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Críticas de winstonsmith
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
9
23 de marzo de 2007
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy grandes todas las historias y grandísimos todos los personajes. 5 partes para 5 viajes irrepetibles. Incluso la de Helsinki tiene su sentimiento y su humor. Posiblemente con las que más conecté fueron las de Nueva York y Roma. El payaso alemán es brutal y lo de Benigni un descojone absoluto. Recomiendo encarecidamente verla en versión original (doblada puede perder bastante). La atmósfera, la música y las imágenes de cada ciudad al principio de cada parte también son hipnotizantes.

También es una de esas películas en las que los personajes rebasan por completo la narración y aunque alguna de las historias no raya muy alto argumentalmente, los actores y los diálogos se comen con patatas la pantalla.

Lo que había visto hasta la fecha de Jarmusch no acababa de convencerme. Con noches en la tierra como éstas siempre se está a tiempo de cambiar de opinión...

Por último, una reivindicación:
Por qué no añadió Jarmusch un último episodio en Madrid?
Nuestro desastre urbanístico y el perfil delirante de nuestros taxistas creo que hubieran dado mucho juego...
winstonsmith
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8
7 de abril de 2024
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así de primeras me echaba un poco para atrás meterme en esta nueva adaptación, habiendo visto ya A pleno sol y El talento de Mr. Ripley. Pero en la balanza hacía contrapeso The night of, la anterior miniserie del director, Steven Zaillian, que me había encantado.

Al final ha sido un acierto total el revisitar esta historia desde esta nueva óptica, y ahora diré por qué.

No escribo esta reseña para hablar del guion ni del argumento de la serie, ni siquiera de las interpretaciones. Así rápidamente, en esta nueva entrega se mantienen los mismos ingredientes de la trama, con un personaje central totalmente jugoso y poderosamente seductor, y buenas dosis de tensión. Aunque tampoco se puede negar que algunos personajes resultan demasiado ingenuos y alguna situación puede resultar exasperante.
En cuanto a los actores, veo algo irregular el reparto. Excelente la actuación de Andrew Scott, que es la importante, pero algo flojas para mi gusto las de Dickie Greenleaf y Marge. Bastante extraña la elección de casting de Eliot Sumner como Freddie Miles, me chirría bastante ese personaje. La galería de secundarios en cambio es excelente, con especial mención a todos los recepcionistas de todos los hoteles que recorre Ripley a lo largo de la serie.

Pero voy directamente al objeto de este comentario, y lo que realmente me ha deslumbrado de esta miniserie.

Empiezo por la fotografía, ese blanco y negro casi expresionista, esos encuadres e insertos de planos desde todo tipo de ángulos, deteniéndose en cientos de detalles, callejones, ventanas, puentes, esculturas, cuadros... Es tremendo el arranque de la serie, toda la parte de Nueva York, la manera en que está fotografiada es en realidad una radiografía de nuestro protagonista, su psicología, su estilo de vida, sus tejemanejes, todo. Un 10 para el primer capítulo, una obra de arte en sí mismo.

Luego está la obsesión con algunos elementos, como lo son el agua y las escaleras, que son transformados en una suerte de estribillo que se repite incisivamente. El agua, sin querer hacer spoiler, es trascendental en la historia, y va a acompañarnos a lo largo de la serie como si de un río se tratara. La ducha averiada de Nueva York, las pesadillas acuáticas, la empresa de barcos, el yate, la lancha y, por supuesto, la propia Venecia. Y luego están las escaleras, que hasta adquieren un valor cómico en esas constantes subidas y bajadas por el pueblecito italiano, o el ascensor averiado de Roma. Pero también lo veo como una metáfora del poder, del estatus de cada personaje y el ansia por ascender en la escala social por parte de Tom Ripley.

Otra cosa interesante para mí ha sido la obsesión con Caravaggio. Hasta el punto de ser vital en alguna de las escenas. También creo que ha influido en la manera de trabajar la luz en ese blanco y negro tan expresivo. Y otro matiz que yo veo es que a medida que Ripley se introduce en un nivel de vida cada vez más refinado y aristocrático, va en aumento su observación del arte, y su devoción por él. Incluso pareciera que Caravaggio es lo único que puede llegar a apasionarle profundamente, dado que el personaje carece de toda pulsión emocional o incluso sexual.

