Este film tiene como escenario la Kenia de 1953, cuando los Kukuya se levantaron en armas contra el poder británico. Pero lo más destacado en mi concepto, es que los hombres (tengan la edad que tengan), deben proyectos de vida.

Y esto es lo que vemos en esta caso de la vida real del anciano keniano de 84 años Kimani Gaga Marougke, quien decide aprender a leer y escribir. Hermoso pues este poema para los libre pensadores que ha dado el sufrido continente africano. Y es como sentencia Kimani con ese don de liderazgo (ser capaz de crear un mundo al cual se quiera pertenecer): “El poder está en la pluma”. No dejemos de aprender de nuestro pasado, por favor...

Film altamente recomendado, pues una vez más, sentencia la idea en algún lado leída: “El único paraíso del que no podemos ser expulsados son los recuerdos”. Y es que el cine, siempre los deja a modo de enseñanza ¿quiere más?

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)

La película de Barreto es una obra de ficción que hace una relectura del documental "Ómnibus 174", José Padilha. Claro que el cineasta brasilero en clave de drama de ficción, nos habla una vez más de ese neorrealismo latinoamericano y que ya tenemos grandes ejemplos como “La vendedora de rosas”, de Gaviria, “Ciudad de Dios”, de Meirelles, etc.

Estas historias de seres marginados, son historias de seres que transitan en callejones sin salida, donde saben que hay que matar, porque tarde o temprano ellos también morirán. De todas formas una historia de un grande verismo, que una vez más nos habla de ese Brasil lleno de bella música, pero que por sus favelas, aun y por mucho tiempo más, transitarán los pasos de la muerte y la droga.

Film pues cargado de isotopías sobre la marginalidad en la juventud brasilera (y de muchos países del mundo), que concluyen a pensar que en esa jungla del asfalto, nadie escapa.

Buena historia, aunque de excesivo metraje,para hablarnos del perdón y olvido en los matrimonios. De todas formas, es una buena reflexión para estos tiempos de crisis, donde el amor llega y se va de cualquier manera.
Excelente guión, y unos actores que de pronto nos dan la sensación de habitar ellos mismos en sus propios pecados. Con una remebranza a tiempos difíciles en la China y otras regiones cercanas, este amor en los tiempos del cólera, bien puede darse en el siglo XXI.

Después de la película “OSS 117: El Cairo, nido de espías”, el agente Hubert Bonisseur de La Bath, tiene una nueva misión en Brasil en esta cinta titulada “OSS 117: perdido en Río”. Relatada en clave de parodia y en los años 60´s (en este contexto, vestuario, música y aspectos del diseño de arte funcionan), la película posee una puesta en escena llena de referentes a los agentes espías, quienes por aquella época, eran revestidos de una heroicidad propia del agente 007, aunque con algún gag que deja a Hubert incólume a la burla (todo lo contrario, por ejemplo, que al inspector Clouseau).

Esta entretenida historia, se diluye en diálogos y una pobre intriga con escasos gags que, a diferencia de films de los años 60´s de este género como “Casino Royale”, no se puede equiparar. Pero de eso se trata: Arriesgarse y exagerar. No olvidemos que esta película persigue un único fin: el del entretenimiento.

¡Ah! Y con algún que otro guiño cinéfilo a Hitchcock y a Ian Fleming, amén de un beso al final a su compañera, la teniente coronel de Masad (Louise Monot), menos mal que para este OSS 117 (Jean Dujardi ), sus nuevas aventuras, serán como ellas quieran que sean.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic, Barranquilla, Colombia)

Eric Lartigau en esta oportunidad nos muestra sin rodeo alguno, cómo los hijos deben tomar su alas y "volar" en busca de sus sueños. Infortunadamente los hijos no nacieron para vivir pegados a los padres. en este sentido no debemos ser egoístas, y eso al final los padres del personaje de Paula de 16 años, lo comprenden.

Además todo se adereza con la música. Y es que "La vida sin la música es un error". De manera que sin caer en el cliché, los actores resultan cómodos a los ojos del espectador, en el sentido de los afectos a los hijos y el sentido de la familia. Película pues que si bien juega con los sentimientos de los espectadores, también es cierto, que el criterio natural de las escenas (por momentos creyendo que es verdad), nos sentimos algo tristes (pero pasajero, claro).

Ya lo decía José Saramago: "Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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