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España España · la mia
Críticas de osferal
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de marzo de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción española capitaneada por Isaki Lacuesta, basada en el autobiográfico libro de Ramón González, ‘Paz, amor y death metal’, en la que durante sus casi dos horas de duración se personifica en las espaldas de dos jóvenes, un español (Ramón) y su pareja francesa, la tragedia más irracional y absoluta a consecuencia de un acto de igual irracionalidad cometido por el hombre, creado a imagen y semejanza del Demonio, que es la acción terrorista. Más concretamente, pone el foco en los hechos acontecidos en la sala Bataclán en el París de aquel funesto viernes 13 de 2015.


Esa mirada se mantiene fija en el análisis desde el estricto punto de vista de la víctima/s, pasando por alto cualquier variable ajena a este parámetro, señalando únicamente el ‘cuándo’ y el ‘dónde’. Por otra parte, se obvia deliberadamente el ‘quién’ y el ‘por qué’, pues nada aportaría al enfoque pretendido y a su vez pretendiendo con ello darle un carácter, un sentido más universal con el que entender tragedias, desde el estricto punto de vista marcado, de dimensión similar con un distinto ‘cuándo’, ‘dónde’, ‘quién’ y ‘por qué’.


Un evento de estas características lleva ineludiblemente asociadas una serie de preguntas que puedan llegar a dar una certera explicación de lo ocurrido, sus causas y sus consecuencias. En este caso, como ya dijimos, se centrará únicamente en bucear en las consecuencias en el ámbito personal e íntimo. Dicho hecho traumático provoca un inexorable duelo que lleva implícito una serie de preguntas asociadas, así mismo a, una serie de procesos que definiera Klüber-Ross, en la teoría a la que da su nombre, que se divide en 5 etapas: 1. Negación; 2. Enfado; 3. Negociación; 4. Tristeza; 5. Aceptación. El director conforme avanza el metraje va poniendo de relieve cada una de ellas y en su orden, pero sin duda alguna la que mejor tratada y retratada, y que, por otra parte, más nos va a marcar, es la última de ellas, la desoladora aceptación, último y primer paso necesario para el comienzo del proceso de superación.


En el aspecto más prosaico nos encontramos con una producción bien tratada en el aspecto fotográfico, donde el punto fuerte se encuentra en el buen manejo del plano detalle, junto con el excelente trabajo de montaje que le otorga la fluidez y la ralentización necesaria a demanda para ir creando las atmósferas requeridas. Destacar así mismo el bautismo actoral dramático de ficción, del músico Antón Álvarez Alfaro, conocido por ‘C. Tangana’ que regala una más que correcta actuación.


Se trata de una mirada profunda, lejos de maniqueísmos, estereotipos y sensiblería, que destila verdad por cada poro de cada fotograma. Se presentan unas vidas rotas, fragmentadas en múltiples piezas, en un relato igualmente fragmentado, que se tendrá que recomponer como si se tratara de armar un puzzle.

Un saludo,
osferal
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8
10 de marzo de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros, cual dos escarabajos de cristal negro.” . Con estas líneas comenzaría Juan Ramón Jiménez su célebre narrativa “Platero y yo” en la que el autor iría describiendo y explicando a su fiel amigo el mundo que les rodea.

Jerzy Skolimowski, director polaco de dilatada trayectoria al que no tenía el gusto y del que desconozco si alguna vez ha leído a Jiménez (o tan siquiera sepa de su existencia), que, por otra parte, a tenor de los primeros planos de EO lo pareciera, hace algo sustancialmente parecido y nos muestra su visión del mundo, pero con el matiz de que lo hace a través de la limpia mirada del pequeño y peludo EO, y no al revés. Habitualmente, por no decir que casi en la totalidad de los casos, cuando se realizan películas en las que los protagonistas son animales de cuatro patas, se tiende a la infantilización tanto en la forma como en el fondo del relato, así como en su puesta en escena. No es este el caso. Más que una fábula, ya que en ningún momento se pretende degradar al animal al nivel del humano, sino todo lo contrario, se trataría de una sucesión de capítulos, pequeños pasajes en los que se va dando el mensaje pretendido de una forma bien clara, precisa, sin ambages, con un seco final. Cierre que por cierto no todo el mundo es capaz de interpretar adecuadamente (comprobado empíricamente).

