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Críticas de Peter McNulty
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Críticas 36
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
10 de septiembre de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Soprano es mi serie favorita, así que estaba entusiasmado por poder ver este documental/homenaje por el 25 aniversario compuesto por dos capítulos de algo menos de 90 minutos cada uno.

Ya desde el primer momento, el documental traza (acertadísimos) paralelismos entre los comportamientos de Tony Soprano en la serie y los de David Chase y James Gandolfini en la vida real.
Esto queda visualmente representado en un opening que recrea el mítico viaje en coche de Tony, sólo que esta vez vemos a David Chase en el asiento del copiloto.

De ahí pasamos a otra recreación de la serie, en esta ocasión del despacho de la doctora Melfi. Aquí, el documentalista Alex Gibney toma el sitio (literal y metafóricamente) de la psiquiatra, mientras que David Chase ocupa el asiento de Tony.

Además de la incalculable aportación de Chase, disfrutaremos de testimonios de (entre otros) Edie Falco (Carmela), Lorraine Bracco (Melfi), Steven Van Zandt (Silvio), Drea de Matteo (Adriana) o Michael Imperioli (Christopher), guionistas, directivos de HBO, directores, directores de fotografía. Y por supuesto, entrevistas de archivo de algunos de los actores ya fallecidos, destacando las de James Gandolfini.

Navegaremos de la mano de Chase por sus recuerdos familiares de la infancia (con especial hincapié en su relación con su madre y cómo ésta inspiró la posterior creación de la serie), sus primeros años como guionista para televisión, su infructuosa búsqueda de convertirse en guionista/director para la gran pantalla, y el origen y desarrollo de Los Soprano. Desde el primer guion (pensado para cine) hasta la conversión a serie, la aprobación de HBO para filmar el piloto, los 10 meses que tuvieron que esperar para que se diera luz verde para la producción de la primera temporada, el éxito que cosechó, etc.

Quiero recalcar que a diferencia de muchos documentales que pecan de endulzar en exceso e incluso de romantizar un proceso creativo que desemboca en éxito, aquí veremos el lado oscuro de la industria (HBO forzando la máquina y racaneando de manera sucia el sueldo de los actores).
Asistimos al mal temperamento tanto de David Chase como de James Gandolfini. Una vez más es difícil no ver en sus comportamientos algo de Tony Soprano (¿acaso no todos tenemos un poco de Tony?).


¿Ha cumplido mis expectativas? Sí y no. Y te preguntarás, estimado lector, ¿de qué se quejará este inconformista si le ha cascado un 8 al documental?

Hago un resumen de aspectos/escenas/temas que (a mi modo de ver) se esquivan de manera incomprensible en el documental:

-Se detiene, afortunadamente, en tratar una de las muertes más impactantes de la serie, la de Adriana (la novia de Christopher), sin embargo, otras muertes igualmente relevantes no son tratadas, ni tan siquiera de pasada.
Sin ir más lejos la del propio Christopher.
-No se debate sobre la innegable e importantísima influencia que tuvo Los Soprano en series posteriores. Especialmente por el enfoque de tener de protagonista a un asesino al que temíamos, compadecíamos, odiábamos y amábamos al mismo tiempo.
En un universo en el que no existiera Los Soprano, tampoco habrían existido (entre otras): Breaking Bad, Sons of Anarchy, The Shield, Dexter, Mad Men (de hecho, el creador de esta serie fue guionista de Los Soprano)...
-¿Por qué se ignora la existencia de The Many Saints of Newark (la precuela en forma de largometraje que escribió David Chase)?
-¿Y Janice? Janice (una de las hermanas de Tony) es uno de mis personajes preferidos. Representa a la perfección los retos a los que se enfrenta Tony a la hora de tener que convivir con gente que le saca totalmente de quicio.
Y más importante todavía, la premisa de la serie es el peso que puede tener la influencia de una madre cruel y mentalmente inestable ya seas un fontanero o un jefe de la mafia.
Una vez que el personaje de la madre, Livia, desaparece de la serie, el testigo lo recoge (en cierta manera) Janice. Y da mucho juego.
Como podéis imaginar a Janice ni se la nombra, ni tampoco a la actriz que le dio vida, Aida Turturro. Puedo estar equivocado, pero no recuerdo que aparezca ni una sola de sus escenas.

Como conclusión, decir que si amasteis Los Soprano, amaréis este documental. Está repleto de información, anécdotas y reflexiones reveladoras e interesantes.
Y al mismo tiempo no puedo evitar lamentarme de que si hubiera contado con un capítulo más, habría sido el documental definitivo sobre la serie creada por David Chase.

