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España España · Moaña
Críticas de Bermu
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Críticas 107
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
12 de junio de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de Fellini a todos nos vienen a la cabeza sus grandes obras maestras, La dolce vita (1960), Fellini 8 1/2 (1963) o Amarcord (1973), un cine basado en lo irreal, lo surrealista y lo onírico, que poco tiene que ver con sus inicios cinematográficos.

En esa primera etapa su cine estaba marcado más por el neorrealismo predominante en el cine italiano de postguerra, siguiendo los pasos de su maestro Rosellini, que culminó con su gran obra La Strada (1954) que se llevó el Oscar de la academia.

Pero su primera gran película, por la que se hizo conocido internacional y que muchas veces pasa desapercibida para el gran público, entre el que me incluyo, es esta genial Los inútiles (1953).

Fellini nos muestra en esta ocasión una pequeña ciudad costera italiana, donde la vida transcurre tranquila y apacible, sobre todo cuando se acaba el verano y los turistas se van, donde las personas trabajan duramente para sacar a sus familias adelante tras la dura guerra que asoló el país.

Bueno, no todos trabajan duramente, una pandilla de amigos quiere vivir sin hacer nada, disfrutando la vida al máximo a costa del esfuerzo de los demás. Fellini les llama inútiles pero yo diría que son más vagos y sinvergüenzas que otra cosa.

Además no les importa lo que piensen los demás, asumen que son unos vagos sin importar nada, eluden la responsabilidad del tiempo que les tocó vivir, de formar una familia, tener un hogar, hijos, nada les importa.

Fellini realmente no los está juzgando, simplemente relata sus aventuras a modo de recuerdo, como si fueran anécdotas personales que fuera narrando según las fuera recordando. Incluso con un carácter un poco autobiográfico, puesto que la ciudad se asemeja mucho a su natal Rimini.

Película imprescindible para los amantes del cine de Fellini que sentó las bases de su filmografía dando esas primeras pinceladas a su idea de entender y vivir el mundo del cine.
Bermu
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9
12 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bergman posee temas recurrentes en la mayoría de sus películas, temas en los que él mismo se veía reflejado desde su infancia, como la vida y la muerte, la religión, la existencia de Dios o la reencarnación.

El tema de la guerra no le interesaba demasiado y algunos críticos de su época le reprocharon bastante su indiferencia a la hora de afrontar la realidad que le tocó vivir en su momento. No sé si ese fue el motivo o no, pero de hecho se puso manos a la obra y se sacó de la manga esta pedazo de obra maestra.

En ella yo creo que Bergman refleja muy claramente lo que significaba para él la guerra, y lo hace a través de los ojos de una pareja que vive aparentemente tranquila y enamorada en su pequeña casita de campo, alejada de todos los problemas de la sociedad, hasta que la guerra llama a su puerta.

A partir de entonces, su mundo se derrumba, a su alrededor solo ven injusticias, dolor y muerte. Pero no solo cambia el mundo que les rodea, ellos también lo hacen, tienen que sobrevivir cueste lo que cueste, sin importar nada ni nadie.

Su relación comienza a deteriorarse, su amor se resquebraja debido a las heridas que ambos guardan en su interior. La guerra deja ese poso a su paso, saca lo peor del ser humano, sus miedos, sus temores, sus angustias pasan a dominar su vida.

Después de la guerra, ya nada vuelve a ser igual, ya no hay futuro, se ha desvanecido completamente. La inocencia y la ilusión se han perdido por el camino y ya nunca volverán.

Drama duro y cruel el que nos muestra Bergman sobre la guerra. No quiere dulcificarla, quiere contar la realidad desde su punto de vista, por muy dura que sea para el espectador.

Creo sinceramente que acierta plenamente mostrando los horrores de una guerra, para lo cual no hace falta ver combates ni disparos en primera plana, simplemente con mostrarnos la transformación del alma del ser humano es más que suficiente.
Bermu
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9
12 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera gran película del genio sueco, por la que se hizo conocido entre los críticos de media Europa y que llegó incluso a EEUU donde causó sensación.

En su primera etapa, Bergman todavía estaba experimentando con su cine, no se habían definido las líneas que marcarían su obra más allá de dos o tres pinceladas que se muestran con claridad en esta película, como la moral, la condición humana o los sueños de libertad.

Bergman nos narra con toda claridad esos sueños de juventud, esos sueños de un par de muchachos enamorados que piensan que pueden cambiar las cosas, romper con las ataduras que les ligan a una sociedad que no entienden, en la que se sienten incomprendidos, fuera de lugar.

Se representa claramente en Mónica, una muchacha jovial y divertida, desenfadada que no le importa nada hasta que se enamora de Harry. En ese momento, su mayor anhelo es olvidarse de todo, evadirse de todos sus problemas, abandonar sus hogares y vivir una vida plena con total libertad.

Recorren el verano en una pequeña lancha donde disfrutan de su amor libre, donde vemos en su pleno apogeo a la gran Harriet Andersson, que descubrimos en esta película y que después acompañó a Bergman en numerosas ocasiones, como en Noche de circo (1953), Como en un espejo (1961) o Gritos y Susurros (1972).

