Estoy muy de acuerdo con distintas voces que reprochan a quienes critican la serie, el haberla visto de pasada, o solo los primeros capítulos. Vista desde su primera temporada se puede comprobar claramente cómo la serie mejora con los años. No me parece casual. Surgió como continuación de "Aquí no hay quien viva", serie más familiar y blanca. "La que se avecina" al principio estaba falta de mala baba, mordacidad, descaro... todos los elementos que la han hecho grande en las sucesivas temporadas. Se nota hasta en el tono y forma de hablar de sus personajes, por ejemplo en el personaje de Amador (inmenso Pablo Chiapella), que se desmadra y alcanza sus cotas de mayor genialidad en las últimas temporadas.
El humor sin filtro, sin dejar títere con cabeza, descarado, histriónico, machista, sexista, misógino, racista de sus protagonistas, es el gran acierto de la serie. Es obvio que a quien se escandalice con facilidad o le gusten las series blancas tipo "Farmacia de Guardia" o "Médico de familia", le hará sentir incómodo muchas de las deliranres situaciones que vive esta comunidad de vecinos.
Vista sin embargo sin prejuicios, es un producto tremendamente disfrutable, con un humor que aunque pueda parecer a veces de sal gorda o de tópicos, esconde mucha reflexión y análisis social, de roles masculinos y femeninos, temas sociales, etc.
Destacar que es una serie en la que todos sin excepción están magníficos en sus papeles. Pero no solo los protagonistas habituales. El casting es de 10. Hasta el último secundario está perfectamente elegido: el abogado sin escrupulos contratado por Maite para desplumar a Amador; la matrona extranjera que va a asistir en parto natural a Lola; las conquistas cibernéticas de Enrique... hasta la misma Paz Padilla está inmensa en su papel de "la Chusa".

Cuando te ries, y es mi caso, con las mismas ganas aunque ya hayas visto el mismo capítulo varias veces. Cuando disfrutas simplemente escuchándoles y anticipandote a lo que van a decir, sus muletillas, etc, eso es porque la serie está muy trabajada.

Las situaciones y los lios en que se meten los miembros de Mirador de Montepinar han ido aumentando en desmadre temporada tras temporada. Y ahí creo que está la grandeza de la serie. Se nota que los actores tienen muy interiorizados sus personajes y los han hecho suyos. En tiempos Antonio Ferrandiz no podía evitar que le llamasen Chanquete ya casi para el resto de su vida. Está claro que para muchos Pablo Chiapella ya es Amador el vividor follador o Jordi Sánchez es Antonio Recio no limpio pescado.

Los gustos son muy particulares y en temas de humor está claro que no a todo el mundo le hace la misma gracia las mismas cosas. Pero es innegable que por encima de gustos, La que se avecina es una serie soberbia.

Me ha sorprendido gratamente esta película, un drama de los que llaman coral, de personajes interrelacionados, de vidas comunes y sucesos por resolver.
Destaca la interpretación contenida y sincera de todos los personajes. No es fácil rodar una película sobre el desamor sin caer en tópicos y resultar creible, y aunque ésta cae en algunos de ellos, el resultado es desasosegante y emotivo a la vez, crudo y frío como la cruda realidad.
Me ha parecido un interesante y muy real analisis de la rutina y la pérdida de la pasión en el matrimonio. Una película de personas que buscan constantemente porque ya se han aburrido de lo que tienen al lado, de silencios, miradas y paisajes. Bien dirigida, con trazos de verdadero cine de autor y con una música sencilla pero tremendamente acertada. Cine que recuerda a David Linch, a Iñaritu, a Winterbottom, todos ellos grandes directores de actores.

