Excelente película que plantea la reflexión del mundo civilizado que participa en el negocio de la guerra.

Mientras se describe la violencia cercana en forma de acoso en el colegio a un chaval, se transmite también una violencia lejana más compleja y elaborada, que acaba afectando lo cercano. La de vender camiones por parte de Suecia, que se modificarán después para convertirlos en plataformas lanzacohetes para ser usados en guerras a miles de kilómetros.

El protagonista deja a su familia en su país harto de la guerra. Forma una nueva familia en Suecia y allí es localizado para impedir que su país siga siendo masacrado usando a la primera familia como rehén para que asuma su nueva misión.

Una película con un ritmo sin pausa llena de planos y secuencias muy sugerentes donde quedan reflejadas las conexiones en un mundo globalizado y como la violencia a pequeña y gran escala va dando forma al mundo que conocemos. Me ha sorprendido gratamente. Toda una joya.

Es imposible poder tomarse en serio el film clásico Frankenstein de la Universal de 1931 si has visto antes El Jovencito Frankenstein porque todo te da risa.
Da igual la escena que visiones del clásico, porque tu inconsciente la transmuta en la escena equivalente y similar de la genial parodia-homenaje de Mel Brooks,

¿Qué mas se puede decir de una película con un casting genial, diálogos brillantes e hilarantes y una excelente factura técnica y puesta en escena en blanco y negro? Visión obligada. Y en cualquier circunstancia, porque despertará la simpatía y cuando no, la carcajada a mandíbula batiente del espectador.

Tanto los diálogos como las situaciones descritas responden a clichés mil veces visto. Aparentemente la película carece de originalidad y abunda en diálogos facilones. El asunto está en que finalmente la película acaba adquiriendo un tono oscuro y desasosegante.

Al final no está tan mal.

Un grupo variopinto de estudiantes acude a un campamento de trabajo, donde está empleado un cocinero que fue marinero y con alto concepto de sí mismo, pretende manipular a toda persona que se le acerque para conseguir sus propósitos. Detrás de un personaje que aparenta ser cercano, simpático y accesible se esconde un auténtico psicópata.

Si nos damos prisa tras este asalto antes de que anochezca, nos dará tiempo de poner más minas, dice el soldado después de haber colocado una en un lugar muy delicado, haber leído la inscripción Made in U.S.A y darle un beso.

No había visto la película hasta ahora y me parece que es un relato crudo y real sobre la guerra.
Y esta es la guerra de la ayuda humanitaria, de los funcionarios de la ONU, de unos seres humanos que comenzaron una guerra y que se destruyen a sí mismos. Y unos periodistas que quieren saber la verdad y hacérsela saber al mundo. Y el mensajero también puede vender carnaza a los televidentes del mundo.
Una modesta obra maestra.
El tono, enfoque y detalle del Director es de una precisión y finura al alcance de pocos.
Ciertamente, conoce lo que filma para suerte de todos.

Una película de la Lista de obligada visión en las escuelas, como lo sería también en esta perspectiva fílmica Paradise Now.

Un humor extraño y, sin embargo, cercano, impregna esta película tan original.
Otro planteamiento más sobre los que sirven y los que son servidos. Amos y criados. Dueños y asalariados.
La vida de una criada entre las paredes de una casa, propiedad de gente bien.
Una familia que tiene un alto nivel de vida económico, pero que también padece cotidianos problemas. Como todo el mundo.

La nana forma parte de la familia desde hace muchos, muchos años.
Y ahí se encuentra otro encanto (uno de tantos) del film. La descripción con la precisión de un cirujano de esa finísima e imperceptible línea entre la familia estricta y quien les sirve, a veces consuela y (en este caso concreto) despista y aturde sin saber muy bien por qué.
Resulta que parte de la familia tiene comportamientos más inmaduros que la propia nana.

Una obra para disfrutar en pleno invierno mientras fuera se acumula la nieve, o se derrite el asfalto durante una calurosa tarde de verano. Son de ese tipo de películas sin grandes pretensiones, que te descolocan y cuando conoces a la nana y sus motivaciones no puedes borrarte ya la sonrisa hasta los créditos finales. Y más allá. Hasta carcajadas provocan ciertas situaciones. tal es la ternura e inocencia que destila, después de todo.