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España España · Palafrugell
Críticas de cinefiloman
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Críticas 170
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
2 de septiembre de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que la campaña publicitaria de Telecinco, pasado lo que es normal, es decir hablar de la película favorablemente una vez al día antes de su lanzamiento y una vez cada dos o tres días después, ha resultado indigesta y un pelín contraproducente. Ya se sabe aquello de que de tanto como alaban algo nace la sospecha de que tal vez no sea lo que se dice. Pero claro, como es de la casa y se han puesto dineritos, pues a cargar las tintas. Ya a nadie extraña que en plenos programas de noticias, lo que se llamaba antes el Telediario, se dediquen las cadenas de televisión a alabar sus propios productos. O a ignorarlos cuando no son propios. Porque el día de la presentación de este film, en TVE1, en un reportaje sobre los estrenos de las películas de ese fin de semana se la ignoró totalmente.
¿Dónde queda el respeto por el telespectador? Eso digo yo, ¿Dónde?
Pero vayamos con la película.
En algún medio escrito he leído que era tildada de peliculón. Pues si peliculón es Apocalypse Now, Blade Runner o Terciopelo Azul, El niño no es un peliculón. Es un film de acción, muy bien llevado a término, con un guión respetable y con algunos actores excelentes. A más de darnos una visión de lo que pasa en el Estrecho de Gibraltar, frontera con Marruecos incluida, que llama la atención el que teniéndolo tan cerca sepamos tan poco los españoles que no andamos cerca. Pero eché a faltar unos personajes con más entraña. Luis Tosar hubiera dado para mucho más y el niño para mucho menos. Tanta mirada salvaje y tanta pose lo desvirtuaba como personaje de carne y hueso, sobre todo cuando se enfrentaba a su enamorada, muy intensa y con más humanidad. Tampoco hubiera estado mal profundizar un poco más en los entresijos del puerto. Profundizar no es poner unas escenas de la pesca del atún o unos esquiadores surfistas en la playa. Lo que le hubiera dado a la historia consistencia.
En cuanto a los actores, Luis Tosar se ha puesto a la altura de Javier Bardem y rebasada la frontera de actor secundario de lujo, no tiene límites y el film hubiera ganado si él hubiese sido el pivote sobre el que girase la historia y no el niño. Eduard Fernández y Sergi López, dos lujos para la película. La naturalidad de Sergi López interpretando es toda una lección de sumersión en un personaje. Los trozos de él y Luis Tosar, estupendos. Los segundos finales en la playa entre Eduard Fernández y Luis Tosar, miraditas van y vienen, antológicos.
Barbara Lennie y Mariem Bachir, correctas en su papel de relleno en un mundo de hombres.
El compi, un poco excesivo, parecía sacado de Aida.
El atractivo de Jesús Castro no sale bien parado al lado de los tres actores que le rondan toda la película. Si quiere ganarse la vida de actor, deberá ponerse a estudiar. Si quiere ser actor, claro. Si sólo quiere hacer películas no hace falta. Ver las pelis de Paul Newman y Robert Redford le ayudaría. O de Brad Pitt.
Pasé un buen rato. Me gustó mucho el plano de las grúas bailoteando en el muelle, conteiner para acá, conteiner para allá. Siempre son estimulantes unas imágenes de los pueblos marroquís y sobre todo agradecí mucho el final: Real como la vida misma.
Daniel Monzón no ha podido mantener el nivel de Celda 211. La tensión dramática tan bien llevada en aquella película aquí es irregular a pesar de tanta persecución. En Celda 211 la línea narrativa estaba marcada por el escenario y los personajes. En esta película al abrirse el escenario y ampliarse los personajes con sus diversas vicisitudes, la historia no es ni de uno ni de otro y tampoco es de todos. Se ha llamado El niño pero se podía haber llamado Estrecho.
Vamos, es mi modesta opinión.
cinefiloman
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2
26 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer estuve viendo Lucy y hoy escuchando Radio 3 oí que el presentador del programa hablaba de eso llamado magma industrial refiriéndose al negocio cinematográfico. Pues bien, el magma industrial es lo que ha hecho posible una película como Lucy.
