Nikolaj Arcel vuelve a dirigir un drama histórico tras la estupenda Un Asunto Real y no decepciona. De nuevo se marca una película de postín, tersa y fría como los parajes que la asolan y embellecen, pero llena de una pasión incendiaria. No es para menos después de los desmanes e intrigas adustas que recibe el humilde y azotado héroe que protagoniza la cinta, un soldado de fortuna, recio, que sólo busca un lugar donde instalarse y vivir tranquilo. Y aquí es donde comienzan los problemas para este hombre...

Con una dirección prodigiosa, Arcel vuelve a confiar en la estampa y presencia de un Mads Mikkelsen (Jinetes de la Justicia) magnífico para recrear esta mezcla de película histórica de drama y aventuras dentro de un contexto en el que propio rey declaró como zonas habitables los fríos páramos de Jutlandia. A los pocos colonos que intentaron conseguir tal proeza por la dificultad de cultivar en el páramo, se les unía el acoso al que eran perseguidos por el gobernador de dicha región, encarnado por un excelente y odioso Simon Bennebjerg (Borgen), una suerte de noble cacique capaz de las mayores tropelías. Así pues, surge la resistencia de un cáustico Mikkelsen, sobrio y certero como buen soldado, pero que a la vez lucha por un ideal y por la palabra del rey. Con dichas rencillas y cuitas, la cinta se desarrolla de forma inclemente, sin apenas descanso para un protagonista que recibe todo tipo de ofensas, con violencia, con crímenes que logran hacer estallar la paciencia de un hombre a priori tranquilo. En esa tesitura se sitúa la figura del protagonista, apoyado por la poderosa interpretación de Amanda Collin (Raised by Wolves), tan magnética como las yermas tierras que se enseñorean de la pantalla.

La Tierra Prometida o Bastarden es una película de época, filmada con maestría por Nikolaj Arcel que sabe también manejar a sus actores, con escenas poderosas, una fotografía sobria, certera e hipnótica; un guion capaz de atraer a todo tipo de público (el villano y el héroe están muy bien definidos) y procura ser lo más comercial posible sin alejarse de las raíces de un cine más independiente. Sin lugar a dudas es una producción de calidad que compone un trozo de la historia danesa que merece la pena ser contado. Por cierto, mencionar también la tierna actuación de la niña Melina Hagberg y la historia que la rodea: brutal.

Estupenda precuela que narra los orígenes de la afamada Furiosa, encarnada esta vez por Anya Taylor-Joy (Gambito de Dama) en un papel más físico de lo que solemos ver a la joven actriz. Y demuestra que le va bien, contenido y explosivo a la vez un fiel reflejo del personaje al que da lustre además de dotarle de cierta reflexión y paciencia. Junto a ella también destaca como villano el sorprendente Chris Hemsworth (Vacaciones) que hace suyo el papel del paradigmático Dementus, uno de los Señores de la Guerra que pululan por el desierto del universo Mad Max.

George Miller (Happy Feet) vuelve a su saga predilecta y repite la misma fórmula de Mad Max: Furia en la Carretera, con poderosas imágenes, acción impactante y una buena historia detrás. Una historia que se hilvana a la perfección con lo que sucede en Furia en la Carretera. Sin embargo, en Furiosa todo se va cociendo a fuego lento, de manera que nos enseña algo más de la mitología que el propio Miller crea, como el origen de ciertos lugares y el funcionamiento de esta sociedad post-apocalíptica que tan bien recrea. Asimismo, acierta con el tono de viaje iniciático y nos muestra la razón de ser de Furiosa. A pesar de ser menos movida que la anterior entrega, no decepciona con el tono porque va subiendo según pasan los minutos, demostrando que Miller quiere mostrar la evolución de uno de los personajes más potentes que ha dado el cine de los últimos diez años.

Furiosa es un viaje lleno de talento, continuista y con una acción magistral que nos entrega una de las mejores películas del año. No hay que tenerle prisa porque se cuece a fuego lento, pero deja unas de las mejores escenas del cine actual, con todo el poderío que Miller puede entregar. Mencionar en el resto del reparto a Tom Burke (El Prodigio), Angus Sampson (Insidious), Elsa Pataky (Ninette) y a la joven Alyla Brown (Tres Mil Años Esperándote) que destaca (y mucho) como Furiosa de niña. En general, esta es una película recomendable que cuenta con un espléndido final y una dirección de altura.

Nunca había visto esta película del amigo Chuck Norris (Delta Force) y he de reconocer que me ha sorprendido para bien. Como asiduo que era de sus películas de pequeño, en algún momento dejé escapar esta producción y ahora de mayor cuando vuelvo a verlas se les ven las costuras, pero en este caso creo que es una cinta que incluso sorprende por ser más seria de lo que parece, con un guion típico del género pero que no hace tantas aguas, bien dirigida y con buenas escenas de acción (ojo a la parte en que luchan con las luces de neón de fondo donde sólo se vislumbran las figuras de los contendientes).

Dirige James Fargo (Harry el Ejecutor) que demuestra desenvolverse bien en el género de acción, mostrando su buena mano en las escenas de acción. Además, escribe el guion dejando algunas frases lapidarias típicas del amigo Chuck e incluso del señor Eastwood (se nota que trabajaron juntos). Por lo demás es una producción ideal para el lucimiento de Chuck Norris, que no lo hace mal teniendo en cuenta sus limitaciones. Además, encontramos a un joven Tony Leung (Hero), lo que demuestra que no es una película cualquiera.

