Correcta y elegante película de Giuseppe Tornatore, con guión y trama del mismo director, acompañada de una excelsa música de Ennio Morricone y una fotografía magistral de Fabio Zamarion. Con unos excelentes movimientos de cámara que potencian la intriga en la que se ve envuelta la historia. Tornatore nos presenta una cinta llamativa y por momentos excitante, con unas localizaciones bellísimas y aunque no consigue mantener el mismo ritmo en toda la cinta, hemos de reconocer que tiene secuencias únicas e inolvidables.

Se nos relata la historia de Virgil Oldman, hombre solitario, misántropo y puntilloso (el uso obsesivo de guantes lo demuestra), acaudalado personaje experto en arte y antigüedades y subastador famoso, solo se conmueve ante obras de arte especialmente retratos de mujeres, cuyo valor real solo el reconoce y colecciona de forma obsesiva. Cuenta con la inestimable colaboración de su fiel amigo Billy (también pintor) y al que nunca valora en su justa medida. Virgil jamás entró en una relación amorosa con mujeres, a las que teme sin que se nos explique el motivo. Pero por esas circunstancias del destino (provocado) recibe la llamada de una joven misteriosa, aquejada de una extraña enfermedad (agorafobia), para que valore las antigüedades heredadas de sus padres, y que se encuentran en su residencia, una magnífica pero antigua finca italiana. Virgil realiza varias visitas a la finca, y atrapado finalmente por la fiebre del amor, quiere enamorar a la joven y busca ayuda en Robert, un joven talentoso y experto tanto en ingeniería mecánica como en seducir a mujeres.

Tornatore para el papel de Virgil, necesitaba un actor total y lo encontró en Geoffrey Rush, éste magnifico actor desarrolla la interpretación de Virgil de forma portentosa, su mirada, sus gestos, sus emociones, su pasión por el arte, la relación romántica con la joven le hace dueño absoluto del personaje, una actuación es memorable. Donald Sutherland es Billy, y cumple a la perfección como siempre. Sylvia Hoeks y Jim Sturgess no desentonan en sus papeles. La actuación de kiruna Stamell en su papel de la propietaria minusválida, en el momento oportuno, ejemplar.

"El desafío" es una interesante película sobre la supervivencia humana en un medio hostil y salvaje, del neozelandés Lee Tamahori, director de cine de no demasiada trascendencia, si exceptuamos quizás sus inicios con "Once Were Warriors" de 1994 y "Mulholland Falls" de 1996. En ésta su tercera obra cinematográfica le encontramos rodeado de excelentes colaboradores: David Mamet, autor del guion, gran escritor y dramaturgo, premiado con un Pulitzer y nominado varias veces a los Tony por "Glengary Glen Ross" y otros. Jerry Goldsmith excelente compositor del que podemos destacar "la Profecía" "Alien, el octavo pasajero"... Donalld M Mcalpine enorme profesional de la fotografía entre sus trabajos más notables "Moulin Rouge" "Depredator". A todos los citados añadimos dos magníficos actores como Anthony Hopkins y Alec Baldwin, y unos majestuosos parajes naturales de Alberta, Canada.

Charles Morse (Hopkins), magnate multimillonario, intuitivo e inteligente, un hombre hecho asimismo, acompañado de su escultural esposa (Elle Macpherson), sus asistentes y de Bob Green (Baldwin) fotógrafo de la Alta Sociedad Neoyorquina (amante de la esposa), parten hacia un punto indeterminado de Alaska para celebrar su cumpleaños. Por iniciativa del fotógrafo despúes del aniversario los dos hombres (a pesar de su odio mutuo) realizan un arriesgado vuelo aéreo con el fin de observar la fauna de la zona. Sufren un accidente, el avión se estrella cayendo a un lago, magullados e incomunicados deberán aparentar una falsa amistad y un cierto respeto mutuo para poder sobrevivir ambos a todas las duras condiciones de vida que la naturaleza salvaje les presenta.
Pero al final todo estallará, en un impredecible e inesperado clímax final.

La película está resuelta con gran sentido audiovisual, la filmación de las grandísimas localizaciones es espectacular, hay escenas excelentes (la caída al lago está muy bien conseguida), el guion és muy correcto. Brillante trabajo de todos los actores, sobresaliendo Anthony Hopkins, magistral. Lo que más flojea es la dirección de Lee Tamahori, muy tenue. No sería justo dejar de mencionar las magníficas apariciones del gigantesco Oso “Kodiak” excelentemente entrenado por Doug Seus. En definitiva, una película interesante que con una dirección más potente, no hubiera pasado tan inadvertida.

