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Críticas de Juanjo Iglesias
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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
10
20 de abril de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Nuovo Cinema Paradiso" se estrenó el 17 de Noviembre de 1988 en Italia y se vió el 19 de Mayo de 1989 en Cannes, ganando el premio especial del Jurado, también logró un Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1989 y el Globo de Oro a la mejor película extranjera el mismo año. En los Bafta consiguió Mejor Película de habla no inglesa, Actor, Actor de Reparto y Guión Original. Es la segunda película de Giuseppe Tornatore.

En su versión original duraba 155 minutos, pero debido al poco éxito que obtuvo en Italia se redujo el metraje a 123 para su estreno mundial. Fué rodada en Italia, en los pueblos de Palazzo Adriano y Cefalú. La mayor parte del metraje fué rodado en la Piazza Umberto de Palazzo Adriano.

Con formato de melodrama nos ofrece un lúcido homenaje al género cinematográfico, y a su historia. Tiene cierto tono autobiográfico, por eso es una película muy personal e independiente en el mejor sentido de la palabra.

Narra la historia de un respetado director de cine llamado Salvatore, desde su infancia hasta un momento crucial en su madurez. Está dividida en tres partes, la niñez del Protagonista, con un papel memorable de Salvatore Cascio, que como curiosidad nació en Palazzo Adriano, en la que se narra cómo Salvatore descubre el cine y comienza a amarlo gracias a su amistad con Alfredo, un operador de cinematógrafo magistralmente interpretado por Philip Noiret. Toda la película es un cuento de amor por el cine, basado en la relación de estos dos personajes. La segunda parte es la juventud de Salvatore, interpretado por Marco Leonardi, donde nos introduce nuevos terminos como el amor por una chica y la tercera interpretada por Jacques Perrín es su madurez, donde el personaje de Alfredo ejerce una sutil función dramática representando la conciencia del protagonista.

Recuerda al Neorrealismo italiano, pero nos ofrece una visión menos dramática y quizá mucho mas emocionante desde el punto de vista artístico. El niño recuerda mucho a películas como "Ladrón de Bicicletas" de De Sica.

Ese homenaje al cine adquiere su mayor expresión al mostrarnos en la pantalla del cine de este pueblo llamado Giancarlo, multitud de escenas de películas clásicas, jugando también con el guión y ese cura censor tan interesante. Son mencionados o puestos en imágenes personajes como Buster Keaton, Chaplin, Monroe, Henry Fonda, James Stewart.

Como película, es valiosísima en mi opinión, porque posee una minuciosa historia que a través de un análisis profundo de sus personajes, nos conmueve profundamente, mantiene ese romanticísmo clásico y consigue una expresión artística y dramática tan fuerte como las mejores películas de Ford. Además técnicamente es muy versátil, es destacable el uso del flashback, el guión es exhaustivo, juega con la fotografía de forma muy acertada y está dirigida con estilo y como digo mucho amor por el cine.

Apasionante historia sobre la amistad y el cine. Mágica.
Juanjo Iglesias
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8
22 de enero de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película producida en 1965 por la MGM y basada en la novela "Cincinnati Kid" de Richard Jessup. De la dirección se encargaría en principio Sam Pekinpah, pero fué despedido por la productora tras proponer un desnudo femenino. Continuó el trabajo el canadiense Norman Jewison, creando un clásico con aroma a derrota y a buen cine.

Es una historia clásica, ambientada en las postrimerías de los años 30, sobre el orgullo y el choque de egos, una batalla despiadada y existencial por un gran trofeo, el honor de ser considerado el mejor jugador de póquer descubierto de Nueva Orleans. Es una lucha entre la fuerza y el vitalismo de la juventud contra la templanza y la experiencia de la vejez. El director maneja con destreza la tension dramática y mantiene la intriga espléndidamente, mediante una serie de relaciones y circunstancias entre los personajes que les otorgan profundidad y consistencia. Así nos vamos dejando llevar hasta la febril batalla en la mesa de póquer, donde cada personaje encontrará la respuesta final a sus miedos y ambiciones.

El reparto es espléndido comenzando por "Cincinnati Kid" interpretado por Steve McQueen, un experto y ambicioso jugador de póquer. Mencionable parecido con el Eddie Felson de Paul Newman en "El Buscavidas".

