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Críticas de Lafuente Estefanía
Críticas 1.749
Críticas ordenadas por utilidad
3
4 de enero de 2021
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Reflexión que se hace el príncipe indio de la tribu deleware, Hannoc (Hall), educado entre los ingleses hacia los que se inclina en la confrontación que estos mantienen en las colonias americanas con los franceses.
El contexto es la guerra de los Siete Años, llamada Franco-India o de la conquista del Canadá, pues en la misma intervinieron distintas tribus de nativos. Llevada también a la pantalla en "El último mohicano", en realidad dirime las pretensiones expansionistas de franceses y británicos a su vez apoyados por sus propios colonos. En la cinta se refleja bien el inicio del conflicto en julio de 1754 cuando los franceses atacaron Fort Necessity. Después de nueve años de guerra los ingleses lograron imponerse conquistando buena parte de Canadá, pero ahí estaba ya bien atento George Washington pensando en la independencia de las colonias ("Los franceses construyen fuertes, nosotros un país").
La trama sin embargo se presenta bastante embarullada y no se siguen con facilidad los vaivenes y las intrigas políticas, donde la sofisticada Elizabeth Leeds (Castle), espía a favor de los franceses seduciendo y manejando como un pipiolo al forzudo Hannoc que tiene abandonada y triste a la bella Morna o "Pequeño Grillo" (Moreland). De hecho recuerda mucho a la malvada cortesana Milady de "Los tres mosqueteros". De armas tomar, deja frases que así lo muestran: "Toda mujer tiene una colección de hombres hasta que aparece el adecuado" o "No me gusta sentirme pequeña ante un hombre".
Tampoco parece muy acertada la selección de actores con un mastodóntico Hannoc, ni tampoco la interpretación en general. Peleas embarulladas y vestimentas curiosas, como la cinta que ciñe la cabeza del gran jefe deleware con cruces gamadas y corazones invertidos que bien podría hoy leerse como: "Yo no amo a los nazis".
Película floja donde lo más interesante es mostrar una faceta de la citada guerra Franco-India, o analizar la influencia de la educación colonial en la mentalidad de jóvenes príncipes indígenas.
Lafuente Estefanía
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8
26 de diciembre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por una vez Río Grande no hace de frontera. Por una vez los mejicanos no van vestidos de soldaditos de plomo y se juntan con sus vecinos del Norte en mitad del río separador para comentar sus cuitas y recibir la ayuda médica que necesitan. Por una vez comparten enemigos en la figura de los indios que azotan ambos lados en sus correrías. Por una vez las aguas bajan tranquilas ... Y a "El hombre tranquilo" nos recuerda enseguida el elenco de actores de este "Río" que, también, aborda en este caso una enquistada crisis familiar.
Y es que al fuerte donde presta sus servicios el coronel Kirby York (Wayne) llegan casi el mismo día su hijo Jeff, destinado como recluta, y su esposa Kathleen (bellísima O'Hara), después de siete años de separación motivada por el cumplimiento de ciertas órdenes de la superioridad. Pronto veremos que la presencia del hijo suaviza la relación entre los padres, también lo hace el sano ambiente cuartelero, aunque se abuse un poco de las serenatas y de las canciones, o la presencia de entrañables suboficiales como el sargento Quincanon (McLaglen) que con su humor y con sus bromas ayuda a relajar las tensiones familiares. Porque la cinta va de reconciliación y de reencuentro matrimonial más que otra cosa.
Empieza y acaba la obra con la imagen de la columna de soldados de caballería entrando en el Fuerte. Impresionante, ya se ha destacado en otras reseñas, el silencio expectante de las esposas de los soldados atentas a confirmar la presencia de sus maridos entre los que llegan. Si llegan ... y cómo llegan ... El fuerte con su escuelita de niños como centro del macrocosmos del territorio, el microcosmos los soldados que lo habitan como una auténtica familia que comparte lo bueno y lo malo. Como se aprecia en la delicada escena del lavado de la ropa junto al río tranquilo, lo mismo la colada del coronel que la del último soldado, el mismo agua lava todas las prendas y el mismo sol las seca.
