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España España · BARCELONA
Críticas de DIEGO
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Críticas 95
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
29 de noviembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo ayer la película de Jéròme Bonnell, "El tiempo de los amantes", con una espléndida Emmanuelle Devos, y un solvente Gabriel Byrne, descubrí el concierto de Vivaldi número seis que desconocía. Creí después que era el que lleva su mismo número en "La Stravaganza", pero lo he verificado y no lo es. O sea, que me ratifico en el descubrimiento.
La película me gustó. Relata una espontánea historia de amor entre un hombre y una mujer, encarnada por los actores que antes he citado, que, por muy azarosa que resulte, no deja de ser verosímil. Dudo que en la realidad cotidiana sucedan episodios así, aunque alguno habrá, seguro. Son muchas y diversas, pienso, las que se inician en la fantasía secreta e individual de cada uno, a costa de esos frecuentes cruces de miradas que nos pueden asaltar en cualquier lugar, pero que solo se quedan ahí, con la duda como punto final, sin atrevernos a aventurarnos o sin tener esa necesidad de vivirlos. El orden de lo cotidiano. En la película ocurre lo contrario, y el personaje de E. Devos lleva a cabo su aventura con todas las consecuencias. En cualquier obra artística es fundamental que te sorprendan, que te conmuevan, y conmigo esta película lo consiguió, así como la conducta de Alix (Devos) sorprende y seduce a Doug (Byrne). Asistimos a un paréntesis en la cotidianidad de la descentrada Alix, pues de Doug casi nada sabemos. Alix impulsa la historia y su vaivén emocional también lo cierra. Mientras tanto, la película se desarrolla en una sola jornada, durante la cual, Alix va sorteando los obstáculos de su desordenada vida, encontrando la calma y la paz que parece faltarle en sus encuentros apasionados con un Doug de paso por la ciudad, a la que ha acudido desde Inglaterra para asistir al entierro de una amiga. Hay secuencias divertidas en la película, bien introducidas para recolocar al espectador en el hilo central, haciendo pequeños descansillos en la corta escalera de la aventura amorosa. Pienso que la película es fresca, íntima y atractiva, en la línea que nos tiene ya acostumbrados el cine francés. En ocasiones, exteriores fundamentalmente, está rodada con cierto aire de falso documental, con lo que se consigue dar a la trama una mayor naturalidad y espontáneidad, contrastando con los estudiados primerísimos planos de la pareja en la habitación del hotel. Me encanta la ternura que consigue el director con las imagenes de las manos entrelazadas de los personajes, que expresan más que todos sus besos, miradas y conversaciones juntos. La ternura, la protección y la serenidad es lo que parece buscar la desorientada protagonista en el inglés que, accidentalmente, encuentra en su camino, y al que contagia con su comportamiento atrevido.
He comenzado hablando de Vivaldi, y es que Bonnell utiliza con bastante destreza el segundo movimiento del concierto citado para realzar y acompañar algunas secuencias del film. Sabemos que es muy peligrosa la utilización de la música no diegética en el cine, y más si cabe en una película como esta, en la que puede caerse en el sentimentalismo mal entendido con facilidad, y en este sentido pienso que el director sale bastante bien parado jugando con este fuego. En definitiva, la película se concreta en una atractiva obra a la que, a mi juicio, vale la pena asistir.
Ah, la ciudad antes nombrada es París, magníficamente retratada en la película, aunque no hay que esforzarse mucho, continúa tan maravillosa, espléndida y entrañable como siempre. Qué daría yo por pasar este fin de semana alli, pero va a ser que no.
DIEGO
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10
9 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi la última película de Cristopher Nolan, "Interstellar". Ya han pasado casi 24 horas desde que salí del cine y aún la estoy digiriendo, o mejor dicho, se está cocinando en mi cabeza a fuego lento para conseguir ordenar todas las ideas y emociones que me transmitió, que son muchas. El cine de Nolan siempre ha sido muy rico, aunque en ocasiones se le haya tildado de artificioso, lo cual no comparto. No debería confundirse lo complejo con lo difuso. Acaso sea esta una reflexión para mí mismo.
Lo primero que puedo decir, es que tuve la sensación de tener ante mí algo muy grande, y no lo digo porque a priori las películas espaciales puedan resultar grandilocuentes o que, por su despliegue de medios y efectos, así concluyan habitualmente (salvo pocas excepciones), sino por la magnitud y el peso de la historia que está detrás de lo que se trasluce a la pantalla. No es una película espacial con héroes dispuestos a salvar el planeta. Esta podría ser una lectura muy simplista de la realidad de la trama, y esta es una película que puede ser cualquier cosa menos simple y, aún menos, simplista.