El cine de Rivette suele ser profundamente teatral, en su amplio sentido de la palabra, y ésto no siempre es bueno. En este caso, la película se cincuscribe al micromundo de un pequeño circo itinerante y sus integrantes, con los que se cruza el personaje de Castellito, errante sin rumbo aparente que lejos de viajar mochila al hombro, conduce un Porsche descapotable.
Comienza la película y por unos instantes parece una película de Rohmer... pero no, y para decepción del espectador, y según transcurre el metraje, nos damos cuenta que la aparente sencillez no encierra gran profundidad, ni encanto ni dilema moral alguno... los diálogos, lejos de ser brillantes, resultan insultantes en su simplicidad. La película esconde un drama que pesa sobre la protagonista, pero la forma improvisada y hasta infantil del hilo conductor y de los diálogos, nos hace francamente difícil sentir empatía por su pesar.
La película discurre convirtiendose en una particular ensaladilla rusa de números circenses de surrealismo y acrobacia, combinado por entradas y salidas a unos diálogos de transición sin contenido ni interés, deambulando así el conjunto por una delicada y a veces vergonzante cuerda floja, como la protagonista en una de las escenas.
La sensación de tomadura de pelo es permanente y confirmada al finalizar el metraje. Los que adoramos el verdadero cine francés, su profundidad y encanto, no podemos conformarnos con este producto que no hace otra cosa que dar argumentos a quienes, no habiendo visto otro cine francés, se encuentran con ésto y con razón dicen que el cine francés es pedante, aburrido y monótono.

Fui con mucho interés a ver la última película de este director de sello tan personal. Las excelentes críticas recibidas y la espectación que ha levantado el film prometían mucho, muchísimo. Da la sensación leyendo algunas críticas que con esta obra hemos llegado al culmen del cine de ciencia ficción... pero no.
El argumento de la película es de esos de "aceptame tal cual soy", es decir, que es mejor que te lo creas y te lo tragues desde el principio o toda la película te parecerá un despropósito. Aun encontrándome entre los que aceptan este argumento, la película me pareció tristemente floja.
No encuentro tanta originalidad en ORIGEN, ni en argumento ni en efectos especiales. No hay nada en esta cinta que no hayamos visto ya en pelis como Inteligencia Artificial, Minority Report, Matrix o El día de mañana. Llegados al punto en que nos encontramos en cuanto a las posibilidades de la técnica aplicadas al cine, no hay nada novedoso y menos aún espectacular. Nada me asombra ni me deja con la boca abierta, como por ejemplo me ocurrió con Avatar.
Llegados a ese punto que comentaba de aceptar la linea argumental, no podemos evitar en diversos instantes del metraje, sentir cierto hastio por la reiteración de las explicaciones y por la lentitud ridicula con que se alargan algunas escenas. Los diálogos no se quedan al margen en este aspecto y no es casualidad que en el cine se escuchen risas cuando los personajes tratan de dar profundidad y severidad a aquello de lo que están hablando.
Nolan es un director que en sus últimas producciones se excede en el metraje. Debe creer que así la película es más redonda o más intensa o más importante.
La película me entretuvo pero no me cautivó, no me maravilló y mucho menos me fascinó. No creo que sea ni mucho menos una obra maestra, ni argumentalmente ni en cuanto a efectos especiales. Me ocurrió un poco lo mismo en El caballero oscuro. Ambas tienen poder de atracción, estética, pero llegan a un punto del metraje en que se pierden, cojean, se las ve el plumero, vamos.

Muchas veces a los grandes del cine se les perdona cuando realizan obras de considerable poca calidad, viviendo por tanto de los méritos conseguidos en el pasado. Poco tiene que ver esta película con el clásico de Hawks Río Bravo. Si aquella era perfecta, creible, puro cine del Oeste, ésta es un entretenimiento pasajero que vista en la actualidad provoca alguna que otra sonrisa en momentos en que no debiera.
La película empieza seria y creible, pero poco a poco se convierte en una suerte de vodevil de abrir y cerrar puertas y de guapas señoritas (es en este punto donde más chirría la película, que al estar rodada en 1970 exhibe unas bellezas de la epoca con unos peinados y estilo que se nos antojan poco acordes para un western).