La Aventura Disney total. Niñas y niños como protagonistas, acción filmada con aire cómico y ni una gota de sangre, aventura constante y mucha luminosidad, especialmente en el mundo futurista que crean. Puede desconcertar o molestar lo que tarda en arrancar, pero es porque se molestan en intentar construir personajes con un mínimo de profundidad. Que lo consigan es otro asunto. La mayor pega es que todo gire en torno a un mundo fantástico al que se le dedica apenas media hora de metraje. La química entre personajes resulta lo más destacable, recordando al mejor Spielberg: infantil como virtud. Mención especial a Britt Robertson, pura torpeza, pura ilusión. Una más del género, que desaprovecha su mayor filón, pero que apuesta por ideas habitualmente ausentes en este género, aunque no las termine de materializar. No entiendo su fracaso en taquilla.

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Los pantanos sureños de la 1º temporada de "True Detective" (2014) inundaron los cimientos de la ficción televisiva con la potencia de otro sureño, el huracán Katrina, pero la destrucción se tornó en lo que se denominó revitalización, una más, de la TV. La Torre de Babel quedaría a la sombra de lo que se esperaba de esta continuación. Pero a la expectativa le salió un hermano mayor: la decepción. Cuesta entender que lo que apuntaba a intento fallido originalidad se hubiera convertido en la definición del lugar común del policiaco. Un refrito de tópicos bajo en sodio. Hasta el sexto capítulo. Las acciones estaban devaluadas a niveles de Terra, pero un movimiento igual de imprevisible que los bursátiles saca del lodo a la serie, que se potabiliza al enturbiarse la trama. La resolución es digna; el epílogo, prescindible.

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Parece una película hecha en la sosez de la segunda década del siglo XXI: ni Van Damme da todas las patadas que debería, ni hay suficientes viajes en el tiempo, ni se mantiene la locura ultraviolenta del cómic original. A medio camino de todo.

Su condición de película rodada en un único plano secuencia remite a la triunfadora de la pasada edición de los Oscars, "Birdman" (2014), aunque el uso que se hace de este recurso en ambos casos es opuesto. Si la película de Iñárritu jugaba a saltarse la captación en tiempo real del espacio-tiempo, la de Schipper se ciñe a este concepto hasta el extremo y encuentra sentido a su uso. "Victoria" (2015) transcurre en 2 horas y 20 minutos de metraje, que es lo que dura la historia. Lo que funciona como una nueva entrega de la saga "Antes del..." (1995-2013) tiene la valentía de cambiar bruscamente el tono a mitad de la función, pero la perplejidad inicial se diluye en cierta indiferencia, y lo que se aprobaba como atrevimiento se cuestiona como temeridad, sin que nada de ello impida que se valore su apuesta por el camino difícil.

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David Oelhoffen adapta el relato "El huesped" (1957), del escritor Albert Camus, y traslada a Argelia los códigos del western, género estadounidense por antonomasia. Silencios en un desierto gélido en el que está a punto de estallar la guerra de independencia del país magrebí con respecto a la Francia colonizadora. Un conflicto que pasa de puntillas por la trama principal de la pareja de protagonistas, sin que quede claro si se trata de una decisión voluntaria o un fallo narrativo. El director francés construye la obra desde las atmósferas sugerentes, pero la ambición por el estatismo se convierte en inoperancia, de la que sólo se salvan las texturas electrónicas de la fantástica banda sonora compuesta por el dúo Nick Cave y Warren Ellis.

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