Como antes he indicado, mi cabeza está en proceso digestivo, y es que me cuesta analizar este explosivo cóctel de ideas, sensaciones y emociones. El argumento es más asequible, pero la densidad y complejidad del cine de Nolan ya no tanto, y en esta película se ha esmerado. Una vez más recurre al concepto tiempo como pilar del guion, pero aquí está enriquecido con otras ideas que plantea sin explicitarlas, tales como la vida y la muerte, la tierra, el espacio, la extinción de la humanidad y del planeta, la supervivencia, la memoria, la gravedad, la ciencia, la familia, el sacrificio, el individualismo, la solidaridad, quizás Adán y Eva. La búsqueda del territorio, y el final y comienzo de la raza humana fuera de nuestro planeta, mueve a un elenco de actores y actrices difícil de reunir; el reparto es impresionante. Todo este grupo de estrellas desarrolla la historia a un gran nivel, y, con sus magníficas interpretaciones, plantean a los espectadores ese collage de conceptos que acabo de enumerar, y seguro que me he dejado alguno.
Ya he comentado que, al ver la película, había sentido tener ante mí algo muy grande, y me reafirmo ahora diciendo que "Interstellar" va a ser objeto de muchos libros de análisis y estudio cinematográfico, y añado que quizá lo haga desde la categoría de las grandes obras de la historia del cine. C. Nolan me hizo viajar por la película a una velocidad de vértigo, tanto es así que aún creo estar flotando por el espacio, y mi capacidad de análisis anda un tanto mermada. Necesito más de ese tiempo que él tan bien maneja para aterrizar en su mundo y adaptarme a esta nueva composición. De todo ello, y a pesar de mi desorientación, quiero darle las gracias. Está bien que movilicen a uno en la butaca del cine, y ya puestos, conseguir que además se lleve la pantalla a casa, aunque sea sin digerir del todo su contenido, demuestra un mérito sobresaliente.
La narración visual, ya sea en la tierra como en el cielo (!), en otros planetas o en el espacio, es realmente portentosa, y la dirección de Nolan es un acierto constante en cada lugar elegido para colocar la cámara, utilizando después en el montaje el material rodado en las localizaciones exteriores y en los platós, como si se trataran de tomas realizadas en habitaciones contiguas, y por si fuera poco, mezclándolo todo con diferentes momentos temporales en la acción. A esta epopeya contribuye una esmerada producción, una impecable dirección artística y una gran dirección de fotografía. Y por si fuera poco, Hans Zimmer ayuda con su música a conseguir el ritmo de cada secuencia al compás que interesa al director. Las imágenes son espectaculares, y lo son también en la estrechez de una nave espacial, e incluso en el interior de una habitación repleta de libros, lugar clave para la película, de una casa cualquiera, aislada en un gran campo sembrado de váyase a saber qué lugar de EEUU. Y todo ello en perfecta armonía con la magnitud de los elementos visuales con los que trabaja Nolan, y con la profundidad de las emociones y sentimientos que intenta transmitir, algunos casi sucintamente. En casi tres horas de metraje, nada se le va de las manos. Me quito el sombrero, señor Nolan.
Pero, insisto, estoy en uno de esos agujeros negros que aparecen en la película, y no sé aún dónde acabará este intento de análisis.
DIEGO
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6
28 de octubre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The equalizer", una buena película de Antoine Fuqua, con abundante acción criminal de buena factura y una consistente trama. Parece que el director redima a Denzel Washington tras su anterior trabajo juntos en "Training Day", por la que el actor recibió el Óscar en el año 2002. De ser un policía superlativamente corrupto en esta última, pasa a ser un culto, ordenado y honrado superhéroe en la recién estrenada. Basada en una serie televisiva, parece que tengamos en ciernes a un nuevo Bond o a un nuevo Bourne, si bien al estilo de Marvel, y que se llamará Robert McCall. Denzel Washington está tan bien como siempre en su interpretación, con un personaje que le va a medida. Y cabe destacar también la interpretación de Marton Csokas como malvado, al que por cierto, como antes ya lo he nombrado, apareció en una secuencia como enemigo de Bourne en la segunda entrega.
La película me ha sorprendido, teniendo en cuenta lo que esperaba de ella a priori. Me han sobrado los fuegos artificiales, que no podían faltar en una cinta de este género, si bien es cierto y también de agradecer que hayan sido muy pocos, solo aparecen en una secuencia, y también podría estar atenuada una Matanza de Texas a lo Junta de Cristal un tanto excesiva, con el que pone broche a su trabajo el nuevo justiciero y protagonista. Está visto que la violencia parece estar reservada casi en exclusiva, y aceptada de buen de tono, en el cine de Tarantino, aunque realmente su tratamiento es bien distinto al de esta película y otras de su estilo.