Otro secundario de lujo es el Doctor Wilkins (Wills), atento a la llegada de la columna al fuerte para llevarse a la enfermeríaq a los heridos que vienen en parihuelas, tampoco duda en recetar una buena dosis de aceite de ricino para curar los mamporros en las peleas de cantina. Graciosa la alusión a la "úlcera de silla de montar" cuando lavan los calzones desgastados y rotos de Quincannon.
Los malos, una vez más, los indios. Malos sin contemplaciones. Y borrachos. Y robachicos. Y torpes hasta para defenderse. Aquí si que no hay matices.
Por lo demás la película es John Ford: guión, dirección, paisajes, música, actores, ambientación, movimientos de tropas, los conflictos entre el amor y el sentido del deber, el honor, el compañerismo, la generosidad ... Gran película en suma.
Lafuente Estefanía
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5
10 de diciembre de 2020
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La cinta es de las de una hora de duración que solían encajarse de tres en tres para completar una sesión de tarde, o bien acompañando como relleno a otra más importante. El metraje ya nos advierte de la modestia de sus pretensiones.
El argumento también, pues es más simple que el mecanismo de un sonajero. La reconversión profesional de dos jóvenes jinetes del Pony Express, John Blair (Wayne) y Larry Adams (Cerf), a empresarios de una línea de diligencias con los consabidos engaños y ataques de la competencia, así como el imprescindible romance amoroso.
Entre los secundarios aparece el Doctor Forsaith que atiende solícito la fiebre de una niña que llega en la caravana, los dolores de estómago de los empleados del tendido telegráfico que trata con unos polvos que parecen de suero por haber bebido aguas envenenadas y, por último el balazo que ha recibido Larry en el abdomen defendiendo la diligencia y que supondrá su rehabilitación profesional como cirujano.
Sin embargo, lo más importante y lo que justifica los puntos de nuestra calificación, es la estupenda carrera de diligencias desde Buchanan City hasta Sacramento, tiradas por cuatro caballos alineados de dos en dos. Recuerda mucho la espectacular carrera de cuádrigas que varias décadas después contemplaremos en el circo romano entre Ben-Hur y Messala, de la que parece un anticipo, aquí con los caballos dispuestos en una única línea. Magnífico espectáculo en el que, como de costumbre, se juegan el tipo los especialistas.
Lafuente Estefanía
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6
4 de diciembre de 2020
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Resulta inevitable la comparación entre las "Caravanas bélicas" del tándem Brower-Burton con "La gran jornada" de Raoul Walsh. Apenas un año después del estreno de esta última cinta, parece un poco atrevido presentar un nuevo western "caravanero" siguiendo la misma estela temática. Las comparaciones son irremediables y en las mismas palidece claramente la obra de Brower y Burton.
Es muy difícil estar a la altura de la espectacularidad de "La gran jornada", para nostros una obra maestra, con sus cientos y cientos de extras y sus millares de animales de toda especie. Tampoco en lo que se refiere al guión y a su desarrollo. Es por otra parte significativo que ambas cintas concluyan en los bosques de sequoyas del sur de Sierra Nevada (California).
Con todo resulta interesante contemplar también las "Caravanas de lucha", así llamadas a las formadas para marchar hacia el Oeste en plena guerra civil americana sin protección militar alguna. Una vez más se aborda la epopeya colonizadora atravesando desiertos, cordilleras, nieves, ríos caudalosos con troncos como flotadores, luchas con indios, diligencias, fuertes militares ...
En cuanto al argumento se plantea la lucha por el joven Clint Belmet (Cooper), entre dos borrachines exploradores (por este orden de importancia "profesional") que aparecen como sus "padrinos" y protectores, frente a la inevitable dama que entra en liza, "cherchez la femme", pues se trata de una joven francesa Felice (Damita). El desenlace pueden imaginarlo: "El ferrocarril se acerca, las caravanas son el pasado. Los tiempos cambian".
