Película que probablemente gustará sobre todo a los polacos y eslavos. Sin duda es una buena obra que describe la industrialización en Polonia a costa del sudor, el esclavismo y la sangre de la gente humilde u obrera en ese país tan "católicamente" desigual.

Para mí, lo mejor es la larga, social y dinámica escena del teatro repleto de clase adinerada, burgueses, clase alta, todos ellos asistiendo a la representación artística que se ofrece en el escenario pero a la par con los ojos atentos a los palcos y a sus ocupantes, además de los cuchicheos y lo oídos puestos en qué se dice por la izquierda o por la derecha; también el descanso entre actos, con los intentos de aproximación entre unos y otros asistentes, de flirteos, de negocios, etc. Realmente reluciente y genial este trozo de la película.

Irremediable, sin momentos de relieve, ni uno sólo.

Puños y cerebros poco pensantes, es decir una historia para consumidores adocenados de los que se regodee ante la pantalla con productos de poca reflexión y mucha morralla repelente.

No se la recomiendo a nadie con 7 dedos de luces. Demasiado mala para el dinero que costó hacerla y peor aún para el dinero que ha recaudado.

Quizás porque el tiempo de ahora es distinto y yo fui niño que lei y vi las aventuras del capitán Trueno en tebeos en blanco y negro, sigo prefiriéndolos a esta película repleta de magnificencias y técnicas actuales.

Pero, hay que reconocer el buen trabajo del que ha fotografiado la película, pues en este aspecto es excelente, también las tomas de escenarios naturales son preciosas.

Y lo mejor de todo, el besazo final de Sergio Peris en esos labios paradisíacos de Natasha Yarovenko. Por un beso como ese, merece la pena ver toda la película entera y esperar ese triunfo sobrenatural o postre sensual. ¡Qué boca, Dios mío, qué boca tiene Natasha, y ver como sobre ella se estampa el beso de Mencheta, es el no va más!

Increíble, poco probable, demasiado imposible.

Amorosa de tono aburrido, para gente de la tercera edad, para abuelitas y abuelitos que cuentan batallitas de cuando ellos vivían allá por la mitad del siglo XX junto a un rió y tenían sus aventurillas.

No vayan a verla, es muy mala.