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España España · Sant Just Desvern
Críticas de Osvaldo Denit
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
8
28 de enero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo admito: el título es forzado, pero la idea de fondo es que este film extraordinario me ha recordado, por lo que las lecciones de literatura refiere, a las de aquel profesor entre extravagante y soñador que interpretaba Robin Williams. Pero aquí no se trata de ensalzar las virtudes del romanticismo, ni de poner en pantalla todas sus contradicciones. En esta película, François Ozon nos propone asistir a una lección de taller de escritura, clara y directa. Una clase práctica, con cuatro enseñanzas teóricas -y partiendo de la base que el alumno (Claude) es un adolescente aventajado que lo capta todo a la primera y no tarda en superar al maestro. Y así, un relato de base real, va convirtiéndose en la obsesión del profesor, tentado por los "continuará" con que el alumno aventajado termina siempre sus escritos, y a la vez modifica la realidad de la familia del amigo de Claude que éste utiliza para escribir como fuente de inspiración.
A partir de aquí, la magia de la metaficción: ¿qué es "verdad" y qué no lo es... dentro de un todo (el film) que, de por sí, ya es ficción? En la película, vemos escenas repetidas que no parecen la misma porque el narrador las cuenta con puntos de vista distintos; asistimos al creciente atrevimiento de Claude para saber más y más de sus "personajes"; nos sorprende la entrada del profesor en medio de las acciones "familiares", como si se tratara de un sosia de Woody Allen haciendo de titiritero con sus personajes; y, al final, la confusión entre lo que "verdaderamente" sucede con lo que se relata y, por consiguiente, lo que se inventa Claude es tal... que, si bien no marea al espectador (entretenido y fascinado con las sorpresas que el guión va deparándole), sí que resta puntos para la traca final.
Lo de menos acaba siendo atar todos los cabos (supongo que haría falta un segundo y un tercer visionados), lo de más, aprender la fuerza que puede llegar a tener la literatura (¡incluso en las aulas!). Aunque uno se queda con la sensación de que cabía una última vuelta de tuerca para rematar una trama que empieza inocente, roza lo sublime y acaba resultando simpática.
Osvaldo Denit
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7
6 de marzo de 2013
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Pasan los días y me queda la sensación que no la supe mirar. Me quedé pasmado con las brillantísimas actuaciones de Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman, qué grandes son y qué grandes están. Todavía no entiendo porqué sólo nominaron al segundo en los Oscar. Pero me queda la idea que los árboles me taparon el bosque: las actuaciones y la fotografía, bellísima, incluso la música. O quizá quedé demasiado atrapado con la polémica previa, la de la cienciología e intenté buscar los guiños. Algo de todo esto le pasa al film de Paul Thomas Anderson, de todas formas: la crítica es sutil, la preponderancia de la figura del "loco" que iluminará al "maestro" y le desnudará, a la vez, es tan contundente -el argumento le sigue a él desde el principio- que uno no sabe si le están contando la vida de alguien que choca con una especie de secta (la Causa) o si lo importante es el retrato que se hace de ésta.
Puede que fuera mi culpa, que tuviera un mal día... pero tengo la sensación que no soy el único que quedó con ganas de un poco más de claridad en la exposición de los motivos que conducen a los dos protagonistas (especialmente Seymour Hoffman) a actuar como lo hacen.
Osvaldo Denit
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9
19 de febrero de 2013
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Excelente. Cómica y angustiante casi a partes iguales, Ben Affleck logra acercarnos a un epidosio histórico que, si justo al empezar no avisara que está "basado en hechos reales", todo el mundo creería que se trata de un guión pasado de vueltas, una película de espías demasiado increíble. Y, a pesar de ello, se dejaría ver como tantos otros filmes de los años 60 o 70 que, lejos de convertir a los agentes secretos en superhéroes al estilo James Bond, tratan de humanizarlos en argumentos sin gadgets y en los que, casi inevitablemente, los malos son la propia agencia (sea la CIA o algún departamento desconocido y obscuro del gobierno). Quizá el film paradigmático sea "Los tres días del cóndor".
Pero aquí Affleck lidia con una trama verídica, que en su día se escondió y que fue desclasificada en la época Clinton. Y a esta historia, le sabe añadir un suspense in crescendo, a pesar de que empieza con la toma de la embajada americana de Teherán, filmando unas masas enfervorizadas que buscan venganza contra unos funcionarios que, a toda prisa, intentan destruir miles de documentos comprometidos. La tensión, por lo tanto, es máxima desde los créditos. Y sube, y sube y sigue subiendo... hábilmente cortada por el director con las capítulos americanos del argumento, a saber: la preparación de un rescate imposible con la tapadera de un film que una productora quiere rodar en Irán. El ácido retrato del mundo hollywoodiense consigue arrancar más de una sonrisa al sufrido respetable, que agradece que le devuelvan el aliento perdido en los capítulos iraníes. Obviamente todo lleva hacia un final que, como toda buena película de espías, hará sufrir a los espectadores, pero sin necesidad de recurrir a explosiones, tiros, sangre y persecuciones en bólidos golpeados mil veces... sino todo lo contrario, extremando los recursos cinematográficos sin salirse ni una línea de la verosimilitud, logrando así que, además de cortar el aliento, el espectador se emocione ante una dosis tal de realidad. O sea: ante una historia verdadera (por más que el guión la extreme) a la que no hace falta añadirle truco alguno.
Osvaldo Denit
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