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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Nostradamus
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Críticas 76
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
21 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tipo es desagradable y áspero. Lo demostró en la gira de promoción de esta película durante una entrevista televisada que dio al periodista inglés Krishnan Guru-Murthy, ante las incisivas preguntas que este le formulara. De igual modo, su aspecto físico no ayuda a mejorar la imagen que dejó en esa oportunidad. "Si tuviera una mujer sería seguramente más simpático, algo más sociable y no un tipo de la Edad de Piedra", declaró recientemente... ¡Solo hay que animarse, chicas!

Con muchos pasajes de su filmografía ocurre algo parecido a lo que se verifica con su carácter. Pueden resultar desagradables, ásperos, y permanentemente nos invitan, casi nos desafían, al “tómalo o déjalo”. A él, pareciera no importarle. Como si fuéramos testigos silenciosos e indeseados de lo que ocurre en su mundo, ese que él mismo creó y maneja a su antojo.

Pero resulta innegable, al menos para mí, que este presumido (también le cabe el apelativo) sujeto proclive al cine “gore”, admirador declarado de George “Zombie” Romero, cultor de la faceta más descorazonada y descarnada de Peckinpah, adepto al género bizarro de Ferrara, Corman y Carpenter, y con ínfulas de transitar sin necesidad de permiso por los jardines de Hitchcock, entiende como pocos al cine en función del mero entretenimiento, sin más vueltas que las que cada quien, en su rol de espectador, le quiera dar. Y en esta oportunidad también da cuenta de ello.

Dicho esto, su Django, en contraste con el carilindo Franco Nero (que aquí hace un cameo y que en 1966 componía su primer rol protagónico en la película hispano-italiana original de Sergio Corbucci), es un esclavo negro que circunstancialmente obtiene su libertad, se revela con más ínfulas que el propio Tarantino y, dotes innatas para el manejo de armas de fuego mediante, empieza a regar (literalmente) de sangre las tierras racistas del sur norteamericano, allá por 1858, en busca de su esposa aún sometida a los designios reservados para la gente de color en los estados confederados.

Su mentor (un soberbio Christoph Waltz), personaje sobre el cual recae el hilo conductor de la historia, es el que se lleva la mejor tajada interpretativa (y otra vez por mérito propio), al igual que ocurriera con “Inglourious basterds”. Aunque unos excelentes Leo DiCaprio y Samuel Jackson, es justo decirlo, también logran eclipsar al Django de Jamie Foxx.

La película, aunque no se inscribe en lo mejor de QT, es fiel a su estilo, ya que derrocha acción desmedida, sangre a borbotones, hilaridad, absurdo, excesos, trazos de homenaje (esta vez al spaguetti-western, claro está) y, lo mejor de todo, varios pasajes de diálogo inteligente y muy buenas interpretaciones, monopolizadas por el trío que componen Waltz, DiCaprio y Jackson, que de esto saben bastante.

De ahí en más, tratar de profundizar y polemizar seriamenta en el universo de Tarantino, como infructuosamente intentó hacerlo nuestro inocente amigo Krishnan, sería como tomárselo en serio, y puede ser este el puntapié inicial para empezar a odiarlo, cosa que a él, de todos modos, poco le importaría, porque es un sujeto desagradable, áspero y presumido que va a seguir haciendo lo que se le venga en gana, desde inventar la muerte de Hitler, pasando por resucitar a Travolta y Don Johnson, hasta llegar a regar de sangre criolla blanca el sur esclavista confederado en manos de un negro a caballo, ¡tres años antes de que lo hiciera el propio ejército “yanqui” con el general Grant a la cabeza!
Nostradamus
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6
19 de febrero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta nueva aproximación cinematográfica a uno de los presidentes más recordados de la historia de los EE.UU. que ahora nos ofrece Spielberg, intenta recrear los últimos cuatro meses de su vida, abocados a la abolición de la esclavitud en su país como arriesgada jugada estratégica para inclinar a su favor los resultados de la cruenta y prolongada guerra civil que ensombrecía su gobierno.

Dicho esto, pareciera que el título de la película es desacertado. Y ciertamente lo es, ya que el filme gira en torno a las negociaciones políticas que se llevaron a cabo para introducir un nuevo artículo en la Constitución (resultó ser la 13ª enmienda) que declarase la abolición de la esclavitud.

Pero a juzgar por el excelente trabajo que, como es habitual, pone de manifiesto Day-Lewis para componer su personaje, resulta lógico apelar a la argucia comercial de mandar a imprimir los afiches promocionales del filme con su notable caracterización y la redundante leyenda “Lincoln” (“La 13ª enmienda”, aunque más preciso, hubiera significado un galimatías allende esas fronteras).

Spielberg también cumple su parte, y nos entrega un trabajo sobrio (con pinceladas de una obra de teatro llevada al cine) y bien ambientado, aunque, es justo reconocerlo, se ve opacado con la versión sesgada de la realidad que nos ofrece el guión de Tony Kushner, nutrido a su vez del libro de Doris Kearns Goodwin (“Equipo de rivales: El genio político de Abraham Lincoln”).

Ahora bien, más allá de la dudosa precisión histórica del relato, pero subrayando el destacado trabajo del elenco (donde también sobresale un Tommy Lee Jones tan entonado como Day-Lewis) y del prolijo trabajo detrás de cámara, hay que reconocer que esta no es una película dirigida para aquellos espectadores que se fatigan con muchos parlamentos y, aún menos, para aquellos poco interesados en los vericuetos de la emancipación de la gente de color en aquellas tierras.

