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Críticas de Travis Bickle
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
5
24 de febrero de 2022
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una bobada. Eso es Licorice Pizza. Una película centrada en dos personajes pavos, idiotas, repelentes, sin gota de gracia y más sosos que un salero recién fregado. No hay historia alguna ya que no se cuenta absolutamente nada. Todo aquello que dicen, hacen, sienten o viven los personajes te resbala totalmente ya que no te sientes atraído ni por sus preocupaciones ni intereses.

Uno lee de críticas profesionales cosas como “interpretaciones soberbias”, “oda maravillosamente nostálgica y evocadora a la juventud”, “vibrante y efervescente”, “la mejor película de 2021”, “furtiva profundidad sentimental”, “película infinita de amor y reconocimiento”, etc., y simplemente piensas que, si en lugar de Paul Thomas Anderson esto lo dirigiese otro caballero sin ninguna fama y reconocimiento previo, esto pintaría de otra manera. No hay comedia, no hay drama, no hay romance, no hay acción, no hay nada. Imaginen a un adolescente que va de sobrado (reto bastante sencillo) que se encoña de una tipa unos cuantos años mayor que va de madura y que no se cansa de recordar que los demás son unos niñatos, pero no hace otra cosa que demostrar una falta de madurez y “ennortamiento” muy preocupantes. Pues bien, de lo que ocurre entre ellos y su entorno, que es un conjunto vacío, han hecho una película. Y en medio de todo ello, a modo de cantoso pegote, nos cuelan el lamentable capítulo de Sean Penn y Tom Waits y, poco después, el de Bradley Cooper.

Se deja ver por estar bien rodada, la conseguida ambientación y sus escenarios, algunos temas musicales reconocibles para los que tengan un mínimo de cultura musical más allá de las Aitanas y Tanganas de turno y por el personaje interpretado por Harriet Sansom Harris. Eso sí, hay momentos de la película en que mantienen de fondo la banda sonora sin ningún sentido y significado y llega a volverse un pequeño incordio.
Travis Bickle
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El autócrata
MediometrajeDocumental
España2023
5,6
277
Documental, Intervenciones de: Joaquín Leguina, Rosa Díez, César Antonio Molina, Tomás Gómez ...
6
18 de junio de 2024
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Que Pedro Sánchez es lo peor que le ha pasado a España desde que es una democracia eso lo sabe cualquiera siempre que en su cerebro haya, aunque sea, dos neuronas y por lo menos una de ellas sepa montar en bici con ruedines y la otra sepa medio leer siguiendo el dedo. Nadie habla mal de Adolfo Suárez o de Calvo-Sotelo. Luego pasamos a Felipe González con sus luces y sombras y llegamos a José María Aznar con esas ínfulas de grandeza a la americana, pero con la típica cutrez española. Parecía imposible superar el zafio nivel autofellatio de Zapatero con esa cara de lánguido e indecente sobón. A él le debemos, entre otras mierdas, el Ministerio de Igualdad y a lo que hoy se ha llegado en temas LGTBiqrstuvwxyz+∞. Mariano Rajoy hizo lo que pudo, pero al menos se le veía nobleza y nos ha dado los momentos más divertidos y risueños que la Moncloa nos ha podido ofrecer. Claro que ese no es el objetivo de la política, pero como mierda vamos a seguir tragando igual, mejor hacerlo con alguien que te hace reír a tener que hacerlo con alguien que te está dando por el culo sin gustarte, pero te intenta convencer de que es lo mejor que te puede estar pasando y si no lo piensas o sientes así, es porque eres facha. Y llegamos a Pedro Sánchez, un ser a cuyo padre estrecharía la mano y profesaría un gran respeto y admiración si nueve meses antes de un 29 de febrero de 1972, se hubiese enfundado un condón en su miembro viril.

