Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Antonio Morales
Críticas 1.536
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de febrero de 2014
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otto Preminger es un cineasta poco valorado en mi opinión, sin embargo, durante un largo periodo, el autor de películas tan interesantes como “Laura”, “Cara de ángel”, “El hombre del brazo de oro”, “Anatomía de un asesinato” o ésta que nos ocupa entre otras, fue la punta de lanza de una concepción del cine que unió el clasicismo americano con la modernidad europea. Preminger es ante todo un analista, nos muestra hechos, no su opinión acerca de ellos. Somos nosotros quienes debemos sacar las conclusiones, juzgar y comprender. Como el de Fritz Lang, su estilo tiende a la desnudez más extremada a través de la búsqueda del trazo esencial, de la eliminación de todo detalle superfluo.

Esta película no sólo alude a Pearl Harbor, sino que se prolonga en las variantes de la lucha aeronaval en el Pacífico. Diríamos que el film va más allá del bombardeo que inicia la guerra contra los japoneses. El film desplaza su atención desde la actividad bélica para mostrarnos las intrigas políticas y humanas que tienen lugar en el Estado Mayor y en la vida cotidiana. La pugna entre los mandos, y el deseo de notoriedad militar y política. “Primera victoria” disecciona aspectos sociales y morales más profundamente de lo que aparenta, para ser una obra bélica. Una visión de la guerra más humana, pero sin dejar de ser épica, en cuanto a la figura de Rockwell Torrey (John Wayne) al mando de un nutrido y grandioso reparto.

“Primera victoria” arranca con un “travelling” memorable, tal vez uno de los mejores fragmentos jamás rodados por Preminger, con las gorras de los soldados acariciadas lateralmente por la cámara hasta encuadrar el escenario de la fiesta, en un esplendoroso blanco y negro en Panavisión, gran trabajo del operador Loyal Griggs. Con un estilo sobrio, de ahí la pureza del film, la perfección de sus líneas y encuadres, de su estructura, tanto en lo visual como en lo conceptual. De ahí también la emoción que despierta. Estupendos los títulos de crédito de Saul Bass, colaborador habitual en sus films. El montaje de George Tomasini, editor habitual de la última etapa de Hitchcock. Y la música del gran Jerry Goldsmith.

La obra de Preminger puede gustar más o menos, pero nunca deja indiferente. La crítica de izquierdas española le dio la espalda a esta película por haber puesto el cineasta toda su inteligencia al servicio de ideologías conservadoras y abdicar de sus planteamientos intelectuales en claro pronunciamiento por la mitología popular de actores y género. Afortunadamente, en mi opinión, el tiempo, ha corregido la miopía cultural e ideológica de algunos, para reconocer el mérito de esta obra. Por cierto, estúpidamente censurada en el estreno español, pues la versión en DVD tiene muchos fragmentos que no están doblados, y están subtitulados porque en su estreno español, esos fragmentos fueron amputados del original.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
8 de marzo de 2016
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poderoso melodrama rural que no tiene referencias escritas hasta la fecha en esta web por los usuarios, del vigués Manuel Mur Oti (1908-2003). Cineasta republicano, marinero viajero y autodidacta, guionista y director atípico, libremente creativo e intenso, cayendo en el olvido de forma injusta, y que no ha gozado del reconocimiento que sí han tenido otros de su generación. Sin embargo, su irrupción fue llamativa, con esta primera película, alcanzando con prontitud notoriedad en el tramo inicial de su carrera, una de sus mejores obras, en mi opinión, coincide en algunos temas con su gran obra maestra que es “Condenados”.

El film nos presenta a Luis, un hombre culto que huye de su pasado y de sí mismo bajo la apariencia de un vagabundo, pero también nos habla de Julia, una mujer viuda con una hija, mujer abnegada y luchadora, adelantada a su tiempo. La casa de la cumbre guarda la memoria de su difunto marido, su retrato (el propio Mur Oti) preside la estancia del hombre de letras y humanista, mientras que ella debe sacar adelante la hacienda, labrando la tierra en un lugar apartado, que encuentra en el vagabundo sin rumbo la oportunidad de sentirse acompañada y protegida ante tan difícil tarea.

