador se plantea si estamos otra vez más ante una historia de casas encantadas, ya que el diseño de producción, fotografía, e iluminación parece apuntar en esas direcciones.

Sin haber leído el libro y con esperanzas de que este sea bueno, solo puedo decir que la película Nadie saldrá vivo de aquí consigue resultados escabrosos. El personaje de Ambar no está mal construido, tiene un pasado, vive un presente y, sobre todo, tiene un objetivo que en este caso es conseguir un buen trabajo. No obstante, para ello necesita un nuevo carné de identidad y cómo no, eso requiere de dinero. Creo que los pasos a seguir de Ambar y la presentación del personaje son adecuados, y gracias a la interpretación de Cristina Rodlo es un personaje con tímidos matices.

¿Dónde está el problema? El relato acaba siendo una mezcla de símbolos, fantasmas y sucesos que carecen de gran sentido por no establecer una conexión. Se acaba perdiendo la oportunidad de profundizar en ellos y de hacer una cinta más rica. No, no es una historia de casa encantadas, y lo veréis, pero tampoco podremos concretar más una vez vista. La confusión es tal que se conforma una historia pobre, simple y convencional que deja a un lado todo lo interesante que podría mostrar. El espectador termina sin saber nada.

*La inmigración

Con Casa Ajena Netflix logró una más que interesante y competente cinta de terror que hablaba de la inmigración a través de una forma laboriosa y atractiva. Sin embargo, Nadie saldrá vivo de aquí no sigue su estela y se queda a medio gas sin terminar de cocinar todos sus elementos de forma conjunta. Sí que pueden subyacer lecturas en su relato sobre la inmigración, pero estas quedarán desamparadas ante una historia que navega entre clichés, y que va dando tumbos sin construir una tensión narrativa que se mantenga a flote.

Es este último elemento el que hace que la cinta no funcione. Desde el guion y la dirección no se ha sabido realizar un relato que mantenga la tensión y que haga que esta vaya in crescendo. Es un producto que falla al generar expectativas e intrigas, y su conflicto no sabe renovarse adecuadamente provocando que el espectador se despegue por completo de un relato que a ratos, puede pecar de soporífero.

*La oscuridad como base del terror

Por otro lado, No one gets out alive tiene un diseño de producción que sí, es atractivo, crea atmósfera y diría que funciona. La fotografía es tremendamente oscura y fría a través del predominante color azul verdoso que ahonda en la soledad de nuestra protagonista. Sin embargo, hay un aspecto de la iluminación que creo que no funciona realmente bien, o no consigue lo que pretende y en su contra acaba restándole expresividad y emoción a la cinta. El problema se percibe, sobre todo, en el desenlace. Es el momento álgido de la historia y la iluminación sumerge en plena oscuridad las cuencas de los ojos de nuestros personajes.

Obviamente es un recurso que se ha utilizado y lo han utilizado muchos otros en diferentes relatos. No obstante, creo que aquí rema en contra. Es una cinta fría que pierde a su espectador en algunos momentos, y que su desenlace supone el momento de recuperarle. Además, de ser el momento de la historia que debe de sostener una gran carga dramática apoyada por los actores.

Sin embargo, a estos les estás privando de una de las mayores herramientas interpretativas, su mirada. Los ojos son el portal del alma a través del cual el espectador conecta con unos sentimientos. Por lo tanto, siendo una historia con tantos defectos en su guion por gozar de tanto sin sentido, y que deja fuera lo realmente interesante, qué tal que al menos conectemos con aquello que nos estás contando por muy confuso e inverosímil que sea.

El sonido es uno de los pocos elementos positivos de la cinta, pero esto no sirve para detener una bola de nieve que rueda hacia abajo sin detenerse hasta estrellarse.

*Conclusión

Nadie saldrá vivo de aquí pierde una oportunidad de contar una historia realmente interesante. Opta por desechar cualquier intento de remar a favor de lo diferente quedándose en un producto pobre, de consumo rápido, simple y confuso que tampoco entretiene.

Muchos elementos eran positivos, como el diseño de producción o el uso del sonido. Sin embargo, el guion termina por decantar y romper la balanza dando lugar un resultado deficiente en su forma y contenido, y, sobre todo, a la hora de hacérselo llegar al espectador. El mensaje acaba distorsionándose en un plano lleno de confusión, y las ideas quedan dispersas esperando una conexión, que no se producirá.

Escrito por Javier Atienza
Cinemagavia
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