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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
25 de agosto de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que estamos demasiado mal acostumbrados a comparar al cine con la construcción de un puente, un edificio o un artilugio intergaláctico, de manera tal que confiamos que a mayor inversión de dinero podamos obtener algo inolvidable. Pero mi memoria del mejor cine no pasa necesariamente por el que haya utilizado mayores recursos muy dolarizados.

Y en estos ejemplos, siempre uso el de una película como "Marty", esa maravilla que en 1955 asombró sin usar el color, el 3D, la pantalla panorámica, el gran casting ni la estereofonía. Y fíjense en la listas de Oscars, quien fue la verdadera triunfadora del 55.

Sólo talento, los directores de "7 cajas" han juntado todo el talento posible, partiendo de un guión impecable, y haciéndolo crecer con la magia de saber conjugar todos los elementos con los que contaban. Y en términos de arte, les cuento, los dólares suelen actuar de manera opuesta.

Pero hay algo todavía más significativo para la filmografía latina: se trata de un cine que no tiene pretensiones moralizantes, que no trata de mostrar un punto de vista que lleve al espectador a tomar partido. Cuenta una historia muy pequeña, de gente vulgar, con posibilidades de que pasen cientos iguales en el mismo momento que exponemos esto. Pero con eso se construye un thriller de dimensiones tales que puede competir de igual a igual con los mayores de la historia del cine.

Un milagro. Al cual no me da con darle todas las estrellas porque hay aspectos que por pudor y coherencia personal prefiero reservar a mis films predilectos que me han hecho disfrutar del cine. Pero merecería las diez, lo voy a pensar.
carlygom
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4
15 de enero de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De cientos de noticias publicadas en los diarios se podría concluir en un guión. De hecho, muchos films han tenido allí su origen, algunos transformados ya en clásicos.
No creo que sea el caso de Sully, un film oportunista dedicado a cultivar ese espíritu nacionalista que se esconde detrás de la exaltación del héroe.
Me desanima un poco tener que referirme así a una obra cuyas críticas han sido tan elogiosas. Pero, aún a riesgo de equivocarme, me largo a relatar lo que pienso.
El trabajo de Tom Hank es tan poco atractivo, que basta una mera comparación para destruirlo. En el final del film, mientras se desenvuelven los créditos, aparecen los protagonistas reales de la historia, los pasajeros y tripulantes del vuelo. Y es posible observar entonces que el Sully verdadero parece poseer una vitalidad mucho más atractiva que quien lo encarna luego en la ficción.
La historia en sí podría sintetizarse en su propia sinopsis, titular de todos los diarios del mundo en el 2009: “unas aves que ingresaron en los motores de un Airbus, los inutilizaron volando sobre Nueva York, obligando al piloto a realizar un descenso de emergencia sobre el Río Hudson, una decisión que luego fue cuestionada severamente por las autoridades aeronáuticas y los expertos.”
Ausente de crímenes, corrupción, romances, sexo, suspenso o equívocos, fórmulas recurrentes del cine dramático yanqui, Eastwood deja a la vista una obra vacía de “entertainment” y más cercana a lo testimonial, al compromiso objetivo de mostrar esa contradicción que permite a una sociedad dudar si el piloto es un héroe que logró salvar 155 vidas, o un irresponsable que arriesgó esa misma cantidad de vidas, expuso a una compañía, e hizo arruinar un avión y todo el contenido de su equipaje.
La falta de intrigas o historias paralelas hace que el film transcurra tan sin novedades, que al finalizar uno se da cuenta que no se enteró más de lo que conocía en principio por la prensa, salvo que existía un copiloto que es coprotagonista, que Sully tenía una esposa a la que llamaba por teléfono y le decía que la quería mucho, y que en realidad la acción de un avión cayendo al río, al fin y al cabo, no es tan dramática…
carlygom
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7
25 de agosto de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si viene un amigo y me ofrece el pequeño negocio de acostarme con señoras que me van a pagar mil dólares por mis servicios, y eso se cumple, yo creo que sería uno de los hombres más felices del universo.
Que eso te pase ya es un delirio. Ahora que tus clientas sean las mayores diosas del cine norteamericano, ya es demasiado, ¿no?
