El guión (toscamente redactado junto a Ben Best por el propio Danny McBride) desafina y junto a él, el resto de la película.
Ni el reclamo de la sorprendente ‘Pineapple Express’ como principal antecedente del director David Gordon Green ni el apadrinamiento de un reparto archiconocido en la pequeña (Damian Lewis y Charles Dance, Homeland y Juego de Tronos respectivamente) y gran pantalla (James Franco, Natalie Portman y Zooey Deschanel) logran la gesta de resucitar el género medieval en un aborto de comedia facilona con pinceladas de humor escatológico.

Áspero trhiller policíaco del cuasi-debutante Elliot Lester (si tenemos en cuenta su inédita en España 'Love is the drug').

Protagonizada por un Jason Statham "en automático" que estrenaba su 3º película en 2011 (junto a 'The Mechanic' y 'Asesinos de Élite') aunque en ésta ocasión se situaba al "otro lado" de la ley interpretando a un impulsivo a la par que efectivo sargento de policía.

No hay sorpresas. La predicibilidad ejerce su mandato. Statham "juega en casa" y cumple su papel mientras se nos muestra el rostro del asesino a la media hora de metraje suprimiendo el suspense y sustituyéndolo por la inquietud del "cuanto tardarán en atraparlo" y la morbosa curiosidad por los métodos que utilizará para llevar a cabo su venganza.

Una venganza predestinada a no resultar exitosa, al igual que la propia película.

Andrew Dominik se confía en exceso en la genialidad de Pitt y la calidad de sus "guardaespaldas" que completan un reparto confeccionado para románticos del cine negro y mafioso (Liotta,Gandolfini & co).

Las aportaciones del director están, mostradas principalmente con ese telón de fondo plagado de discursos que procuran realizar una postal de la actualidad de por aquel entonces, pero a vista de pájaro, me resultan difusas.

El argumento debería ser sólido, y los actores deberían encontrarse supeditados a él, como unos imanes a una gran nevera, pero termina pareciendo "de usar y tirar", no hay nada memorable o elogiable, como sí lo hay en películas de temática similar dirigidas por Guy Ritchie, por realizar un símil.

Destila sobriedad por los cuatro costados, y supura magia en cada fotograma de Pitt en pantalla, pudo ser más.