Por último, otra cosa que me parece extraordinariamente destacable es la fisicidad con la que está narrada la historia. No me gusta mucho el palabro "fisicidad", pero me refiero a cómo se detiene la narración en mostrarnos cómo son ejecutadas las acciones por parte del protagonista. Lo que en cualquier otra serie estaría reducido a un montón de elipsis, es mostrado aquí con todo lujo de detalles y casi en tiempo real. Y además con imperfecciones, descuidos, errores y torpezas. Lo que dota la acción de una humanidad aplastante, y también de veracidad, en contraposición a esa perfección que suele mostrarse actualmente en el cine para este tipo de personajes, que actúan con precisión milimétrica. Hay muchos ejemplos, pero me viene aquí a la cabeza otro personaje muy heredero de Ripley, como lo es Jason Bourne, curiosamente protagonizado por Matt Damon, quien también fuera Tom Ripley en el film de 1.999.
winstonsmith
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9
26 de enero de 2007
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejémonos de fundamentalismos. Parece ser que el cine iraní tiene que dividir por la mitad a la crítica o a los espectadores como si todo el cine iraní fuese una única película. Hay bodrios y hay obras de gran calidad como esta deliciosa manzana, brillante, verde y sin gusano dentro.

Lo que sí es cierto, y esto hay que reconocerlo, es que el ritmo del cine iraní es por lo general bastante pausado para lo que estamos acostumbrados a ver. Es una premisa que puedes aceptar o no, y punto. Cuando vemos una superproducción americana de acción estamos avisados del ritmo ágil que va a predominar, y sin embargo los resultados y las sensaciones siempre son desiguales.

Este film cuenta con dos peculiaridades bastante singulares: la directora era menor de edad al rodarla; y los actores son en realidad las personas reales a quienes sucedieron tales aconticimientos, los cuales están recreados y, por tanto, manipulados.

Pero esa maniplulación, lejos de tomar la forma de denuncia o crítica de los hechos tan duros que narra, es transformada en un antológico canto a la vida, y quizá ahí se nota que la directora es prácticamente una niña y sabe cómo plasmar la ilusión y el nacimiento a la vida de las dos niñas que habían sido privadas de ella.
En la parte técnica supongo que contaría con la ayuda de su padre, el consagrado Mohsen Majmalbaf, porque hay algunas secuencias y planos realmente inolvidables.
winstonsmith
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10
25 de enero de 2007
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entre los grandes Buñuel es el que aún más me sigue fascinando. Cada vez que veo una de sus obras abro nuevos interrogantes.

Por aquí leo mucho "crítica a la religión y a la beatería" y mucho "la última cena". No vengo a negar evidencias pero hay algo inasible en el cine de Buñuel...

... Sin querer desentrañar ningún pasaje de la película, tanto en Viridiana como en Nazarín se nos presenta a los protagonistas como personas que persiguen el BIEN y que pretenden dar y "amar al prójimo", y que una y otra vez "ponen la otra mejilla". En estos casos es fácil recurrir al argumento de "una crítica a los valores religiosos y bla bla bla". Pero por ejemplo en los Olvidados, el niño protagonista también intenta obrar BIEN y sólo recibe palos y más palos.
El caso inverso ocurre por ejemplo en Él o en Belle de Jour, personajes que obran MAL y sufren remordimientos. En todos los casos que comento el grado de implicación del espectador es máximo. Sufres cuando Viridiana es vejada por los mendigos a quienes ayuda o te exasperas cuando Francisco Galván ("Él") no puede controlar sus celos enfermizos. Y lo que está bien o mal se difumina delante de nuestros ojos...

En definitiva, hay en Viridiana y en Buñuel todo un afán por plantearnos problemas éticos y morales... y yo me preguntó ¿por qué?. ¿Qué nos quiere decir Buñuel? ¿Dónde se posiciona?.

