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España España · barcelona
Críticas de avanti
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Críticas 313
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
16 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Death becomes her (La muerte os sienta tan bien) es una película dirigida por Robert Zemeckis en 1992. Qué mejor arranque en una historia de sensibilidades estéticas y desagravios contenidos en el guión de David Koeppe y Martin Donovan como para regodearse con la muerte tras dejar a buen recaudo la trilogía de los McFly, y las incursiones en la televisión. El realizador se enzarza en un coctel de glamour a cualquier precio que la exitosa actriz Madeleine Ashton (Meryl Streep) necesita a cualquier precio mantener la imagen de eterna romántica acorde con los contenidos de sus guiones donde amor y desamor ñoño y acaramelado, bien fotografiado por Dean Cundey, la hace triunfar sin oposición aparente.

Claro que cuando hay tanto en juego, la competencia no tarda en manifestarse ¡y de qué manera! Helen (Goldie Hawn) escritora y amiga, ha de pasar por el desencanto de perder a su prometido Ernest Melville (Bruce Willis), cirujano plástico de prestigio caído en desgracia de forma nada ortodoxa que tiempo después, por la simpleza de la monotonía en la que vive junto a Madeleine crea la situación perfecta que no ha de pasar por alto a la vengativa Helen, entrando en juego la inoportunidad de un accidente y la intervención de la misteriosa Lisle Von Rhuman (Isabella Rosellini).

Con el cuadro principal de intérpretes en escena, se desatan enfrentamientos donde nuestras protagonistas tienen la oportunidad de rehacer sus vidas pasadas en las que Ernest está fuertemente comprometido acarreándole serios problemas a su integridad con el añadido de la panacea que la influente y carismática Lisle a porta al problema a un preció muy alto que nuestros protagonistas han de pagar rubricado por la música de Alan Silvestri.

Comedia de enredo, celos, venganza y disparatadas formas de jugar con los poderes del deseado elixir que, por periodos indeterminados genera reacciones contrapuestas en las que progresivamente poco ha de prevalecer la implicación del cirujano plástico y mucho la de Madeleine, Helen y Lisle Von Rhuman, creando un circulo de intereses y sentimientos compartidos a la salida del conflicto emocional transformándolo en afectivo para una situación que nunca debió producirse pero, de esas cosas del tiempo Zemeckis entiende, y mucho.
avanti
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6
12 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personal services (Servicios muy personales) es una película de Terry Jones realizada en 1987, sobre un guión de David Leland, música de John Du Prez y fotografía de Roger Deakins. Actor, director, guionista, comediante y filólogo, además de historiador y componente de los Monty Python, pone en escena elementos emocionales asociados a la reprimida conducta humana mediante la duplicidad, el sexo, los impulsos, y los secretos revelados donde se nos muestra por medio del regodeo, la castidad y la honradez aparentemente exigida a personajes públicos, cómo liberan sus conductas más ocultas desde el momento que entran en los dominios de Christine (Julie Waters).

Terry Jones nos invita a realizar un azaroso y liberador viaje a través de la satisfacción generada por el deseo cumplido de lo reprimido mediante el sexo, el travestismo, el bondage, la transformación, el fetichismo, la sumisión y la recreación emocional del servilismo impuesto por el tamiz de la orden y del castigo, recreando así experiencias de tiempos pasados no resueltas entre sus asiduos clientes que con tanta veneración visitan la casa-burdel de Christine dando rienda suelta a los deseos reprimidos, la actitudes no confesadas o las sexuales no resueltas por los deseos realizados entre los diferentes personajes que liberan sus impulsos más primarios desde la convivencia mediante las buenas y armoniosas relaciones entre sus moradores.

El guión pone en escena un variopinto grupo de personajes que representan múltiples estratos sociales persiguiendo un solo deseo: ver realizados sus instintos más ocultos mediante los servicios que dirige Christine con la ayuda de Shirley (Shirley Stelfox) y Dolly (Danny Schiller) mediante la creación de situaciones en las que lo primordial es convertir en realidad sus fantasías irrealizadas.

