El Cazador es una vuelta de tuerca al cine habitual de su director, que con gran inteligencia gira hacia el thriller sin dejar de plantear todo su imaginario habitual.

Marco Berger cuenta que él planea su puesta en escena, colocando la cámara en el lugar donde a él le gustaría estar para espiar la escena. Esta declaración de intenciones explica todo su cine. Sus planos llenos de miradas, silencios, sexualización de cuerpos de jóvenes en piletas, seducción homoerótica subterránea. Una estructura narrativa que juega con elipsis, fuera de planos, con las cosas que no se verbalizan, que se toma su tiempo, más interesada en la energía de las situaciones que en la narrativa de los hechos.

El Cazador va un paso más allá y es admirable cómo Berger arriesga saliendo de su zona de confort. Sus protagonistas son mucho más jóvenes (y resolutivos) de lo que és habitual en su cine. Asistimos a un juego de seducción entre adolescentes, que en un momento de la trama, gira hacia el thriller, jugando con la inversión de roles y planteando dilemas morales. El director rompe hábilmente la narrativa lineal y plantea conflictos internos entre sus protagonistas, más interesado en los sentimientos que las situaciones generan que en la resolución de los hechos planteados.

Berger es valiente al hablarnos de sexo adolescente y pornografía infantil sin salir mal parado. Trata a sus personajes con inteligencia y sensibilidad, y sabe utilizar fotografía y música de forma efectiva para potenciar las emociones. Miedo y calentura, emociones coherentes con el hecho de espiar.

En definitiva, un admirable ejercicio de estilo que consigue que el espectador reflexione sobre la heteronormatividad, el sexo adolescente, la pornografía y el grooming a partir de una trama sencilla, sensible y con una puesta en escena que juega con el imaginario habitual del cine de su director, Marco Berger.

Buena suerte, Leo Grande es un film honesto, que busca hacernos reflexionar sobre la sexualidad femenina de generaciones anteriores.

El film aporta una mirada femenina (Directora, guionista y personaje principal femeninos) y sabe jugar inteligentemente sus cartas. Con pocos elementos: Dos personajes, cuatro actos diferenciados, un solo espacio y mucho diálogo, consigue dibujar dos personajes complejos, verosímiles, llenos de humanidad, con sus inseguridades e imperfecciones. Emma Thompson realiza una interpretación notable.

El desarrollo dramático nos muestra un viaje de autodescubrimiento, crecimiento personal de ambos personajes, consiguiendo huir de clichés, tabús, resolviendo muy satisfactoriamente los conflictos planteados.

No deja de ser un film un tanto teatral, pero no por ello muy recomendable a muchos niveles.

Sis dies corrents juega con la apariencia semidocumental, para realizar un brillante retrato de personajes y situaciones cotidianas con evidente mirada social.

Neus Ballús consigue una mirada honesta, que bajo una aparente ligereza y naturalidad, implica un formidable trabajo de dirección de actores, y una ambiciosa y compleja elaboración de un subtexto, mucho más profundo y inteligente de lo que aparenta.

Espectacular la construcción del personaje de Valero Escolar, que consigue inspirar ternura y empatía en su proceso de aceptación de su coprotagonista Moha. Es una delicia poder asistir al día a día de la clase trabajadora, sin cargar las tintas en el drama social, pero sin renunciar ni un ápice a plantear temas como la integración de la inmigración, o las oportunidades de ascenso social de la clase trabajadora.

Ballús consigue todo eso, y encima nos hace pasar un buen rato con su propuesta, honesta y cargada de subtexto social.

Ron's gone Wrong es cine familiar. Animación sin pretensiones.

Técnicamente impecable, lo mejor del film es la reflexión que plantea sobre la idolatría a la tecnología en la sociedad actual. Aunque el desarrollo sea previsible y los personajes unidimensionales, es una película easygoing, disfrutable si no se le pide más de lo que ofrece: entretenimiento familiar.

Trading Places es un buen exponente de comedia norteamericana de los ochenta.

John Landis dirige esta parábola en clave cómica sobre la contraposición de dos mundos (tan primario como ricos vs pobres) en una especie de versión moderna de "El príncipe y el mendigo" de Mark Twain mashupeado con "Las Bodas de Fígaro" de Mozart y "Saturday Night Live", el famoso show de Tv de la televisión yanqui.

Landis, nombre mítico de los años ochenta, al dirigir el videoclip "Thriller" de Michael Jackson, y productos muy dignos como "Un hombre lobo americano en Londres"(1981) o "Blues Brothers" (1980), aprovecha la vis cómica de su reparto y sabe aprovechar los elementos cómicos de una historia, que vista desde la perspectiva del siglo XXI, adolece de todos los tópicos de la cultura pop mainstream yanqui de los ochenta: Chistes racistas, homófobos, misóginos, yanquicentrismo, casi nula relevancia de personajes femeninos (Jamie Lee Curtis robaescenas, se come la cámara y salva parte de la función), todo ello desplegado sin pudor, ni consciencia, como mecanismo para conseguir risas y recaudación de taquilla.

A pesar de todo ello, el film incluye un subtexto de crítica al capitalismo salvaje muy interesante, y puede ser visto con agrado, ubicándolo en su contexto histórico.