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Críticas de Juanjo Iglesias
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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
6
6 de diciembre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada he de reconocer que hay trabajos del Sr. Van Sant, que me atraen profundamente por su sensibilidad, crudeza y trato de los sentimientos. Véanse “Drugstore Cowboy” (1989) o “Descubriendo a Forrester” (Finding Forrester, 2000) con un Sean Connery espectacular. De entrada que me encanta el cine independiente, cuando es bueno. De entrada que veo esta peli llena de trampas, con la idea del director de convertirse en adalid ultramoderno y abanderado del cine indy de su tiempo.

Como auténtico rebelde, creo que es acertado influenciarse fuertemente por el primer y paradigmático rebelde de Hollywood, el icónico maestro del cine nacido en Kenosha el 6 de Mayo de 1915, Orson Welles. Eso me parece fantástico, y si en vez de influenciarnos por “Ciudadano Kane” (Citizen Kane, 1941) o “Sed de Mal” (Touch of Evil, 1958) nos dejamos llevar por la adaptación de este buen amante del queso y el fino patrios, de obras de Shakespeare, como “Enrique IV”, “Enrique V” y “Las alegres comadres de Windsor”, el morbo intelectual es tan supremo, que saldrás vencedor en el festival de Venecia, sin ningún género de duda. Muy bien, señor Van Sant, pero copiar escena por escena, “Campanadas a Medianoche” (Chimes at Midnight, 1965) durante cincuenta minutos, cambiando al príncipe Hal y a Falstaff, por un grupo de jóvenes marginados en la ciudad de Portland, me parece tan moderno, que de moderno se convierte en absurdo.

Si la primera hora de película es una adaptación de Welles o Shakespeare, la segunda hora casi en su totalidad pone sobre el tapete la novela de John Rechy “City of night” (1963). Lo que deja las capacidades adaptativas de Van Sant en muy buen lugar, muy al contrario de su originalidad.
A partir de ese lugar, podríamos hablar de una serie de rasgos narrativos, estéticos y técnicos y llenar páginas y páginas con ellos, pero a mi esta idea no me seduce ni lo más mínimo.

Me parece una película del todo manipuladora, si el guión carece de ideas que no sean de Shakespeare y Rechy, la fotografía que firman Eric Alan Edwards & John J. Campbell, no es que sea herencia, es que es una metódica copia de los ambientes creados en las cintas de la época de David Lynch. Y seguimos reafirmando la obra como algo netamente independiente. Un año antes había rodado una maravilla como “Corazón Salvaje” (Wild at Heart, 1990) y cinco años antes mi querida “Terciopelo Azul” (Blue Velvet, 1986) con los mismos ambientes oscurecidos y tétricos en el tema de la iluminación y la fotografía y con la misma sensación de marginalidad irreverente en sus temas.

(sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juanjo Iglesias
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8
30 de marzo de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película Susanne Bier deja cerrada su primera docena de películas. Tras veinte años dirigiendo, después de graduarse en la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca, haber dirigido producciones con tres nacionalidades distintas, haber formado parte y engrandecido el movimiento Dogma 95 y haber vivido su particular periplo en Hollywood, se presentó en 2010 con un excepcional drama cuya bandera es la honestidad.

Ha sido galardonada en este 2011, con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa y el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa.

Personalmente, la veo como una pequeña joya, en base no a su arte, que lo tiene, sino a su mensaje. El guión de Anders Thomas Jensen dibuja un drama inteligente, con buenos personajes, un tratamiento del tiempo muy logrado, con sus puntos de inflexión y sus clímax teóricamente perfectos, pero podría correr el riesgo de caer en un melodrama con moralina. Este problema lo soluciona el propio Thomas gracias a unos diálogos muy elaborados, meditados y llenos de carisma y queda en manos de la virtuosa dirección de Bier, que a modo de escultora modela y da color a esta vorágine de sensaciones, que por otra parte tiene el gran valor de arriesgar mucho y salir triunfante.

Quizá sea demasiado atrevido decir que veo cosas de Ozu en Bier, pero la clave de este filme, es el personaje del padre de esta complicada familia. En este punto es donde Bier teje con suma audacia uno de los personajes más honestos que he visto últimamente en una sala de cine. Un personaje que representa esa idea de un mundo mejor. Mientras la veía, mi memoria evocaba escena tras escena, películas como “Había un Padre” o incluso “Cuentos de Tokio”, en un estilo y tipo de drama completamente distinto, pero con una idea deliciosamente similar. Queda magníficamente interpretado por un actor que sin haber llegado a ser excesivamente conocido, muestra una habilidad muy especial para el drama, Mikael Persbrandt. El resto del reparto queda a su altura y la habilidad de Bier en cuanto a la dirección de actores se ve patente en esos dos prodigiosos niños llamados William Johnk Nielsen y Markus Rygaard.