En general es una cinta común de acción, pero que tiene buenas ideas y alguna que otra escena dramática que parece darle algo más de seriedad a la trama y al personaje que encarna el señor Norris. Muy meritoria, la verdad.

Es difícil abordar esta película porque parece que o gusta o se odia. No se define un término medio para describirla, aunque parece que yo soy de una minoría a la que no le gusta.

Difícil, de nuevo, escribir algo bueno de una producción que desde el primer minuto da grima, náuseas y espanto. Dicen los expertos que es un puñetazo en el estómago, que es una comedia negra incomparable. A ver, la comedia no aparece por ningún lado, y si es negra es ponzoñosa. Porque hacer reír lo hace poco, si acaso da vergüenza. En su búsqueda de la irreverencia, va más allá y nos presenta una cinta llena de excesos (todos los excesos imaginables de un ser humano muy perturbado) que parece que funciona a golpe de suciedad, sordidez e inmadurez. Se construye sobre un relato (si lo queremos llamar así) de un detective que busca un ascenso, pero esto es lo de menos según avanza el metraje. Hay también un caso de agresión del que pasa el supuesto aspirante al ascenso, cuyos principales intereses son los de menoscabar el trabajo de sus rivales policías con las tretas más sucias y vergonzantes.

En general, el director Jon S. Baird (Tetris) adapta la novela de Irvine Welsh de manera atropellada, aunque supongo que se deja muchas guarradas por el camino (la mente de Welsh, ¿va bien?) como suele ser costumbre en las adaptaciones de novelas al cine. Es innegable que el director tiene su toque y hay escenas bien rodadas, con un final que puede que sea lo mejor de una cinta desamparada, deslenguada, pueril, sin humor, sucia como el título, donde el ser humano es pura escoria, no hay ni grises ni blancos (bueno, algo de bondad queda en la sociedad de Edimburgo) y casi todo es negro: apenas hay policías buenos según relata el amigo director. Así que lo que pone en bandeja es el exceso del policía descarriado entre los descarriados con todo tipo de vicios (no deja ninguno atrás la pobre oveja). Y esta oveja, digo policía, cae mal desde el principio, puesto que es un personaje que en ningún momento muestra empatía ni por sus conocidos ni por el público, una muestra desagradable de un Torrente escocés que hace que nuestro casposo policía sea una hermana de la caridad a su lado. Es más, a Torrente se le puede tener cierto aprecio pero al agente Robertson se le tiene desprecio.

El susodicho agente Robertson sólo tiene una cosa buena, el intérprete que hay tras él: James McAvoy (En Trance) hace una magnífica interpretación encarnando a tan desagradable personaje. Junto a él encontramos un puñado de intérpretes británicos como Jamie Bell (Billy Elliot), Imogen Poots (El Padre), Jim Broadbent (El Diario de Bridget Jones), Eddie Marsan (The Gentlemen) o Joanne Froggatt (Liar). Y a pesar de ellos, la cinta no repunta por su propia pomposidad con la suciedad.

En general, una película que no tiene una historia principal (lo que nos cuenta es secundario) porque sólo quiere mostrar lo sucia y corrupta que es, los desmanes de un personaje desequilibrado, mala persona que sólo causa desasosiego y cabreo al espectador. Lo mejor de todo, si quitamos la actuación de un McAvoy que parecía preparar su gran papel en Múltiple con Filth, son los títulos de crédito finales. No sólo porque uno desea que acabe esta grosera película, si no porque el toque cartoon es lo más gracioso (y surrealista) de toda la cinta.

Es curioso que esta cinta de acción y ciencia ficción con producción estadounidense cuente con dos guionistas españoles, los hermanos Pastor, y un director indio Tarsem Singh (Inmortals), aunque este ya sea parte de la industria norteamericana. Queda ahí este pequeño inciso para comenzar la pequeña crítica que llega a continuación.

Como ya menciono, Eternal se muestra como un producto ligero que mezcla bien la acción y la ciencia ficción dentro de un futuro cercano al nuestro (si no contemporáneo) con una premisa que a priori parece original y de la que en la realidad se ha llegado a comentar, como es la preeminencia de la consciencia más allá de la muerte. La verdad que la historia como tal es atrayente, pero a la hora de plasmar ciertas ideas se queda un poco a medio camino debido a que el guion se ve perdido en la misma trampa que propone. Aún así, propone dilema ético y moral y es a lo que nos encamina durante un viaje entretenido, con un director que se nota que dirigió videoclips en su época moza pero que a la hora de plasmar algo de sí mismo en la realización va como en piloto automático.

En cuanto a las actuaciones, Ryan Reynolds (Blade Trinity) se muestra competente en este género y es capaz incluso de crear un personaje con profundidad. Le acompañan el sempiterno Ben Kingsley (Gandhi), el gran Matthew Goode (Stoker) o Michelle Dockery (The Gentlemen). Todos se muestran reales, pero sin demasiados artificios en una cinta sofisticada, de género, sin mucha ambición y sencilla. Con buenas escenas de acción y una trama interesante, Eternal cumple lo que se le pide, aunque su guion a veces tome las de Villadiego.