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Críticas de PADRE FLANAGAN
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Críticas 31
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
29 de abril de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que me ha sorprendido mucho esta vieja película, aunque la he disfrutado un poco menos porque la imagen dejaba bastante que desear (supongo que los negativos estaban un poco deteriorados con el paso del tiempo y se veía todo muy oscuro). Aún así la Crawford está espectacular: rimel y lapiz de labios a granel, bisutería y pulseras por todos lados, tacones altos, desparpajo total y vitalidad increíble.

A una isla perdida del Pacífico, Pago-Pago o alguna por el estilo, llegan los pasajeros de un barco que se ven obligados a convivir en una especie de cuarentena médica durante bastantes días. Dos de ellos chocarán entre sí desde el primer momento y su enfrentamiento se agudizará escaramuza tras escaramuza a medida que pasan los días: una chica de moralidad más que dudosa y un fanático religioso empeñado en salvar su alma a toda costa y para lo que no dudará en emplear cualquier medio aprovechándose de la influencia que la sociedad a la que pertenece tiene sobre las autoridades para hacer a la pobre chica la vida imposible. El veterano y estupendo Walter Huston (padre del luego genial John Huston y abuelo de la no menos estupenda Angelica Huston) borda el papel del prepotente predicador, que escena a escena se va volviendo más y más amenazador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PADRE FLANAGAN
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7
28 de abril de 2011
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me llevé una gran sorpresa cuando hace muchos años vi por primera vez esta película, al enterarme de que estaba dirigida nada menos que por Cecil B. DeMille, del que hasta entonces su nombre había sido sinónimo de las grandes epopeyas bíblicas por las que era conocido. Descubrí entonces que, desde los gloriosos tiempos del cine mudo, había sido el abanderado por excelencia del cine espectáculo en estado puro, y un narrador de primer orden. Así, me encontré con una larga lista de títulos en la que, además de Moisés, Sansón y las persecuciones a los cristianos en la Roma de Nerón, había historias de piratas, aventuras medievales, fastuosos melodramas circenses, epopeyas bélicas y, como no, westerns superespectaculares que se salían de las pantallas de los cines.

UNION PACIFIC fue, en ese sentido, como lo había sido poco antes BUFFALO BILL, el no va más del cine del Oeste: una grandiosa superproducción que contaba, en forma de espectacular epopeya, la construcción del ferrocarril que unió el Atlantico con el Pacífico a través del continente americano. No falta de nada: cientos de extras, ciudades de madera y lona a lo largo del tendido del ferrocarril, veloces cabalgadas, trenes que cruzan la pradera a toda máquina soltando imponentes columnas de humo por las chimeneas, locomotoras que descarrilan, ataques de indios y de forajidos, peleas y tiroteos, un triángulo amoroso que sólo la muerte logra romper y resolver, barras y estrellas y un ímpetu narrativo y un aliento épico como muy pocos narradores han logrado alcanzar y no digamos superar.

Sin duda, vista hoy, le sobran y faltan muchas cosas, no en vano han pasado más de 70 años y el mundo y la conciencia que tenemos del mismo es muy diferente de la que los espectadores tenían entonces. El triunfalismo tipo "Viva America y los americanos somos los mejores" rebosa no ya en cada escena, sino en cada fotograma. No hay la más mínima duda sobre la grandeza y el destino manifiesto del pueblo americano a la conquista de un continente y del mundo. Ninguna duda de que el gran capital y la llamada expansión de la civilización son una promesa de un futuro y un mundo mejor. Los indios son tontos y malvados porque se resisten a los blancos que atraviesan y mancillan su territorio. El espíritu crítico brilla no ya por su ausencia, sino que en esta película es literalmente inconcebible.

No deja de ser curioso que esta forma de ver el western, que llega a su cenit con esta película, lo hace el mismo año de 1939 (qué increíble año aquél) en el que el maestro de maestros John Ford rompe los moldes del género con una mirada y tratamiento radicalmente distintos, por no decir opuestos, a los que representaba apoteósicamente DeMille, con LA DILIGENCIA, con la que el western alcanza (y de qué manera) su mayoría de edad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PADRE FLANAGAN
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8
25 de abril de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíble lo que una niña aparentemente inocente pero en realidad malvada, resentida y manipuladora como ella sola es capaz de formar.

Veo esta película muchos años después de haber visto por primera vez el célebre remake, magníficamente realizado de nuevo por Wyler, que con el título español de LA CALUMNIA protagonizaron las maravillosas Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. Fue una gran película que me pone los pelos de punta cada vez que la veo, y tenía curiosidad por ver esta primera versión, aunque con cierto reparo, ya que sabía que el tema principal que desencadena el drama (una relación homosexual en la obra original de Lilian Hellman) fue alterado (no en vano estaban en los mojigatos años 30) y transformado en un adulterio (y ni siquiera eso porque todavía no estaban casados).

