Ni joya, ni única, ni grandiosa, ni nada. Tuve la desfortuna de perder mi tiempo con está guerra de sexos ochentera hace algún tiempo; realmente patética, no sé por que tanta alharaca a algo tan indiferente, en la cual se debate, no se actúa; diálogos extensos y aburridos. ¡Con que poca agua nos ahogamos!

Nada esta escrito en el gusto del público, hoy difiero con el trabajo que realizó Alex de la Iglesia hace ya algunos años, donde llevó a cuadro a personajes con alguna discapacidad o malformación congénita en estado de hostilidad incontrolable, que mata y secuestra, atenuado por el género de comedia y el contexto futurista en el que se desarrolla la trama.

Los años de experiencia como cineasta definitivamente van dejando legado y existe una evolución por parte de Alex al elaborar películas con mayor detenimiento, por ejemplo no existe comparación de este trabajo con La comunidad, estelarizada por una de las grandes del cine español: Carmen Maura.

Un bodrio, nada recomendable

Puede sonar un tanto ostentoso ubicarla en esta categoría, incluso mi reacción fue de sorpresa al escuchar esto de gente dedicada a la apreciación del cine, como forma de expresión. Al hacer un análisis retrospectivo de la historia de la industria del cine en México y definitivamente ver la basura de cine que se entrego al espectador en la época de los 80’s, sin lugar a dudas Carlos Enrique Taboada se convierte en un director definitivamente rescatable, con historias muy particulares y que a la fecha no se han hecho nuevas versiones y categorizandose como de culto.

La referencia próxima a nuestro cine es la industria estadounidense, con una gama extensa en el género, (“El Resplandor” de Stanley Kubrick o “El exorcista” de William Friedkin) son ejemplares de palabras mayores. Sin embargo “Hasta el viento tiene miedo” en un principio nos puede resultar un tanto gracioso, pero teniendo en cuenta su guión (no tan viajado) y con recursos finamente utilizados para lograr el terror de sus protagonistas la colocan en un trabajo no desdeñable, y si de lo más representativo de la época.

Este filme se une a la lista de otras cuantas que se han quedado en memoria de gente que nacimos en los años 70, y puede sonar gracioso pero en la infancia era una forma de atemorizar y poner quieto a uno que otro chamaco.

En pleno siglo XXI no es de extrañar el toparse con fanáticos a cualquier afición o culto religioso, donde los límites son rebasados y es exhibido el verdadero “yo” de los allegados a éstas. Con hipocresía los habitantes de este pueblo esperan el paso de los días santos, para así poder disfrutar de los placeres carnales ya que Dios ha muerto y no puede verlos.

Es una película sumamente tediosa con toques de drama y/o documental, encargada de reiterar el atraso en que viven las provincias del Perú (aunque este no sea el objetivo), un rezago sin exclusividad de este país y constante en Hispanoamérica completa.

Claudia Llosa logra un resultado acercado al cine de antropología muy al estilo de Carlos Reygadas, Juan Carlos Rulfo o Felipe Cazals, los cuales van más allá de ser complacientes con el espectador y los desenlaces por lo regular dejen una impresión de insatisfacción.

Madeinusa causa diversas reacciones entre los que hemos tenido la oportunidad de verla; hay quienes se quedan con satisfacción de conocimiento de costumbres en pueblos impenetrables y sus creencias, alejados de la vida citadina; otros sienten pena por exponer situaciones de extrema pobreza y marginación; yo indignado por esa marginalidad y la doble moral nuevamente vista, con discursos poco válidos para los fieles a la religión católica; culto que no permite el avance de los países hispanos por su estupidez y por mantener una posición acomodada que los devotos le dan.

Aburrida y prescindible película, llena de cuestiones, austeridad y un manejo del terror o suspense por demás torpe. Sin elementos de interés y/o atracción. Mal por el cine austriaco, perdida de tiempo y dinero.