El gran Edward G. Robinson, mucho tiempo después de deslumbrarnos en películas de Welles o Lang, sigue siendo uno de los actores, que personalmente, más me ha impresionado. Representa esa templanza y elegancia que hace de esta película un clásico.

Karl Malden, de nuevo sorprendente, en un papel que tiene cierta similitud con su personaje en "Un tranvía llamado deseo", con el cual ganó un Oscar. Es el imperterrito luchador por la honestidad y la verdad. Aunque a veces, la voluntad se vea en grave peligro. Brillante.

Joan Blondell, en su personaje de "Lady Manitas" se turnará con Malden repartiedo sobre la mesa el destino de los jugadores.

Nada desdeñables las actuaciones de Tuesday Weld y Ann-Magret.

Ambientada en la ciudad de Nueva Orleans, con música de Lalo Schifrin, compositor argentino procedente del mundo del jazz, nos deja una historia apasionante y algunos retazos muy bellos de la ciudad.

Interesantes y encantadoras, esas partidas a doble o nada con el limpiabotas.

Una gran historia, con excelente reparto e infinitud de detalles, apoyadas en un sólido guión de Ring Lardner y Terry Southern.
Juanjo Iglesias
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6
21 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es 1968 en Estados Unidos. La guerra de Vietnam, los disturbios y los movimientos sociales de cambio invaden el ambiente. También en la pequeña ciudad de Mill Valley, donde la alargada sombra de la familia Bellows ha aterrado a sus ciudadanos durante generaciones. Su mansión, ya abandonada en las afueras de la ciudad, ha creado el mito de casa encantada. Sarah, la más joven de la familia ha transformado su martirizada vida en historias de horror escritas en un libro maldito, que pueden convertirse en historias reales si alguien abre el libro. Stella (Zoe Margaret Colleti), Ramón (Michael Garza), Auggie (Gabriel Rush) y Chuck (Austin Zajur) son cuatro jóvenes aventureros que investigarán la dramática historia de Sarah.

Stephen King ha presentado esta película como horror visceral para competir con `Alien´ y un prematuro Cronenberg: “Ve a verla, pero no vayas solo”. La producción y la colaboración en el guion del oscarizado Guillermo del Toro es otra mágica llave comercial para la promoción de esta interesante obra de terror que se estrenará el próximo 9 de Agosto en cines.

André Ovredal es un joven director de cine noruego que ya venía pisando fuerte con películas como “Troll Hunter” (2010), una cinta de género “found footage” (metraje encontrado) que mezclaba el estilo de “El proyecto de la Bruja de Blair” (Myrick, Daniel y Eduardo Sánchez,1999), con la tradición y la mitología nórdicas. Seis años después sorprendió a los amantes del género con una joya de terror sobrenatural con tintes de thriller titulada “La autopsia de Jane Doe”. Su mezcla de terror truculento con el mejor suspense al estilo Hitchcock le proporcionó numerosos premios en prestigiosos festivales como Sitges, Toronto o el Fantastic Fest.

“Historias de miedo para contar en la oscuridad” continúa la fórmula presentada en su anterior trabajo. Terror visceral y salvaje, que también emplea algún susto que me encogió el alma, muy al estilo del J-Horror, mezclado con un elaborado guion hábilmente diseñado para mantener el suspense. Por él desfilan multitud de los iconos del cine de género desde los años 70 hasta nuestros días. El punto de ternura y belleza crea un interesante contrapunto en este trabajo de Ovredal.

La narrativa destila el clasicismo de las películas del neoterror de los años 70 y 80. Los homenajes se suceden uno tras otro rememorando el horror más académico y mainstream de la última época. “La matanza de Texas”, “Pesadilla en Elm Street” (hay un sueño, en el que es muy obvia la referencia) o “Viernes 13” se advierten claramente como influencias, aunque no comparto la opinión de la ascendencia de Cronenberg o “Alien” (Scott Ridley, 1979), ya que la cinta es más ligera que el estilo de “Cromosoma 3” (1979), “Videodrome” (1983) o “La mosca” (1986), todas ellas firmadas por el maestro canadiense David Cronenberg. Ovredal ha realizado una divertida e interesante evolución del Slasher de los 80, que había quedado muy denostado con series como la homónima “Slasher” (Marin Aaron y Craig David Wallace, 2016). Al fin y al cabo, la intriga principal de este celuloide está más que inspirada en el clásico de Sam Raimi “Evil Dead” (1981), al menos en todo lo referente al libro.