Un joven Cooper encabeza la representación en la que abundan secundarios amigos de empinar el codo, que amenizan con sus bromas la trama.
A destacar la presencia en estas caravanas de un montón de mujeres de fuerte personalidad, capaces de cantarles las cuarenta al lucero del alba. Sin amilanarse. Para desmentir el tópico de machismo que acompaña en general al western. En este tipo de películas aparece un montón de mujeres que nada tienen de floreros.
Como curiosidad señalar que en los crédidos del inicio figura el primero a toda pantalla Gary Cooper, seguido de los dos directores que dan paso a continuación al resto de actores y técnico, contra la costumbre moderna de dejar para el final al director.
Película interesante por su valor histórico, por el tema que aborda, por la presencia de uno de los grandes astros del celuloido, aunque la copia que hemos visto tiene una pésima sonoridad. Como dicen en nuestro pueblo: "P'a mal sonido, mejor mudo".
Lafuente Estefanía
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7
28 de noviembre de 2020
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En efecto, tal como reconocen muchas reseñas, la historia de Billy el Niño es recurrente dentro del género del western tal como atestiguan tantas cintas, monográficas o no, en las que aparece el personaje. Pero es que hay que tener en cuenta que EEUU tiene una historia muy corta y un periodismo muy alcahuete que levanta verdaderos mitos tipográficos sin preocuparse mucho de la veracidad de lo que cuenta. Bien claro se lo explica Billy (DeHaan) al también niño Río (Schur) cuando este, admirado, le pregunta si es cierto que ha matado tantas personas. Al preguntarle por la fuente de información responderá el muchacho que por los periódicos. "Mienten mucho los periodistas", le contestará el pistolero.
Billy el Niño y el niño Río, los protagonistas principales junto al imprescindible sheriff Patt Garret (Hawke). La novedad en el relato es la introducción del niño, que ya ha debutado con las pistolas asesinando a su propio padre cuando machacaba a la madre. Río se halla a merced de corrientes muy violentas. Ha huído de su ¿casa? con su hermana Sara, caminan solos y viven de lo que roban pues se saben perseguidos por la familia paterna. Río tiene remordimientos y sufre crisis que la hermana trata de consolar: "Cuando tengas miedo cierra los ojos y piensa en lo que serás".
En este contexto los hermanos se encuentran con Billy y luego con Patt que se lo lleva preso. Desde el primer momento se produce una fuerte atracción entre el forajido y el muchacho, ambos unos niños, al que prodiga algunos consejos como "Lo importante no es el error que puedas cometer, sino pensar bien lo que haces después". Rio admira la personalidad de Billy, tal vez para emularlo. Sobre todo su enorme fama y el aprecio que recoge entre sus paisanos. Billy se muestra preocupado por estar a la altura de lo que sobre él se dice. Parece consciente de su corto recorrido vital y comenta a su joven amigo la frase que encabeza esta reseña: "Importa la historia que cuenten cuando ya no estés". Por su parte Garret se da cuenta de la situación y le ofrece a Río otro camino que al principio rechaza, lo que le costará sufrir un balazo en el abdomen que se saldará sin mayores complicaciones al atravesar limpiamente sus tiernos tejidos.
La cinta pues va de fama y de mitos, por eso no es una más de la marca William H. Bonney. Estamos hablando del qué dirán de nosotros, de criar fama y echarse a dormir ... Decepcionado por el final de su amigo y de no recibir la ayuda que le había prometido en su momento, en un giro que refleja la madurez que rápidamente está adquiriendo, Río volverá los ojos hacia Patt.
Buena película de impecable presentación, ambientación e interpretaciones, pero con algunos altibajos en el ritmo por la lentitud de algunas escenas. Más que sobre el famoso bandido trata sobre su preocupación por la forma de pasar a la historia. No es lo mismo.
Lafuente Estefanía
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