No es ninguna novedad. Con un director como Ford Coppola y un reparto de actores y actrices con mayúsculas, "El Padrino" puede considerarse como una obra maestra, como toda su trilogía al completo. Desde la primera escena donde destaca su banda sonora (inolvidable el tema de amor en Sicilia) hasta la última, que representa magníficamente la sucesión de Al Pacino con todo lo que eso conlleva, "El Padrino" se adentra mejor que ninguna otra película en lo que es la "familia".

Empecé a ver esta serie pensando que era la protagonizada por Jeremy Irons y que seguiría la línea de "Los Tudor". No era la que yo creía, pero al estar implicado en el proyecto Oliver Hirschbiegel, director de la magnífica "El hundimiento", aunque su reparto no fuera demasiado conocido decidí darle una oportunidad.
No empieza mal, los dos primeros capítulos enganchan bastante. El problema surge a partir del tercero y cuarto, doble capítulo dedicado casi en exclusiva al cónclave sobre la elección de Rodrigo como el nuevo Papa Alejandro VI, por lo que se hace muy pesado. Ya me pareció excesivo dedicar un episodio y medio entero de "Los Tudor" al debate sobre la nulidad matrimonial de Enrique VIII y Catalina de Aragón, como para que sean dos.
Y he aquí donde se nota la pésima documentación. En esta serie no se hace más que nombrar a los Borgia como catalanes, dato que es falso por completo. Esta peculiar familia, pese a ser célebre por su asentamiento en Valencia, tuvo su origen en la villa zaragozana de Borja (su propio apellido así lo denota). Pensé al principio que era un modo de despreciarlos por no ser de origen italiano, pero ellos mismos se proclaman como tales y en Filmaffinity también se aprecia así, lo cual me parece un error histórico imperdonable cuando se pretende realizar una recreación histórica fidedigna.
Si "Los Borgia" de Antonio Hernández tiene fallos garrafales como colarnos a una mulata como noble aragonesa y la califiqué como buena, no voy a desmerecer tampoco esta coproducción europea, aunque como digo la documentación es mala.

"Astral" es un documental muy necesario para concienciarnos sobre una situación que quien sabe si el día de mañana nos podría tocar a nosotros vivir en propia carne. Recrea paso a paso cómo surgió la idea de que el magnate de los colchones Lo Monaco decidiera ceder su yate de lujo a una ONG para que pudieran salvar a todos los refugiados que pudieran de ese cementerio acuático en que por desgracia se ha convertido el mar Mediterráneo, así como todas las vicisitudes y experiencias a las que han tenido que enfrentarse sus tripulantes.
Sin embargo, cuando se centra en los rescates, uno se da cuenta de que a partir de ese momento todo es superfluo, pues te están contando siempre lo mismo y ello invita al aburrimiento a causa de tanta monotonía. Es decir, creo que le sobran esos minutos para ser un trabajo redondo del equipo de "Salvados".
Eso sí, mientras lo veía no podía evitar pensar si el peor castigo al que podríamos someter a los mangantes de este país sería abandonarlos en plena mar como a esta gente. Si tan dura y peligrosa es esta travesía en busca de una vida mejor, la cárcel con privilegios debe de ser un bálsamo.

Empieza como un dramón al estilo "Amores perros" de González Iñárritu. Sin embargo, los cansinos letreros a uno de los lados de la pantalla te explican que no, que es una comedia. Vale. Incluso la historia de los hermanastros tiene su gracia. Pero lo del masaje... Mejor será que lo veas tú mismo y saques tus propias conclusiones. A mí desde luego me hizo apagar el televisor.

"Medium" sería una serie digna a tener en cuenta entre las de fenómenos paranormales, pero todas sus buenas intenciones se vienen abajo con la ñoñería de la familia de Allison, es decir, sus tiernas hijas y el sosainas de su marido. Una cosa es que refleje la vida de un ama de casa normal y otra es que sea una americanada total en cuanto a sentimentalismos exageradísimos.