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Críticas de antonio lopez herraiz
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Críticas 1.197
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de septiembre de 2021
18 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
El punto de partida no es original. Y menos en un cine vocacionalmente adscrito al dibujo del ecosistema urbano como el nuestro. Y cuál si no habría de ser ese punto neurálgico de la interrelación sociocultural y la caricatura con intencionalidad retratista que el sacrosanto santuario del bar.
David Marqués equilibra una agridulce -por contenido, no por forma- paleta de tonos de naturalismo gris, tragicomedia castiza y un cuñadismo popular que se beneficia oportunamente de los tics reconocibles que le presupones a un reparto cuajado mayoritariamente -pero por fortuna no en su integridad- por un grupo de rostros conocidos -unos más que otros- tocados a nivel conjunto por el plus añadido de un estado de gracia compartido.
Unen fuerzas el cariz absurdo y surrealista adyacentes a un puntual formato de falso documental mas la marca implícita a su argumento del costumbrismo y la filosofía de barra de bar: para los anales de la tertulia mesetera sírvanse para asentar cátedra sentencias como "el único informativo serio de la tele es cuarto milenio" o "menos mal que sólo quedan dos meses de 2019 porque el año que viene no puede ser peor"-.
Entre la cuadrilla de jefes, amigos, familia, garrapatas y allegados con papelitos testimoniales que dan coba a unos engranadísimos Carlos Areces, Adrià Collado, Fernando Tejero -pese a su extraña e innecesaria voz aflautada- o Eric Francés, un reparto cointegrado por una no menos generosa alineación secundaria: Antonio Resines, María Isasi, Javier Botet -cada vez más y mejor prodigado en lides no necesariamente fantaterroríficas-, Veki Velilla, Susana Merino, Carmen Ruiz, Marta Hazas o un irreconocible Fele Martínez.
Poco más de 80 minutos que te sabrán a autenticidad. O a caña con un plato de cacahuetes . La cosa, eso sí, flojea considerablemente al alejarse de dicho emplazamiento.
Muchachito Bombo Infierno coloca la guinda musical (y presencial) con tema de título homónimo en el cierre.
antonio lopez herraiz
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9
12 de enero de 2024
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Traigo malas y buenas noticias para devotos incondicionales del ex saltador -fuera de la pantalla- y ex transportista -en la pantalla- alopécico -dentro y fuera de la pantalla- con unos abdominales más resistentes que su folículo piloso. Lo negativo es que no tengo constancia de que en 2024 repita la hazaña de 2023, marcándose un cuatro estaciones estrenando cuatro pelis al año. Lo positivo es que 'Expendables 4' le despertó el gusanillo de erigirse en el tío de la vara particular de esa fauna virtual que va pidiendo justicia poética a gritos: si en aquella le calentaba el hocico a un influencer multimillonario en plena retransmisión en directo de instagram por tratar como ganado a sus admiradoras, ahora Jason Statham desvía su atención hacia los "criptobros" y ciberestafadores que dejan sin blanca a la mujer que le emplea como apicultor (¡¡!!), la ex chica Cosby Phylicia Rashad.
Pero Jason es algo más que un simple recolector de miel; es el tipo que (palabras suyas) protege la colmena cuando el sistema se desequilibra. Y los beneficios de su miel son proporcionales a su mala leche. Jeremy Irons procura ensuciarse las manos lo menos posible hasta que apechugue con lo que le toca tras enviar sicarios condenados a acabar igual o a un Josh Hutcherson del que he descubierto aquí su registro "dandy papito" de gangsta chungo pero marcadamente cool.
¡¡Te queremos, Futturman!!
Por supuesto que 'Beekeeper' no es la primera película de acción de David Ayer -el dire de 'Corazones de Acero', 'Sabotage' o 'Escuadrón Suicida'-. Pero sí que es definitivamente la más sangrienta, divertida y encantadoramente primaria de todas. Ni que decir tengo que también estás ante el vehículo de lucimiento para Statham con más despliegue de plomo y artes marciales que ha rodado en mucho, demasiado tiempo. Con guión del responsable de 'Ultraviolet' no era para menos.
Statham flota como un recolector...
¡Y golpea como una abeja!
antonio lopez herraiz
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8
25 de septiembre de 2020
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que los responsables -en uno u otro sentido: dirigiendo o escribiendo- de la hypeadísima 'Fleabag' le han cogido el gusto a lo de reinventar iconos de la cultura popular británica, bien sea colaborando en la pulimentación del borrador para un guión definitivo -Phoebe Waller Bridge en la última aventura de 007- o, como en este caso, trasladando a la gran pantalla -bueno, a la de Netflix- la colección de libros publicados por Nancy Springer sobre la hermana menor de Sherlock Holmes, en un producto donde el televisivo Harry Bradbeer debuta sin privarse de reciclar tics y recursos presentes en la telecomedia que él codirige: la actitud despreocupada y locuaz de su principal protagonista o la frecuencia con que rompe habitualmente la 4° pared para hablar al espectador.
El ritmo espídico de la acción, las peleas con ralentí o la pirotecnia parecen creados (con premeditación) a la imagen y semejanza del díptico de Guy Ritchie sobre el investigador de Baker Street, dejándose inocular (muy puntualmente) por aquella ligereza juvenil, distendida y lúdica que Barry Levinson le imprimiera hace 35 años a 'El secreto de la Pirámide'.
