Es una satisfacción asistir a una obra en la que todos los actores realizan una actuación espléndida.
Presenciamos un trabajo coral difícil de encontrar.

Cada personaje enmarca y completa el trabajo de los otros.
Incluso la música es un elemento perfectamente integrado en la narración: no distrae de la acción sino que la completa.

Me sorprende que las críticas profesionales no sean más positivas.

Ciertamente se podría haber dado más relevancia al papel de Alfredo Landa o introducir situaciones con más intensidad dramática o proporcionar menos detalle en el descenso de los troncos por el río.
Pero esa sería otra película.

Si se hubiera hecho como reclaman esas críticas se habría sustraído lo que hace que esta obra resulte verdad: su elemento realista, su poesía.

Una actuación sublime unida a una puesta en escena minimalista muy acertada.
Los sonidos forman una parte fundamental del clima narrativo.
A pesar de que los hechos narrados han sido llevados a la pantalla en numerosas ocasiones, el espectador siente que es la primera vez. Asiste sin pestañear a lo que ocurre ante sus ojos.
Te invade una emoción diferente que te lleva al final con un silencio interior casi religioso.

Es una película que te va atrapando poco a poco.
Cada imagen resulta imprescindible para introducir al espectador en las emociones de los protagonistas.
La utilización del color rojo es magnífica para conseguir el clima adecuado a cada escena.
Imprescindible para quien valore el arte del buen cine.

Es una de esas películas que hay que ver de nuevo pasado un tiempo.
No tiene ni una escena de más y ni una de menos.
El guión es un tesoro.
No ha sido la primera vez que la veo y tampoco será la última.

Su inicio nos lleva a pensar que tenemos una película más sobre jóvenes estudiantes pero, poco a poco, nos va atrapando en algo distinto a todo lo visto.
Un internado para "señoritas" se convierte en un lugar en el que nos enfrentamos a nuestro Yo.
"¿ Hasta qué punto te tiene que importar lo que piensen los demás?" Pregunta Mary.
La respuesta del jardinero es rotunda.
El espectador debe encontrar la suya.