Es lamentable que sabiendo que mueren niños en África, de hambre todos los días, aquí en Occidente nos gastemos una pasta gansa en hacer una película tan intrascendente, vacua y mal hecha que a uno le cuesta imaginarse a seres humanos trabajando en semejante empeño.
Fui a ver la película con la ilusión de entretenerme un rato con una historia de acción en la que se incidía en algo tan sugerente y atractivo como es nuestro cerebro. La dirección de Luc Besson y Scarlett Johansson junto a Morgan Freeman de protagonistas daban para mucho.
Y todo iba siendo entretenido aunque manido y poco original hasta que Lucy, pistola en mano, secuestra a un taxista para que la lleve a un hospital y al llegar a éste, le dice,
-Tú, espérame aquí.
¿Dónde aprenden algunos a ser guionistas? O sea, ¿un taxista acojonado ve como una loca se aleja camino del hospital y obedece y se queda esperándola? Vamos hombre, productor, gástate unos euros en unas esposas para dejar al taxista atado al volante, o, guionista, invéntate una razón para que se quede allí esperando, yo que sé, que conoces a su familia y sabes dónde vive y que irás a verlo si te deja tirada en el hospital. Pues no, espérame aquí, con toda la ciudad para perderse y alejarse de semejante pirada. Sólo un tarado se quedaría esperando y los tarados no son taxistas.
Pues ahí me escurrí de la película y no volví. Ni el trabajo de Scarlett, respetable, ni el de Morgan, algunas veces magnífico, hay unos primeros planos estupendos, me dejaron volver. Vi el film como quien va al super a buscar jamón ibérico y todo lo que encuentra es jamón serrano hecho en China. No sé si me explico.
A esta película le pasará como a la olvidable Gravity, que mucho ruido y pocas nueces, lenta pero inexorablemente se hundirá en ese magma industrial donde con otros restos cinematográficos irá alimentando a las flores que de vez en cuando brillan y se hacen imperecederas en este arte moderno.
Si alguien desea ir a verla y no ha visto Nikita, obra del mismo director, que no lo dude, que se pille Nikita y pase un buen rato. En esta película la condición humana entera, y no sólo su cerebro, le dan a la película un tinte de reflexión sobre nuestra condición que en Lucy el visionado de los guepardos acechando al pobre cervatillo, mil veces visto en los programas de animales de la 2 que todo el mundo dice que ve, o la mona tocando con su dedo al dedo de Lucy, ¿de qué me suena esto?, no consiguen otra cosa que mirar a su alrededor a ver si se ha metido en una proyección de esas que hacen para los alumnos de secundaria con el fin de mostrar el ciclo de la vida.
En fin, una película que ya nada más estrenarse parece de saldo.
Una última cosa: La documentación, la buena y exhaustiva documentación, cuando se escribe ficción sobre algo que tiene sus relaciones con la realidad es premisa insoslayable. No basta con leer cuatro cosas sobre el tema. Porque luego los diálogos parecen papel de fumar.
No cuento la última escena porque me entra un no sé qué de desazón o de desrazón......aunque dejo para el criterio de cada uno si no hubiera sido mejor cualquier otra cosa que un lapiz de memoria y cualquier otra cosa que una mancha de alquitrán reptante....es que un lápiz de memoria es……..es……es que no sé…es……… Ja,Ja,Ja,Ja……es un lápiz de memoria. Podía haber sido un sacacorchos. Le hubiera dado a la película un sabor inconfundible.