En definitiva, la película tiene todos los ingredientes del género, muy bien narrados cinematográficamente, y resulta atractiva y muy entretenida para el espectador, que, en ocasiones, y dado lo que circula por ahí, ya suele ser suficiente.
DIEGO
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8
28 de octubre de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho la última película de los hermanos Dardenne. La historia de esta película trata enteramente de la solidaridad y de los problemas que ella puede ocasionar. Pienso que cuesta poco ser solidario cuando se trata de apoyar o comulgar con alguien, o con una causa o idea concreta si tan solo se trata de estampar una firma al pie de un escrito, o asistir a una manifestación para que todo sume, por ejemplo, y en lo que nada puedas perder. Pero en este caso lo que plantea la película es la solidaridad en mayúsculas, aquella que consiste en renunciar a algo que te pertenece, y que en realidad necesitas en mayor o menor medida, en acrecimiento y beneficio de otra u otras personas que precisan de esa renuncia desesperadamente para mantener una vida más o menos digna. La trama de la película desarrolla esta idea a través de las vivencias de sus personajes, y a la cabeza de ellos el que encarna fantásticamente Marion Cotillard.
Dicho esto, los Dardenne tratan el tema con una gran sensibilidad, sin decantarse por nada ni nadie y sin realizar juicio de valor alguno, lo cual es muy encomiable dado lo espinoso del tema. Y lo hacen a través de un cine realista y sin glamour, en la línea de Gueridian o, inlcuso, enlazando con algunas películas de Ken Loach. Su cine es naturalista, sin alardes y de una narrativa de lo más clásica y transparente. Pienso que consiguen una buena historia que, como he dicho antes, carente de manipulación, influencia ni juicio alguno por su parte, lleva al espectador a plantearse una problemática que por desgracia está muy presente en nuestra sociedad actual, aunque no sea nueva, la de la solidaridad que antes apuntaba, aquí inmersa en el ámbito laboral. Pero de esa clase de solidaridad que te toca el bolsillo, y ya sabemos que en el bolsillo también se halla el archiconsabido "lema" político de la sociedad del bienestar, del que, la verdad, ya no sé qué pensar. La sociedad del bienestar la queremos todos, o al menos, digamos, o digo, el bienestar, pero que no nos vendan simulacros, como dice aquel, aunque esta ya sería otra historia. La película, filmada con madurez, a mi juicio, bastante hace con ponernos delante el problema; el resto ya será cosa nuestra, como también lo es para cada uno de los personajes que desfilan por la pantalla, con esa angustia que les genera la decisión de renunciar o no a una prima dineraria que legítimamente les pertenece por razón de su trabajo, en aras a que se conserve o no el puesto que ocupa una compañera de la misma empresa, el personaje que encarna Marion Cotillard, la cual además cuenta con un reciente episodio de depresión que, sin duda, refuerza la precariedad personal en que se encuentra, una idea de guion que dramatiza aún más la historia. Digamos que, como en toda muestra de cine social o directo, por no recurrir al "cinéma verité", que cuenta con otros elementos narrativos, estamos ante una magnífica historia de gente corriente. La película, además, cuenta con la magnífica interpretación de Marion Cotillard, sin maquillaje, truco ni retoque alguno (no le hace falta, claro), y en este punto se esfuerzan bastante los Dardenne, me refiero a despojar a la actriz de su estrellato. Y ahora viene mi contradicción, y la explicación de la que antes hablaba a propósito de la protagonista, sensacional por otro lado. Pienso que con su ausencia, y habiendo contado con otra actriz desconocida u otra en la que no recaiga el estrellato , la película hubiera ganado en intensidad y en verosimilitud, ya puestos a ahondar en el cine realista y social. A mayor abundamiento, la Cotillard siempre está en plano, siempre, a excepción de la primera secuencia y de sus contraplanos, que en realidad no deberían contar.