El documental, bastante laxo para mi gusto, empieza con una frase célebre de Parménides del siglo V A.C: “la política es el arte de engañar a los hombres”. Y hay que reconocerlo. Si atendemos a esta sentencia, Pedro Sánchez es el rey. No tiene rival. Es el maestro de los maestros. Es un ser sin escrúpulos al que le suda la polla todo. No tengo la menor duda de que vendería a sus hijos, su mujer, su madre o su propia alma, si es que aún la conserva, por un efímero instante más de poder. Así de vacía es la vida de este tirano traidor. Una persona que no ha dicho una puta verdad en su jodida vida (tesis doctoral incluida) es lo que tenemos como presidente del Gobierno de España. He llegado a pensar que es lo que verdaderamente nos merecemos como sociedad porque, en el fondo, es lo que estamos permitiendo y legitimando en las urnas. A fin de cuentas, al español le suele sudar la polla todo bastante siempre que tenga su terracita y cervecita debajo de casa, un partido de fútbol cada día de la semana, sus fiestas patronales, su Semana Santa y su “charanga y pandereta”. Somos el país número uno en economía sumergida, a nivel educativo somos una auténtica vergüenza, la crisis de valores dejó de ser crisis hace tiempo pues hoy directamente no hay unos valores que conformen un carácter respetable en un individuo y/o sociedad. Somos el país de las “ayudas”, los de la mano tendida, los de las fronteras abiertas, los del turismo de borrachera, un país “gayfriendly”, los que protegen la okupación, los que amnistían a delincuentes y terroristas, los que se pueden permitir tener o haber tenido en un gobierno fieles reflejos de lo que abunda en nuestra sociedad tales como analfabetos profundos (Irene Montero), cromañones prepotentes (Óscar Puente), hooligans (María Jesús Montero), falsos indecentes (Yolanda Díaz, Pablo Iglesias, Grande-Marlaska), tontos del culo (Félix Bolaños), estúpidos engreídos (Mónica García) y los típicos don nadie (Pilar Alegría, Isabel Rodríguez, Ana Redondo, Ione Belarra). Y como bonus track meteremos la maldad personificada (Pablo Echenique).

Lo más curioso de todo es que absolutamente todas las intervenciones que se escuchan vienen de antiguos dirigentes del PSOE y no de sujetos procedentes del fango y la “fachosfera” (PP y VOX). Supongo que todos estos, al igual que Felipe González o Alfonso Guerra, para este PSOE tan tolerante, solidario, abierto, democrático, libre, social, ético, moral, responsable y un largo etcétera de medallas autoimpuestas, habrán pasado al lado oscuro del reverso tenebroso y casi casi que pasan a ser los padres cofundadores del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Porque ante todo, si una cosa está clara, es que si no piensas como ellos ni les estás agradecido de que te estén protegiendo de la llegada de la temible derecha y extrema derecha que son los malos malísimos del mundo mundial y, por ello, debemos aguantar todas las barbaridades que ellos se propongan hacer y decir porque para eso son los buenos y lo debemos consentir, si no haces esto, ya sabes lo que eres: facha, racista, machista, homófobo, xenófobo, etc. Pues bien, ya que soy un hombre blanco y heterosexual y por haber nacido así ya cumplo todas estas características, siempre estará ahí Pedro Sánchez y su gobierno de coalición progresista para recordármelo a cada instante. Luego está en que me importe tres cojones las etiquetas que vayan repartiendo por ahí una panda de profundos desnutridos mentales.

Todos los dirigentes y altos cargos que aparecen en el documental me resultan medianamente coherentes en su discurso crítico diciendo y argumentando aquello que todos ya sabemos y que sólo el fanático come-gambas de carné y “paguita” podrán negar. Eso sí, aunque pueda estar en lo cierto, no soporto cuando Rosa Díez nos imparte sus clases magistrales de psiquiatría forense. Otra que no sabes si viene o si va y, para cuando quieres acordar, ya no está.

Hay un pasaje en el documental en donde puede verse una intervención de Albert Rivera. Debo reconocer que, con la perspectiva del tiempo, el soso exlíder de Ciudadanos hizo en su momento toda una premonición en el Congreso de los Diputados de lo que el autócrata y ególatra tenía ideado como su plan perfecto. No sabemos si es que en alguna reunión de cócteles con sombrillita se lo chivaría y el bueno de Albert quiso alertarnos, o es que verdaderamente Rivera no era tan tonto como parecía.

Sigo en la zona de spoiler por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Travis Bickle
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8
31 de mayo de 2021
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruella se desliza sobre el filo de la navaja para acabar triunfando con arriesgados cambios que podrían haberla hecho claudicar. Veamos, pues, sus personajes:

Cruella: la existencia de esta película, así como otras del mundo dálmata o centrados en el personaje de Cruella, es gracias a que la auténtica Cruella de Vil que aparecía en 101 dálmatas (1961) era una puta loca, fumadora compulsiva, anoréxica de tez enferma, amante de las pieles caninas, con maldad en sus venas y una auténtica y orgullosa tirana. No cabe duda que de no haber sido así, jamás habríamos visto esta y otras películas. Esta Cruella (Emma Stone) ni está loca, ni fuma, ni es mala, ni le gustan las pieles, es amiga de los perros y encima está buena. Pero funciona. Se alejan tanto del personaje original que crean uno propio con ciertas influencias y lo que consiguen al final termina encajando. Con menos sustancia y gracia que la cena de un vegano, pero reforzado por la potente interpretación de Emma Stone que sin duda le imprime un carácter propio muy reconfortante. Con esto más el añadido a esa cara y esa mirada donde a veces puede intuirse un cierto desequilibrio mental y que a veces parezca sacada de una peli de Tim Burton, ayudan a darle ese punto de oscuridad que debía tener.