Una película expresiva y de una gran tensión narrativa, la fotografía de Berenguer es prodigiosa, con esos cielos nubosos y amenazadores en contrapicados. El cine de Mur Oti siempre desprende pasión, donde las miradas dicen más que las palabras, con escenas y encuadres memorables, su realización transmite con precisión los sentimientos de los personajes, espléndidamente dibujados, que retrata la estrechez del clima circundante, la atávica represión social y valora la importancia de la naturaleza, la palpitación febril en la mirada de Luis hacia esa atenazada viuda, que siente la necesidad de ser amada.

El vínculo fortísimo entre la mujer y la tierra, con su dureza de carácter indomable y su fecundidad. Una emotiva historia de amor obstaculizada por las fuerzas sociales represoras. Todo ello bajo los traumas que arrastran de su pasado y condicionan su presente. Que sólo una catarsis melodramática podrá resarcir la angustia de los personajes de Monte Oscuro. Excelente película para un debutante y polifacético artista que encontró en el cine su verdadero medio de expresión.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
10 de diciembre de 2015
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película maldita y mal estrenada por problemas con la censura, los vigilantes morales no la podían permitir por su “nocivo argumento”. “El mundo sigue” es una de las mejores películas del cine español, dirigida por el maestro y polifacético Fernando Fernán Gómez, rescatada y restaurada 50 años después. Una obra maestra, fiel reflejo del fracaso político de la postguerra, espejo de una sociedad y de un realismo punzante. Abordando temas tabúes para la época como: el aborto, la prostitución, la corrupción moral, el odio atroz, la envidia, la miseria, la ludopatía, el machismo y la agresión a las mujeres, temas candentes que la sociedad franquista no podía permitir, ante la idea basada en la importancia de la familia como generadora de valores humanos, además de la denuncia explícita de una doble moral. Con unos monólogos interiores que describen los pensamientos de los personajes, hasta entonces no realizados en el cine español.

Adelantada a su tiempo por lo que cuenta pero también a nivel estético y formal, gracias a una grandiosa puesta en escena, osada y pasional en unos escenarios tanto en paisajes urbanos como interiores, que describen perfectamente aquel tiempo, como era el barrio de Maravillas en Madrid. El cineasta adapta un texto de Juan Antonio De Zunzunegui, un falangista muy crítico con la política de Franco. Narra la desgarrada historia de una familia, centrada en dos hermanas que se odian visceralmente, dos personajes antagónicos e irreconciliables, una es la mujer sufrida y reprimida que no puede salir adelante con tres hijos, víctima de un marido irresponsable y castrada por su educación moral. Y la otra es una mujer hedonista y sin escrúpulos que utiliza a los hombres para su ascenso social.

La sordidez y el pesimismo impera en la dialéctica de conflictos que recorre todo el film, especialmente entre el camarero Faustino (Fernán Gómez) y su esposa Eloisa (Canalejas). Ella eternamente añorante de su coronación como mis Maravillas, reprimiendo sus instintos sexuales, y reprochando a su hermana Luisa (Cuervo) lo que ella desea interiormente pero no se atreve a realizar. Mientras que él, es un ludópata fanático del futbol y las quinielas que arrastra sus penurias económicas para dar de comer a sus hijos. Estructurada de forma coral, goza de un extraordinario casting, donde sobresale, en mi opinión, el de Lina Canalejas, Gemma Cuervo y Milagros Leal, impresionante trabajo.