Esa creo que es una de las grandezas de su cine, que el narra, pero no juzga. Eso queda para nosotros, para que hagamos el esfuerzo de reflexionar...
winstonsmith
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7
3 de mayo de 2013
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre, ese gran desconocido, ese fantoche que el cine español siempre resuelve con un solo trazo, tontorrón, futbolero y salido, es el objeto sobre el que Cesc Gay pone su foco en esta película.

Una película compuesta por 5 pequeñas historias sucesivas, aparentemente inconexas, pero unidas por un mismo final y por un tema que sirve de denominador común: el sexo, los divorcios, los hijos, las mujeres, la amistad... todo ello visto a los ojos del género masculino.
Se nos dibuja un hombre actual, medio burgués, urbano... pero a fin de cuentas un hombre defectuoso, contradictorio, que sale bastante mal parado en casi todos los episodios y personajes que transitan sin rumbo fijo por el film. Y por la vida.
A pesar de los altibajos entre unos episodios y otros, y aunque el final es un pequeño despropósito, las historias tienen miga, encierran dolor y humor, el reparto es excepcional y el conjunto final es muy estimulante y satisfactorio.

Tanto es así, que es de justicia dedicarle unos comentarios a cada una de las historias por separado:

1. Eduard Fernández vs Leonardo Sbaraglia:
Genial comienzo. Un reencuentro entre viejos amigos, uno de esos típicos encuentros inesperados que suelen saldarse con una puesta al día de acontecimientos y una incómoda conversación que desemboca en un "bueno, pues a ver si nos vemos... a ver si quedamos un día", que suele significar "ojalá no volvamos a vernos en la vida". Bien, pues este reencuentro, aun teniendo todo eso que lo hace tan creíble, tiene mucho más, tiene a unos hombres que se hablan con la franqueza de quien está de vuelta, de quien no teme mostrar sus defectos, de quien asume la realidad y se despoja del rencor. Un tipo de hombre que combate la insipidez con dulzura y amargor.

2. Javier Cámara vs Clara Segura:
Historia más bien alimenticia, algo maniquea y pretendidamente humorística. No obstante es un vehículo que le permite seguir avanzando al film, recorriendo la historia de un pobre hombre que hace el ridículo ante su ex-mujer.

3. Ricardo Darín vs Luis Tosar:
Magnífico episodio. La contraposición de los dos tipos de hombre por antonomasia, el sensible y el pragmático. Sobra apuntar quien se lleva el gato al agua. Más allá de las caracterizaciones de los personajes, el diálogo es lo que eleva esté episodio hasta unas alturas que permiten una amplia perspectiva del cuadro de ilusiones y miserias del hombre actual. El giro argumental, aunque se adivina, también es destacable.

4. Eduardo Noriega vs Candela Peña:
Eduardo Noriega encarna a un hombre que bien podría describirse como mosquita muerta. Contradicción pura. Una historia que habla de las falsas apariencias, de los prejuicios con los que el hombre etiqueta a la mujer. Candela Peña pronuncia con maestría el título de la película, y muestra cómo puede salir un tiro por la culata, por mucho que un hombre tenga una pistola en cada mano.

5. Alberto San Juan y Leonor Watling vs Jordi Mollà y Cayetana Guillén-Cuervo:
Me gusta lo que pretende esta historia. Hay una crítica feroz a esas típicas amistades de cartón piedra entre hombres, amistades que emparentan tristemente a esos hombres "tontorrones, futboleros y salidos" que esconden celosamente cualquier atisbo de sensibilidad.
Sin embargo me resulta artificiosa la manera en la que se desarrolla toda esa especie de psicoterapia, con ese cruce imposible de parejas. Las confesiones que van surgiendo me parecen de lata, poco naturales. Aunque el momento de Alberto San Juan y Mollà esperando el ascensor es grande.

El final no me cuadra. No veo casi nada más allá de intentar meter con calzador a casi todos los actores bajo un mismo techo, como tratando de subrayar la unidad de algo que ya tenía unidad.

Pero ese mal final no emborrona una buena película.
winstonsmith
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