Millie Bobbie Brown ('Stranger Things') tarda menos en erigirse como la conductora de una suerte de episodio especial de 'Fleabag', reorientado al público púber y con ambiente victoriano, con el mismo speech y los reconocibles planos de ya sabéis quién reconvertida en una Enola que relata deslenguadamente todo cuanto le ocurre, al tiempo que el robusto Sherlock Holmes -el anglokryptoniano Henry Cavill- trata de hallar solución al mismo enigma que ella: los dos hermanos investigan el paradero de su desaparecida madre -Helena Bonham Carter, ejerciendo de mcguffin humano-.
'Enola Holmes' (2020, Harry Bradbeer) es, al término de 2 hrs, un pasatiempo notorio y altamente eficaz. Una sorpresa grata e inesperada.
antonio lopez herraiz
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2
24 de enero de 2020
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pablo Larraín se aleja del perfil íntimo de una gran parte de su filmografía o -por citar a un coetáneo 'santiaguero'- Matías Bize, para aproximarse al terreno de la extravagancia lúdico-festiva de Gaspar Noé, dejándose contagiar por la misma propensión de éste a recrearse con el exceso, las luces de neón, el intercambio de fluidos corporales, etc.. Lamentablemente, la utilización reiterativa del reggaeton para contaminar de horterez las coreografías en las secuencias de baile conduce a que, por momentos, creamos estar ante otro nuevo episodio de la franquicia 'Step Up'.
En la paleta temática de Larraín hay espacio para la realidad social de Chile, los agujeros de la burocracia estatal adoptiva, las cicatrices emocionales, el vestuario y la escenografía pop, la parquedad, las tonalidades grisáceas, la apatía y, finalmente, la fragilidad mental. E igual de desordenada resulta la personalidad de Ema: una niñata insufrible, performer, bailarina y profesora de expresión corporal (¿?) en un colegio, incapaz de asumir el grado de culpa y responsabilidad que le corresponde en todos los actos de su vida personal -entre ellos, el de devolver a un niño al que ha adoptado-.
Larraín emplea la danza, a modo de interludio, tanto para acrecentar el grado de emoción que sus criaturas deberían poder transmitir por sí solas como para representar los estados de ánimo -a falta de una actriz que sepa interpretarlos- de su protagonista principal, haciendo frente a su pareja: un coreógrafo (Gael García Bernal) de temperamento consternado, resentido, seco y estéril. Tan seco y estéril como la expresión de la actriz principal, Mariana Di Girolamo.
Haciendo un impass a sus coqueteos con Hollywood -'Jackie' y la próxima 'The true american-', Larraín vuelve a su país para demostrarnos que continúa siendo un autor sitiado en las antípodas de lo convencional. Lo malo es que aquí, esa transparente fijación por fascinar y provocar a través de sus imágenes parece convertirse en una herramienta de tortura para provocar hartazgo a través de sus personajes. O al menos del que da título a la película.
antonio lopez herraiz
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7
31 de diciembre de 2022
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Te echaba de menos, viejo! Y te digo viejo porque desde que tengo uso de razón y te recuerdo en comedias gamberras (o un pelín cínicas) tus únicos propósitos eran hacerme reir (y que, sorprendentemente me cayeses bien) comportándote como un gruñón, un ser antisocial, quejicoso, desaliñado o, simplemente, ser un capullo misántropo y viejoven: es irónico tratándose de un tipo con el sambenito buenrrollista como Hanks.
Puede que Marc Forster -y sí, hace años que lo de 'Quantum of Solace' es agua pasada- no desempeñe una labor detrás de la cámara menos impersonal que la de los Roger Spottiswoode, Richard Benjamin, Garry y Penny Marshall o Mankiewicz (Tom) en las pretéritas -y más desenfadadas de lo que hoy acostumbra- experiencias de aquel Hanks "pre Oscar" reformando casas en ruinas, colgándose la placa para patrullar calles con un chucho (o con Dan Aykroyd) o tratando de seguir sobrio como entrenador de baseball femenino. Y seguramente nadie lo situará -a Forster- al mismo nivel de autoría que a Dante, ni por la semejanza del poster -casual, dado que reproduce el de la original sueca y la novela de Fredrik Backman- ni por una utilizacion argumental del mismo mcguffin de "buenas" relaciones vecinales.
'El peor vecino del mundo' tan sólo es un caramelo ácido -pero caramelo, a fin de cuentas- para final de año que se traduce en el mejor vehículo de exhibición tragicómica para Tom Hanks en demasiado tiempo.
Que bueno que volviste, viejo huevón, aunque sea solamente para pasártelo bien un ratito en tu propio (e inocuo) 'Gran Torino' (2004, Clint Eastwood) con Manuel García Rulfo y Mariana Treviño -dando el entrañable punto de maruja histriónica- contrarrestando o azuzando inconscientemente tu mala leche.
Tanto da llamarte Ove u Otto...
La cabeza bien alta, el ceño fruncido y el morro enroscado: that's the attitude, grumpy man!!
A veces los más malos tienen un corazón demasiado grande.
antonio lopez herraiz
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