P.D.: Llevaba 5 años sin escribir/publicar una crítica en Filmaffinity.
Los Soprano bien merecen que recupere mi pluma para recordarles con esta humilde reseña cómo les sigo queriendo.
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Peter McNulty
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9
21 de agosto de 2019
27 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una joven radiante como una mañana de verano se aproxima a la taquilla de un cine de Los Angeles para comprar una entrada. Esto no sería nada destacable si no fuera porque la joven es Sharon Tate y porque la película a la que se dispone a entrar es La Mansión de los Siete Placeres donde ella tiene un papel importante.

Como un personaje de cuento de hadas, Sharon se adentra en el mundo de fantasía que es la sala donde se proyecta un film. Y allí comienza la magia, Sharon rompe la barrera entre artista y espectador y disfruta de su propia película como una enana y no sólo eso, sino que goza de cómo el resto del público se deleita con el film en general y con su interpretación en particular.

Al mismo tiempo, otra barrera se rompe, Tarantino derriba el muro entre realidad y ficción, y entre imagen y reflejo pues nos muestra a Margot Robbie interpretando a Sharon Tate en la sala y a la verdadera Sharon Tate en la proyección.

La escena que acabo de describir me parece el absoluto compendio de lo que significa Érase una Vez… en Hollywood. Una carta de Amor al cine hecha por amantes del cine, sobre amantes del cine y destinada a amantes del cine.

Tarantino da un paso valiente hacia el frente y deja de utilizar el cine como inspiración/homenaje o como personaje secundario (Malditos Bastardos) para conformar una balada sobre un tiempo (los convulsos finales de los 60), unos personajes (la gente del cine/tv reales e imaginarios de la época) y especialmente sobre el Cine. Sobre la pasión que nos enciende el cine y sobre cómo sólo unos elegidos son capaces de traspasar la barrera mágica (como Sharon Tate en la escena que comentaba) de la pantalla y formar parte del celuloide.
Amar el Cine siendo parte de él.

En su oda a los creadores/amantes del cine, Tarantino no distingue entre triunfadores y perdedores. Todos son entregados soldados de la ficción. Y en ese juego con la cara A y B del disco, nos encontramos con que uno de los directores más prestigiosos del mundo y un actor en irremediable declive son vecinos.

En la cara A Polanski y Sharon Tate, en la B Rick Dalton, un actor en el ocaso de su estrellato y Cliff Booth su doble en escenas de riesgo, quien en la actualidad se ha convertido en “el chico para todo” de su inseparable amigo.

Y en medio de la ciudad de Los Angeles, aparecen el Diablo y sus seguidores.
En contraposición a ese amor puro a la ficción, el fanatismo destructivo encarnado por el encantador de serpientes que fue Charles Manson.

No es fácil catalogar Érase una vez… en Hollywood.
Y entiendo, aunque no comparta, las quejas de todos aquellos que se “han aburrido” pues ésta no es una película puramente narrativa (no se nos muestran una serie de escenas en la que la 5 es indispensable para entender lo que ocurre en la 35) sino como intento plasmar en esta crítica es un colección de momentos, de pedazos de amor al cine.
Vuelvo a la escena de Tate en el cine, ¿qué importancia narrativa tiene en el film? Yo diría que poca, por no decir ninguna. Pero para mí es una de las mejores del largometraje porque me parece brillante como ejemplo de la tesis de Tarantino.

Personas de todas partes del mundo, con diferentes idiomas, colores de piel e incluso en diferentes épocas, todos unidos por una pasión común.

El del 67 fue considerado el verano del amor, pero los cinéfilos vivimos en la estación del amor cuatro veces al año, todos los años.

Y yo ayer no fui a Woodstock, fui al cine a ver Érase una Vez… en Hollywood.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Peter McNulty
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8
15 de noviembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una leyenda de Nueva Inglaterra, una leyenda de Nueva Inglaterra, una leyenda de Nueva Inglaterra… ¿Por qué tanta fijación a la hora de resaltar ese subtítulo de la película? ¿Por qué esa insistencia en utilizarlo casi como slogan durante la promoción de la misma? ¿Por qué no quedarse únicamente con el sencillo y puede que más atractivo título de ‘La Bruja’? La respuesta se obtiene durante los primeros minutos del visionado: Porque es lo que la define, lo que la resalta y la eleva, de lo que está orgullosa de ser.