Pues me he llevado una agradable sorpresa. La historia me ha enganchado desde los primeros minutos, cuando las dos amigas, Hopkins y la Oberon, conocen al apuesto McCrea, y ya no he podido dejarla hasta el final. Pese al cambio introducido, éste no modifica en lo sustancial la historia, a saber: la perversidad infantil como detonante del conflicto en una sociedad rural y puritana donde la más mínima desviación -auténtica o imaginaria- de lo moralmente aceptable condena, por disposición de los detentadores del poder en esa sociedad, sin derecho a defensa alguna, a los presuntos infractores al ostracismo y a la alienación sociales. Muy bien escrita, con unos diálogos fluidos y memorables, muy bien interpretada (están todos perfectos, pero me ha llegado al alma el trabajo de la sufrida Miriam Hopkins, y, como no, el de la pequeña Bonita Granville, bordando el personaje de la niña malvada) y maravillosamente dirigida por ese genio polifacético, y no siempre reconocido, llamado William Wyler.

Creo que ESOS TRES no tiene nada que envidiar a LA CALUMNIA, y me ha parecido tan moderna (en el tema, en la fluidez del montaje y de los movimientos de cámara, hasta en la fotografía) como la segunda. ¿De verdad que está rodada en 1936?
PADRE FLANAGAN
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5
19 de abril de 2011
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típica película de aventuras del Hollywood de los años 30, a cargo de Gary Cooper, personificación del héroe por excelencia (con permiso de Errol Flynn, naturalmente).

Ni que decir tiene que lo que se cuenta en la película tiene muy poco que ver, por no decir nada, con la vida y hazañas del célebre viajero y comerciante veneciano Marco Polo, salvo que viajó hasta China y que hizo muy buenas migas con el emperador mongol Kublai Khan. Lo demás es una aventurita doblemente exótica (por su lejanía en el tiempo y en el espacio) en una China totalmente fantasiosa que no responde tampoco en nada, o en casi nada, a lo que conocemos sobre aquel país y aquella época, ni siquiera a lo que el auténtico Marco Polo nos contó en su célebre "Libro de las Maravillas" por el que es conocido. Probablemente los guionistas de la película no se molestaron siquiera en hojear ese libro, y, partiendo de tres o cuatro tópicos, dejaron rienda suelta a su imaginación.

De hecho, el Pekín que vemos aquí (totalmente de cartón piedra, eso sí muy vistoso) está construído a base de toda la parafernalia orientalizante típica del cine de serie B de la época (en la que no falta ni el pérfido visir árabe salido de las Mil y una noches -naturalmente interpretado por Basil Rathbone- con un foso de tigres en sus aposentos donde arrojar al héroe). Es decir, no se limita a introducir elementos pseudochinos, sino de toda Asia en general. Un amigo me dijo hace tiempo que la película le recordaba al Capitan Trueno; disiento, la China del Capitán Trueno, igualmente irreal, era muchísimo más convincente que ésta.

La figura de Marco Polo no es, pues, más que una mera excusa para rodar una historia de aventuras al uso, y nada más. Lo cual por supuesto no tendría más importancia si nos encontráramos con una película entretenida repleta de exotismo, aventura, humor, intrigas, amoríos, luchas, persecuciones y todo lo demás, y nos mantuviera entretenidos hora y tres cuartos sentados a nuestra butaca (o a nuestro sofá, ya que hace mucho que estas películas las vemos sólo en la tranquilidad del hogar).
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PADRE FLANAGAN
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7
16 de abril de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que el luego llamado "cine negro" nació en 1941 con el estreno de EL HALCÓN MALTES, algo con lo que no todo el mundo está de acuerdo, ya el cine de gangsters estaba en boga desde al menos una década atrás. Supongo que todo es cuestión de matices, de aclarar qué es lo que entendemos por cine negro. Sin duda, la célebre película de JOHN HUSTON marcó un antes y un después en el género policiaco, y sentó unas bases, temáticas y, sobre todo, estilísticas, que diferencian dicha película y las que la siguieron hasta bien entrados los años cincuenta del cine de gangsters propiamente dicho. Este último nació durante los estertores del cine mudo y se desarrolló en los años siguientes, siendo HAMPA DORADA uno de sus títulos emblemáticos, que supondría el asentamiento definitivo del género y que habría de influir muy poderosamente en las películas posteriores.

La película cuenta el ascenso, apogeo y caída de un hampón de poca monta al que su tenacidad, su gatillo fácil y su total falta de escrúpulos le lleva en una carrera fulgurante a la cima del crimen organizado y, más fulgurantemente aún, al arroyo del que salió y a la muerte.

Guión repleto de diálogos breves y enérgicos y bastante acción, rodada admirablemente por el debutante Mervin LeRoy (uno de tantos excelentes y polifacéticos artesanos de Hollywood, que te hacían igual de bien un thriller que un drama, una comedia que una de romanos, o lo que tocara), con una brillante escenografía y fotografía llena de claroscuros y notables influencias expresionistas, basada en la novela "Little Caesar" de W. R. Burnett, brillante especialista del género autor también, entre otras, de "La jungla de asfalto", magníficamente adaptada, dos décadas después, por el gran John Huston.
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PADRE FLANAGAN
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