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España España · Oviedo
Críticas de Gould
Críticas 664
Críticas ordenadas por utilidad
3
5 de enero de 2017
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de contar con un guion del exitoso Lamar Trotti y una excelente factura, fruto de la espléndida fotografía en Technicolor es, sin ninguna duda, uno de los puntos más bajos de la extraordinaria filmografía del director alemán Fritz Lang. La película narra la organización de la guerrilla filipina en lucha contra la ocupación japonesa durante la segunda guerra mundial en una deslavazada sucesión de peripecias poco emocionantes, unidas artificialmente por la voz en off del narrador, protagonizadas por un grupo de soldados norteamericanos que trata de unirse a la guerrilla filipina tras la caída de Bataan en el momento de mayor dificultad y debilidad del ejército norteamericano en 1942, cuando el general McArthur tuvo que retirarse momentáneamente –“I shall return”, ya saben-. La primera parte de la película es bastante confusa en el relato de la huida, llena de dificultades, de estos soldados hacia Mindanao, pero después mejora bastante aunque se nota que la película está hecha con enorme desgana y falta de tensión general –las malas lenguas cuentan que Lang la hizo tan sólo para pagar sus deudas e incluso llegó a negar que la hubiese dirigido-. Tyrone Power se limita a poner delante de la cámara su cara de pasmo y su magnética sonrisa junto al poco desarrollado papel de Micheline Presle como esposa del independentista Martínez. Resulta igualmente criticable el papel excesivamente protagonista que se da a los soldados norteamericanos en la organización de la guerrilla filipina en detrimento de los nativos lo que provocó una sonora protesta del gobierno filipino. Sencillamente mediocre.
Gould
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4
12 de octubre de 2016
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El artesano Andrew Stone se especializó en un tipo de cine negro realista con personajes de vida cotidiana, típico por otro lado de los años cincuenta, a los que el azar o un error rompe su vida normal. Relatada por la voz en off del protagonista, Jim Osborne es un empleado de banca de vida ordenada y aburrida que decide cometer un robo en su propio banco, hecho a partir del cual entrará en una alocada espiral de acontecimientos. Lamentablemente, las peripecias y tribulaciones de este ladrón aficionado, llevadas con muy buen ritmo, aplastan por completo las interpretaciones de los actores pese a la siempre encomiable labor de Joseph Cotten –un actor por el que siento debilidad- en uno de sus habituales papeles de apocado “common man” un poco nervioso junto a una siempre eficaz Teresa Wright –otra de mis debilidades- como fiel y rubia esposa. Previsible y desperdiciadamente monótona, alarga en exceso muchas situaciones y los momentos de tensión, en ocasiones, no tienen una clara finalidad narrativa. Buena partitura de Dimitri Tiomkin –que merecía una mejor película- y una gran fotografía de Ernest Laszlo –los exteriores de Nueva Orleans está muy bien rodados-para una película bastante prosaica y ligeramente enfática.
Gould
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5
15 de junio de 2018
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aburrida y ñoña biografía del malogrado compositor y pianista Eddie Duchin, prematuramente fallecido a los 41 años. Un empalagoso Tirone Power da vida al protagonista acompañado de la inexpresividad bovina de Kim Novak bajo la descafeinada dirección de George Sidney, un director no solo valorable por sus más conocidas obras -citemos aquí sus dos obras maestras: “Los tres mosqueteros” (1948) y “Scaramouche” (1952)- sino también por las notables “El Danubio rojo” (1949) o “Young Bess” (La reina virgen, 1953)

La primera parte describe su llegada a New York y su progresivo éxito como pianista. Sin dejar de ser en ningún momento acaramelada -y sin querer parecer cínico- la cosa mejora cuando empiezan las desgracias y el guion se embadurna de melodrama. La película está rodada en Cinemascope un formato que, a algunos directores como Sidney, no le hacía sentirse del todo seguro y que, de hecho, evitará en sus tres siguientes películas.

Como puntos a favor hay que reconocer que los números musicales son muy agradables y que Tyrone Power da el pego como Eddie Duchin, con unos magníficos efectos para parecer que toca realmente el piano. Cuenta, además, con algunos buenos detalles como, por ejemplo, la descripción el paso del tiempo a través de diferentes titulares de periódicos que pueden verse en algunas escenas – la hazaña de Lindbergh 1929 o los hechos de Dunquerque en 1940-, en todo caso cualidades todas ellas menores que no logran impedir el que sea, a ratos, una soporífera película, de una gelidez adormecedora, sin mayor interés que un enfermizo afán completista o para aquellos interesados en la vida del biografiado.
Gould
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4
3 de septiembre de 2020
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guionista y director de televisión británico Michael McCarthy (1917-1959) rodó unas pocas películas para la gran pantalla, en algunos casos mediometrajes de variable interés, centrándose posteriormente en el medio televisivo. Retomaría su carrera fílmica con un gran éxito, “Operation Amsterdam” (El robo del siglo, 1959) lamentablemente truncada por su temprana muerte a los 42 años en 1959.

Anne se casa de repente con Robert, un doctor que vive con tres tías en una casa aislada. Pronto empiezan a suceder cosas extrañas: un cierto aburrimiento -el marido está todo el día fuera atendiendo a sus pacientes-, una criada descarada y diversos incidentes como una araña peligrosa. Ella se siente cada vez más sola y rechazada.
No es ninguna maravilla esta modesta serie B de escasos 69 minutos, algo parca y pobretona, aunque cuente con el atractivo de un cierto aire malsano y enfermizo, lo que le redime en parte de su predominante mediocridad.

Regularcilla.
Gould
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5
14 de agosto de 2016
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la fecunda e irregular carrera del director norteamericano George Cukor se combinan al mismo tiempo – a veces en el mismo año- verdaderos clásicos con películas muy menores, según le fuese la inspiración del momento. Así, en 1940, a un drama insustancial como “Susana y Dios” le sucedía la deliciosa “Historias de Filadelfia” o, al revés, en 1941, a una comedia estúpida y sin gracia como “La mujer de las dos caras” le sucedía una buena película como “Un rostro de mujer”. La que nos ocupa es la parte negativa del año 1942 en el que Cukor combinó un muy buen drama de contenido político titulado “Keeper of the flame” (La llama sagrada) interpretado por la pareja Tracy-Hepburn, con esta floja comedia sin demasiada chispa ni ingenio sobre el síndrome de abstinencia amoroso de una mujer que contrata como secretario o amante de cartón, de ahí el título, a un enamoradizo compositor de canciones para que controle su debilidad. Es decir, una previsible comedia de apariencias falsas protagonizada por un impetuoso Robert Taylor y una desmejorada Norma Shearer -nunca se recuperó de la prematura muerte de su marido, el prodigioso Irving Thalberg en 1936 y, de hecho, esta fue su última película- en un rol muy superficial de mentecata totalmente abducida por un dominante George Sanders. Aunque cuenta con algunos momentos buenos –la ristra de insultos entre la protagonista y su secretario o la despendolada pelea entre Taylor y George Sanders- y resulta curioso ver a Robert Taylor en un papel de comedia –cantando incluso, y razonablemente bien-, nada de ello consigue mejorar la decepcionada impresión de un trabajo sin mayores atractivos que los citados sin ninguna las virtudes de una buena y clásica comedia de los años 40.
Gould
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