Una obra perfecta y coherente, no ha concesiones ni rastro de humor (ni siquiera negro) como en otras cintas del maestro, ni idealización, ni de sentimentalismo. No es posible identificarse con ninguno de los personajes, es algo que no permiten ni los que más pena puedan inspirar. Para colmo, su denuncia es tan desesperada como poco enardecedora, no es maniquea, no hay culpables y víctimas claramente distinguibles, no se proponen ni vislumbran soluciones ni remedios. Apenas sigue una línea dramática y a veces parece incluso un documental, sin lirismos ni elipsis, en toda su crudeza, sin miedo ni paliativos, como un drama cotidiano y sin un resquicio para la evasión.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
4 de noviembre de 2012
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Boetticher nos ofrece una entretenida y sobria (80 minutos) historia sobre el deber: patria-familia, en el marco histórico de la batalla de El Álamo. Relato ágil y trepidante de un hombre noble acusado injustamente de cobarde en un film modesto, pues la serie B no hace alusión a su calidad sino a su presupuesto, que no desmerece de muchas grandes producciones y en las que este gran director trabajó asiduamente (en los años siguientes dirigió un puñado de interesantes westerns con Randolph Scott). Glenn Ford está magnífico y Julie Adams está preciosa.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
17 de febrero de 2016
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante uno de los mejores films bélicos del nuevo siglo, que aúna espectacularidad e intimismo al mismo tiempo. Jean Jacques Annaud, es un cineasta francés que a través de sus films intenta asimilar el cine de autor con criterios comerciales. “Enemigo a las puertas” es una gran superproducción, un film épico y romántico a un tiempo, un lujoso melodrama bélico en el que el cineasta, recicla las convenciones narrativas más clásicas del género en favor del espectáculo. El film se inspira en la célebre batalla de Stalingrado, uno de los choques más cruentos de la 2ª Guerra Mundial, donde murieron entre civiles y militares, cerca de 2 millones y medio de personas. Las tropas soviéticas, apostadas en las ruinas de la ciudad, luchando contra las bombas, las balas, la enfermedad y el hambre para derrotar al poderoso VI ejército alemán del general Von Paulus.

En esta conmovedora historia, se dan cita las constantes del cine bélico hollywoodiense, tenemos un conflictivo triangulo amoroso incrustado en un escalofriante escenario de muerte y destrucción. El francotirador soviético Vasilli Zaitsev (Jude Law), el comisario político Danilov (Joseph Fiennes) y la miliciana Tania Chernova (Rachel Weisz), reúnen los ingredientes para articular un conflicto de emociones y sentimientos encontrados. Vassili es un héroe cuyas hazañas han levantado la moral del maltrecho ejército rojo; Danilov, un tecnócrata del Partido Comunista, envidia a su amigo no por su fama ni por su habilidad innata con el fusil, sino por ser amado por Tania, una joven judía que lucha contra los nazis para vengar a sus padres asesinados. La cámara sigue a los personajes con indudable ternura, las palabras, los gestos, las miradas nos transmiten sus miedos e incertidumbres, expresando esa sensación que gravita sobre las imágenes del film, la de vivir intensamente porque puede ser el último día de vida.

Pero por encima de todo, la columna vertebral del film, lo que prevalece es el titánico duelo que se establece entre Vassili y el mayor Köening (un magistral Ed Harris). Su mirada hiela la sangre, el oficial alemán, otro brillante francotirador, se dedica a perseguir a su contrincante, pero no sólo para cumplir la misión que le han encomendado, además quiere probarse a sí mismo que es el mejor. El cineasta francés nos describe con minuciosidad la estrategia y la audacia de ambos especialistas en el disparo certero, su metodología instintiva en el ruso y la técnica depurada del teutón, bien planificadas y rodadas por el director, valorando la ruda fisicidad del dantesco escenario donde merodea la muerte.

Es preciso añadir que el cineasta galo, con su pulso atemperado, no pierde la oportunidad de mostrarnos la otra cara de la guerra en armonía con el drama intimista y romántico: el “modus operandi” de los comisarios políticos que, bajo órdenes directas de Stalin sacrificaban a la población civil, transformándolos en ratas que se arrastraban entre los escombros, bajo el subsuelo para sobrevivir. Exponiendo la villanía de los ideólogos comunistas y sus métodos intimidatorios, personalizados en la figura del enviado especial enviado desde el Kremlin, el camarada Nikita Kruschev (Bob Hopkins). Una de las mejores películas bélicas de los últimos tiempos.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow