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Críticas de Antonio Morales
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Críticas 1.537
Críticas ordenadas por utilidad
8
31 de agosto de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos y muy diversos cineastas actuales (J. L. Godard, A. Rockwell, W. Wenders, M. Kaurismäki) han hecho comparecer en sus imágenes la figura de Sam Fuller, para que, con su puro eterno en la boca, mascullara su credo sobre el arte del cine. Quizá como homenaje antes de su fallecimiento en 1997, un autor insobornable cuyas obras, como los mejores vinos, se revalorizan día a día, nuevo ejemplo de la modernidad incombustible de los clásicos. Su cine arrancó con la furia de un tornado en los años cincuenta, como el de Fleischer, Siegel o Aldrich, todos ellos maestros de la serie B y cineastas aptos para abordar con éxito cualquier género. Fuller hizo malas migas con los productores y con el sistema de producción Hollywoodiense, su camino fue el del exilio temprano, no siempre acertado, pero siempre apasionante.

De lo que legó al cine americano (docena y media de películas robustas, pura dinamita) “Manos peligrosas” es un buen ejemplo. Thriller admirable, en su día repudiado por su tufillo patriótico y anticomunista (no hay que olvidar, que la caza de brujas y la guerra fría, estaban en su apogeo), pero aún así, premiada en Venecia. La película ofrece la disección del quehacer cotidiano de un carterista, a quien sólo empezar la función pillaremos en uno de esos días para olvidar: cumpliendo con su no sindicalizada jornada laboral en el metro de la “Gran Manzana”, pone los ojos en el bolso de una hermosa morena y le sustrae la billetera sin saber que esa mujer (vigilada celosamente por dos agentes que no se percatan, de lo que sucede, o la hacen tarde) es una espía y la cartera contiene un valioso microfilme en los asuntos de la guerra fría.

Aunque la intriga va por ahí, “Manos peligrosas” es mucho más que una película de espionaje coyuntural. A Fuller le interesan tanto o más las relaciones que a partir de ese momento se establecerán entre el ladrón y su víctima (o la atractiva combustión entre la metálica frialdad de un magnífico Richard Widmark y la sensualidad volcánica de Jean Peters, aquí tan avasalladora como en “La mujer pirata”) o la figura lateral aunque decisiva de la vendedora ambulante de corbatas interpretada, prodigiosamente como en ella es habitual por Thelma Ritter.

A Fuller le bastan cuatro trazos para perfilar una situación, desnudar un personaje y mantener un ritmo que no desmaya. Es el triunfo de un cine brillantemente confeccionado con una poderosa economía de medios y una planificación exacta. A destacar igualmente la fotografía de Joe MacDonald, un blanco y negro realista que por aquel entonces se llevaba en el cine policiaco.
Antonio Morales
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10
29 de marzo de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excepcional película del maestro Raoul Walsh, manifiesto existencialista sobre la ascensión y caída del principal protagonista, un veterano de la Primera Guerra Mundial, empujado por las circunstancias a convertirse primero en un poderoso gánster, durante la ley seca, luego en víctima de un amor no correspondido y del crack de Wall Street, hasta llegar a la redención de una forma heroica, aunque a “Los violentos años 20”, siempre se le encasilla en el género del cine gansteril, comienza como cine bélico, luego pasamos al melodrama, para terminar efectivamente como cine de "gánsters".

En realidad es mucho más, es la crónica social de una época a la que da nombre a la película, inspirado en una historia del periodista y luego productor de “Forajidos” de Robert Siodmak, Mark Hellinger, quien estaba bien conectado con gente de los bajos fondos. Como curiosidad hay que decir que Walsh era uno de los pioneros de Hollywood, trabajó de ayudante de dirección de David W. Griffith, interpretó el papel de asesino de Lincoln en “El nacimiento de una nación”, de 1915. Por lo tanto vivió en la época que narra la película.


Hay en este film una rara armonización entre los dos fragmentos que la integran, tanto el ficticio como el documental, llegando por momentos a lograr una envidiable calidad técnica y de textura de los materiales de archivo, recurriendo a la voz en off de los noticiarios como hilo argumental del devenir de los tres protagonistas: Eddie Bartlett (genial, James Cagney), veterano de guerra sin trabajo; Gerorge Hally (Hunphrey Bogart), asesino sin escrúpulos y Lloyd Hart (Jeffrey Lynn), un estudiante de derecho que busca abrirse camino en el mundo de las leyes.

Todo ello en manos del vigoroso Walsh, lo resuelve con una puesta en escena sencilla, que no simple, pues encierra una complejidad y una forma de captar la vida. Dejando que el destino y el azar intervenga de forma directa sobre los personajes. Tampoco es menos letal la presentación de las féminas: Jean Sherman (fascinante, Priscilla Lane), la joven que escribió a Eddie cuando estaba en las trincheras y que quiere abrirse camino en el “music hall”, y Panama Smith (estupenda, Gladys George), una mujer en las antípodas de Jean y con contactos dentro del hampa, enamorada de Eddie, que al no ser correspondida le ofrece su lealtad y amistad.
Antonio Morales
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8
3 de febrero de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A propósito del estreno del musical “Los Miserables” en la gran pantalla, me ha parecido oportuno revisar y comentar esta interesante versión de la inmortal obra de Victor Hugo.
Billy August (Pelle el conquistador, La casa de los espíritus) es un interesante realizador aunque no siempre afortunado a la hora de elegir un trabajo. August, discípulo de Dreyer y Bergman, suele dirigir estupendas películas europeas, aunque a veces recala en producciones americanas donde no está tan acertado. En esta ocasión retoma un proyecto que estaba en manos de Polanski y que debían interpretar Gerard Depardieu y Jack Nicholson, la verdad es que no puedo imaginar al histriónico Jack en el papel del inspector Javert.