Baronesa: toda la maldad, frialdad, prepotencia y arrogancia que se le esperaba a Cruella resulta que nos lo da la Baronesa magníficamente interpretada por Emma Thompson. Es el otro gran pilar de la película y, particularmente, mi personaje favorito.

Gaspar y Horacio: salvo que para Horacio la comida sigue siendo algo importante, de nuevo, poco se parecen estos a los originales. Antaño eran graciosos, imbéciles y realmente estaban hasta las pelotas y acojonados de su jefa Cruella. Ahora, el trío es una familia y estos dos lejos de ser lerdos, son avispados. Por cierto, si haces el esfuerzo en buscar un actor que se parezca a Horacio, ¿por qué no hacer lo mismo con Gaspar?

Buddy y Wink: los siempre fieles amigos curtidos en mil batallas y piezas fundamentales en cada situación de la película. Me ha gustado mucho ese toque de Wink a lo John Ford.

Otros: ahora es cuando viene lo oscuro de verdad más por el fondo que por la forma. Que haya cambios o apariciones de personajes poco convincentes se puede entender como parte de un todo donde hay aciertos y errores. El problema radica en contentar a las hordas de sedentarios intelectuales cuya única lucha es hacer el fantoche cada vez que pueden más por llamar la atención que por convencimiento y denunciar, qué sabe nadie, desde la comodidad de su hogar vía Twitter. Ahora la dama inglesa estirada de Anita es negra con pelo a lo afro; Roger no sabemos muy bien lo que pretende y parece venido de Bollywood y luego tenemos al personaje sarasa de turno con cierto aire a Rod Stewart que si lo eliminas, el fondo de la historia queda intacta. Es decir, está por estar y complacer a las corrientes fecales.

Cruella cumple bien su cometido y entretiene a la audiencia durante sus dos generosas horas con alguna tímida caída del ritmo en algún momento, pero para cuando quieres acordar ya vuelve a haber meneo de por medio. Entre todos sus efectos y contrastes, luces y movimientos y algún plano secuencia destacable, resalta y es muy meritorio todo el despliegue de vestuario y peluquería. Maestros de la costura aprobaría con nota esta película. Sin ser una película graciosa y repleta de acción, tiene algunos detalles cómicos bien construidos y metidos de manera inteligente además de equilibrar bien las dosis de desenfreno y pausa.

Otro gran punto fuerte es la selección de las canciones principalmente para los que muchas veces deseamos cortarnos las venas con lo que tenemos hoy en día. He visto muchas películas con un gran repertorio y reconocidos directores como Martin Scorsese, Quentin Tarantino, Danny Boyle, los Coen o el propio Craig Gillespie a menudo para sus películas utilizan grandes y variados temas musicales, pero ahora mismo no recuerdo una recopilación tan completa como el de Cruella: Supertramp, The Doors, Queen, David Bowie, The Rolling Stones, Blondie, Nancy Sinatra, Deep Purple, The Clash, Tina Turner, entre muchos otros.

Debo acabar, nuevamente, diciendo algo para mi regocijo. Me encantan esas películas que tras unos instantes de títulos de crédito finales vuelven a aparecer imágenes cuando más de la mitad de la gente ya ha salido escopeteada de la sala como si en la calle estuviesen regalando boletos de EuroMillones premiados, o mejor aún, hubiese un desfile de Victoria’s Secret. Podrá identificar a estos seres cada vez más numerosos (por desgracia) porque suelen llegar tarde a la película, no dejan de joder con la bolsa de las chuches, hablan a un volumen como si estuviesen solos en su cuadra, se pierden en la dificultosa ecuación de hallar su número de fila y asiento, tardan en sentarse lo que no hay escrito sudándoles la entrepierna si estorban a la gente de detrás y encima van tocando los cojones con la puta linterna del móvil. El otro día me vi en La 2 la película sueca The square y alguien preguntaba a la gente de la calle: “¿quiere salvar una vida humana?” Mi respuesta: “pues depende”. ¡A joderse toca!

¡Nos veremos en Dinsford!
Travis Bickle
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