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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Nostradamus
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Críticas 76
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
15 de agosto de 2012
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Utilizando las mismas armas que desenvainara en sus anteriores trabajos, la sociedad integrada por Larry Charles y Sacha Baron Cohen vuelve a la carga con esta nueva propuesta de ridiculizar a muchos de los sanguinarios y omnipotentes dictadores enfrentados con las democracias, reales o autoproclamadas, del mundo actual.

A esta altura, bien sabido es que la sutileza no figura, precisamente, en el diccionario de estos provocadores, quienes no escatiman, de considerarlo necesario, en apelar a recursos explícitamente repulsivos para abordar su concepto del humor, para quienes quieran aceptarlo y compartan sus códigos. Y esto, incluso, desde los artilugios que vienen empleando para promocionar sus filmes.

Hasta aquí, todo bien, y confieso haberme divertido con sus excesos más de lo habitual en el género. Pero en este caso, la lucidez que se desplegó en muchos pasajes de Borat y que se mostró más reticente en Brüno, prácticamente está ausente a raíz de ofensivas e innecesarias referencias a cuestiones muy caras a los sentimientos, a la vez que muy lamentables de este desequilibrado mundo en que nos toca vivir, todas absolutamente incompatibles con cualquier atisbo de humor.

Claro que la acidez e irreverencia propias de su fórmula sigue presente, pero lo verdaderamente reprochable en este caso es no haber reparado en los medios usados para buscar el objetivo de hacer reir a los espectadores, apelando a la crueldad de caricaturizar lo abominable sin anestesia alguna.

Pocos fueron los realizadores que lograron transitar por esa delgada cornisa de abordar el drama con mayúsculas en tono de comedia, sin precipitarse al vacío, y cuyo ejemplo más reciente fue “La vida es bella”. Pero para eso se requiere un talento y un pulso que este dúo, indudablemente, no posee.
Nostradamus
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3
12 de agosto de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya ocurriera con la excelente Rollerball de Norman Jewison, nuevamente, la expiación a los pecados de la humanidad se busca en el desarrollo de un juego cuyas alternativas resultan fatales para la gran mayoría de sus participantes. Pero si en aquella cinta de 1975 uno se compadecía de los duros reveses que debían enfrentar los competidores, habida cuenta de las claras, estrictas y violentas reglas de la competición en la que participaban, en esta sucede todo lo contrario, no hay reglas claras (ya que los organizadores las cambian caprichosamente), no son nada estrictas (ya que los competidores participan con la misma muda que utilizarían para ir de camping), y es más la violencia que se insinúa que la que, efectivamente, tiene lugar.

Si a esto le sumamos un desarrollo de su trama aburrido, una mezquina composición de personajes y unos efectos visuales muy por debajo de la norma actual en cine (apenas tolerables para una miniserie), creo que queda muy poco que ofrecer y, por más que intente encontrarlo ahora (un elenco con algunas figuras de renombre, con la novedosa y prescindible aparición de Lenny Kravitz, encabezado por una adolescente con una cara emparentada a la entrañable familia Ingalls, no es suficiente), no se me ocurre mérito alguno que llevara a esta película al nivel de recaudaciones mundial que tuvo, por más éxito que alcanzara el libro de Suzanne Collins que le dio origen.

A mi humilde modo de ver, esta “Juegos del hambre” no es recomendable ni para seguidores del cine de ciencia-ficción, ni de fantasía, ni de aventuras, ni de acción, porque se queda a mitad de camino en todos esos géneros en los que podría, de algún modo, calificar. Aún así, evidentemente, encontró su público, entre los que me incluyo, pero, es bueno aclararlo, del bando de los que se vieron defraudados y no les queda mejor remedio que prevenir a los incautos.
Nostradamus
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4
10 de agosto de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista de esta historia de ficción, que recrea los últimos días de vida del afamado escritor norteamericano Edgar Allan Poe, es él mismo, aunque jugando un rol más cercano al de su propio personaje C. Auguste Dupin, ese detective salido de su pluma que debutara en “Los crímenes de la calle Morgue” y que seguramente inspiró a tantos otros, entre ellos a la prolífica criatura de Sir Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes.

Sobre esta idea germinal se fabrica un relato clásico detectivesco que hoy resulta muy remanido, básicamente por los recursos tan desgastados a los que apela, y utilizando una estética muy emparentada a la del atlético y taquillero Holmes de Guy Ritchie.

Al australiano James McTeigue no le alcanzan los 110 minutos que dura la cinta para captar la esencia de la obra que, de algún modo, se impuso homenajear y, mucho menos, para resultar genuino y original en algún tramo de su relato, donde todo huele a “esto ya lo vi” y cuyo formato es netamente comercial.

Ni aún la devoción que entrega John Cusack para componer este apasionado e hiperactivo Poe, ni la credibilidad ganada de Brendan Gleeson para cumplir su oficio, por breve que resulte, logran inclinar la balanza a favor, y el producto final dista mucho, muchísimo, de honrar la obra de quien es considerado el padre del relato detectivesco.
Nostradamus
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2
22 de junio de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La moda del falso documental que tantos géneros viene explorando, esta vez se la toma con una fiesta “teenager” desbordada de alcohol, drogas, sexo (aunque parezca mentira, este es el concepto de la diversión que tienen muchos) y, sobre todo, estupidez, provocada por la necesidad de reconocimiento entre sus pares de sus subestimados organizadores.

Carente de situaciones comunes de las típicas comedias adolescentes, y poco creíble por donde se la mire, ya que el "divertimento" en cuestión se prolonga lo suficiente como para alcanzar unas proporciones inimaginables en una sociedad que hace un culto de la privacidad, el orden público y el respeto por los demás, termina por convertirse en una interminable sucesión de excesos que preanuncian el apocalíptico desenlace, con la misma certeza que disminuye el interés de los espectadores por saber donde desemboca tanta locura y superficialidad.

Si la intención era advertirnos de las consecuencias que puede acarrear semejante desmadre, en algún lado se olvidaron el argumento. Ahora bien, si de divertir a la platea se trataba, creo que haber emborrachado a un centenar de chimpancés, soltarlos en un parque de diversiones y filmarlos, hubiera resultado un proyecto mucho más digno y entretenido que el que encaran estos jovencitos viciosos, confundidos y descerebrados, que parecen regir sus vidas por lo que indican sus genitales o sus obnubilados sentidos, sin calcular riesgos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nostradamus
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5
18 de junio de 2012
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott, el mismo padre de la criatura que acosó a Ripley (y a nosotros) a fines de los ‘70, finalmente cedió a la tentación de retomar la historia y, en lugar de mirar hacia adelante, como ya lo hicieron otros realizadores con resultados decrecientes (a excepción de la excelente segunda entrega que propuso James Cameron) y hasta agotar la idea, lo hizo hacia atrás (si el mismo Scott pretendió tomar distancia de este concepto, no lo consiguió), indagando en los antecedentes de su propia epopeya de franquicias y suculentas ganancias.

Por supuesto que había que buscar nuevos elementos para captar el interés de un público que terminó bostezando con la presencia de aquella depredadora criatura extraterrestre que hasta llegó a medir fuerzas con otro Depredador (aquel cara de cangrejo con rastas también diseñado por Stan Winston) y que, otrora, cuanto menos nos inquietaba. Ni que hablar de la nueva generación de espectadores acostumbrados a la era digital, muchos de los cuales, para asombro de los que peinamos canas (o nada), se revelan incapaces de diferenciar lo real de lo ficticio.

La tarea no parecía fácil, y si bien tampoco era imposible, el producto que finalmente nos llega a la pantalla grande, para muchos que esperábamos, cuanto menos, una continuidad narrativa coherente con aquel embrión de 1979, no convence. Y no lo hace, precisamente, porque se queda a mitad de camino entre el suspenso electrizante de su anterior trabajo y el remanido cuentito von Dänikeano (con perdón del término) de la procedencia humana.

Para enredar aún más las cosas, introduce muchos elementos que no conectan con aquel mundo en el que nos depositaba el carguero espacial Nostromo y que nos abandonaba, vulnerables, en esa claustrofóbica atmósfera alienígena oscurecida por la estética retorcida del H. R. Giger de aquellos años (no con el pasteurizado de ahora), sin necesidad de explicarnos mucho más. Aquello era una montaña rusa, llena de vértigo, esto, en cambio, es una ensalada rusa.

Por último, ninguno de los protagonistas de esta precuela, algunos bastante idiotas y otros más próximos a matones de un presidio que científicos o técnicos calificados, logra transmitir los niveles adrenalíticos de aquella heroína que compuso Sigourney Weaver.

Y un interrogante final: ¿Había necesidad de maquillar de viejo –irreal– a Guy Pearce en lugar de arreglar con Peter O´Toole para ese papel?

Solo espero que la anunciada secuela (o precuela) de Blade Runner corra mejor suerte en manos de Ridley ya que, en este caso, Prometheus parece una obra más digna de su hermano Tony.
Nostradamus
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