Nueva Inglaterra, 1630. Una familia cristiana, extremadamente creyente abandona su pueblo por diferencias religiosas con el resto de habitantes. El padre, William, cabeza de familia responsable del exilio de los suyos, optará por mudarse a una granja en medio del bosque. No un bosque cualquiera, un bosque donde según las habladurías reside el mal, donde se esconden las brujas. El resto de los integrantes de la familia, la mujer Katherine, la hija adolescente Thomasin, el hijo mayor Caleb, los dos pequeños gemelos Mercy y Jonas y el bebé Samuel; pronto acabarán sufriendo de una forma u otra las consecuencias de alejarse de la sociedad. Este es el punto de partida de la perturbadora historia.


El mayor enemigo del film es que sus espectadores se acerquen a él esperando encontrar un film de terror al uso. Esto no significa que no contenga momentos de verdadero desasosiego, porque los tiene y son muy efectivos, significa que es un terror supeditado a la historia, al viaje interno de los protagonistas. No pocos han sido los que han comparado la cinta, con la magnífica ‘El Bosque’ (2004) por lo antes comentado. Es un estudio sobre el miedo, sobre padecer miedo, sobre qué provoca ese miedo y cómo las creencias y la educación recibida te forman como persona, en este caso como persona aterrorizada. No esperes numerosos sustos, no esperes saltar de la butaca con frecuencia, eso déjalo para el estreno de la nueva iteración de ‘The Conjuring’ de James Wan. Lo que aquí te calará es el sufrimiento de la familia, el malsano ambiente que transmite ese bosque, la enésima representación de que las creencias llevadas al extremo son más letales que cualquier arma.


Cuesta creer que el firmante de la dirección y el guion de la película sea un debutante en el largometraje. Hay un verdadero compromiso por la calidad, por el cuidado al detalle, desde la ambientación (acertadísima fotografía y uso de la música), hasta el calculado (aunque para muchos lento) ritmo, pasando por el desarrollo de personajes. Robert Eggers, que así se llama, demuestra una profesionalidad y una claridad de ideas que ya quisieran muchos realizadores de dilatada experiencia. Es en el libreto donde podemos apreciar la obsesión porque el subtítulo de la película no sea una simple pose. Escena a escena, diálogo a diálogo, vemos la psicología de la familia, sus creencias, su relación con una época y un tiempo, el de la religión como pilar existencial y las brujas. El Amor a Dios y el miedo al Diablo, la oscuridad inherente en nosotros que nos hace pecar, el recelo a que el Mal con mayúsculas, en diversas formas nos destruya.


El casting es sencillamente brillante. A excepción de la madre, la actriz Kate Dickie (Lysa Arryn, hermana de Catelyn Stark en ‘Juego de Tronos’ (2011)) el resto eran completos desconocidos para mí. William, interpretado por Ralph Ineson convence, al igual que los demás para ser justos, sólo con su presencia física. Sabe cuando mostrar fuerte al patriarca y cuando mostrar sus vulnerabilidades. Cumplen con ese objetivo tan difícil de lograr con solvencia que tienen estos productos de época, creer que esos actores viven ese rol, que no tengas esa sensación de ver actores del siglo XXI vestidos con ropajes antiguos y recitando palabras que no se creen. (¿Alguien dijo Águila Roja?) Todos dan lo máximo cuando la intensidad de la escena lo pide, nadie se dejó nada en el sótano de sus capacidades. Y me guardo para el final las que para mí han sido revelaciones de la película: Anya Taylor-Joy interpretando a Thomasin y Harvey Scrimshaw poniéndose en la piel de Caleb. No voy a tener miedo de columpiarme si afirmo que la primera es futurible estrella, lo tiene todo, juventud, presencia física, sensibilidad, adaptación, veracidad. Mal tendrían que estar los directores de casting de Hollywood si no la vemos en el próximo lustro como una cara conocida en proyectos de renombre. Salvando todas las distancias, da la misma impresión que daba la entonces desconocida Jennifer Lawrence cuando llamó la atención de todos en la indie ‘Winter’s Bone’ (2010). Puesto a seguir con las odiosas comparaciones, añadiré que Harvey Scrimshaw me trajo a la mente a ese fabuloso actor que es Paul Dano (‘La Juventud’ (2015), ‘Pequeña Miss Sunshine’ (2006)) más concretamente a su personaje de predicador en ‘Pozos de Ambición’ (2007). Versátil, capaz de llevar con contención a Caleb y de hacerlo explotar en una escena que permanecerá en la memoria de todos.


En conclusión, una película que antepone el drama y los conceptos al susto fácil. Que provocará debate y dará que pensar sobre ideas tan complejas como: el miedo, la consecuencia de los fanatismos religiosos, el feminismo, la manipulación, la familia… Una oda al folclore que reivindica el poder de las leyendas y nos recuerda que en manos de la gente adecuada, todavía pueden enseñar muchísimo si queremos ver más allá.
Peter McNulty
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8
16 de octubre de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perdida comienza con una de las premisas más recurrentes en el medio audiovisual reciente, la desaparición de una persona. La asombrosa, la preciosa, la nueva novia de América Amy Dunne (Rosamund Pike). ¿La particularidad de este manido inicio? Que el principal sospechoso y el protagonista son la misma persona, el marido de Amy, Nick Dunne.