Durante toda la historia del cine de terror, la infancia ha tenido un papel primordial en las narrativas. La relación terror-infancia, por su innegable contrariedad y oposición han dado siempre un juego espectacular. Desde “¿Quién puede matar a un niño?” (1976) del maestro Chicho hasta “El sexto sentido” (1999), la relación entre el miedo y la niñez han sido el material perfecto para la narrativa del miedo. En el caso que nos ocupa es el libro de cuentos para niños de Alvin Schwartz “Historias de miedo para contar en la oscuridad” (1981), el que abre las puertas del horror en el pueblo de Mill Valley. (¿Tendrá relación con Chester´s Mill?).

En esta tesitura, el trabajo de Zoe Margaret Colletti (Stella) se convierte en una machada al soportar todo el peso de la narrativa. Su papel protagonista es tan convincente, tan noble y cautivador que te mantiene pegado al asiento y consigue que empatices con su valentía y buen hacer interpretativo. Pero hay otro personaje que me ha interesado mucho; no es otro que Sarah, la antagonista de Stella, la niña atrapada en la tragedia. Dicen los expertos en espiritismo y los médiums, que cuando alguien muere y deja algo pendiente en esta vida, tendrá que resolverlo antes de hacer el viaje eterno. Ellos, son los fantasmas… Y Sarah es uno de ellos, un personaje basado a todas luces en Louise, protagonista de “Ojos sin rostro” (George Franju, 1960). Este personaje le sirve a Ovredal para crear la moraleja de la película: no por mucho repetir una mentira, esta se convierte en realidad.

El estilo del director noruego siempre ha sido muy personal. La película se ha atrevido a innovar en el sentido de introducir la política y los movimientos sociales de revolución en una cinta de terror. La Guerra de Vietnam, Mayo del 68, la presidencia de Nixon y el comienzo de la retirada de las tropas de Vietnam, conforman un entramado social que hace más creíble la historia. Esto es muy importante a la hora de otorgar empaque a una cinta de un género que tan fácilmente se da al “susto fácil” y a la comedia estúpida. Ovredal sigue haciendo, como desde el principio de su carrera un terror serio y emocionante. Esta mezcla me recuerda a uno de los grandes y olvidados hitos del terror: “Al final de la escalera” (Peter Medak, 1980).

(continúa sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juanjo Iglesias
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8
2 de marzo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El Diario de Noa” se rodó entre finales de 2002 y principios de 2003 en Carolina del Sur. Se trata de la cuarta película dirigida por Nick Cassavetes, que ha sabido continuar con el legado y la herencia cinematográfica que le regalaron sus padres, John Cassavetes y Gena Rowlands. No por realizar con un estilo parecido al de John, que no lo hace, sino por haber sabido crear una pequeña joya, en este caso, con una historia vista una y mil veces.

Amores de verano, apasionados, calientes y sinceros que como estrellas fugaces nos han iluminado a todos en algún momento de nuestra juventud. Amores que han suscitado guiones y más guiones, novelas y más novelas, pero este diario de Noa rodado por Cassavetes, tiene algo diferente. Consigue apartar de sus planos, los típicos amantes de cartón piedra, a los que estamos acostumbrados, para regalarnos una historia que va creciendo en intensidad y emoción según suceden los hechos y sobre todo que cree en lo que cuenta, sin pretender adaptarse a las circunstancias, como hace el cine de este género en los últimos años. La historia como digo no es nueva, pero los personajes y el amor verdadero que sienten y que consiguen transmitir al espectador y convencerlo de su veracidad, es algo realmente agradable, esperanzador y sensible sin caer jamás en cursilerías o deplorables y mezquinas falsas dulzuras.

