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Críticas de GEORGE TAYLOR
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Críticas 41
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
26 de diciembre de 2010
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Hora Final es un título importante de la historia del cine. Quizás no sea el mejor drama sobre el fin del mundo, pero es el primero que trata abiertamente el apocalipsis debido a una guerra atómica. En los cincuentas la ansiedad por la carrera armamentista y el peligro de un holocausto atómico se había visto reflejados de manera metafórica, usualmente a través del género de los monstruos gigantes radiactivos. El mérito de la película de Stanley Kramer es el dejar de utilizar alegorías y despacharse directamente con los hechos: muchachos, si estalla la guerra nuclear, pasaría esto. La puerta que dejaría abierta La Hora Final sería aprovechada por títulos posteriores como Pánico Infinito, Dr. Strangelove o Fail Safe.

Ciertamente el enfoque del filme es algo difuso al principio, y todo el tiempo roza lo melodramático. La noticia de la guerra nuclear es disparada por una emisión de radio en los cinco primeros minutos del filme, pero todo el panorama de Australia - la rutina normal de todos los días - nos impide asimilar el hecho. Hasta que uno empieza a toparse con situaciones fuera de lo común - la gente movilizada en caballos y bicicletas por toda la ciudad; las extrañas actitudes de la gente -, que nos dan la pauta de que algo no está bien. Y por más que esta gente aparente estar ok - como el personaje de Donna Anderson -, se encuentra devastada por dentro. Gregory Peck todavía imagina que sus hijos y su esposa están vivos en alguna parte, Ava Gardner vive alcoholizada, Donna Anderson niega la realidad, Anthony Perkins sigue con su rutina habitual mientras intenta conseguir pastillas de cianuro para su familia cuando llegue el momento, Fred Astaire se da los gustos de un condenado a muerte.
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El filme es muy vago en su tono hasta que aparece Fred Astaire. Sinceramente nunca vi al ex bailarín como un buen actor, pero su perfomance en La Hora Final es excelente. Todo el cast tiene buenas perfomances, pero lo de Astaire es brillante. Su personaje es cínico y realista, y tiene por lejos los mejores parlamentos de la película. Y es tan sutil su interpretación en algunos momentos - el consuelo a Ava Gardner, los razonamientos sobre el holocausto, la reprimenda a Anthony Perkins - que debería haber ganado un Oscar (sólo recibió una nominación en los Globos de Oro). En definitiva una obra maestra.
GEORGE TAYLOR
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8
17 de diciembre de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra mas del Doctor Jekyll, o al menos eso parece. Aqui tenemos a un Perkins
que hace un papelazo donde creo que despues de Psicosis esta es la mejor interpretacion de su vida. Los
escenarios tienen un tono de videoclip. Aunque esten muy bien ambientados y muy bien iluminados no dejan de ser
unos escenarios muy artificiales, pero el caso es que tienen su gracia y creo que es de lo mejor del film. La historia
es la de siempre, personajes de epoca (actores gays que me da la sensacion que tuvieron que ser amigos de Perkins),
muchas fulanas, asesinatos no graficos pero reales por supuesto experimentos, pero sinceramente de experimentos nada,
aqui lo que pasa es que Perkins va toda la peli de farlopa hasta los ojos, pero en grandes cantidades, eh. Una
malograda pelicula que se tenia que haber merecido mas pero es que el
argumento no daba para mucho. Aun asi, la recomiendo, muy buena.
GEORGE TAYLOR
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6
8 de diciembre de 2010
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una adaptación del clásico de Perrault acerca de un cruel asesino
en serie de mujeres. Richard Burton es el Barón Von Sepper, un excéntrico y frustrado
aristócrata, que vive prácticamente recluido en su oscuro y siniestro castillo. El Barón acaba
de contraer matrimonio con su octava mujer, Anne, de la que parece estar muy enamorado. Un día, Anne
descubre por accidente, el espeluznante final que tuvieron las
otras siete esposas de su marido...
GEORGE TAYLOR
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8
17 de octubre de 2010
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas a las que el paso del tiempo sitúa en su debido lugar. Éste es el caso de The Singer not the Song, que en España se exhibió con el tremebundo título de El demonio, la carne y el perdón. Basada en una novela de Audrey Erskine Lindop –creo que no hay edición en castellano, aunque algunos la confunden con una de Bruce Marshall titulada en castellano de manera muy parecida–, el film fue dirigido por Roy Baker antes de su etapa con la Hammer por la cual es más conocido y apreciado. Rodado en 1961 en color y cinemascope, para que así impresionara más, la protagonizaron John Mills en el papel del padre Keogh, Dirk Bogarde en el del malvado bandido Anacleto, y Mylene Demongeot como Locha, la mujer que se interpone entre ambos y que por tanto no merece más calificativo que el de vil y perrrrrrrrrrrrrrrrrrra, por querer estorbar el amor entre el cura y el bandido.
Porque no hemos de engañarnos: esta película tan antigua –como dirían los modernos– es todo un pionero del cine gay y nadie se dio cuenta en su tiempo, cuando se exhibió tan tranquilamente como una historia de "redención" de un malvado bandido por un cura esforzado. Ya, ya… Una revisión de ella por televisión hace pocos años permitió comprobar que su carga gay seguía incólume, de hecho, más potente –y patente– aún que antes porque ahora los que la vimos de niños o jóvenes ya sabemos de qué va la cosa… Arrrrrresulta que el bondadoso padre Keogh llega a un pueblo dominado por el bandido Anacleto –vaya nombre le fueron a poner, por cierto–, que es un hombre malo que los tiene a todos con los huevos por corbata y encima no cree en Dios. Naturalmente, el esforzado padre Keogh decide redimir al malo Anacleto, porque para eso es cura… y además Anacleto "le pone", por decirlo claramente. Y a Anacleto, a su vez, "le pone" el padre Keogh. Anacleto, como he dicho, está interpretado por Dirk Bogarde, actor que era homosexual y que debió de pasarlo muy bien haciendo este papel porque se le nota. También se le notan… otras cosas, gracias a los ceñidísimos pantalones negros de cuero brillantísimo que luce y que le marcan, seamos francos, un paquetón la mar de coqueto. Entre esto y las miradas que le lanza al padre Keogh, entre frías y distantes, es inevitable que el cura sienta despertar su pasión por el bandido Anacleto. Y es que la visión de Dirk Bogarde, moviéndose como un felino, con su sombrero cordobés negro, su ropa toda ella negra, sus guantes negros, los mencionados pantalones un par de tallas menores, el látigo que sostiene en la mano y las posturitas que adopta, despertó sin duda alguna que otra pasión gay entre los espectadores de su tiempo, y provocó sin duda más de una erección entre heterosexuales de toda la vida.
GEORGE TAYLOR
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3
7 de octubre de 2010
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bogey repitiéndose a sí mismo, pero sin encanto, carisma, romance o fuerza emocional. Ni siquiera existe química con Märta Torén, su pareja en esta película. Por lo menos el final es justo con el personaje de Bogart. Mediocre relato. La verdad, decepcionante...
GEORGE TAYLOR
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