Esta producción americana está muy bien narrada por el director escandinavo, con el estilo concienzudo y detallista que le caracteriza. Rodada en Praga y Paris, con una brillante escenografía de Anna Asp (Fanny y Alexander), y con el cuidado vestuario de Gabriella Pescucci (La edad de la inocencia).
El novelista Rafael Yglesias hace una gran adaptación de la novela de Victor Hugo, más allá del naturalismo, de ahí que la reconstitución histórica y recreación ambiental de la Francia del primer cuarto del Siglo XIX esté muy lograda. Al tiempo que destaca la interpretación del británico Liam Nesson (La lista de Schindler) y del australiano Geoffrey Rush (El discurso del Rey), como Jean Valjean y el inspector Javert, respectivamente. Secundados por Uma Thurman y Claire Danes que están a la altura del film.

Con todo, la nueva versión ha sido trasladada de época, hasta la sublevación de 1820, en la etapa de la Restauración de Luis XVIII. Porque la película pretende ir más allá del naturalismo y el romanticismo de la obra original, el tema principal es la redención, pues es imposible incluir toda la novela en dos horas de metraje. También trata sobre la necesidad de la justicia, el perdón y el respeto a los seres humanos, dentro de una gran historia de amor.

La cámara de Jorgen Persson escruta el alma humana, a la vez que provoca en el espectador, una reflexión acerca del Bien y el Mal, profundizando sobre el principio filosófico de la bondad redimida y en torno a los eternos temas del odio y la venganza, la soledad y el destino. Critica también la hipocresía y el puritanismo de cierta sociedad decimonónica, en suma, expone la fuerza del amor y el poder del perdón. Sin llegar a obra maestra es una digna película comercial, que gustará a los buenos aficionados al cine y la literatura clásica.
Antonio Morales
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9
27 de enero de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está basada en la novela “Indómito” de Herman Melville, que en la película es rebautizada con el nombre de: “Vengador”, pero la versión cinematográfica no se sitúa entre las densas páginas de Melville sino en una versión teatral de su novela “Billy Budd, marinero”, escrita esta en 1889 y publicada póstumamente en 1924. La obra constituye una clara muestra del pensamiento de Melville, la oposición entre un ser inocente y una sociedad cerrada, a veces hostil, siempre inhumana, claro exponente del mundo que le tocó vivir.

Billy Budd (impresionante, Terence Stamp), un joven ingenuo y analfabeto trabaja como gaviero en un mercante llamado curiosamente: “Derechos del hombre”. La fragata “Vengador” cuyo capitán, Vere (Peter Ustinov, lo borda), tiene la orden de reforzar la flota británica frente a España y Francia, sale al paso del mercante y recluta a la fuerza a Billy. Una vez a bordo de la fragata, la situación es, para Billy completamente distinta de la anterior embarcación, la tripulación vive bajo el terror de John Claggart (Robert Ryan, está genial), un suboficial despótico que a menudo manda azotar a la tripulación. El ambiente se hará irrespirable con azotes, crímenes encubiertos, mentiras y abusos de poder.

La película plantea un dilema moral que seguramente era lo que más interesaba al director, apoyado por una soberbia fotografía en un blanco y negro luminoso de Robert Krasker. Ustinov recrea ese drama de la inocencia imposible dentro de un mundo carente de humanidad. El film es sobrio, centrando la atención en unos magníficos diálogos, porque no es la típica película de aventuras al uso. Recomendable para todos los amantes del cine.
Antonio Morales
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6
19 de octubre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace pocos días que compré en dvd la película "Capricho", nunca antes la había visto, la adquiri más que nada al ver que el director era Frank Tashlin, director infravalorado (nunca fué reconocido por la Industria) que realizó grandes comedias durante los años 50 y 60, algunas de ellas disparatadas con Jerry Lewis. Sólo la critica de la revista Cahiers du cinéma, y Goddard, el cineasta en particular defendieron su cine. Después de ver este film y comprobar que ninguna persona había escrito nada sobre él en esta web, pues me he animado a hacerlo, quizá para revindicarlo un poco.
En primer lugar decir que los actores (protagonistas) para esta comedia, no son los mejores, pero Tashlin supo sacar de ellos lo mejor con su ingenio, el look de la película es muy genuino de los 60 con las virtudes y defectos típicos de esos años, en cambio los secundarios me parecen magníficos, finalmente destacar la escena de Doris Day con el perro en la casa de la piscina, antolólgica.
Antonio Morales
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