Con lo caro que está el cine. Hay personas que con lo que cobran actualmente o van al cine o comen. Y si resulta que dejas de comer para ir a ver Lucy y te encuentras lo que te encuentras, el estomago vacio te la lía. Claro, siempre que utilices el cerebro en un porcentaje adecuado.
cinefiloman
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4
9 de julio de 2014
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Internet nos traerá muchas películas y de entre ellas perduraran unas poquitas, como ha pasado con el Lejano Oeste, con la Segunda Guerra Mundial o con el Imperio Romano. En cada momento de la historia del ser humano, ha habido sucesos que han alterado nuestras expectativas. La alteración que prevemos que Internet puede causar en nuestro futuro despierta unas previsiones que estoy seguro que aún no somos capaces de columbrar en todo su esplendor…u horror. Pero mientras, vamos elucubrando y presentando opciones. En cualquier rama del arte.
La película de Nacho Vigalondo no ha profundizado, en cuanto a contenido, gran cosa en ese futuro. Y no creo que perdure más allá de su temporada de estreno y lo que la campaña publicitaria logre arañar. El argumento es de lo más manido: Chica guapa perseguida por maniático obsesivo es defendida por príncipe de la informática. ¿A qué me suena esto? A casi todo. Sólo al final y muy de pasada dos ligeras reflexiones sobre qué está haciendo con nosotros el mundo virtual de internet, y como nuestro afán de cuzos está por encima de cualquier otra consideración ética. Y nada más.
El guionista se ha pasado en su inventiva a la hora de dotar a internet de facultades, como cuando en una película antigua un personaje descolgaba el teléfono y sin dar tiempo a que se pusiera una operadora soltaba su perorata, restando credibilidad. Todos sabemos cómo van las conexiones inalámbricas de rápidas, aquí y en Pekín. Y luego la forma de cerrar la historia me ha recordado a esas películas de viajes en el tiempo que desembocan en un galimatías sobre el que el guionista corre un tupido velo pues el bucle en el que entra la narración con un viajero en el tiempo que debe cambiar algo para que algo no suceda pero que si lo cambia también se cambia él y entonces cómo va a ser posible que pueda viajar en el tiempo si resulta que al cambiar el pasado…en fin, fin. Se corta el bucle de un tijeretazo y a otra cosa. Demasiado liada la madeja.
Me han gustado los efectos especiales, sobre todo los que tienen como ingrediente principal la pantalla de un ordenador, equilibrados y en consonancia con la historia, y lo más creíble de la película, paradójicamente.
No cuaja el intento de reflexionar sobre lo indefensos que estamos ante internet y en fin, una peli para incondicionales de las persecuciones y las inverosímiles aventuras de un James Bond cualquiera. No me explicaba al entrar porque la película estaba autorizada para mayores de doce años. Después sí. Incluso podía haber estado autorizada para mayores de siete o de cinco años.
Los actores están. Que en este tipo de películas es más que suficiente.
¡Ah!, y las comparaciones con La Ventana Indiscreta de Sir Alfred Joseph Hitchcock……. por eso, porque se trata de ventanas, que otra cosa.
Al comienzo pensé que me había equivocado de película y me iba a ir, pero no, era ésta.
cinefiloman
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5
30 de mayo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Turturro lo debe haber tenido claro desde el principio. Esta película la dirigiría y la escribiría él, pero teniendo a Woody Allen de actor, el film quedaría impregnado de su presencia por arriba y por abajo. Y más si el sexo reprimido anda por medio y no digamos si hay una sesión continua de “tuna, tunda a los judíos”. Sin contar que las calles de Nueva York en plan barrio las puso de moda Woody Allen.

Aceptado esto el film se deja ver y poco más. John Turturro no es capaz de construir un personaje creíble. Estático y desencuadrado, no termina de ser un personaje aceptable. Siempre parece impostado. Añoré durante toda la proyección al John Turturro de “Muerte entre las flores”, que es el que esperaba, pero no.

Sin embargo Woody Allen se mueve a sus anchas, con diálogos que a buen seguro él ha apuntalado y con toda la picardía y la mala baba que sólo él sabe meterle a determinados temas.

Sharon Stone y Sofía Vergara están para lo que están, cumplen bien su cometido. El guiño a “Instinto Básico” es una equivocación de alumno de primero de cine y Vanessa Paradise no puede con el papel de “judía convencional pero no tanto”. Por no hablar del giro inesperado del final que deja descolocado no sólo al policía merodeador si no al espectador que no comprende nada de nada.

