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Críticas ordenadas por fecha (desc.)
2 de mayo de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustan las historias de samurais, y por eso le tenía ganas a esta película, vieja convidada en los buenos videoclubs de antes, junto con sus continuaciones. Además, la protagoniza el gran Toshiro Mifune, así que algo bueno tenía que tener. Y efectivamente, algo bueno tiene: ambientación en el viejo Japón, aventuras y Mifune. Sin embargo, acostumbrado a los grandes títulos samurai de Kurosawa y compañía, es inevitable llevarse un chasco de entrada, y hace falta decirlo: no hay comparación posible.
La primera sorpresa fue la banda sonora, al estilo de las pelis de aventura occidentales de la época. Que no se me malinterprete: es buena música para un film como este, con unos acordes efectivos que se te quedan en el recuerdo, pero habría preferido escucharlos en una historia ambientada en la Inglaterra medieval, por ejemplo. Aquí pierden personalidad, sin ningún asidero que te sumerja en el Japón.
La historia se centra en la evolución del personaje interpretado por Mifune: un valiente pueblerino que quiere convertirse en samurai y se marcha a la guerra para conseguir fama, aunque luego le surgen diversos avatares que le complican el camino que quiere realizar, su pueblo quiere capturarlo y matarlo. Entonces cobra importancia la figura de un monje que, cómo no, parte de una superioridad moral con respecto al joven aspirante a samurai y se ocupa de ponérselo difícil. De entrada no simpatizamos demasiado con el monje, aunque el guión nos haga aceptar su visión al final, cuando nuestro protagonista ya está encarrilado por el buen camino del guerrero. Hay también una historia de amor que se fragua en la última parte del film. Pero sin ánimo de contar nada más ni salirme de la tosca sinopsis, hay que decir que ésta es la primera parte de una trilogía, y la historia te engancha lo suficiente como para que uno quiera ver la continuación. Así que la veré.
Lo mejor: La emoción intensa del film clásico de aventuras. La interpretación de Toshiro Mifune.
Lo peor: No me ha gustado el uso de algunos planos-secuencia ni en general el movimiento de cámara. Por ejemplo, a veces pareciera que la cámara se mueve porque sí, para mostrarnos el paisaje, cuando quedaría mejor un plano fijo.
En fin, es inevitable pensar en las obras maestras del cine de samurais y comparar, aunque no deberíamos hacerlo para disfrutar esta película, que es muy disfrutable.
La primera sorpresa fue la banda sonora, al estilo de las pelis de aventura occidentales de la época. Que no se me malinterprete: es buena música para un film como este, con unos acordes efectivos que se te quedan en el recuerdo, pero habría preferido escucharlos en una historia ambientada en la Inglaterra medieval, por ejemplo. Aquí pierden personalidad, sin ningún asidero que te sumerja en el Japón.
La historia se centra en la evolución del personaje interpretado por Mifune: un valiente pueblerino que quiere convertirse en samurai y se marcha a la guerra para conseguir fama, aunque luego le surgen diversos avatares que le complican el camino que quiere realizar, su pueblo quiere capturarlo y matarlo. Entonces cobra importancia la figura de un monje que, cómo no, parte de una superioridad moral con respecto al joven aspirante a samurai y se ocupa de ponérselo difícil. De entrada no simpatizamos demasiado con el monje, aunque el guión nos haga aceptar su visión al final, cuando nuestro protagonista ya está encarrilado por el buen camino del guerrero. Hay también una historia de amor que se fragua en la última parte del film. Pero sin ánimo de contar nada más ni salirme de la tosca sinopsis, hay que decir que ésta es la primera parte de una trilogía, y la historia te engancha lo suficiente como para que uno quiera ver la continuación. Así que la veré.
Lo mejor: La emoción intensa del film clásico de aventuras. La interpretación de Toshiro Mifune.
Lo peor: No me ha gustado el uso de algunos planos-secuencia ni en general el movimiento de cámara. Por ejemplo, a veces pareciera que la cámara se mueve porque sí, para mostrarnos el paisaje, cuando quedaría mejor un plano fijo.
En fin, es inevitable pensar en las obras maestras del cine de samurais y comparar, aunque no deberíamos hacerlo para disfrutar esta película, que es muy disfrutable.