La frescura de esos personajes y la valentía para contar algo en lo que todos creemos, pero muy pocos disfrutan, es encomiable. No creo que haya más de dos, de cada mil parejas, que puedan presumir de amarse mutuamente con la intensidad de estos personajes y ahí está la diferencia, su auténtico valor como narración y como película. Algo, que para muchos, como yo mismo, es lo más importante en la vida y que muy pocos pueden conseguir. Es cierto que hace trampas, como situar a la protagonista en el rol de jovencita rica y a él como un pobre trabajador en la serrería de un pequeño pueblo norteño, tomando los personajes de Nicholas Sparks, pero aún así resulta completamente creíble. A veces se echa de menos ver tipos feos en este tipo de dramas, pero tenemos el problema de que hoy por hoy no hay Bogarts, así que, es bueno ver a grandes actrices o actores como McAdams o Gosling.

Es fácil decir en 2012 que Ryan Gosling es un gran actor, después de su innombrable y sugestivo protagonista de “Drive”, pero en 2003 ya destilaba la artesanía de los grandes intérpretes. Su habilidad para transmitir las interioridades de sus personajes con gestos simples me resulta abrumadoramente convincente, creativa y bellamente emotiva. Siempre con ese aire introvertido y excéntrico que hace de sus personajes un lugar común para la inteligencia y la sensibilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juanjo Iglesias
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10
9 de septiembre de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera que elegir una traducción para el título de esta película me quedaría con "El que corre sobre el filo", sin duda es una carrera o un viaje exuberante, a través de la más exquisita mezcla de cine negro y ciencia ficción.

Basada en la novela "Do androids dream of electric sheep" de P. K. Dick, nos plantea una revisión del mito de prometeo, una exploración de la moral científica, un análisis sobre la creación y destrucción de la vida, que nos plantea la pregunta de si el hombre será o debe ser tan audaz como para emular a dios. Si Frankenstein es el moderno Prometeo, Blade Runner es el postmoderno.

Plásticamente es absolutamente innovadora, produce una sensación hipnótica maravillosa, donde en un puzle barroco, mezclamos una profunda oscuridad, con bellísimos amaneceres, sombras y luces artificiales, gigantismo y temas clásicos y futuristas en los decorados. Emula estéticamente a Roma, a la Olimpiada de Leni Riefenstahl y ese enorme cartel de "enjoy" al Square Garden de NYC.

Plantea una fusión de géneros exquisita, es ciencia ficción porque nos muestra un futuro aséptico y reconocible, creíble. Es muy destacable, esa mezcla de futuro, donde hay coches que vuelan y elementos propios del pasado antiguo, como un mercado lleno de puestos de comida, donde se venden animales exóticos, y a la vez algo tan de nuestro tiempo como gente en bicicleta. Todo ello está rodeado de un ambiente negro delicioso, casi toda la película se desarrolla de noche, salvo varias escenas en una alborada que nunca llega a su plenitud, además tenemos la sensación de que esa fina lluvia nos envuelve en una especie de ocaso. Harrison Ford, cambia por completo su estilo, para encarnar a un ex-policia, que es una especie de Marlowe despiadado y sin conciencia, según una versión u otra, el personaje adquiere un tono más o menos salvaje o emotivo, pero siempre acercándonos a esa figura del antihéroe. Pero aparte de estos dos géneros, estamos también ante un drama, ante una historia de amor clásico.

Rutger Hauer hace un papel espeluznantemente brillante, es un ángel caído que trata simplemente de vivir más tiempo, y metaforicamente o no, podríamos decir que mata a dios. Debe ser dicho que el maravilloso último discurso de su personaje, fué escrito por él mismo, durante las largas horas del rodaje. Maravilloso.

Sean Young hace un brillantísimo papel, recogiendo la esencia del personaje clásico de femme fatal y Daryl Hanna está bellísima estetica y dramáticamente y Olmos hace un papel muy interesante representando el gran hermano de Orwell.

El análisis que hace de la memoria, como algo relativo a lo más profundo del alma y a la vez algo de lo que dudamos, es inconmensurable.

La música de Vangelis es inolvidable, una partitura futurista, electrónica y ambigua, que bien merece estar en cualquier discoteca de cinéfilo que se precie.
Juanjo Iglesias
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