No sé si fue a Turturro se le ocurrió esta barbaridad, o a los productores, o al mismísimo Allen al que le dio vergüenza filmarla él y se la pasó a su amigo. Pero al film le falta el obvio "sello mágico" de Woody, esa vuelta de tuerca rara que nos hace reconocer que por allí pasó su pluma. Claro que, igual, él está ahí, con sus pareceres que reducen a la obviedad parlamentos extrañísimos, en los cuales uno puede destramar, por ejemplo, lo fácil que es transformarse cada noche en un taxi boy sin tener ningún atractivo físico. O siendo más bien feo.
Yo creo que es un buen telefilm, con buen casting. Que sería mucho mejor si los productores hubieran decidido francamente que fuera un XXX, ya que daba para eso. Pero, claro, hay que entender que por ahora los protocolos de cierto recato dan para esto y nada más.
Digamos que la peli se deja ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
carlygom
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10
5 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock es uno de los grandes mitos del cine, que se agranda con el análisis de cada uno de sus films. Tal vez por eso él previó que en el futuro se lo siga percibiendo no sólo por su obra sino por esos curiosos cameos sobre su regordeta figura.
Rope es una de sus películas más curiosas, quizá poco vista, pero interesantísima por donde se la analice.
Es posible que un joven de esta época con aspiraciones cinematográficas, piense que el film parezca algo barato, poco más que “teatro filmado”. Algo así como “que tú pones una cámara en medio del escenario y largas a grabar, metiéndote en medio de los actores y sus parlamentos”. Aunque si piensan así, bien que podrían hacer la prueba y ver qué les sale…
El director de “La Soga”, en cambio, no lo vio así. Montó un escenario especial en función del camino que haría seguir a la cámara, con paredes que ascendían y descendían. Le hizo colocar rueditas, engranajes y recursos de orientación a todo el mobiliario. Montó una maqueta de la vista de Nueva York con nubes que viajaban, iluminación de caída de la tarde similar a la real. Obligó a todo el casting a actuar incluyendo una coreografía hábil para permitir que durante la filmación primara la cámara, algo que en esa época era sumamente voluminoso. Ensayó hasta el hartazgo toda esta ensalada de recursos para instruir al equipo en sortear cables, movimientos, posibles choques y –dado que filmaba todo de un saque- se pudieran disimular sin notarse los accidentes o errores que fueran surgiendo.
Se recuerda en Wikipedia que “los muros del escenario se movían sobre ruedas y podían desplazarse silenciosamente fuera de plano, y luego ser reposicionados cuando estaban dentro de la toma. Un operador designado se encargaba de mover los muebles y otros accesorios fuera de la trayectoria de la gran cámara Tecnicolor, y luego asegurarse de que estuviesen reposicionados en el lugar correcto. Un equipo de operadores de sonido y cámara mantenían la cámara y los micrófonos en constante movimiento, mientras los actores mantenían un conjunto de señales cuidadosamente coreografiadas”.
¿Qué hizo que Hitchcock optara por semejante complicación? En principio el hecho de que nunca pudo desprenderse de conductas obsesivas que lo llevaban siempre a filmar con objetivos de un perfeccionismo total. Y en segundo lugar que con esta película estaba jugando su pellejo: producía con su dinero su primera película en color.
Los que piensen que quiso hacer algo fácil y rápido se equivocan: la edición en cine permite elucubrar cientos de soluciones que aquí son imposibles, pero lo que indudablemente se logra es un film “wysiwyg” (what you see is what you get).
Setenta años atrás, la obra de teatro original en que se basa el film era difícil para ser trasladada al cine, o mejor dicho: imposible. Es que el trío principal (los dos protagonistas y su tutor) eran personajes bisexuales, y para agravar el cuadro los dos estudiantes convivían como una pareja formal, toda una transgresión en la moral de entonces. Para Hitchcock no revestía mayores inconvenientes: pensó que debía elegir protagonistas reconocidamente homosexuales. Si bien Montgomery Clift no aceptó el papel porque su preocupación era mantener una cara pública distinta, los dos actores que lo cubrieron ya estaban jugados de antes, y en el caso de Farley Granger era conocido su vínculo íntimo con el propio guionista de Rope.
Aun limadas todas las situaciones complejas para la época, el film no fue estrenado en algunos cines del interior norteamericano, remisos a aprobar lo equívoco derivado de la obra original. En algunos estados se obligó a suavizar la escena original de la ejecución inicial en primer plano.
Un film ideal para las escuelas de cine, en las cuales se pretenda demostrar cómo filmar bien sin más recursos que buenas ideas, disciplina y gran trabajo de equipo.
carlygom
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7
27 de junio de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es un docente? ¿Un calificado agente del sistema, que debe convencerte de aguantar e integrarte, o la célula que te hace descubrir tus potencialidades para superar las contradicciones con las que te intenta someter la realidad que te rodea? Pavada de pregunta ¿no?