1 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpática película que nos acerca a los problemas de la América de los años treinta, tras las secuelas de la Gran Depresión, en un mundo de capitalismo despiadado; casi diría que una pesadilla, si no fuera por el tono eminentemente cómico del gran Chaplin. Es éste un buen espejo deformado (¿acaso alguno no lo es?) de su tiempo, partiendo también de la vieja crítica a la alienación del obrero como un engranaje más de la maquinaria, manejada por unos pocos. El pobre Charlot se mete en mil líos, sin comerlo ni beberlo, víctima de una sociedad desenfrenada que ora moviliza al cuerpo policial para dar estopa a una huelga de obreros, ora echa migajas de ofertas de empleo para que los trabajadores se maten por unas perras, en busca del tan ansiado sueño americano, que aquí se materializa sencillamente en una casa confortable. Para mostrar lo difícil que es salir adelante en estos ''tiempos modernos'', Chaplin reparte una serie de gags cómicos que conforman la película, usando motivos que tocan diversas problemáticas - búsqueda de empleo, malestar laboral... - y otros motivos relacionados con la vida acelerada: maquinaria velocísima, ruido en las calles y hasta un chocante, para nosotros, colocón de cocaína por parte de Charlot en la trena. ¡Ah! Y Chaplin también tiene un numerito musical con voz.
Mis escenas preferidas:
La escena en la que de verdad me reí fue cuando Charlot recoge un banderín del suelo que se le había caído a una camioneta y de repente...
El mensaje final, gesticulado por Chaplin, que vendría a decir: ''No olvides sonreír''.
Mis escenas preferidas:
La escena en la que de verdad me reí fue cuando Charlot recoge un banderín del suelo que se le había caído a una camioneta y de repente...
El mensaje final, gesticulado por Chaplin, que vendría a decir: ''No olvides sonreír''.
24 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando era pequeño leí un cuento acerca de un niño que no podía dormir, porque se le aparecían los 'miedos' por la noche. En el cuento, lleno de ilustraciones para niños, los 'miedos' eran pequeños duendecillos que salían de los rincones oscuros, y al final el niño conseguía ahuyentarlos, con la luz del día. En 'Vargtimmen' estos terrores cobran aspecto humano a nuestros ojos, aunque nunca vemos esos dibujos que el pintor enseña a su esposa, mientras se los presenta uno a uno. En realidad, no vemos ninguna de las obras del pintor, lo cual creo yo que es muy acertado, pues para eso tenemos la película. Película, por cierto, con una enigmática declaración inicial que muestra que lo que vamos a ver es de hecho una película. ¿Por qué? En mi opinión, Bergman inserta esa introducción en consonancia con el tema (o uno de los temas) de 'Vargtimmen', que es la producción de obras artísticas.
El pintor y su mujer se retiran a una isla perdida, donde el primero se perderá en una peligrosa introspección personal, mientras que ella buscará una cada vez más difícil unión vital con su marido. La isla es un 'no-lugar', y los fantasmas de Max von Sydow son claramente fantasmas interiores, sin ambigüedades de por medio. Ahora bien... ¿qué representa cada fantasma? Algunos aluden seguramente al mundo del arte, donde está metido el pintor, mientras que otros vienen de sus terrores más personales y de su pasado (¿homosexualidad?). Por desgracia, Bergman no lo deja claro. Es una película sugestiva, pero demasiado abstracta y críptica como para comunicar el terror universal que podría haber comunicado.
Lo mejor: Me encanta el cine de terror, así como el expresionismo, así que se entenderá que me fascine la estética de esta película, la fotografía, los rostros, el uso de la iconografía del cine de terror de toda la vida (el cuervo, Drácula, la sangre...), el uso del silencio y de la música. Pero esta peli es una joyita única.
Lo peor: Demasiado complicada. La película alude a un pasado del protagonista que no conocemos, y Bergman no nos regala nada. Falta una adecuada presentación de los personajes, para que todo cuadre, pero creo que este es un ''defecto'' típico de Bergman; defecto que entiendo que muchos consideren una virtud.
Mi escena favorita: El niño está detrás de Max von Sydow, mientras éste pesca. Ambos sin camiseta y mirando en la misma dirección, para crear sensación de identidad. El mar oscuro de fondo, aterrador, y la música... A continuación...
El pintor y su mujer se retiran a una isla perdida, donde el primero se perderá en una peligrosa introspección personal, mientras que ella buscará una cada vez más difícil unión vital con su marido. La isla es un 'no-lugar', y los fantasmas de Max von Sydow son claramente fantasmas interiores, sin ambigüedades de por medio. Ahora bien... ¿qué representa cada fantasma? Algunos aluden seguramente al mundo del arte, donde está metido el pintor, mientras que otros vienen de sus terrores más personales y de su pasado (¿homosexualidad?). Por desgracia, Bergman no lo deja claro. Es una película sugestiva, pero demasiado abstracta y críptica como para comunicar el terror universal que podría haber comunicado.