En el aspecto técnico que roza en ocasiones el cine experimental (con 84 años, ojo al dato) sin que se haga por concesión al capricho, con una apabullante fotografía donde la banda sonora se integra como un recurso narrativo más, deja un muy buen regusto. En muy contadas ocasiones y siempre desde una opinión muy personal, se muestre un tanto irregular. Contada como se cuenta el buen cine, dándole sentido al relato prácticamente con el uso exclusivo de la imagen, amén de lo comentado de su banda sonora, se podría relegar el diálogo a un segundo o tercer plano. Desde que el cine es cine la cámara se ha sustentado con la utilización del clásico trípode y pasando por distintos ingenios, el sistema ha ido evolucionando hasta las más modernas steadicam, lo que ya no ha sido tan común durante todo este periplo es que el ojo subjetivo de la cámara se haya sustentado, metafóricamente o no, en un soporte "cuadrúpede" ;-).

EO mas que un viaje es una fuga existencial para volver a beber de las mieles de la sublimación de las que un día ya se disfrutaron, por las que tendrá que pagar un alto precio. En definitiva, la incesante búsqueda pulsante del artista.

Obra necesaria que si del que suscribe dependiera sería de obligado visionado en cada aula de cada colegio, como así debiera serlo también la lectura de Platero, para que quedase meridianamente claro que las adjetivadas como bestias son solo aquellas que hacen bestialidades, colaboran o las permiten.
Esta película incomoda y mucho si no careces de una mínima sensibilidad, y que puede llegar a incomodar aún más si careces de la misma, ya que entonces podrías (probable y no imposible) caer en la cuenta de que nunca has dejado de pertenecer al grupo de las anteriormente adjetivadas.

Un saludo,
osferal
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10
12 de julio de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda parte, y final, de la obra que diera comienzo con “Rimini”. Si en la primera nos transportaba a una ciudad bucólica bañada por el mar mediterráneo, esta navega hacia el este, desembarcando en otra mítica ciudad, igualmente mediterránea, de la antigua Grecia. Esto lo hace de forma figurada, ya que la acción, aunque se desarrolle en el este, lo hace en un pequeño pueblo del entorno rural de Rumanía.


Recordamos como en “Rimini”, Ulrich Seidli, nos mostraba el oscuro sótano donde habitaba el singular Richie Bravo. En esta ocasión nos presenta el no menos tenebroso y sucio subterráneo de su hermano Ewald. Una persona, que a diferencia de su hermano, es de aspecto normal, con un trabajo normal, con una pareja normal, de usos y costumbres, en apariencia normales; un mediocre que se revelará como alguien que, contra todo pronóstico, se encuentra, como su hermano, fuera de la media. Una característica que tanto me atrae de su director, que plasma en toda su obra, es que al igual que el realizador, Claude Lanzmann, no juzga a sus personajes, sino que solo se dedica a mostrar, entre el blanco y el negro, toda la gama de grises de la que, al igual que todo hijo de vecino, se componen, para que cada cual juzgue a conveniencia.


Película que viene acompañada de una gran polémica por el tema primario tratado y la forma de afrontarlo, que incluso ha motivado demandas de los padres de los pequeños actores hacia el director. Aspecto este, que bien pareciera que su autor pudiera haber presagiado, y que pertinentemente ha quedado reflejado en la propia cinta. Así mismo, no ha contado con el beneplácito de gran parte de la crítica. Todo ello entendible, si claro está, nos asomamos al abismo del metraje en su literalidad, sin tomar la distancia y la abstracción oportunas. No en vano, como ya se ha indicado, es la segunda parte de un todo que no se puede entender por separado (bueno, esto no es del todo cierto, ya que “Rimini” sí posee entidad propia). Siendo parte de un conjunto que se debe interpretar más allá de la textualidad que ofrece el fotograma, se debe rebuscar en su fondo para desenterrar la significación subyacente, es decir, lo que verdaderamente nos quiere mostrar su autor, que, por otra parte, mucho tiene que ver, entre otros aspectos, con todas y cada una de las localidades y localizaciones elegidas; algunas de las cuales, ya recurrentes en su filmografía. Otro aspecto reseñable en cuanto al trabajo de Seidli, es el gusto por el detalle, la sutilidad de enseñar sin mostrar y la maestría de mostrar sin enseñar. Cabe realizar mención especial para el actor alemán Hans-Michael Rehberg que, en su corto, pero imprescindible, papel de padre, realiza una memorable y, por desgracia, última interpretación. D.E.P.


