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España España · Santiago de Compostela
Críticas de elotroladodelterror
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
6
25 de abril de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
The void es un actual homenaje al cine y literatura de terror de los 80. Lovecraft, Clive Barker y John Carpenter son las puntas del triángulo que portan los encapuchados que asedian a los protagonistas en sus hábitos, mientras que en su interior se concentra gran parte de lo engendrado por el género en la penúltima década del siglo XX. Es una ofrenda o un tributo al cine de otra época. Un intento renovado de hacer cosas ya hechas, pero utilizando magistralmente los aires del presente. Y, en cierta medida, Jeremy Gillespie y Steven Kostanski lo consiguen.
En materia técnica, es innegable la profesionalidad que han profesado sus directores en la realización de su infausto universo. Se alientan de unos relevantes montaje, fotografía, música y, sobre todo, maquillaje y efectos especiales. En relación con estos últimos, no dudan en utilizar medios de corte artesano propios de otras décadas para recrear su caos, aunque la falta de medios económicos está presente en ellos. Ello desemboca en un serio, maduro y extraordinario trabajo visual y sensorial al presentar un escenario y una atmósfera angustiosos, amenazadores, claustrofóbicos y provoca un enérgico impacto para nuestros ojos a medida que avanza el metraje. Un éxtasis de imagines y sonidos que nos dejan maravillados y paralizados en nuestros asientos. Es un cine de los años 80 en la segunda década del siglo XXI.
Como casi siempre, existe una cruz. En primer lugar, el cosmos de Jeremy Gillespie y Steven Kostanski recrea simultáneamente una exigua originalidad. Todo lo que se nos ofrece parece que de una u otra manera está ya visto. En segundo lugar, a medida que van avanzando los minutos el guión se desinfla. En efecto, en el comienzo se crea una elevada expectación e interés por conocer lo que nos espera (realmente es electrizante); sin embargo, más allá de ello y pese a su simpleza, el libreto se convierte en un revuelto de ideas que confunde al espectador por momentos al quedar algunas cuestiones en el aire o no indagar en otras. De este modo, se impide que brote la firmeza y solidez necesarias para cimentar el guión y reduce la credibilidad de la idiosincrasia propia de la película. Todo lo anterior, sin embargo, no extirpa el buen hacer que con diestra singularidad se ha llevado a cabo en este trabajo ya que el ritmo y la acción no se ven en ningún momentos enredados o atropellados, y la mezcla de subgéneros (monstruos, ciencia-ficción, psicológico, fantástico, satánico) funciona impecablemente. Únicamente elimina el atrevimiento e innovación necesarios para convertirse en todo un clásico.
Por último, los actores cumplen con su cometido, pese a la inexistencia de definición de sus rasgos propios y característicos. El papel que interpreta Aaron Poole es plano y no brilla como héroe. Algo similar acontece con el papel de Kenneth Welsh, como nuevo dios o nuevo profeta. La escasa elaboración de los mismos, insistimos, desprecia la fuerza, energía y vigor derrochados por la parte técnica a la hora de crear un nuevo universo; eso sí, sin desintegrar la película en ningún instante.
En definitiva, The void es un gran filme que le falta lo necesario para llegar a ser un clásico: los desaciertos empañan la embriaguez visual y sensorial que se nos ofrece desde el primer minuto. Se merece un justísimo notable en nuestra clasificación del Elotroladodelterror.
elotroladodelterror
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7
18 de mayo de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Déjame salir es un renovado e innovador thriller de terror en el que el racismo adquiere un carácter insólito y se convierte en un arma de inducción de terror. Es una sátira de horror como nunca antes contada. 103 minutos de pura tensión y ansiedad que no dejaran indiferente al espectador.
En el apartado técnico, la película posee una eficaz dirección que acompaña firmemente al guión, que es el verdadero protagonista. Sin alardear de recursos técnicos lo deja desarrollarse cómodamente y para alcanzarlo, cada movimiento de cámara y encuadre se destina a producir la tensión necesaria para narrar la historia, sin apenas desplegar algunos de los recursos más habituales del género (uso de movimientos ralentizados de cámara y de tomas largas en escenarios bien iluminados). Igualmente, la banda sonora realiza su papel con inquietantes y amenazadores estribillos, pero elevándose lo suficiente sin desorientar al espectador.
En el apartado argumental, pese a una inicial falta de originalidad y con algún que otro detalle sin armar, el guión muestra una substancial firmeza con el racismo como temática argumental principal. Esta cuestión social ha sido explotada prácticamente desde todos los puntos narrativos tanto por menores como por consagrados directores y ha dado, indudablemente, grandes obras al séptimo arte, hasta tal punto que hoy en día es difícil encontrar algo novedoso. Sin embargo, su aplicación en Déjame salir como elemento para producir terror es tan original – o al menos renovada – que este hecho explica gran parte de su éxito. Esto tiene lugar porque la cinta de Peele rompe de manera satírica con la obstruida y desafortunada manera con la que el cine de terror ha venido tratando el racismo durante décadas, lo que le ha permitido adquirir la libertad suficiente para recrear su convulsiva y perturbadora atmósfera a la hora de narrar este thriller. Eso sí, sin olvidar la pertinente crítica social al cinismo e hipocresía de cierto grupo social progresista estadounidense. Y tan relevante es esta transformación que queda manifiestamente matizada en la película. Lo explicamos.