Lo mejor: Me encanta el cine de terror, así como el expresionismo, así que se entenderá que me fascine la estética de esta película, la fotografía, los rostros, el uso de la iconografía del cine de terror de toda la vida (el cuervo, Drácula, la sangre...), el uso del silencio y de la música. Pero esta peli es una joyita única.
Lo peor: Demasiado complicada. La película alude a un pasado del protagonista que no conocemos, y Bergman no nos regala nada. Falta una adecuada presentación de los personajes, para que todo cuadre, pero creo que este es un ''defecto'' típico de Bergman; defecto que entiendo que muchos consideren una virtud.
Mi escena favorita: El niño está detrás de Max von Sydow, mientras éste pesca. Ambos sin camiseta y mirando en la misma dirección, para crear sensación de identidad. El mar oscuro de fondo, aterrador, y la música... A continuación...
31 de marzo de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El franquismo despolitizó al país, y esa fue la mayor lacra. Hay que entenderlo así: no se trató de la imposición de una ideología política, sino de la anulación de cualquier tipo de idea o pensamiento político de las gentes. Durante décadas, la palabra ''política'' sonó peligrosa y nociva, aparte de innecesaria. Ya lo dijo Franco: ''Hagan como yo, no se metan en política.'' Solo así puedo entender - y aún así me cuesta - que los censores españoles de los años cincuenta permitiesen el estreno de ''Muerte de un ciclista''. Aquellos censores no sabían ni pensaban en política; estaban tan obsesionados con tapar los escotes y eliminar las secuencias ''morálmente'' peligrosas del cine americano de importación que no supieron ver lo que para nosotros es evidente. Se fijaban en el humo de los fuegos lejanos cuando no podían ver que les estaban quemando la barba en las propias narices. Además, los realizadores de ''Muerte de un ciclista'' fueron muy inteligentes pues, antes de mandársela a esos censores, enviaron la cinta al extranjero. Con el aval de un premio de la crítica internacional, ya vieron muy difícil censurar la película. De todos modos no supieron ver la colosal crítica política y solo vieron en ''Muerte de un ciclista'' un drama relacionado con un adulterio. El asunto tiene bemoles.
Pero no solo cabe destacar el mensaje político y la crítica a la burguesía del franquismo: con una dirección magnífica, un ambiente de cine negro, un suspense endiablado y un interés creciente, estamos ante una obra maestra del cine español.
Pero no solo cabe destacar el mensaje político y la crítica a la burguesía del franquismo: con una dirección magnífica, un ambiente de cine negro, un suspense endiablado y un interés creciente, estamos ante una obra maestra del cine español.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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31 de marzo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
''Él'' es una película que puede albergar distintas lecturas, pero yo me quedo con la patología mental, donde los celos no son sino una manifestación concreta de la paranoia del protagonista. Una personalidad paranoide que acaba degenerando en esquizofrenia paranoide. De libro. Esta película nos muestra un caso claro de enfermedad en la persona de un distinguido señor católico, serio y formal. El claro ejemplo de personalidad paranoide de manual hace que sea la película perfecta para ponérsela a los estudiantes de psicología. Y parece que así lo hizo Lacan, el famoso psicoanalista. Del mismo modo, la película ''Shame'' de Steve McQueen sería ideal para mostrar a los estudiantes un caso grave de patología sexual, aunque por lo demás ambas películas no tengan nada que ver.
La estética juega con las redondeces y formas ovaladas de una forma expresionista que me ha recordado a la influyente ''El gabinete del doctor Caligari''. Todo el mundo del protagonista está cortado por esas formas redondas, en donde vive sumergido en su propia burbuja paranoide. En cuanto a la narración, juega con diversos flashback en la parte central del film de un modo original. La película es, por lo demás, un melodrama de corte muy clásico, y para su temática he echado de menos algún otro guiño surrealista de Buñuel. Que los hay. Como curiosidad, hay una secuencia que me ha recordado a... Pero es al revés, pues parece que Hitchcock hizo un pequeño tributo a esta película. Mi escena preferida (preferidísima) la cuento en el spoiler.
La estética juega con las redondeces y formas ovaladas de una forma expresionista que me ha recordado a la influyente ''El gabinete del doctor Caligari''. Todo el mundo del protagonista está cortado por esas formas redondas, en donde vive sumergido en su propia burbuja paranoide. En cuanto a la narración, juega con diversos flashback en la parte central del film de un modo original. La película es, por lo demás, un melodrama de corte muy clásico, y para su temática he echado de menos algún otro guiño surrealista de Buñuel. Que los hay. Como curiosidad, hay una secuencia que me ha recordado a... Pero es al revés, pues parece que Hitchcock hizo un pequeño tributo a esta película. Mi escena preferida (preferidísima) la cuento en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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