Mientras Woody tiene celos de Buzz desde su primera aparición, Buzz va descubriendo que es un juguete normal y corriente. No es lo que creía ser. No es ningún héroe ni salvador. Es un juguete, como el resto.

Woody ansía los accesorios chulos y nuevos que Buzz tiene. Woody es un personaje real, celoso, envidioso, que se vuelve loco al tener ambición. Sin embargo, el mismo Buzz durante la película tiene una crisis porque se percata de que no es lo importante en un juguete. Para su sorpresa, no es eso lo que te hace más especial, no te hace ser más que eso, un juguete como los demás. Buzz se deprime ante la realidad sobre sí mismo y su origen.
Buzz desea ser más, al igual que Woody, quieren ser más que un juguete. Pero no es sino cuando afrontan lo que son, juguetes leales a un niño al que quieren divertir, cuando consiguen ser más de lo que realmente son y superan sus propias capacidades, usando su astucia y su fuerza de voluntad.

Es crucial ese momento en el que ambos han abandonado ya toda esperanza, ese momento en el que se han resignado a morir como simples juguetes en una explosión porque un niño los puede dominar fácilmente.
Buzz tiene entonces esa epifanía observando su zapato: su verdadera misión es hacer feliz a Andy. Así es como se van a sentir realizados personalmente (o "juguetilmente"). Buzz renueva sus metas y sus sueños, decide qué es lo que quiere hacer, y así consigue por fin que Woody también renueve su ambición y abandone definitivamente la envidia.

Woody y Buzz son más que dos juguetes. Son dos personas reales, hechas de madera y plástico, con sus virtudes y defectos, sus sueños frustrados y sus metas alcanzadas. Son tan humanos como sus espectadores adultos.

Es una obra que recoge arcos de todos los villanos icónicos del cine de Spiderman hasta la fecha, los une con sus consecuentes relaciones y químicas, los hace aún más interesantes cada uno con sus desarrollos y completa sus redenciones al más puro estilo Dragon Ball: convirtiendo a los villanos en seres sintientes a los que se les puede dar una oportunidad. Pero mucho menos arquetípico. Unos villanos muy bien entendidos por el equipo creativo, todos cojean cada uno por un lado distinto al del resto y sus mecanismos están bien reflejados en pantalla, bien construidos, a pesar del poco tiempo que tienen algunos de ellos (como el Hombre de Arena o el Lagarto) en lo dramático. Los hace más humanos que nunca.

Y no solo de los villanos. Este largometraje trae de vuelta a los Spidermans de Andrew Garfield y Tobey Maguire para completar también sus arcos y darle una guinda final a sus historias, entrelazándolas además con la trama del Peter Parker de Tom Holland. Como hemos visto otras veces, pero de una forma aún más espectacular, nos encontramos con unos Spidermans más maduros, más curtidos y con más sufrimiento a sus espaldas por ser como son, que recogen a Tom Holland del suelo para llevarle a lo más alto: a la madurez y a la cumbre de un héroe que ha aprendido a base de palos. Todo da sensación de que está bien sembrado y recogido porque realmente lo está: no solo recoge desarrollos de personajes del MCU, sino de Sony y los conecta de una manera formidable. Y como muestra, el Duende Verde siendo terrorífico al más puro estilo Joker, una de las escenas finales en la que Spiderman parece un Batman torturado como el que esperamos ver con Pattinson... hasta que el Spiderman más curtido y que tiene una cuenta pendiente con su archienemigo le salva de un punto de no retorno. Unos engranajes perfectamente conectados, Marvel y Sony, funcionando con un tempo preciso y pulcro.

En esta película, el Spiderman de Tom sufre mucho. Muchísimo. Y es su trama, unida a las sorpresas pertinentes, la que consigue que este guion sea una masterclass de ritmo en una cinta. Es un vaivén de idas y venidas, de golpes y resurgimientos, un descenso y un retorno de los clásicos en Spiderman, pero al estilo más heróico.

No Way Home es sorprendente y servicial pero también sumamente cuidada. El arco de Tom Holland coge el lema tan conocido, "un gran poder conlleva una gran responsabilidad", para darle la vuelta y contarte que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y a veces esa gran responsabilidad es saber con qué cargar y con qué no. Por qué luchar, qué sacrificar. Saber dar un paso atrás y no mirar hacia sí mismo en los momentos más difíciles, justo como hace al final con un gran cierre de él y MJ, y su traje clásico de los cómics. Casero, tocando fondo, empezando desde cero, con perseverancia, con entereza. Al principio vemos al Spiderman más joven y al más inmaduro, para acabar viendo al más heroico, al más sacrificado, tras despedirse de un Spiderman que se ha redimido con la muerte de Gwen Stacy y otro con la de su mejor amigo y su padre, Norman Osborn. No Way Home es cómo te sientes cuando tienes que abandonar todo lo que conoces porque sabes que es lo correcto. No Way Home es la esencia de Spiderman con una elegancia sublime y un amor por la escritura necesario. Un Endgame a la inversa: ¿hay que salvar el destino de unos villanos que sin duda merecen una segunda oportunidad, como salvamos a los nuestros cuando tocó hacerlo? ¿O no es nuestra responsabilidad?

No Way Home habla sobre aprender, reencontrarse y sobre todo, dejar ir.