Inclusive, más de un amante de Spielberg se verá defraudado o, cuanto menos, confundido, ya que esta vez abordó un libro que lo lleva por un camino poco transitado en su extensa filmografía, alejado de las formas espectaculares que lo hicieran popular (y millonario) aunque nuevamente se revela comprometido con el problema racial, sin el almibaramiento de “El color púrpura” y “Amistad”, pero con el lirismo de “La lista de Schindler”, si valen las comparaciones.
Nostradamus
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7
8 de febrero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Denzel Washington es un actor comprometido con los papeles que le toca interpretar, cualesquiera sean, creo que a esta altura no quedan dudas. Al igual que en “Glory” o “Training day”, aquí también tuvo la oportunidad de lucir sus grandes dotes actorales y termina componiendo un personaje que se traga la película.

Por su parte, Robert Zemeckis se plantó detrás de cámara como no lo hacía desde 1994, con “Forrest Gump”. Aunque en este caso abordó un tema, también en envase de moralina, de menor envergadura y despliegue.

La trama es sencilla y nuestro antihéroe, capaz de dominar el comando de su máquina en situación de emergencia desesperada, aún con sus sentidos adormilados por sus adicciones, deberá demostrar si también puede comandar el curso de su propia vida con la misma pericia.

Algo similar a lo que le ocurre a este piloto en la ficción, casualmente, le ocurre a Zemeckis al mando de la cámara, ya que la mano firme que ejerce sobre el personaje central de su historia (al igual que el comandante con su avión), lamentablemente, no se aplica en algunos otros personajes importantes (los que padecen las consecuencias de las adicciones del comandante, tanto los más cercanos como los casuales tripulantes o pasajeros), algunos de los cuales son maltratados o, cuanto menos, se diluyen con el transcurrir de la cinta.

En definitiva, una entretenida película con cierto tufillo a éxito de cable, aunque mucho mejor que el promedio de su especie, cuyos puntos fuertes recaen en las electrizantes escenas aéreas y, sobre todo, en la interpretación de Washington.
Nostradamus
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9
7 de febrero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin estridencias, con sobriedad, con mucho oficio y con una crudeza que estruja el corazón, el austríaco Haneke consigue revelar, de manera demoledora, uno de los trasfondos dramáticos que puede traer en su mochila la indeseada vejez.

La pareja de octogenarios que componen Riva y Trintignant no pasará desapercibida en la historia del cine y, mucho menos, ante nuestros sentimientos.

Una obra que acaricia y lastima el alma por igual.
Nostradamus
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4
11 de enero de 2013
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta ambiciosa y millonaria película, basada en el libro de David Mitchell, recorre diversos géneros y épocas con el hilo conductor de sus personajes, caracterizados según el papel y el momento que les toca vivir, sin respetar el orden cronológico de la novela que le dio origen. Así es que los espectadores son sometidos a un juego (y un esfuerzo) por mantener la continuidad de cada una de las seis historias, que la cinta descubre fragmentadamente, y su relación (si acaso existiera), al igual que adivinar qué personaje de los que se repiten en cada una de ellas, se encuentra debajo de cada caracterización, muchas de las cuales rozan el ridículo.

Aventura, drama, romance, suspenso y ciencia-ficción se conjugan en este mosaico intencionadamente desordenado y confuso de historias, que nos pasea entre el siglo XIX hasta el XXIV, y nos obliga a preguntarnos, aún sin quererlo: “¿Hacia dónde va esto?” hasta un lejano final, que se hace esperar por casi tres horas, sin responder muchas de las preguntas que se encargó de plantear en todo ese tiempo ni, mucho peor, satisfacer las expectativas que generó.

Hasta la historia que mayor interés concita, resulta ser un refrito sin tapujos de “Cuando el destino nos alcance” (Soylent green), aquella película de 1973 protagonizada por Charlton Heston.

Lejos de alcanzar por ahora los objetivos planteados para una producción de esta envergadura, tanto artísticos como económicos, y aún con la posibilidad de terminar resultando una obra de culto o un futuro éxito comercial cuando esté disponible en formato Blu-ray o DVD, no será esta una película que recordaré por mucho tiempo y, ni siquiera, volveré a ver en busca de pistas ocultas, como recomienda más de uno de sus seguidores, ya que las casi tres horas que le dediqué me hubieran bastado para dar cátedra entre mis amigos sobre la teoría de la relatividad y apenas sería capaz de explicarles de qué trata esto.

PD: Que los hermanos Wachowski hayan creído que con la saga Matrix ya tenían crédito y talento de sobra para abordar con éxito la novela de David Mitchell, es comprensible, si no pregúntenle a los ya curtidos Kevin Costner y Mel Gibson. Que Halle Berry, a esta altura, ya pueda ser considerada sinónimo de fracaso, no me quedan dudas. Que Tom Hanks se empeñe con igual esmero en incrementar sus ganancias, más allá del papel que le ofrezcan, que en ganar otro Oscar (en ese orden), no me extraña. Que Hugh Grant fuera de las comedias, se mueve como pez fuera del agua, salta a la vista. Pero que Susan Sarandon se haya prestado a hacer los papeles (mejor dicho, papelones) que aquí representa, realmente me asombró.
Nostradamus
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