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Polonia Polonia · Galitzia
Críticas de Valkiria
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Críticas 240
Críticas ordenadas por utilidad
10
16 de septiembre de 2008
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que lleva a primer plano la exaltación de valores perdidos en el cine de puro entretenimiento tan típico de hoy: la infancia, la justicia pero sobre todo el respeto.

Matar a un ruiseñor es la historia que mejor ensalza la figura paterna, representada por Gregory Peck: el hombre justo, asertivo, capaz de entablar una conversación profunda con su hija elevándola a ella a la madurez, no retrocediendo él a la mente de una criatura.
No creo que trabajar con niños en el cine sea fácil. La química entre Peck y sus hijos en la ficción es tal que cualquiera creería que se trata de sus hijos en la vida real. Pero sin sensiblerías. Los niños se comportan como tal pero descubriendo una historia de injusticia, racismo y rabia (la escena del perro lo dice todo) que hace de ellos, en apenas un verano, personas con referentes morales a prueba de balas: sus propias vivencias mientras crecen y su padre. Nada de moralinas e hipocresías.

En esta historia asoma la crueldad pero narrada con serenidad; como si Mulligan hubiese descartado el recurso incendiario por uno tan simple, llano y a la vez efectivo como el que una niña, inocente, descubra por sí misma que existen en su entorno personas de segunda a las que se trata como animales, "papá explicará porqué".

Los juegos de los niños, el neumático colgado del árbol, la vieja cascarrabias y la casa misteriosa cosen el entramado de una historia que personalmente me atrapó desde el principio. La narración es tranquila y muy apacible.
La interpretación de Peck, entrañable. La niña lo borda.

Es un acierto de película que además ataca los errores del sistema judicial americano pero que sobre todo muestra el tesón de un hombre que se empeña en hacer justicia porque en ella cree. Un ejemplo para todos los abogados descarriados. Peck dignifica la profesión.
Valkiria
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6
11 de agosto de 2009
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fabulación, sueños y pesadillas de Camino, introducen pasajes oníricos en los que la pequeña sueña con participar en la Obra (de teatro) para acercarse a su amado Jesús (el chaval), resultando una acertadísima parábola con la que Fesser desmitifica la pretendida beatitud de Alexia, mostrándonosla como lo que es: una niña en edad de fantasear con su primer amor.

No me resulta extraño ni ajeno el retrato del Opus Dei que ofrece Fesser, (a una también la rondaron de niña). Y me refiero especialmente al papel de las numerarias auxiliares que trabajan en las residencias. O a las piedras en los zapatos, o a la radical amputación que sufren estas mujeres con respecto a sus familias para entregarse por entero a la Obra.

Tampoco dudo del cilicio, de la mortificación, del fanatismo, del dinero en el sobre y de la total carencia de autonomía personal de las numerarias auxiliares. Creo que Fesser ha conseguido trazar el blando perfil psicológico de estas esclavas de la élite eclesiástica a través de la figura de la hermana, para mí el personaje clave de la película y a través del cual, el cineasta nos introduce en los sagaces (que no sutiles), métodos de captación del prelado fundado por Escrivá de Balaguer.

Tampoco me choca el fanatismo de la madre (Carmen Elías) a quien escucho atónita decir: “Doy gracias a Dios por la enfermedad de nuestra hija”. Sin embargo, aquí, Fesser queriendo ahondar en su propósito de denostación del Opus se cuela. Ni responde a la historia real de la madre de Alexia González ni a la de madre alguna sobre la tierra. Fesser utiliza ese fanatismo para mostrarnos la alegría de la madre por la santidad de la hija; no, en realidad, entendido como único consuelo en el que encontrar refugio.

El acabose es el padre, personaje del cual se vale el director, para seguir jugando sólo a una banda (sin dar posibilidad de réplica a los aludidos): un ser anodino, al que ni le va ni le viene la Obra y que sin embargo, no mueve un dedo por evitar la fatal suerte de sus hijas.

Insisto aquí, en que, parejo al drama de la enfermedad que padece la niña, la auténtica tragedia la representa la hermana numeraria por la que el padre, apenas se inmuta. Cuando decide hacerlo, Fesser nos muestra su lado más tramposo (spoiler).

Por el retrato de los personajes (exceptuando el de la hermana: veraz) “Camino” es la película cruzada contra el Opus Dei, necesaria, pero manipuladora. Excesiva en todo. Excesivamente lacrimógena, irritante, inquietante y hasta gore.