Segunda parte necesaria, que completa la obra en su totalidad, que junto a la primera, bien podría formar un mismo y único, (kilo)metraje. Ambas confieren una obra maestra, cara y cruz de una misma moneda que discurren de forma paralela, divergiendo en su forma de afrentar el trágico pasado y supervivir a un precario y agónico presente. Cinta incómoda que incomoda como pocas. En ocasiones, se torna difícil mantener la mirada en la pantalla, llegando incluso a alcanzar, por distintas razones, el grado de repulsión de “Cargo 200”. Este es el segundo y último paso de aproximación al maestro Pasolini.
osferal
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7
28 de noviembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra bellamente fotografiada con maestría (no recuerdo película de factura patria, tratada con tanto mimo en ese aspecto), con guiños a western del bueno.
El escaso y medido diálogo se convierte en monólogo y el monólogo en silencio. Armugán son las dos caras de una misma moneda en la que se expone la contradicción y nos compromete moralmente de forma racional al más de los irracionales eventos de la vida, que es la muerte. Vida y muerte, muerte y vida se dan la mano a través de un ángel que nos acompaña en la transición, un ángel de dos caras que propone si es moralmente aceptable ayudar a emprender el viaje sin que sea todavía la hora.

Discurre de forma reposada todo su metraje en el que a través del uso de metáforas visuales nos motiva a la reflexión, donde como el color de su fotografía no hay medias tintas, o blanco o negro. ¿Puede ser considerado un acto de amor, el acompañamiento a la buena muerte?, ¿son los cuidados paliativos contradictorios con la eutanasia?.

Armugán es un poema visual, una fábula existencial donde se enfrentan dos mundos que en realidad son uno solo. Espectáculo visual sin paliativos que en su parte narrativa, a pesar de la originalidad de la propuesta, no consigue mantener el tono.
osferal
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4
22 de mayo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es cine, es un videoclip pop ambientado en una época anterior a la invención del propio pop que desaprovecha su potencial y recursos.

Con la frase anterior, sobra todo lo que ahora expongo, pero claro, hay que meter rollo, ya que si no no se publica la crítica por ser demasiado pobre.

Demasiado duro, ¿verdad?, quizás, pero no se me ocurre una definición más precisa para “Licorice Pizza” que no es sino una amalgama de referencias cinéfilas, y a personajes de la industria, con poco criterio y fortuna, que pretende evocar una época y un lugar, concretamente un suburbio de la ciudad de Los Ángeles de la década de los 70, en el que se combinan hechos históricos de relevancia, pero que no consigue reflejar el espíritu transgresor, crítico y rompedor de esa década.

Pese a tener una calidad técnica de primer orden y de contar con unos medios, así mismo, de primer orden, la verdad es que al consumir el producto no pareciera el solomillo que te han vendido en la carta. Más se asemeja a una mala y barata hamburguesa de cadena rápida, que entra de manera fácil, pero que el problema se presenta en su digestión.

Lo cierto es que no he sufrido de mala digestión en esta ocasión, lo cierto es también que según entró así salió.

Artesanalmente, es de bella factura, en especial la fantástica dirección artística (ambientación, decorados, atrezzo) pero no he encontrado nada artístico en ella. Parece concebida y creada para el agrado de críticos festivaleros o miembros de academia, de ya dilatada carrera, nostálgicos de “tiempos pasados mejores”, a los que aflojarles el corazón a la hora de recibir una piadosa crítica o su valioso y estimable voto.

Resaltar también la banda sonora, por supuesto, pero creo que el mérito de esto no es de la producción, sino de los artistas que en su día gestaron e interpretaron los temas de los que se compone.

Realmente una pena, un barco a la deriva.
osferal
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