No deja de ser entretenida esta película, aunque pienso que con algunas salvedades: es demasiado reiterativo el mensaje sobre el racismo y la gordura, acaba cansando; además, muchas veces los diálogos no ayudan a sobrellevar lo divertido que podía haber sido el exprimir con más acierto la acidez de los mensajes que quiere transmitir.
Sube muchísimos enteros el largometraje con los números de baile y las canciones, lo cual quiere decir que los personajes están desaprovechados (John Travolta está desperdiciado y lo mismo ocurre con Christopher Walken, de los que se podía haber sacado mejor partido). Algunas situaciones, en lugar de tener un humor negro (que se hubiera agradecido), pecan de ingenuidad.
Cubren la pantalla la magnética presencia de Michelle Pfeiffer y la soberbia de Queen Latifah.
Es magnífico, en este sentido, el trabajo de casting y la brillante ambientación.
Pese a todas estas salvedades, se sale bailando de la sala; ¡qué grandes eran las Supremes, los Jackson 5 y los 4 tops!!!!

Si todas las obras de directores noveles, por lo tanto, desconocidos, fueran la mitad de buenas que esta, iría la gente en masa a ver las películas; y no en salas pequeñas, como la que ha visto estrenarse en Madrid esta, por momentos genial, Brick. Es una gran copia de cine negro, con todos sus personajes y mujeres fatales; muy bien contada, con pocos medios, una dirección, por momentos sorprendente y unos actores que saben defenderse ante unos papeles que, en lugar de compararles con un pasado que puede calcarse de las grandes obras clásicas del género, les enorgullece ante la capacidad de talento de este director a seguir.

Es una copia descarada de Seven. Se notan todas sus reglas aunque es entretenida por momentos. Intenta, en su desasosegante trama, atrapar al espectador en un conjunto de giros de guión predecibles. Las interpretaciones son buenas y eso logra entretener lo justo para que no pasara desapercibida.

Este es uno de los mejores dramas de los últimos años. Por cómo la casi increíble historia de amor es llevada hacia un final de milagro. Y tiene uno de los finales más bellos que el cine ha visto en mucho tiempo.

Podría haber sido la típica película de concurso universitario de jóvenes cantantes, con sus clichés y todas sus situaciones más que aprendidas; pero por su mala uva y su sentido del humor, además de sus estupendos numeros musicales y las coreografías, "Pitch Perfect" no es una más de las películas al uso y se convierte en una apuesta mucho más entretenida dentro del camino más que trillado de "los malos siempre acaban perdiendo". Eso sí, si se hubiese mantenido esa mala leche de la primera media hora de película, el largometraje hubiese sido mucho mejor. Pero, aún así, su tono se agradece. Y en las manos de John Waters, esa primera media hora de película se hubiese alargado; hubiera dejado de lado el combate entre buenos y malos y se hubiese visto más humor negro.