Fesser nos ha hecho un favor penetrando en la cerrazón de las residencias del Opus y mostrándonos el día a día de las prisioneras de la Obra. Pero nos ha negado en rotundo la posibilidad de contrarréplica con declaraciones tan lapidarias como: “¿quieres que rece para que tú también te mueras? (y te conviertas en Santa)...".

Sobran estos comentarios, como sobra tanto exceso. Sobra la manipulación del Opus; pero también la de Fesser.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Valkiria
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7
1 de febrero de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con doscientas y pico críticas en FA poco podré aportar. Tengo mis reservas con respecto a la película. Más allá de que la idea en sí no sea original y de que el abuso de la tensión, por exceso, pueda aburrir en determinados trances, lo más decepcionante es, alrededor de "Buried", todo el revuelo mediático formado. A la crítica me refiero.

Sí, el desenlace es brillante y el uso de la técnica soberbio: hacer de lo complejo algo tan sencillo es digno de elogio. Sin embargo Cortés, intuyo, no es un tío "rentable" (entiéndaseme) para el cine. Megalómano hasta el tuétano, corre el riesgo de acabar exhausto de puro agotamiento. Ya no me remito a 'Buried' sino a su opera prima, 'Concursante', excesiva y pantagruélica hasta el hartazgo. En fin, no es eso lo que me llama la atención, repito. Ya la he visto y a otra cosa. Lo que me ha sorprendido es el recital de críticas comerciales. Menudo chorreo...

"Un pulso de filiación hitchcockiana". "Tensión sostenida que haría que Hitchcock se removiera en su tumba". "Sorpresa mayúscula". "Una obra histórica para el cine español". "Destroza los nervios". "Un ejercicio de talento cinematográfico que asombraría al propio Hitchcock". "El milagro se produce: el espectador queda clavado en su butaca desde el arranque hasta el desenlace", etc.

No es verdad, yo me levanté unas cuantas veces para oxigenar el cerebro. Dejando de lado el panegírico de superlativos que utiliza la crítica profesional, lo primero que me llama la atención es la comparación con Hitchcock. Psé. Referirse a momentos grotescos de la película (la conversación con la teleoperadora y la grabación del director de Recursos Humanos) como toques de "sarcasmo trágico" o "humor negro" es vender humo al personal. Y utilizar epítetos tan sonoros como: espeluznante, asombroso, delirante, (maniobra) manipuladora, (trabajo) sobrehumano, épica, (experiencia) única, (sorpresa) mayúscula, etc., es para huír como sea del gancho de esos críticos, de sus odiseas y paranoias. Sólo consiguen crear flacos favores a las cintas que elogian y falsas expectativas en el espectador ante películas que, como esta, prometían lo suyo. La decepción la engendran los juntaletras. Huíd de su persuasión.

En cuanto terminé de ver la película, perpleja por el desenlace (eso sí, ni delirando, ni asombrada, ni con los pelos de punta por haber asistido a una sorpresa mayúscula y espeluznate que me bombeó la adrenalina en un recital de inesperada épica claustrofóbica) me fui al making off. Además de la destacable interpretación del chulazo Reynolds, la ténica es lo auténticamente loable de "Buried": su iluminación, el encuadre, los ángulos imposibles y retorcidos de cámara. Creo que me alucina más el "cómo se hizo" que la propia película en sí. Ahí lo dejo.

Ah... es verdad, Neathara me asalta con una duda: "¿las serpientes bucean en la arena?". En tal caso, como ella dice, esta sería "la campeona de buceo de su promoción".
Valkiria
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8
18 de junio de 2010
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia totalmente desenfrenada y caótica. Todo transcurre en apenas una noche en la que Penn nos mantiene bien en vilo sin darnos tiempo a respirar. La denuncia es brutal y crece a cada momento: “si un hombre matase porque su mujer se entiende con otro, la mitad del pueblo desaparecería”.

Alcohol, racismo, chantaje, tenencia de armas, petróleo, ambición, traición, envidia; en definitiva, un durísimo y crítico retrato de la sociedad americana (aunque toda esta vileza es extrapolable a cualquier sociedad y rincón del mundo) que sigue obcecada en burlar la ley y tomarse la justicia por su mano, mientras una viejecita beata, reza por todos los habitantes de ese pueblo demencial donde reina el caos más violento. ¿Sabrá que vive entre Sodoma y Gomorra? Sin embargo el castigo no se cierne sobre la masa depravada y corrompida, esa Santa Inquisición que se arroga el derecho a linchar a quien sea por puro divertimento, entre polvos extramaritales, copas, más copas y fiestas fastuosas.