El tema, los recursos y el recato aplicados a las diferentes situaciones nos permite asistir la liberación emocional de sus egregios visitantes entre los cuales el condecorado Morten (Alec McCowen), el prestigioso señor Marples (Peter Cellier) o la esplendorosa Belleza Alada (Lorena Lee). Todo un recital de conductas liberadas es lo que por medio de su aguda narrativa fílmica nos muestra Terry Jones en este metraje donde, a pesar de la aparente rudeza del señor Edward (Ewan Hooper), o los temerosos secretos del señor Popozogolou (Leon Lissek), nada impide que el realizador nos muestre finalmente la gran metáfora visual del elenco con la que finaliza esta aguda referencia social a los instintos humanos.
avanti
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9
10 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del rosa al amarillo es una película de Manuel Summers dirigida y guionizada en 1963, con música de Antonio Pérez Olea. El humor negro, lo satírico, las vidas cruzadas, los deseos no realizados, el desengaño, la realidad de las cosas, el miedo, la inseguridad, la vergüenza, la indecisión, o lo inalcanzable, son algunos de los motivos por los que los personajes en el cine de Summers son tan entrañablemente familiares, porque se identifican con lo que representa lo cercano y cotidiano en las personas, con las filias y fobias que de alguna manera llevan incrustados nuestros personajes en su genética.

Margarita (Cristina Galbó) y Guillermo (Pedro Díez del Corral) nos habla desde la candidez de sus personajes sobre los deseos no cumplidos, la vergüenza que provocan las confusiones, del acercamiento al otro, en fin, de la timidez como aglutinador del primer amor, del primer enamoramiento, de lo platónico… porque más allá no se puede llegar prohibido por el tradicionalismo moral de la época impuesto a golpe de regla y castigo a los jóvenes adolescentes que dudan sobre cómo enfrentarse al deseo de querer, de amar o de socializar sin temor al chismorreo y las consecuencias.

Los jóvenes dejan pasar sus inquietudes amorosas normalmente llevaderas por la intervención de “La Ratona” (María Corchero) la mejor amiga de Margarita, cuya actitud en el desenlace de la breve historia de amor platónico tiene una función esencial hasta el desenlace de los acontecimientos, elemento que no se presenta en la esplendida y emotiva narración a la que asistimos a continuación de la mano de dos personas enamoradas en una historia paralela en la que con gran acierto Summers da el salto generacional del amor junto a Josefa (Lina Onesti) y Valentín (José Vicente Cerrudo) con un resultado emotivo y poético.

Ni las circunstancias, ni las obligaciones impuestas, ni Tan siquiera el buen decoro social en la convivencia, son impedimentos suficientes para que Josefa y Valentín sientan el deseo reencontrado de amarse sin importarles nada más… excepto la moral vigilada en la que viven. La idea de amarse y vivir juntos, a pesar de sus altas edades, no son impedimento para intentar un cambio de rumbo en sus destinos. La sobriedad emocional de Josefa convence al impulsivo Valentín en el cambio de actitud respecto a los planes futuros de ambos enamorados.

Sin lugar a dudas Del rosa al amarillo es una de las grandes páginas cinematográficas que por derecho propio y de su creador, forman parte de la historia del cine español como gran referente de lo que significa llevar a la pantalla algo tan necesario para el amor como los caminos que nos lleva a través. Si hemos de buscar un nexo común entre las dos historias, sería la inocencia atemporal mostrada en las bellísimas melodías que rubrican dos historias semejantes en lo esencial; mientras tanto, seguimos soñando “mirando al mar” y deseando que “toda una vida me estaría contigo”.
avanti
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9
7 de mayo de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocketful of miracles (Un gánster para un milagro), es una película dirigida por Frank Capra en 1961, sobre el guión de Jimmy Cannon, Hal Kanter, Harry Tugend y Robert Riskin a partir de la historia de Damon Runyon, música de Walter Scharf y fotografía de Robert Bronner. De origen italiano, Capra legó al cine una cincuentena larga de largometrajes de gran factura cinematográfica, entre los cuales ‘Sucedió una noche’ (1934), Arsénico por compasión (1944), o ¡Qué bello es vivir! (1946).

Algo debió ver el realizador en ‘Dama por un día’ (1946) para que más de una década después se lanzara a hacer su propio remake con la enternecedora ‘Un Gánster para un milagro’ desde la experiencia conseguida y madurada hasta ese momento junto a un diversificado elenco superando de largo los cien intérpretes, en una historia donde todo gira alrededor de dos realidades enfrentadas por la inoportunidad del destino: la insalvable realidad de Annie Manzanas (Bette Davis) y la inesperada visita de su hija Louise (Ann-Margret) ,junto al Conde Alfonso Romero (Arthur O ‘Connell) y su hijo Carlos Romero (Peter Mann), con el propósito de sellar un compromiso de altos vuelos.

