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Críticas de Lafuente Estefanía
Críticas 1.788
Críticas ordenadas por utilidad
3
28 de octubre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra que para nosotros está construida sobre un pésimo guión y pésimos diálogos, como el del título de la reseña que espeta Sugar a un superior saltando por encima del rígido protocolo militar. Pésima también es la indumentaria de los indios y muy normalita la interpretación en general. Lo mejor las marchas en formación de los soldados, numerosos y bien uniformados, pero cuando se lanzan al ataque es horroroso el sonsonete de la trompetita, "¡Tarí, tarí, tarí, tarí ...!" Es que no para, menudos pulmones debía tener el corneta a galope tendido. Como para escuchar los gritos que viene dando Sugar por detrás: "¡Sam, un grupo de indios de ataca por la espalda!" Muy deficientes igualmente los combates y las peleas cuerpo a cuerpo.
Sigue en zona spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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4
26 de octubre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo general solemos estar bastante de acuerdo con lo que traen las reseñas de FA de las películas que luego recensionamos. No es el caso de la presente que nos parece solamente regular. La cosa va de suplantar una personalidad, resituación social, chantajes ... melodrama al canto. Conviene de todas formas reconocer la excelente interpretación de Hudson y De Carlo, también el vestuario y la decoración en general.
Pensando en la presente reseña, aprovechando el título de la versión original de la cinta "Scarlet Angel", en alusión al cafetín donde "actúa" Roxy (De Carlo), y lo entrecomillamos porque la "actuación" es muchas veces robo descarado a los clientes con la connivencia del propietario. Estamos por lo tanto en el género picaresco, cuando el primo ahora es un marino bandeado en cien singladuras, en una de las cuales perdió el barco de su propiedad cuando trató de romper el bloqueo que la Armada de la Unión imponía al puerto de Nueva Orleans en la guerra de Secesión. Es el capitán Trascot o también capitán Panamá (Hudson) del título de la versión hispana.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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4
21 de octubre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema de los siete magníficos se ve que dio buenos resultados en taquilla para merecer las secuelas del "Regreso", el "Desafío" y esta "Furia" que de momento cierra la feria magnífica. Normalmente segundas o terceras partes no suelen estar a la altura de las primeras, samurais incluidos. Y eso es lo que pasa con esta entrega, que cuenta con la música que arropa y transporta la cinta a sus antecesoras a través de su famosísima tonada repetida una vez y otra.
Los mínimos cambios argumentales, tal vez para compensar los que se producen en la dirección y en la interpretación de los siete pistoleros, en este caso muy a peor con la excepción de Cris (Kennedy). La ambientación es correcta, está bien la escena del juicio salomónico del caballo, como la de la feria con la danza del vientre incluida. La representación mejicana en el septeto, Maximiliano García (Markham) se permite el lujo de citar un par de refranes.
En lo sanitario tenemos a un jovencísimo Emiliano Zapata que debía tener pendiente una visita al ortodoncista y un "magnífico" tuberculoso a quien una morenaza cuida sin desmayo.
Película regularcilla pero que hace pasar el rato. Aunque el guión no es un dechado de originalidad, algunas frases merecen destacarse como la que cierra la obra "Los cobardes tienen muchas muertes, los valientes una". "No más", podría haber añadido. Y la que para nosotros compendia un poco la tristeza la época y el sentir de Cris y del resto de magníficos: "Ya no quedan tierras libres, los búfalos se fueron, pronto se irán los caballos ... luego nos iremos nosotros".
Lafuente Estefanía
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2
20 de octubre de 2020
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Cinta dirigida al público infantil e infantiloide, en la que un talludito padre de familia, Wil Hallowell (Carradine), se embarca en la aventura de levantar una cabaña en los bosques de Maine con la única ayuda de su hijo mayor Matteus de 13 años (Fletcher), dejando a su esposa y a sus dos hijos menores que vivían tranquilamente en Springfield (Massachussets). Por si el disparate era pequeño, construida la cabaña, magnífica por cierto, ahora a quien se deja allí es al niño mientras vuelve en busca del resto de la familia.
La cosa se complica con una epidemia de fiebres que se desendadena en Springfield, de donde parten cuando están a punto de prohibir las salidas. Durante el camino contrae la fiebre la madre y el niño pequeño que muere. Lágrimas y más lágrimas. Como conocen la procedencia no pueden embarcar y deben hacer el camino hasta la cabaña donde espera el hijo en carro y luego a caballo. Desgracias y más desgracias.
Suerte que Matteus espabila y recibe la ayuda de los bondadosos indios Penobscot que le enseñan a cazar y a apañárselas en el bosque, incluso, le curan una fractura de la pierna con sus remedios tradicionales y con la ayuda de una sencilla muleta.
En la época de la película, primera mitad del siglo XIX, no llegarían al medio centenar estos indios de la etnia algoquina que vivían en las orillas del río Penobscot del estado de Maine.
Película para niños muy infantiles.
Lafuente Estefanía
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3
18 de octubre de 2020
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Para nosotros el personaje de la cinta es el reverendo ¿Vincent? (Wills), un hombre de rompe y rasga como vemos por la frase del título que endosa a sus feligreses en el sermón dominical. Tampoco se arruga cuando llega el prepotente ganadero Grimsel (Gregory) con 20.000 vacas Hereford para atravesar los ranchos de los vecinos: "¿Donde está el alcalde? -Aquí no hay alcalde. ¿Y quien manda aquí? -¡Dios! Yo soy el reverendo". Sabe también ponerse en el lugar de los demás reconociendo que "El placer es pecado y casi siempre el pecado da placer". Confiando en la Providencia hará frente a los malvados pistola al cinto junto a sus vecinos con suerte esquiva, "No se le puede pedir a Dios que haga todo. Algo debemos poner de nuestra parte".
El resto poca cosa más. Un guión manido, esta vez del pistolero que vuelve a casa y se encuentra a su esposa enterrada y a su hijo Tom (Rowland, forzada interpretación) en plena edad del pavo. Suerte al sacerdote que le echa un capote, "Una leyenda es una mentira que va aumentando de tamaño", y a la bella empleada de la tienda, Jo (Fleming), que le echa los tejos con descaro, por que el dueño de la misma es un lisiado envidioso y rencoroso que no para hasta que los malos le meten un tiro y descansamos todos.
Lo mejor, como hemos dicho, la figura de sacerdote, la balada de la presentación de los créditos y los diálogos, entre los que espigamos estas perlas: "Quien a hierro mata a hierro muere. -Depende de como lo maneje uno", o "Los [pistoleros] que viven como tú, mueren como él".
El consabido balazo, esta vez en una pierna con torniquete al canto, lo cura Jo con un simple lavado con agua, desinfectado con whisky y un plato de sopas.
En resumen, película bastante floja para nuestro gusto.
Lafuente Estefanía
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