DIEGO
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10
19 de octubre de 2014
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya he tenido la suerte de ver y disfrutar de la última Concha de Oro del festival de San Sebastián. "Magical Girl", con guión y dirección de Carlos Vermut, al que no conocía de su anterior trabajo, "Diamond flash", que se estrenó online, me sorprendió más que gratamente. A pesar de su largo metraje, algo más de dos horas, me atrapó en la butaca desde principio a fin. Es de esas peliculas que aún estás dentro de la pantalla cuando esta vuelve a su blanco inmaculado tras la proyección y las luces del cine ya se han encendido. Carlos Vermut seduce al espectador y no lo deja escapar de la historia, como si fuera un personaje más de la misma. Es una película absolutamente hermética y centrada en el acontecer de sus dos personajes principales, los que encarnan Bárbara Lenni y Luis Bermejo, con sus magníficas interpretaciones. Los dos parten de historias separadas para después cruzarse y desarrollarse en una sola. Pienso que es una buena idea de guión, que refuerza aún más la personalidad y las motivaciones de cada uno de ellos. Se centra en estos sin que nada exista a su alrededor, realzando así la introspección en los mismos. No existe subtrama alguna, ni tampoco ningún elemento que aleje al espectador del devenir de los protagonistas. Nada te aleja ni distrae del eje central de la película. A esto contribuye el propio Vermut, que también se encarga de la dirección artiística, y que consigue que nada resalte alrededor de sus personajes. La ambientación de los pisos en los que estos viven, y las pocas secuencias rodadas en exteriores, son de una funcionalidad y sobriedad total, como digo, nada te distrae de la línea principal, nada te aleja de la empatía que se crea con ambos protagonistas. Es una película en la que importa tanto lo que se ve como lo que no se ve, y eso refuerza más si cabe el argumento, centrado en un hombre y una mujer en situaciones límite, con la enfermedad presente en cada uno, en el caso de Bárbara en su propia persona, y en el caso de Luis en su hija, aunque llega a alcanzarlo a él mismo. El encuentro casual de ambos personajes les lleva a vivir otra situación límite y enfermiza, basada en el chantaje, el sufrimiento, la violencia sexual que soporta Bárbara para salir de ese chantaje al que la somete Luis, buscando únicamente la felicidad de su hija enferma, y finalmente al asesinato. Y esta trama nos conduce a un cine negro, yo diría que muy blanco, o a un thriller atípico. Yo no colocaría la película dentro de este género, que tanto abunda hoy en día, demasiado quizás, aunque tenga muchos elementos propios del mismo. Según mi opinión no es una película de género, ni tiene por qué serlo. Es una convención que me parece exagerada. He llegado a leer en algunos comentarios sobre otras películas "drama-religión-universidad". Me parece exagerado. En todo caso, hablaría de ella incluyéndola en la corriente del realismo mágico, tanto en su concepción como en su expresión y resultado final. Dejando aparte este último inciso, "Magical girl" comienza con magia y así acaba, y durante toda la cinta la magia sobrevuela por ella, incluso la magia negra en el caso de Bárbara, pero eso forma parte de lo que no vemos, del pasado de esta, que se introduce de forma explícita y fantasmagórica. Y es que el personaje de Bárbara deambula por la pantalla como un fantasma, su interpretación es brillante en este sentido. No quiero desvelar nada concreto para quien no la haya visto, pero las secuencias en las que visita la casa de un "cliente" para conseguir el dinero con que pagar el chantaje, están muy bien tratadas, también con esa dosis de sobriedad que caracteriza la película entera. Podría ser un cuento de hadas promovido por la niña enferma, pero rodeado de brujas por todas partes, aunque el cuento ya consiste en eso, hadas, brujas y princesas, si bien en este caso el príncipe, que podría encarnar José Sacristán, pueda ser un tanto malvado y vengador. La bondad y la maldad se confunden constantemente durante todo el metraje. Los personajes, siempre en el alambre, finalmente caen en una historia de violencia que, seguramente, nos acerca al cine negro del que antes hablaba. Da a luz la película con el inmenso José Sacristán, y con él también se cierra, y en ambos casos mágicamente. Este también es un personaje atormentado del que poco sabemos. Forma parte del lado más oscuro de la historia. En definitiva, pienso que Carlos Vermut realiza una gran dirección, y, especialmente, un tratamiento del suspenso de forma magistral, y no me estoy refiriendo exclusivamente a la parte que nos podría acercar al thriller o al cine de intriga, que hay cierto confusionismo con este tema, sino a toda la obra, que desde el comienzo avanza sin cesar, controlando el ritmo que el director desea y que impone hasta el fin, sin concesión alguna a convencionalismos que no formen parte de sus intereses particulares. La voz en off de Damián, el personaje de Sacristán, te atrapa de inicio con la pantalla en negro, y como en una historia circular, él mismo no te suelta hasta que aparecen los títulos de crédito, como ya he dicho antes, mágicamente, como si de un cuento se tratara. El director muestra un gran dominio del lenguaje cinematográfico en todas sus expresiones, y controla con maestría el tiempo, el espacio y la narración, además de la dirección de actores. Me ha impresionado, añadiendo además que es el autor de un estupendo guion. Realmente la sobriedad y la puesta en escena de "Magical girl" es mágica. Es una gran película, me imagino que de esas que te encandilan, como es mi caso, o que rechazas totalmente, puede ser, no lo sé. El cine es así. Toca esperar con ganas la próxima de Vermut.
DIEGO
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