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España España · Madrid
Críticas de sofía
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
9
6 de marzo de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminé de ver la segunda temporada de Atrapados hace unos días y me quedó tal vacío que, por un momento, estuve tentada de empezar a ver la serie de nuevo desde el principio. Lo dejo para más adelante, para cuando se me haya olvidado lo suficiente y pueda volver a verla con auténtico interés. Con el mismo o similar interés al de esta primera vez.

Admito que me daba un poco de pereza verme una de policías y misterios; no sabía por dónde podían salirme estos islandeses. Y de repente empieza la serie y el pensamiento se para. Solo hay ojos atentos a la cara de esos personajes que me despiertan casi al instante no solo interés, sino un afecto que va creciendo a cada minuto.

Al terminar de ver uno de los episodios, me pregunto qué hace que una actriz, un actor, resulten tan humanos. Porque, viéndoles en la pantalla, parece bastante sencillo. Una tiene la sensación de que simplemente SON, se dejan ser. Sabe sin embargo que eso es muy difícil. Últimamente, con cierta frecuencia, al cabo de diez minutos de estar sentada frente a una u otra película elogiada y premiada (principalmente, tristemente española, con cierta frecuencia) apaga y se va. Porque siente un poco de vergüenza viendo a unas actrices y actores esforzándose por parecer naturales, por parecer de verdad, como principiantes en una obra de teatro de instituto frente a una audiencia de padres, madres y demás familia a los que intentan agradar para ganarse sus aplausos. Qué pena. A mí durante muchos años me ha gustado el cine español. No todo, obviamente, pero me parecía que en España, y en español, se hacían películas muy buenas. Auténticas.

Tras esta pequeña digresión, vuelvo a Atrapados. Ciertamente, atrapada me tuvo esta serie magnífica. Por alguna razón, cuesta más hacer una crítica buena que una mala. En este caso, siento que es mi deber decir algo porque, de no haber sido por alguna crítica elogiosa que leí, nunca habría llegado a esta serie por mi propio pie.

¿Qué la hace tan buena? Indiscutiblemente, de entrada, Ólafsson, Kristjánsdóttir y Sigurdsson, claro. Sin ellos, tal vez el argumento no tendría el mismo interés. No creo que el argumento de la primera ni de la segunda temporada sea particularmente original. La originalidad, diría yo, está en los detalles. Detalles que, si una no se fija, pueden pasar incluso desapercibidos. Pero no importa; no están hechos para que se noten. Si una los capta, sonríe; si no, da igual. Viéndola, me ha dado cuenta de hasta qué punto son los detalles mínimos los que hacen que algo resulte creíble, tan cercano que una se olvida de que está frente a la pantalla. (Quizá es ahí donde, a mi entender, falla cada vez más el cine español. Un solo detalle que no cuadre, aunque sea aparentemente insignificante, es suficiente para romper la magia, el pacto que me propone (y vende) un director: el de que yo me siento, pago, y él me mete en su historia hasta el tuétano.)

¿Qué otro factor de esta serie atrapa? Indiscutiblemente, Islandia. Esos paisajes son mucho más que un marco en el que transcurre una historia. Islandia está tan intensamente viva en esas imágenes que he tenido la sensación de estar allí, pisando aquel suelo, el frío traspasando la pantalla.

No voy a decir más. Para mí han sido un regalo esos veinte episodios. Y la sorpresa ha sido doble porque el listón estaba muy alto cuando apreté tentativamente la flecha de play. Acababa de ver Fragile.
sofía
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2
30 de octubre de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué mala. Qué artificioso todo lo que ocurre. A mí los dos protagonistas me gustan mucho normalmente. Mucho. Qué pasa aquí: no hay química entre ellos, ningún erotismo. Las escenas de sexo están vacías, son huecas. Tengo que hacer un esfuerzo enorme para verla. De hecho, he parado y no sé si voy a llegar al final. Me crispa su pretendida seriedad. No puedo evitar ver a una actriz y a un actor actuando. Las voces (en versión original) suenan falsas. No he leído la obra. Graham Greene me gusta. Ahora voy a tener que leerla, para ver quién es el responsable de este despropósito.
sofía
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6
19 de noviembre de 2022
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Vuelvo a no saber qué sensación me deja el cine de esta mujer. Esta película no tiene nada que ver con El padre de mis hijos y, sin embargo, me quedo igual de... no sé cuál es la palabra. Es como si algo que no era del todo sólido pero era suficientemente interesante o agradable de ver, se empezara a aguar poco a poco hasta acabar diluyéndose del todo. Vale, es su primera película y tiene mérito: los actores son creíbles; hay frescura, sobre todo en la primera mitad; está bien filmada, bien ambientada, buena fotografía. ¿Fallos? Pues que hay escenas que no dicen nada y precisamente es en ellas en las que más se extiende. Una mira la pantalla dando por supuesto que si se extienden tanto van a llevar a algún sitio, pero resulta que no, y eso deja de repente como un vacío.