Realmente nos enamora, el espectador siente su hermosura, su piel, sus desnudez predispuesta ante la cámara en todo momento, sus ojos mirando fijamente a la pantalla hacen que sientas su atracción, incluso hace que te identifiques con su aventura.

Pero la realidad les devuelve del sueño, les pega una bofetada en toda la cara y vuelven en sí. Tienen que volver, la vida con la que soñaban no era tan maravillosa como ellos pensaban, pero vuelven cambiados, transformados, son diferentes.

La sociedad que tanto odian les vuelve a engullir como dos ratoncillos, vuelven al engranaje de la cadena de la que nunca saldrán, a una vida triste, sin futuro, en un hogar con hijos como un matrimonio sin amor ni cariño.

Pero esa realidad es diferente para ambos, mientras que Harry la asume con resignación, humillado, dándose cuenta del error que ha cometido por una simple relación de verano, Mónica todavía se revela, no se da por vencida. No quiere esa vida de mujer hogareña amargada para siempre, no quiere perder su juventud.

Amargo retrato de la sociedad y el amor el que nos lanza Bergman, dándose a conocer al mundo y preparándonos para lo que vendría después. El principio de una carrera repleta de éxitos.
Bermu
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9
11 de junio de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si soy totalmente sincero, nunca había escuchado hablar de esta película ni tampoco de su director Dimitri Kirsanoff. Solamente cuando leí que era la película preferida de Pauline Kael, la crítica de cine más influyente de la segunda mitad del siglo XX, me dispuse a verla.

En poco menos de cuarenta minutos, Kirsanoff deja al espectador con un poso difícilmente superable. El comienzo de la película es sobrecogedor, el asesinato de los padres de las protagonistas es sublime. Una ventana, una cortina rasgada, una carrera desesperada y un hacha al cielo bastan para meternos el miedo en el cuerpo.

Entre tanto, unas niñas juegan felizmente en el campo, sin preocupaciones, con sus deseos e ilusiones intactos todavía, un claro ejemplo del impresionismo de la época en Francia.

El triste suceso hace que las huérfanas tengan que cambiar su feliz vida por un desgarrador drama en la truculenta y decadente París, fiel retratada por Kirsanoff con escenas continuas de coches, de ruedas, de tráfico, de piernas que van y vienen. Una urbe con piel de cordero pero que esconde a un lobo feroz que engulle todo lo que se pone a su paso, incluida dos pequeñas huérfanas.

Comienza entonces la parte cruel y realista de la película, lo que muchos expertos señalan como el preludio del neorrealismo en el cine, que quedará marcado para siempre tras la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en Europa.

La película tiene la singularidad de no tener intertítulos explicativos, Kirsanoff simplemente nos traslada mediante las imágenes a una realidad dura y cruel, sin contemplaciones, donde los sueños no se cumplen y la vida transcurre con sus miserias y sus desgracias.

El amor no es lo que parece a simple vista, la triste realidad de la maternidad no deseada, los deseos de suicidio permanentes, la única salida de la prostitución... sin duda alguna una película dura y realista, pero de obligada visión para cualquier cinéfilo que se preste.
Bermu
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8
11 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es indudable que los años 20, antes de la llegada del sonido y de los grandes estudios de Hollywood, fueron la cuna de lo que hoy conocemos como el séptimo arte. Peliculas precursoras de un cine diferente, donde primaba la imagen por encima de todo, con directores europeos principalmente como Murnau o Fritz Lang.

Uno de los mayores ejemplos es sin duda Fausto (1926) del genio Murnau. Aunque no es mi película preferida del alemán, es innegable que ha dejado huella en la historia al lado de sus grandes obras. En esta ocasión nos traslada al mito del folclore alemán de Fausto y Mefistofeles, llevado a la fama por Goethe.

Los primeros treinta minutos de la película me parecen sencillamente alucinantes. Es maravilloso ver como Murnau es capaz de crear el miedo en el espectador a partir de unas imágenes superpuestas de un demonio en una ciudad. A partir de ahí, comienza la dura batalla por el alma de Fausto, donde la corrupción de Mefistofeles hará mella en él.

El único problema que tiene la película es todo el metraje central, me parece excesivo, se pierde en mostrarnos escenas que poco aportan a la trama. Además se pierde esa escenografía creada al principio de terror y angustia, incluso se nos muestra a un demonio jugueteando con el amor, me parece un poco absurdo sinceramente.

Menos mal que en la parte final la película vuelve a coger más fuerza si cabe, volviendo a esas escenas tenebrosas, cargadas de simbolismos, donde los protagonistas muestran la realidad de la condición humana, sus miserias y sus desgracias.

Nunca me cansaré de alabar al genio Murnau, sinceramente creo que su visión, su forma de entender el cine, mostrando la magia que se podía conseguir en cada escena a través de su mirada crítica de la sociedad que le tocó vivir, cambió por completo la historia del cine.
Bermu
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