Todo funciona del revés: el preso fugado, acosado e idolatrado por las adolescentes, pero acribillado como un perro, es el único inocente en este baile de malditos, de esta historia de pan y circo donde los cristianos se convierten no en leones sino en hienas, donde sólo Brando representa una ética y una decencia a prueba de balas: “todas las buenas intenciones del sábado noche se olvidan con la resaca del domingo”.

El reparto: Marlon Brando, Robert Redford, Angie Dickinson y Jane Fonda, James Fox (jovencísimo, casi irreconocible), E.G. Marshall y Miriam Hopkins, además de Robert Duvall. Algo que me llama muchísimo la atención, precisamente: contando con uno de los elencos actorales más envidiables del cine americano de la época, la mitad de sus grades intérpretes sobran. Y es más, juegan en contra de la película; al despiste.

Me quedo con la soberbia actuación de Brando, de Dickinson y de Marshall. El resto de “cameos”, distraen, salvando el amargo plano final que aguanta Jane Fonda. Pero lo dicho, el sinfín de secundarios es excesivo como la película en sí.
Valkiria
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El abogado del terror
Documental
Francia2007
6,7
987
Documental, Intervenciones de: Jacques Vergès
6
25 de octubre de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flojea por varias razones:

Schroeder no indaga en causas naturales -origen, infancia, influencias en la adolescencia- que pudieran convertir a Vergès en el controvertido abogado que defendió a los Jemeres Rojos.

Que el afán de notoriedad pero también de revanchismo es su máxima queda claro pero no el porqué a través del documental. Apenas uno de los entrevistados, un periodista, nos aclara que Vergès nació colonizado... de madre vietnamita y padre original de las Islas Reunión el Abogado del Terror habría desafiado a los europeos que en sus años de juventud miraban a los pied noir o a los indochinos naturalizados en la metrópolis con desprecio.

Tampoco queda clara cuál fue su relación con Polpot o cómo es que se le dio por ofrecer sus servicios a Milosevic… Schoroeder no es capaz de internarse en la psicología del controvertido Vergès y explicarnos cómo es posible que de las “causas nobles” que resisten frente al colonialismo pase a convertirse en abogado de genocidas y declare incluso que defendería a Bush, la encarnación de la realpolitik unilateral que constituye la antítesis de todo por lo que Vergès habría luchado: FLN, RAF, OLP…

Lo único que queda en evidencia acerca de su inquietante personalidad es su soberbia, altanería y cinismo. Ni siquiera nos acercamos a sus argucias como abogado: sus tácticas para convertir a terroristas en soldados que obedecen órdenes, atentados en ejecuciones de traidores a la Patria o grupos terroristas en organizaciones de liberación nacional.

Y ese es el gran déficit del documental, imperdonable y más teniendo en cuenta que lo de Vergès es de película…

La lucha anticolonial le lleva a defender al FLN argelino desde 1956 y en el banquillo, a un puñado de terroristas del movimiento de liberación, entre ellas a la que fue su esposa, Djamila Bouhired. A partir de ahí todo es un Sin-Dios. Del FLN entra en contacto y amistad con la resistencia palestina, con el movimiento anticolonialista africano, conoce a Mao, se mete de lleno en el panarabismo…

Y en casa del mismísimo Polpot. Giro radical. La vocación justiciera de Vergès es volátil. Deja de ser el abogado de las causas perdidas y luchas de liberación (a las que regresará con los alemanes de la RAF encargándose de la defensa de Magdalena Kopp).

Es decir: a Vergès se la trae floja tanto si se trata de ir con los “soldados de la libertad” como con encantadores nazis suizos. Defiende la libertad de expresión de los negacionistas del Holocausto (en su momento dice que defendería a Hitler).

Y así, pasa de los movimientos de liberación que tantas simpatías cosechaban entonces, para encargarse de la defensa de auténticos sátrapas, dictadores africanos y demás criminales de guerra. Sin ir más lejos, el simpático abogado, se atreve con la defensa de los presuntamente responsables de la muerte de Lumumba, líder histórico junto a Mandela, de la liberación africana. Lumumba, uno que iba para bueno…

* no hay spoiler
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Valkiria
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