Cuando el humor se lleva con ingenio y apela a contextos tan cercanos como la actual polarización política, el guion puede acabar resultando gracioso. Este es el caso de "Políticamente incorrectos".

"Arantxa Echevarría" presenta una comedia que sirve como espejo de nuestra sociedad y, en concreto, de nuestra clase política y los medios que la acompañan. En un momento de crispación como el que vivimos, "Echevarría" saca provecho de los tópicos para marcar una crítica social que evidencia el deseo de poder de los gobernantes, la mentira y la hipocresía como estrategias electorales (pues a veces parece que solo importa ganar) o el sadismo de los medios y las redes sociales.

A través de los códigos de la comedia romántica e integrada por un reparto con gracioso desparpajo, "Políticamente incorrectos" nos hace conscientes de una necesidad de un cambio comunal y, al mismo tiempo, logra su propósito principal: ser una correcta propuesta de entretenimiento.

Más allá de esto, además, consigue detenerse en ensalzar valores positivos como la honestidad, el apoyo de la familia o la búsqueda de un consenso en pos de un bien social. Y, si el mensaje de entenderse con el contrario no queda claro, la escena postcréditos lo acaba de aclarar. En definitiva, divertimento para pasar un buen rato y reflexión para trabajar en ser mejores.

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Space Jam: nuevas leyendas es una propuesta que pretende entretener, y lo consigue. Sin duda, esta secuela se enmarca en un contexto muy comercial, para beneficio de la misma productora y distribuidora con la venta de sus personajes y su marca, a la vez que también vende fácilmente la película en sí por su trama sencilla y cercana.

Se suele decir que como las primeras partes no hay nada y, en este caso, no es una excepción. La primera entrega era más simbólica, y vehiculaba el concepto de la posible franquicia híbrida con mucho éxito. También es verdad que, en esta segunda parte, en la que vuelve el Tunes Squad sí se puede apreciar que la animación está mucho más conseguida; se nota que han pasado los años y que la tecnología ha evolucionado. En cuanto al discurso, es parecido, pero adaptado a actualidad y a las nuevas generaciones: mucha tecnología de por medio y un vocabulario nuevo que quizá los veteranos no logren entender.

Aun así, es un título agradable para ver en familia, con el que pasas un buen rato y te ríes en varios momentos. No tiene una gran profundidad; sin embargo, sí que trata el valor de la familia y una relación de un padre y un hijo en la que podría identificarse cualquiera.

LeBron James es la estrella del baloncesto y lo ha conseguido a través de mucho esfuerzo. Se empeña en hacer que su hijo Dom se esfuerce más por jugar bien a este deporte. No obstante, le cuesta entender que no es eso lo que él quiere. El niño tiene otros talentos que su padre no acaba de querer ver. Con esta premisa, Malcolm D. Lee dibuja una familia normal, mientras habla de la figura del progenitor que dice querer lo mejor para su hijo aunque, en realidad, está buscando su propio interés y satisfacción.

Al fin y al cabo, este film –aparte de aportar entretenimiento y diversión– transmite una clara moraleja: cada uno es bueno en algo y no podemos pretender que todos sean iguales a nosotros o se adapten a lo que nosotros queremos que sean. Cada persona es única, y hay que dejar que lo sea y que saque a relucir sus talentos, sacando así también su máximo potencial. Nuestra diferencia y originalidad es lo que nos hace únicos, y ahí es donde está la riqueza.

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En tiempos de conflictos, nunca viene mal una película divertida, que haga reír al público a base de enredos en una historia amable y conmovedora. Sin duda, es un cometido que Arantxa Echevarría logra con creces en La familia perfecta.

El film hace una crítica a las desigualdades entre clases, pero justo gracias a dos familias de estratos sociales muy distintos consigue provocar una serie de coyunturas hilarantes. El humor procede de situaciones exageradas y absurdas, pero no llega a ser irritante gracias a varios factores.

Por un lado, el guion está trabajado y estructura los disparates de manera natural. De la misma manera, los actores contribuyen a que no sea artificial con unas grandes interpretaciones de sus personajes, que ya de base estaban bien definidos.

Entre los diferentes desatinos –que despiertan una sonrisa e incluso hasta la risa– el título no deja de remarcar valiosos mensajes, como que el materialismo no da la felicidad, que hay que evitar los juicios rápidos y que es necesario trabajar en la relación de pareja. Puede que una de las subtramas desdibuje la alegría que se respira durante la cinta, pero es la que conduce a la conclusión de que es importante conocerse a uno mismo y cuidarse, además de cuidar también a los demás.

Esta entrañable comedia es ideal para pasar un buen rato disfrutando de los despropósitos que sufren sus protagonistas. Asimismo, es una propuesta que invita a abrazar las diferencias que podrían separarnos y utilizarlas como punto de unión.

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Llaman a la puerta es eficaz en su inicio, pues arranca con intensidad, buenas interpretaciones y un planteamiento curioso que genera tensión desde los primeros segundos. Sin embargo, pronto acaba el misterio y el film se deshincha poco a poco.

M. Night Shyamalan apuesta esta vez por el efectismo, dejando de lado la trascendencia y la credibilidad. El problema es que utiliza un guion un tanto tramposo, con giros que parecen prometedores pero que carecen del factor sorpresa que todo seguidor espera. A medida que avanza la película, uno se pregunta el porqué de los flashbacks, que casi no aportan profundidad, y a dónde quiere llegar el director con ese juego que aumenta unas expectativas que nunca sacia.

De todas maneras, a pesar de que la trama no se sostiene, el cineasta logra crear angustia y proporcionar algún momento de terror en un espacio reducido y con unos pocos actores competentes.

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Cuando Sara, una amante de los vampiros, confunde a Javi, el nuevo del instituto, con uno de ellos, él intentará seguirle la corriente para poder acercarse. Mientras el engaño se vuelve cada vez más difícil de ocultar, paralelamente los personajes se ponen en peligro al intentar resolver un crimen misterioso cometido hace décadas.

Tradicionalmente, las películas de vampiros para jóvenes están llenas de clichés y el acostumbrado romance trágico entre el ser sobrenatural y una humana como sucede, por ejemplo, en Crepúsculo y producciones similares. No obstante, Hollyblood sorprende gratamente al no seguir esta corriente –ya poco original– y hacer precisamente humor de esta temática.

Este cambio en el enfoque del género fantástico consigue presentar una trama entretenida y con un toque original (aunque ya existen parodias como Híncame el diente). Además, la constante ridiculización de los estereotipos de este tipo de entregas, crean contrastes cómicos y escenas divertidas. Aún así, las actuaciones resultan un tanto forzadas y la existencia de varias secuencias y comentarios insinuantes hace que, aunque el film esté protagonizado por adolescentes, sea quizá más apto para un público de mayor edad.

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