Un pueblo sin nombre de Hungría. Un tren llega al apeadero. Hace calor, es agosto. Dos Hombres descienden del tren, traen con ellos dos baúles de madera que cargan sobre un carruaje. Inician el trayecto hacia el pueblo, está a unos kilómetros, pero ese recorrido (el espectador lo intuye) será largo. La noticia de su llegada se expande rápidamente por el vecindario creando inquietud entre todos ellos. Rumores, dudas y temores, ¿Quiénes son? ¿Quién los envía? ¿Qué portaran en sus baúles?. Serán acaso familiares y herederos legítimos de los judíos locales huidos, deportados y asesinados, vendrán ahora ha exigir la devolución de todas las propiedades que ilegal e injustamente les arrebataron. Así inicia Ferenc Török su magnífica película "1945", y a símil de un western, los pasos firmes de los dos hombres sobre el camino, son como agujas de un reloj dando el tiempo interno de la historia.

Ferenc Török, partiendo de un relato corto de Gabor T. Sántó, y filmada en un blanco y negro impecable nos hace entrega de una historia coral sobre el egoísmo, la mala conciencia, la culpa y el remordimiento en una pequeña población de la Hungría profunda. No será necesario que los hombres recién llegados inicien ninguna acción especial, el caldo de cultivo de esa mala conciencia pondrá en marcha la autodestrucción de toda la comunidad, ya que con las dudas y temores salen a relucir todas aquellas cuestiones que por intereses permanecían ocultas y silenciadas, y ahora salen de forma acusatoria. En la cinta existen otros pequeños relatos colaterales que quedan resueltos de forma desigual. Todos los actores cumplen a la perfección, quizás por su mayor participación podemos destacar a Péter Rudolf en el papel de cacique local. Bien és cierto que el tema principal Tórók lo resuelve de forma magistral.

Toda ésta historia es una dura fotografía sobre la colaboración de los húngaros con la Solución Final, tal como nos demuestra en la cinta Ferenk Török, así como que el antisemitismo estaba profundamente instalado en la mayoría de poblaciones de toda Hungría, y por extensión en toda Centroeuropa. De siempre el enriquecimiento de unos, viene por la destrucción de los otros.

Es una historia sencilla sobre el bello despertar al amor de una muchachita por su alegre y joven vecino, entre charlas y chapuzones en el lago, pero con sutileza también nos muestra la parte más dura de la vida. Sencilla pero emotiva, contada como solo sabía contarlas Robert Mulligan, intimista, nostálgica y no exenta de esas vivencias intrínsecas de la adolescencia, evita en todo momento caer en sentimentalismos baratos.

La última película de Mulligan, con un acertado reparto y con excelentes trabajos de todos sus intérpretes, desde Sam Waterston hasta Reesse Witherspoon, nos plasma ésta bella historia de amores y desengaños juveniles, siempre acompañados de la excelente fotografía de Freddie Francis y esos hermosos parajes de Louisiana, es agradable de ver.

Robert Mulligan no fue un cineasta muy prolijo, su filmografía no supera la veintena de títulos, destacan de entre ellos, Matar a un ruiseñor, El Otro, Verano del 42. Pero la temática de sus trabajos siempre fue tratada con delicadeza, sin caer en esos excesos utilizados por otros cineastas quizás con la intención de dar más fuerza a historias sin contenido. En su carrera consiguió un Directors Guild Award por Verano del 42, de bien seguro su más hermosa película, dejando a parte Matar a un ruiseñor.

Edoardo Maria Falcone nos presenta una película simpática y agradable, con secuencias divertidas y con un trasfondo no exento de reflexión. Hay instantes de la cinta en donde se recupera el espíritu de la comedia italiana, acercándose, aunque sea levemente a las celebradas filmaciones de un para mí admirado Dino Risi, ya que tanto el guion se ajusta a ello y los actores excelentemente encontrados realizan un encomiable trabajo, sobresaliendo en especial un magnífico Marco Giallini.

La historia nos introduce en una típica familia burguesa formada por el padre Tommaso, brillante cardiólogo, engreído, pagado de sí mismo y ateo convencido. La madre, se encuentra esos momentos de la vida en la que su existencia carece de sentido. La hija y su esposo (personaje sistemáticamente despreciado por su suegro) viven una existencia de lujo y dados a los viajes exóticos, y el hijo Andrea brillante en sus estudios y futuro cardiólogo, golpea a todos los anteriores al comunicarles su decisión de convertirse en sacerdote. Tommaso herido en su amor propio, decide averiguar quien ha inducido a su vástago a tan absurda decisión. Aparece la figura de Don Pietro, un sacerdote muy a su estilo y guía espiritual de Andrea, y es entonces cuando la cinta nos regala una serie de secuencias simpáticas y en ciertos instantes comedia del engaño entre Tommaso y Don Pietro.

Es realmente una comedia correcta, amena, divertida con muchos giros inesperados, que te hace sonreír y también reflexionar, cuestión que no se puede decir de otras muchas películas.