Se sucede pues, un constante juego de espejos, realidades y falsedades, indicios y prejuicios. ¿Quién dice la verdad y quién miente? Todo eso escondido en flashes de periodistas, selfies , sonrisas fingidas, informaciones tendenciosas y gritos de la muchedumbre mientras se nos muestra la enmarañada y compleja historia de amor y desamor de Nick y Amy y la posterior investigación sobre la desaparición.

El mayor acierto del film, aunque muchos no se den cuenta, al menos en el primer visionado, es que está más emparentado con la sátira y la comedia de humor negro de lo que aparenta.

En cuanto a las actuaciones y sin extenderme mucho diré, que a mi juicio, estamos ante la mejor interpretación de Ben Affleck. Realmente cumple su cometido, el de personificar al mismo tiempo a un dolido marido, un asesino o puede que ni una cosa ni otra. Rosamund Pike está fabulosa, con un personaje muy exigente, ella siempre ralla a gran altura y si nada extraño ocurre nos cansaremos de leer su nombre de cara a la temporada de nominaciones y premios en Hollywood. Mencionar además el secundario rol de Neil Patrick Harris que después de quedar en el imaginario colectivo por sus papeles cómicos aquí está más que convincente en un registro antónimo.

Los dardos de la cinta son certeros y hacen daño porque señalan una sociedad altamente necesitada de mentir, por un lado, y de que la mientan, por otro; enferma por mantener una farsa inalcanzable, la de estar a la altura de su propia imagen idealizada. En un mundo donde la opinión generalizada se eleva a categoría de dogma es más importante aparentar que ser y eso queda muy claro viendo la nueva película de Fincher.

Habiendo llegado a este punto de la crítica, ¿Cómo sabes que todo lo escrito anteriormente realmente mi opinión? ¿Y si en realidad no me ha gustado la película pero es lo que quiero creer de ella o lo que quiero que creas que creo de ella?
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Peter McNulty
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2
6 de octubre de 2011
21 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de comentar sus fallos hablaré a favor de ella. Red state no empieza mal, la primera media hora es bastante interesante, te presenta correctamente el escenario y a sus personajes. También cabe destacar el aspecto técnico años luz por delante de cualquier trabajo anterior de Smith, buena composición, buena fotografía y en general buena atmósfera.

Además hay detrás un evidente trabajo con los actores porque todos están asentados en su papel destacando, en mi opinión, a un abatido John Goodman.


Pero curiosamente la película naufraga por un guión (Un director conocido por sus guiones ágiles y divertidos pero con un estilo visual más bien mediocre ahora cambia sus habilidades y muestra la dirección como punto fuerte) absurdo que deambula y que hacia la mitad se convierte en una involuntaria parodia de sí mismo.


Ahora lo no tan bueno, un juego llamado…
Cosas que Kevin Smith no sabe sobre su película:

Kevin Smith no sabe quién es el protagonista de su película, nos insinúa que van a ser varios pero después no es así. Podríamos señalar al predicador primo de Charles Manson pero digamos que no es precisamente el personaje que por verse el espectador reflejado va a seguir la historia. Y Goodman llega demasiado tarde a la historia como para representar ese rol. (Spoiler 1)

Kevin Smith tampoco sabe qué personajes van a tener protagonismo y cuáles no, él los presenta y después no valen para nada. (Spoiler 2)

Kevin Smith no sabe rodar un tiroteo, es más, si se viese esa parte en youtube uno pensaría que se trata de una especie de fanfilm que no cuenta ni con medios técnicos ni monetarios.

Kevin Smith no sabe la diferencia entre lo largo y lo interminable. Hay un INTERMINABLE monólogo paranoico-religioso que resulta cargante y no por su mensaje sino por su redundancia y absoluta falta de ritmo y avance.

Kevin Smith no sabe a qué juega. Está más perdido que yo en una clase de física cuántica impartida por Mr. Hawking. Y queda patente en que según avanza el metraje se disparan las rpm (Ridiculeces por minuto). (Spoiler 3)

Kevin Smith no sabe la diferencia entre lo ridículo y lo patético. (Spoiler 4)


Mi humilde opinión es que la vida es muy corta no la desperdicien con esta basura, desgraciadamente, las buenas intenciones no lo son todo en esta vida.
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Peter McNulty
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