A día de hoy existe una diferencia de 1,8 puntos de valoración entre la original Funny Games y la nueva versión U.S. Y no soy capaz de comprenderlo. Pensaba que las fotocopias, por ser iguales, deberían catalogarse de la misma manera. De forma totalmente exacta. Porque estos últimos juegos divertidos no difieren en NADA de los que 'disfrutamos' en el 97.

He leído por ahí que lo único que varía entre ambas películas es la nula capacidad de sorpresa de la segunda. Esto es lógico. Y que por ello se merece menor puntuación. Creo que esto ya no lo es tanto. Porque, en ese caso, la décima vez que vea La Huella, Perdición, Rebeca o El Gran Dictador debería otorgarles un cero patatero. Es decir, un punto menos por cada vez que repita su visionado. Incluso creo que ni siquiera el reparto hollywoodiense ha dejado de estar a la altura del austriaco. Porque hasta Tim Roth clava la agonía, por momentos irritante, que representaba Ulrich Mühe, el 'espía de los otros'.

Dicho lo dicho, quiero que conste en acta, y sinceramente lo expreso, que a la Psicosis de Van Sant la recompensé con 6 puntos menos que a la del maestro Alfred, siendo, como también se comenta, fotocopias… Con las importantes salvedades de que Gus le dio color, arrancándole todo aroma de misterio, misticismo y ambiente, contrató al peor y más horrendo chiflado-psicópata de la historia del cine, sin desmerecer al resto del reparto, y, sobre todo, tuvo el grandísimo careto de COPIAR sin el más mínimo pudor una obra… ¡¡¡que no era suya!!!

Titulo esta crítica así no porque me guste más el teatro que el cine, que podría ser, por qué no… Yo, por ejemplo, he tenido la suerte o la desgracia de ver muchas más películas que obras. Simplemente, en este caso, creo que el film no llega ni a la suela de los zapatos de su predecesora.

Como digo, el teatro no es mi fuerte. Y me encantaría engancharme. No sé si es mi culpa o culpa de la no muy excesiva oferta a la que podemos acceder aquí donde vivio. Supongo que ambas cosas. Aunque poco a poco parece que sube. Eso sí… ¡Gracias, 'Método Gronhölm'!

Desde que senté el culo en la butaca hasta que me levanté, no exagero, dejé de respirar, de ser un espectador más de aquella representación. No había más gente a mi alrededor. No pude despegar los ojos del escenario. Increíbles interpretaciones. Increíble historia. Increíble (¡y simplona!) ambientación. Increíble Carlos Hipólito. E increíble final.

¡Aplausos, aplausos, aplausos, aplausos, aplausos, aplausos, aplausos…!

Sin embargo, la película… Interesante hasta el 'descanso', hasta el almuerzo. Disparate posterior. Locura en los servicios. Desvarío de guión (oiga, varíe usted respecto al original, no me parece mal). Tontería y ¿surrealismo? final. ¿Goya a Carmelo 'nunca me llenas' Gómez? Sí, Goya al mejor papel más corto del año. No sé… No me convenció. Y empezó bien. Y eso que Alterio consiguió hacer que me tirara de los pelos, como era su finalidad. Y eso que también actuaba Fdez, Eduardo. Aunque me cueste entenderte. Entre Najwa y tú me volvieron loco por momentos…

El símil, pero a la inversa, es 'Misterioso asesinato en Manhattan'. Qué peliculón. Y qué obra sólo entretenida. Eso sí, un lujo disfrutar de San Francisco, ¿eh?

Es ese extrañísimo sentimiento que emerge cuando te sientes triste, muy triste porque alguien cercano ha fallecido, y que se mezcla con una o varias sonrisas cuando en ese instante tratan y consiguen animarte, recordando alguna graciosa anécdota que ocurrió estando juntos. Pero pocos segundos después, precisamente haber mirado atrás es lo que te provoca un nuevo llanto.

Inside Out ha conseguido despertar en mí un cóctel similar, difícil de explicar y hasta incómodo en algún momento, porque secar esas lágrimas era sinónimo de perderse un solo segundo del maravilloso, genial e inquietante mundo que mis ojos se encontraban devorando sin parpadeo. Un mundo que es agobio y exquisitez, desasosiego y majestuosidad, oscuridad y deslumbre a partes iguales, y que por eso EMOCIONA de una manera extrema y especial, especial y extrema.

Aparte de sentimientos, la película refleja a la perfección el entramado ininteligible para casi todos los mortales que es el cerebro, o mejor la mente, transportándonos a través de un sendero reconocible en Disney (hasta Ratatouille tiene un fugaz papel secundario), en el que Alegría aka Campanilla debe viajar por un país similar al de las maravillas, encontrándose con personajes increíbles como Bing Bong, un ser difícil de catalogar y muy propio de dicho país, que acabó por desatar todas esas cataratas de emociones.

Nunca había escrito a un nueve, pero es que este nueve ha conseguido agitarme el corazón, saltarme las normas y subir a tal peldaño a Los Goonies, ese trozo de los ochenta que siempre llevo conmigo. Es que este nueve me ha hecho reír y llorar a la vez.

Aunque en ciertas ocasiones es complicado juzgar determinadas películas, esta circunstancia no es comparable al hecho de entrar a valorar una sucesión de fotografías a las que se intenta dar un atisbo de 'vida' mediante diversos juegos de cámara y la ayuda de una inquietante banda sonora.

Efectivamente, como se puede conocer a través de algunas fuentes, las líneas precedentes hacen referencia a la versión reconstruida del film, tristemente desaparecido. Y aún así, parece increíble como este intento de salvar la esencia de 'London after midnight' resulta tan poco monótono y tedioso.

No obstante, lógica es la imposibilidad de expresar una opinión completamente fiable y certera respecto a esta obra.

Me gustan las pelis argentinas. Es más, me suelen encantar las pelis argentinas. Pero no he podido con 'Nadar solo'... Ha sido misión imposible.

No puedo criticar el trabajo del equipo, sus buenas intenciones, las ganas de transmitirnos la tristeza interior (y exterior!!) del protagonista, pero... Triste me ha parecido la propia película. No por el mensaje, no por el desarrollo, ni siquiera por el propio guión (el día a día de un chico, es decir, tu día a día, o mi día a día, sin más); es triste en sí. Bajo mi humilde opinión, ofrece poco, muy poco.

Es lenta (hasta soporífera por momentos), simple, escasa de planos o secuencias que alegren la vista y el alma (ya digo, ajustándonos a la satisfacción o entretenimiento que genera el simple hecho de sentarse a ver un film)... Ni siquiera las interpretaciones me resultaron interesantes. Esa cara la pongo yo. Ni una sonrisa!!! Exagerado... ¿no?

Bravo, repito, por lo difícil que debe ser completar un proyecto así, con tan pocos recursos (un proyecto que, por otro lado, podría parecer de fin de carrera...). Pero, de la misma manera, ¿puede cualquiera rodar una película? Yo no. Seguro.