La virtud de la fotografía de Soborg queda patente especialmente en los paisajes, donde consigue matices muy originales en cuanto a color, con esos fotogramas de perfecta simetría vertical entre un cielo de tormenta y un campo de cultivo, son realmente preciosos, además de jugar con habilidad con la profundidad de campo. Esto mezclado con algunos planos generales y cenitales de Bier, le concede un estilo estético más que interesante.

Un drama sobre el amor y la educación que bebe de mitos como Ozu o Bergman.

Considero el cine como un arte, pero en ocasiones como esta, podría reconocer que también podría funcionar como una herramienta educativa.
Juanjo Iglesias
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6
29 de marzo de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Epstein y Friedman llevan más de veintisiete años realizando y dirigiendo películas documentales conjuntamente, cosa que me llama agradablemente la atención. Con un éxito e interés moderados, nos plantean un biopic, sobre la figura de uno de los iconos de la literatura norteamericana de los 50 y quizá el estandarte de la Generación Beat, que según sus propias palabras, no es una generación, sino un montón de jovenes intentando que les publiquen sus obras, hablamos de Allen Ginsberg.

En mi opinión los pilares son buenos, el personaje es interesante y los directores muestran su admiración y cariño por el personaje y la Generación Beat, pero la película tiene un handicap considerable, le falta ritmo y magia. Veo una excesiva preocupación por las formas y una austera preocupación por la creatividad natural. A la dirección le falta haber hecho justicia al personaje siendo mucho más poética.

Las buenas ideas son muchas, pero están concebidas de forma anodina, valga como ejemplo la utilización de escenas de animación, que evocarían de forma acertada el mundo poético del artista, pero carecen de virtuosismo y no expresan con demasiado rigor la profundidad de los poemas de Ginsberg. Es cierto que recuerda a buenas películas, como "Vals con Bashir", pero es puramente anecdótico, creo que no consigue enganchar al espectador.

Ver al personaje recitando, en esas reuniones que bien podrían ser en la Six Gallery de San Francisco, es de lo más interesante del filme. En este sentido, el trabajo de Franco es loable. Con sus gestos, entonación y comprensión del personaje, eleva de forma considerable la calidad de la cinta, dejando un poso de buena interpretación.

Un defecto del que podemos acusar a los guionistas es de cómo plantea el tema del juicio por obscenidad, celebrado en 1957, contra el editor de Ginsberg. Resulta carente de interés y desfasado, quizá por la idea que tenemos hoy en día de lo obsceno, pero no termina de convencer al espectador, aún teniendo en cuenta que fué algo histórico social y moralmente en E.E.U.U.

En este sentido es mejor el tratamiento que se ofrece del propio personaje, de su poesía y de su condición de homosexual, que el guión explora hasta el final de forma convincente, llegando así a la persona a parte de al poeta.

Su relación con Jack Kerouac o Dylan no hacen más que aportar interés y profundidad a una buena historia que ha sido rodada de una forma no necesariamente satisfactoria.

Pero tiene otras virtudes como su exacerbado lirismo, que me recordaba constantemente a mi admirado Robert Zimmerman, con el que compartió carretera en la Rolling Thunder Revue y que sirvió de inspiración para las letras del disco "Another side of Bob Dylan" de 1964.

La música predominante en la película es el jazz, como muestra de lo que llegó a ser una de las obsesiones de Ginsberg.

Merece la pena por acercarse a este gran poeta heredero de Blake y Whitman. Si a alguien se le había escapado, hay un poema que leer: "Howl".
Juanjo Iglesias
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9
26 de diciembre de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corría el año 1990, cuando el maestro Scorsese, decidió llevar a la gran pantalla una novela no ficticia del escritor neoyorkino Nicholas Pileggi titulada "Wise Guy”. Tras posponerlo un tiempo, debido a la finaciación y rodaje de "La ultima tentación de cristo". Mano a mano crearon el guión "semi ficticio", de la que será en mi modesta opinión, la mejor cinta sobre gánsteres, de después de los 50, con el permiso por supuesto, de la trilogía de Coppola. Obtuvo unos beneficios del doble de su presupuesto. Debido al gran éxito, en 1995, el director uniría sus esfuerzos de nuevo a los de Pileggi, en la realización de "Casino".

Estrenada el 19 de Octubre de 1990 y producida por Warner Bros, fue nominada a 6 premios "Oscar", aunque sólo lograra el de mejor actor de reparto por el gran trabajo de Joe Pesci. A parte fue nombrada la mejor película del año por el "Círculo de Críticos de Nueva York" y recibió numerosos premios más.