Los acontecimientos se suceden de forma tan vertiginosa que al Dandi (Glenn Ford) le mantienen en vilo constante gracias al enfurruñado Alegre (Peter Falk), al servicial Chico (Mickey Sahughnessy) y a la voluntariosa optimista Queenie (Hope Lange) junto a los acertados consejos de Annie y sus colegas Cabeza Buque, Muda o Risueño entre otros, completando así el círculo de influencia más cercano a las decisiones del jefe.

La puesta en escena de una mentira bondadosa se hace necesaria con el único fin de convertir por unos días la realidad en efectiva alegría válida a los ojos de tan ilustres visitantes y rubricada por, entre otros, el mayordomo Hudgins (Edward Everett Horton) y el Juez Henry G. Blake (Thomas Mitchell) mediante su infinita capacidad para salir airoso de situaciones embarazosas entre las cuales el noble juego a siete bandas, o el dilema sobre la menudencia de una dote en liza.

Asistimos pues al visionado de una comedia en la que Capra revaloriza la alta comedia aumentando su interés hacia el atractivo y entretenido remake de Pocketful of miracles que el espléndido cuadro de interpretes llevó a cabo en su día para beneficio de la cinematografía actual, haciéndolo realidad por el gran número de escenas donde la narrativa fluye sabiamente ligera ante la fragilidad de una línea divisoria entre buenos y malos convirtiendo Un gánster para un milagro en necesaria referencia a problemas emocionales que han de hacerse realidad pese a quien le pese sin distorsionar el entorno más de lo necesario.
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7
30 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The yellow Rolls-Royce (El Rolls-Royce amarillo) es una película dirigida por Anthony Asquith en 1964 con guión y historia de Terence Rattigan. Con más de treinta realizaciones en su haber, Asquith se lanzaría a la que podría ser una de las películas destacadas en su prolífica realización entre las que podríamos destacar Pigmalión (1938), La importancia de llamarse Ernesto (1952) o La millonaria (1960) en un cine que reboza estilo, refinamiento y cierto aire social de altos vuelos sabiamente mezclado con otras tendencias grupales reflejado del modo más ecuánime posible en tres historias empañadas por el engaño, el deseo y la cooperación alrededor de un imponente vehículo que, como los protagonistas, también notaría el paso del tiempo.

El Marqués de Frinton (Rex Harrison) y su amada esposa la Marquesa (Jeanne Moreau) se ponen al frente de un extenso reparto poniendo en juego la fiabilidad emocional de nuestro protagonista junto a la obligada actitud social para simular una situación surgida desde la irracionalidad del engaño más cercano y la apariencia que lo es todo, hasta llegar a lo más profundo de nuestro protagonista entre comportamientos obligados y actitudes esquivas donde un elegante coche se convierte en espectador imparcial de ciertos hechos.

Mae Jenkins (Shirley MacLaine) satisfecha con los caprichos que su ‘fidanzato’ Paolo Maltese (George C. Scott) le colma, no puede sentirse más alagada después de recibir el regalo del imponente vehículo que, aunque usado, no pierde su esplendor encajando con el paisaje italiano escenario de un capricho amoroso donde el joven fotógrafo Stefano (Alain Delon) se interpone en su camino, jugando a la conquista amorosa de quien susurra ‘sottovoce’ o se declara desde el indisimulado deseo frente a unos resultados que les hace volver a la realidad vigilada por Joey Friedlander (Art Carney).

Gerda Millett (Ingrid Bergman) asume la elegancia, la calma y la actitud correcta de quien vive en un ambiente económicamente estable y altamente educado, aunque la situación en la que se encuentra no le da otra opción que marchar de un lugar donde el peligro acecha sin remisión, acudiendo como medio de transporte a un coche que vio mejores tiempos en su carcasa pero útil hasta la extenuación para salir del peligroso infierno en el que se encuentra en un viaje en el que experimenta la bondad, el amor y la cooperación junto al enigmático Davich (Omar Sharif).

La película perfectamente hilvanada entre historias nos presenta en todo momento la problemática social entre entendimiento y reacción representada en diferentes niveles sociales por el nexo común del Phantom II que, aunque silencioso en reposo, no duda en rugir cuando se le utiliza frente a la egregia actitud de los Frinton, el garbo de Mae y Paolo, o la calmada actitud de Gerda.
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