Por otra parte no profundiza en nada, y eso hace que incluso el dolor parezca un poco insulso. Entiendo que la intención puede ser que el espectador rellene los huecos, pero la película no crea tensión emocional suficiente en ningún momento como para que las emociones entren en el estómago y allí sigan su curso. Son pinceladas demasiado leves, demasiado difusas. Y, además, después de esas escenas a las que he estado atenta y que han acabado dejándome suspendida en el vacío, ya no confío del todo, no sé hasta dónde tengo que meterme en cada cosa, y eso no ayuda. A mí me gusta rellenar huecos, pero necesito que me den pie mínimamente, y en esta película no acabo de encontrar dónde sostenerme para asomarme más. Eso es lo que echo de menos.

Me parece una pena que, contando con tantos recursos buenos, esta directora no les saque más partido. Es como si le diera miedo apretar los dedos y todo se le escapara un poco y se quedara como flotando, no ya sin llegar a ninguna parte, sino sin dirección. Y lamentablemente, en El padre de mis hijos tuve una sensación idéntica: todo está bien, pero le falta garra. Sin garra, la delicadeza es más bien inconsistencia.

A pesar de todo, como no me acabo de creer que Mia Hansen-Løve no sea capaz dar esa vuelta de tuerca, y porque encuentro algo auténtico en su cine y me parece una directora seria, mañana me veo otra peli suya.
sofía
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8
13 de noviembre de 2022
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Tengo que admitir que los primeros diez o quince minutos de película me resultaron duros. Si no me la hubiera recomendado una amiga, no sé, igual me habría perdido esta pequeña joya. Pero luego todo va ganando y ganando a ritmo paulatino, y de repente ocurre algo que me cautiva. A partir de ahí se me abren los ojos de par en par. Es como una danza delicada y fascinante. Miro la pantalla con una sonrisa que no demasiadas películas modernas me inspiran (se me viene a la cabeza en este instante Amanecer, de Murnau). Me como con los ojos cada gesto de Borbély y Géza, qué placer verles; me da igual lo que hagan la una y el otro, me interesa todo. No hay distancia. Es como sentir dentro su tristeza profunda y discreta, disfrutar de la belleza discreta de sus encuentros, traspasar con ellos los límites de la realidad-cárcel y acompañarles a una dimensión en la que es posible nacer de nuevo.

¿Cómo se consigue aunar tan exquisitamente la crudeza de vivir con la esperanza silenciosa, palpitante, difícil de creer, imparable? Es una película que le reconcilia a uno con la vida. Qué sorpresa.
sofía
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4
16 de noviembre de 2022
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me vi las cuatro temporadas anteriores con moderado interés. A ratos más y a ratos menos. No me dejó recuerdo la serie, pero lo cierto es que la vi un capítulo tras otro.

¡Ah, la quinta temporada! Vamos a ver.
Y aprieto el botón de PLAY.

Por favor, que alguien me diga que está de acuerdo en que Dominic West se sale por todas las esquinas, que no cabe en el personaje de este príncipe soso, que a veces se le olvida reducirse y es él, y de repente se acuerda de que tiene que fingir una dicción no natural de por sí, y le sale tan forzada que me parto de risa. Es la primera vez que no me creo a este hombre en pantalla (este hombre al que, entre mis amigas, se le conoce como mi novio). Tiene demasiado carisma, una sonrisa demasiado encantadora, una forma de hablar demasiado suya como para poder estrujarse dentro de ese personaje y que el efecto no sea teatral, en la acepción menos halagadora de la palabra.

Una vez visto esto, todo me resulta muy falso. Quitando Elisabeth Debicky, que diría que hace una Diana bastante creíble, todo lo demás me parece una parodia. Imelda Staunton, lo siento, pero no es una reina verosímil. Le falta autoridad a ella, así que se la tiene que inventar, y es un poco penosa la sensación que produce; es una autoridad postiza. En fin, ¡una gran fiesta de disfraces!

Los decorados muy logrados, eso sí, como siempre, para eso son ingleses, los reyes de la ambientación de época. Ahora bien, quien haya hecho el casting debía de estar de resaca ese día.

Y una vez más, ¡no me puedo creer que todo el mundo se quede tan contento!
Por favor, que alguien me diga que ve lo mismo que yo, porque si no voy a acabar pensando seriamente que tengo ojos de otra especie animal o que me falta cerebro.
sofía
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