Pero hay una observación, por encima de todo: el docente que te muestre cualquier camino, es también humano como tú. ¿Eso es un inconveniente, o la principal razón de sus bondades, ya que al advertir que no es perfecto –sino todo lo contrario- notarás desde el vamos el problema en el que estás sumergido: nada menos que la vida y su desprolijo acontecer.
Con estos sencillos interrogantes, la “troupe” que comete “Merlí” te hará sumergir en la serie de desvaríos catalanes que se han reservado para los pacientes espectadores de esta serie de muy cuidada factura.
Todos los que hemos debido pasar indefectiblemente por los complejos avatares de la niñez y la adolescencia, y –peor- por sus respectivos procesos educativos, vamos a encontrar rápido temas de identificación y empatía con los sucesos reflejados en la pantalla.
Y por eso deseo trazar dos planos para abrazar la crítica a la serie: 1) la historia en sí y 2) los temas que enfrenta.
LA HISTORIA EN SÍ
Parte de un suceso crítico en su peor momento, el ABC de cualquier buen comienzo literario: un docente desempleado, separado, con hijo gay en el placard, que acepta cubrir un puesto temporario de remplazo, y permite al espectador descubrir desde el vamos que no es “un profesor más” sino aquel que todos hemos querido tener: desprejuiciado, rebelde, desestructurado y apasionado. En fin: algo así como un adolescente más. O mejor dicho: más adolescente que muchos de sus propios alumnos.
Interesante propuesta que va a dar para mucho por las contradicciones que descubre, y los cruces que puede generar una personalidad dislocada en un medio que fue estructurado hacia exactamente lo contrario. Y que generará mil y un entredicho con padres, colegas, autoridades, y hasta los propios alumnos.
Así montado nuestro escenario, bastará con la aparición sucesiva de cada una de las historias atadas a este personaje esbozado en su originalidad, a los que se le hará enamorar, sufrir, divertirse, pensar y hasta dar clases a un alumnado heterogéneo y con familias aún más difíciles.
LOS TEMAS
Y aquí llega la parte discutible de Merlí. En medio de las historias que le hacen vivir –o sufrir, según se lo mire- se han insertado ítems “de moda”. Algo así como “los temas que deben ser ineludibles como líneas preponderantes con que debe manejarse toda docencia”: 1) el bulliyng, 2) la sexualidad y los géneros, 3) la discriminación por raza, sexo, nacionalidad, y cualquier característica distintiva, y 4) los mandatos familiares.
Y créase o no, todavía no se avizora manera por parte de sus responsables de incluir estos candentes temas sin fijar posiciones, ni aleccionar al auditorio acerca de cuál sería la actual “posición correcta” que hay que adoptar. Es decir: desde la cómoda ubicación de productores, directores y guionistas “iluminados”, aleccionar a los espectadores acerca de cuál es la interpretación correcta del fenómeno o la contradicción que se plantee. En síntesis: no dejar los temas abiertos, tal como se dan en la realidad, sino brindando una moraleja al mejor estilo de los viejos films de Hollywood: mostrar en dónde claramente reside “el bien”.
Por lo tanto, se define que el espectador necesita que se le muestre lo malo que es burlarse del débil diferente, cómo aceptar las diferencias sexuales históricamente rechazadas, y lo mal que está criar hijos a partir de estrictos mandatos familiares. Como imposición por guionado, sin dejarle margen a las propias convicciones del espectador, que aunque se equivoque, para eso es adulto.
Sé que lo que planteo es un costado polémico: yo mismo disfruté de la forma en que se muestra en la serie, ya que ideológicamente estoy de ese lado. Pero: discúlpenme, siempre odié que quisieran convencerme, educarme o manipularme a través de moralejas.
Y viene a mi memoria el mejor ejemplo al respecto: el film “Elefante” de Gus Van Sant, el cual muestra la misma historia que le diera tanta gloria a Michael Moore (la masacre en Columbine) mostrando los hechos y dejando que el espectador mismo se encargue de entender la razón o sinrazón que movió la muerte de tantos chicos.
Es decir: a pesar de que la producción se encargue de mostrarme el camino correcto, intento sostener que se puede mostrar una historia sin pretender dejar una enseñanza…
carlygom
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