La idea con la que el cine de terror representaba el racismo queda resumida en la primera escena, ya vista tantas veces. Ésta presenta una persona de color que al pasear tranquilamente por un barrio de los arrabales es atacada por un hombre enmascarado que llega en un Porche. (Por cierto, se trata de un homenaje a Trayvon Martin, asesinado en similares circunstancias). Esta primera escena finaliza y sin conexión alguna da paso a la historia de la idílica pareja interracial en la que sus diálogos tienen como protagonista análogamente al racismo, aunque distinto. Es también real, pero cotidiano y ordinario. Es un espejo de lo que lamentablemente ocurre a menudo en nuestro entorno: está presente cínicamente y rodeado de un perenne intento de desfigurarlo como tal. Ello configura en Déjame salir una traviesa e irritable tensión racial que se va acumulando paulatinamente conforme avanza el metraje y que marca de manera concienzuda y meticulosa el ritmo de la historia. En efecto, lo que ocurre en su interior esboza ese nerviosismo, ansia e inquietud propios de ese universo del terror en el que el protagonista tiene que defenderse continuamente de lo que le sucede. ¿Pero aquí se trata de una simple torpeza o de la existencia de algo oscuro y secreto? La respuesta es revelada por medio de un frenético, violento y rabioso desenlace, donde, como no podía ser de otra manera, el latente racismo surge con una fortaleza y crueldad grotescas para dar fin al filme.
Otro aspecto a destacar en relación con el aspecto argumental es el inteligente y locuaz humor desplegado en toda la película. Esta efectiva fusión entre humor y terror da una mayor consistencia al guión a la hora de crear la atmósfera ideal. Los donaires y la ácida ironía utilizados durante todo el metraje surgen en los instantes justos y relajan suficientemente al espectador para sacudirle cada vez más fuerte con los distintos golpes de efecto a medida que pasan los minutos. Indudablemente, Peele muestra su notorio talento en el mundo del humor en su ópera prima.
En el apartado artístico, la actuación de ambos protagonistas es excelente (Allison Williams, Daniel Kaluuya). En particular la realizada por Daniel Kaluuya. Criticado por no ser afroamericano, recrea intachablemente su papel. Sus miradas, silencios y gestos de perplejidad sobre lo que ocurre asisten al guión al igual que los comentarios de LilRel Howery. Sin ellos algo inconcluso quedaría esta obra. Destacamos similarmente Catherine Keener y Bradley Whitford como padres de la chica, que cumplen a la perfección su rol.
En definitiva, Déjame salir puede ser la película de terror del año, pues reúne todos los elementos necesarios para alcanzar tal distinción. Para Elotroladodelterror este filme merece un logrado notable alto.
elotroladodelterror
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2
4 de abril de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lake Eerie parte como una historia de casas encantadas, para dar paso a un esperpéntico thriller con maldiciones egipcias incluidas, y finalizar como una patraña de ciencia ficción entre dos mundos paralelos con inverosímiles monstruos.
Poco decir de esta película. Con un formato televisivo más que cinematográfico, Lake Eerie mortifica al género de terror en general más que representarlo. Y lo lleva a cabo mediante una dirección ineficiente e ineficaz que no permite que el terror pretendido brote en ningún instante. Ello es debido a que todo lo que se nos muestra es expuesto como por exigencias de la tradición cinematográfica del género, no por coherencia con lo que se nos está narrando. Asimismo, la historia se desmorona por todos lados y rara vez atrae la suficiente atención para mantenernos inmóviles en la pantalla. No sabemos si se trata de un filme sobre casas encantadas, un thriller o una película de ciencia-ficción. Mezcla todos los subgéneros sin conexión, incluso cuando utiliza la temática siempre «bien efectista» de la maldición egipcia. Además, la interpretación no es creíble. Especialmente la actuación de Autumn (Anne Leigh Cooper), que aparece y desaparece de escena injustificadamente y cada vez que lo hace es para decretar una inverosímil e inexplicable teoría que su profesor le comentó por teléfono. El maquillaje es funesto. Los efectos especiales son muy limitados: el «mundo paralelo» viene simplemente representado como la casa de noche y a oscuras y los monstruos que lo habitan más que dar miedo, dan lástima.
Somos conscientes que esta película se trata de una apuesta personal de su director y que, como tal, sufre de un reducido presupuesto, a pesar de contar fugazmente con el veterano Lance Henriksen. De la misma forma, sabemos que innovar en el cine de terror es arduo complejo. Todo está inventado o casi todo. Con independencia del subgénero que encarnen, las historias de terror se repiten una y otra vez, año tras año. Por otra parte, hemos de señalar que no cabe duda que un diestro director y un alto presupuesto puede ayudar a mejorar cualquier cinta. Pese a ello, consideramos desde elotroladodelterror que un limitado presupuesto o la posesión de la etiqueta de filme independiente no pueden ser utilizados como excusas para justificar el mal hacer general de cualquier obra de Terror. Y esto es lo que acontece en la más que suspendida Lake Eerie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
elotroladodelterror
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