En fin, una idea feliz la del film, que prometía mucho pero que se queda en un ejercicio de cine entre amigos que, ya casi, lo han demostrado todo. Si puede elegir entre esta historia y “Blue Jasmine” no lo dude, Blue Jasmine, y si no ha visto “Muerte entre las flores”, dúdelo menos, olvídese de las dos y vea esta obra maestra de los hermanos Cohen.
cinefiloman
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10
6 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años acudir a una película de Woody Allen se había convertido en un ejercicio casi obligado, tanto que a la de Roma no fui. La de Barcelona me pareció mala de matar, hasta consiguió que Javier Bardem no brillara, tópica y superficial, para olvidar. Me tragué la de París que tuvo su originalidad y no sé por qué me arriesgué a ver Blue Jasmine, pero no me arrepiento.
En esta película vuelve a brillar el Woody Allen que a mí me gusta: Desmitificador, implacable, burlón y azote de hipócritas. Y además con truco, como en los juegos de magia. Mientras los espectadores nos entretenemos con las andanzas que provoca la caída y decadencia de una mujer sofisticada y elegante de la clase alta de Nueva York, él nos contesta sin que hayamos preguntado lo que es el amor algunas veces, bueno la mayoría, y como se sufre más cuando se cae uno que cuando se resbala.
Hablar de la condición humana es algo que se les da tan bien a algunos artistas judíos que uno termina preguntándose si no lo llevarán en los genes. Bob Dylan, Philip Roth, Saul Bellow.
No voy a entrar en la factura cinematográfica de la película, porque tratándose de una película estadounidense es hablar de obviedades. Hasta la película más ínfima que se produzca en aquel país tiene unos actores cojonudos y unos técnicos de primera línea. Aquí también. Si Cate Blanchett brilla rutilante, los secundarios no le van a la zaga, en especial los garrulos de clase trabajadora que aparecen en el film.
Entonces, ¿qué hace a esta película diferente?
Lo mismo que hace diferentes a todas las obras de arte que merecen la pena. Te transforma en cuanto que descorre un velo de algo que permanecía oculto dentro de ti, emocionándote, sin por ello dejar de desagradarte, que es lo que pasa siempre que te descubren algo incomodo pero real. Y todo sin dejar la compasión y la comprensión de lado.
En Balas sobre Broadway, Woody Allen lleva a cabo un ejercicio parecido. Con la excusa de una obra de teatro que no encuentra dinero para estrenarse, se dedica a hablarnos de un montón de aspectos de la naturaleza humana: Sueños, frustraciones, anhelos, esperanzas, capacidad para aceptar la realidad...etc., etc.
Blue Jasmine podría haber aceptado otro par de títulos nada desencaminados. Uno: “Lo qué es el amor”. Dos: “Mejor resbalar que caer”.
Pero Woody Allen, que es sabio y tiene talento sin esforzarse, se debió decir, ¿para qué focalizar la historia en uno u otro aspecto, si puedo enmarcarlos dentro de la vida cotidiana?
Lo coloca tanto dentro de la vida cotidiana, que a mí por momentos la protagonista me pareció la princesa Cristina. Es lo que tiene el arte, que es universal.
Si van a ver la película no se pierdan como las hermanas manejan eso de enamorarse, la una por todo lo alto y la otra por todo lo necesario, y como se cumple aquello que dijo una ilustre de nuestro friquismo nacional: “Cuando llega la ruina sufren más los ricos, que los pobres ya están acostumbrados”.
Y hay más: Cómo se puede pagar con cárcel y con la vida un delito moral, cómo con tal de hundir a alguien uno es capaz de hundirse el mismo……etc., etc.
Todo eso en una hora y pico de excelente cine.
Una cosa, Woody: No salgas más de Nueva York. Por lo menos para hacer cine. No te hace falta.
cinefiloman
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