El “Chico Listo” nos espeta aquello de: “Desde que tuve uso de razón siempre quise ser un gánster” y esta macarra y barroca historia se lanza al vacío. Con un ritmo frenético nos va narrando cómo un chaval de unos catorce años se va abriendo paso para lograr un importante status en la mafia neoyorkina y posteriormente el declive de su más que ilegal carrera y la de sus compinches. Es narrada a través de tres décadas.

Uno de los puntos fuertes de la cinta es el mencionado guión, si esta peli fuera un disco de doce canciones, once y media serían buenas. Engancha desde el principio y son muchas las escenas memorables. Los personajes son buenos en sí mismos pero los actores los hacen aún más grandes, empezando por el gran colaborador y amigo de Scorsese, el gran Robert de Niro del que no olvidaré escenas como en la que se le ve metiendo dinero en los bolsillos de porteros y camareros como una elocuente metáfora social. Pero con el que de verdad disfruto cada vez que la veo, es con Joe Pesci, que tiene dos escenas inolvidables, por su tensión, cara dura, barroquismo y que son una vuelta de tuerca exquisita y despiadada, de ahí su merecido premio. Entre ellos está un Ray Liotta, que hace su mejor papel hasta el día de hoy y nos muestra cómo hacer albóndigas al mismo tiempo que vender cocaína. Brillante. Lorraine Braco y Paul Sorvino son dos secundarios de lujo.

La fotografía de Michael Ballhaus es una mezcla entre el cine negro y el cine comercial de la época. Aporta una especie de luz grisácea y opresiva como la propia historia y quiere dar la sensación de estar fuera de control, cosa que consigue.

La banda sonora reafirma la historia con elegancia. Se trata de un conjunto de canciones donde destaca algún tema de jazz y cabaret como el “Rags to Riches” de Tony Bennet.

Película imprescindible.
Juanjo Iglesias
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9
26 de mayo de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam Peckinpah se convirtió en uno de los directores más influyentes durante las décadas de los 60 y 70, por dos razones: su controvertido uso de la violencia, como una depuración formal para buscar una renovación y contraponerse al estilo narrativo clásico y su reformulación del género western, llevado a terrenos más violentos, más salvajes.

"Perros de Paja" es paradigmática es estas dos facetas.

Ambientado en un pequeño pueblo británico, nos analiza profunda y sistemáticamente la violencia, desde al menos tres puntos de vista distintos.

Un grupo de personajes representativos de la violencia explícita, debido al alcohol, o la desidia, que a modo de villanos nos hace rechazarlos y odiarlos desde la primera escena. Apoyados y enmarcados en ese clima opresivo y oscuro del pequeño pueblo inglés, el director despacha a gusto a todos sus personajes secundarios creando ese abyecto grupo salvaje que conforman.

El segundo punto de vista lo explica el personaje de Susan George, esposa del protagonista, en un papel en el que no sólo no representa un matrimonio feliz, es todo lo contrario, si no que ofrece un continuo "tour de force" sobre la violencia psicológica. Se mantiene siempre al límite de la infidelidad, el matrimonio se siente acabado desde el principio de la película, mediante esta violencia psicológica mutua tan bien tratada y además protagoniza una de las violaciones más ambiguas de la historia del cine. Un personaje muy al límite pero siempre bien situado dramáticamente. Está muy bien interpretado por Susan George.

El tercer punto de vista es el que representa el protagonista principal, un astrofísico pacífico que llega a este pueblo en busca de tranquilidad para realizar sus estudios y que es provocado hasta la saciedad, para convertirse en un auténtico monstruo. La interpretación de Hoffman es sencillamente brillante, me parece uno de sus mejores papeles. Su personaje, al igual que la película, va "in-crescendo" en todos los sentidos, es un tipo tranquilo, pero al mismo tiempo obsesivo, representa muy bien esa tensión y esa niebla que rodea todo, el rango en el que se mueve hoffman es amplísimo. A lo largo de una especie de viaje psicológico mueve a su personaje desde el punto de vista más pacífico hasta el más violento con una convicción memorable.

La dirección de Peckinpah es deliciosa, mueve la cámara de forma tensa, trepidante, utiliza sobre todo planos medios, situando al espectador en el centro de la batalla, ya sea psicológica o física. Es una dirección típica de western, el bar recuerda mucho a aquellos "saloons", hay primeros planos en la ventanas de la casa rodados como los típicos tiroteos del western, un protagonista solitario, un grupo de bandidos, y una oscura trama que sólo puede resolver este falso héroe. Por todo eso hablamos de esa reformulación del género.

Creo que si no la mejor, está muy cerca de ser la mejor película de Peckinpah, además de un vigoroso retrato de la violencia. Imprescindible.
Juanjo Iglesias
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