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España España · Lleida
Críticas de Uma
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Críticas 203
Críticas ordenadas por nota
8
3 de septiembre de 2010
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por si a alguien le interesa, el Silencio de Lorna es una buena película. Una muy buena película.

El "silencio" del título es lo de menos. Boyero es lo de menos (hay que leerle siempre, pero para hacer lo contrario). El pasado de los Dardenne es lo de menos. El de Arta Dobroshi no nos importa un pepino (aunque haga aquí una interpretación maravillosa)... Las películas empiezan en el primer fotograma y acaban con los títulos de crédito.

Más que de "silencio", Lorna es sinónimo de soledad. Cuando uno ve a la rumana que tiene empleada en casa para las tareas domésticas, que trabaja como una mula y se marcha a las siete con una escueta sonrisa y un escueto "adiós", a uno se le pasa por la cabeza, ¿en que piensa esa mujer durante las seis horas que sin descanso se pasa fregando y sacando el polvo y haciendo lavadoras y planchando? Esta película nos da una idea: tiene tanto en que pensar, que trabaja por inercia. Por eso lo soporta.

Lorna plancha por inercia. Se casa por inercia, cuenta dinero, se ve con su mafioso por inercia. Camina por las calles de Lieja por inercia. Un paso tras otro, abriendo puertas, cerrando candados. Sobrevive a la soledad por pura inercia. A nadie le importa lo que hay dentro de ella, ni siquiera a su novio.

Pero Lorna tiene de repente un problema.

En esta película asistimos al revelado de una fotografía, a una polaroid, que lentamente ante nuestros ojos, pasa del opaco al color. El gris, toma forma, dibuja matices, Lorna se vuelve transparente, se convierte en una fotografía brillante. El click, el detonante es aquello más inesperado: tener que cuidar de alguien. No es algo nuevo, pero aquí está planteado de un modo radical y tratado con un tempo precioso.

Los desplazados, los solitarios, solo se ocupan de ellos mismos. La rumana de mi casa no traspasa nunca la línea de la corrección. No me regala nada.

El día que Lorna regala algo, sin darse cuenta, se derrumba, se debilita, pone a la vista su talón. El talón de Lorna. Ya no hay vuelta atrás, ya no hay vuelta atrás cuando un ser humano se activa. Lorna nos regala entonces toda la belleza de la vida, incluyendo aquí la locura. Y como siempre, entonces, todo es efímero.

Por si a alguien le interesa, esta película nos muestra otra vez la grandeza del ser humano en un mundo verdaderamente asqueroso.
Uma
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8
13 de julio de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vientre del hombre (o mujer) es el termómetro de su estado emocional. En él se manifiestan sus contradicciones. Así lo quiere Greenaway, con esa premisa plantea esta película. Una metáfora certera y cinematográficamente útil. Las entrañas de este arquitecto, desquiciado por un lado por sus pasiones y por otro por las intrigas terrenales, se consumen en Roma, el campo de batalla donde sus conflictos tienen terreno abonado para tomar una dimensión letal.

Boullé toma condición de mito, y en un contexto corrupto, esa pasión se ve acechada y mancillada. Arte y mediocridad, belleza y fealdad, pureza y corrupción. La batalla se plantea en un vientre, y es fácil adivinar quien vencerá y quien resultará derrotado sin ninguna piedad.

¡Lo bello es tan efímero en manos de nosotros los terrícolas, que llenamos la vida de intrigas y bajezas! No queda nada al final de la esencia, o muy poco, porque son los terrícolas los que terminan haciendo bandera de palabras que ellos mismos han convertido en huecas. Ahí está el cinismo de nuestra civilización de masas. No hay victoria posible.

Esta es una película política. Una denuncia en toda regla. Muy poco esperanzadora, porque la realidad es también muy poco esperanzadora. Un cancer pudre las cosas bellas para aprovecharse de ellas, como pudre el vientre de un pobre arquitecto.

Ya lo sabíamos, pero a veces lo olvidamos, nos olvidamos de que somos grandes consumidores de mentiras.

Pero... queda algo en este demoledor panorama: los mitos, los Boullé, los arquitectos vencidos que pasarán a ser mitos. Las pasiones.

Nadie puede dominar las ideas, los sueños, las pasiones puras, porque siempre hay alguien que recoge del suelo su bandera, aunque sea para morir por ello. La batalla, pues, sigue, aunque sepamos que la perderemos una vez tras otra.
Uma
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8
10 de mayo de 2010
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un chiste de Eugenio que dice así:

El saben aquel de un hombre de crogmañon y su pareja que están celebrando su matrimonio, allá por la zona de Albacete, y una vez concluido el rito, felizmente, la mujer se gira hacia el hombre y le dice...
- Cariño, dime algo que no me hayas dicho nunca.
Y el hombre le responde...
- Motocicleta.

Es difícil decir cosas nunca dichas de esta película, con críticas tan documentadas como las que aquí aparecen. Este escrito, por tanto, se intuye que quedará enterrado en la inmensidad de esta web. Sin embargo, el que suscribe acaba de ver la película por segunda vez y siente el deseo de escribir sobre ella para no darle el tostón a su esposa. Ante unas expectativas de éxito tan nulas, uno se puede permitir la libertad de escribir con cierta alegría, de contar chistes, pues probablemente, terminará siendo el único lector. Escribo pues para mí, y me digo lo siguiente:

Esta película se realizó entre los dos Padrinos. Ya lo sabías, ¿verdad, Uma? Claro, es el inicio de cinco de las críticas que acabas de leer sobre ella. Vamos a otra cosa.

Esta película, Uma, te fascina. Ya desde el inicio se hace una propuesta formal muy definida que la acota y la somete. Es una propuesta arriesgada, de un tiempo, los 70, con una generación de cineastas, que parecían despreciar los riesgos y se enfrentaban a ellos con valentía. No es una propuesta novedosa, hay que decirlo, otras películas tuvieron ese tempo, esa observación, ese silencio, pero aquí funciona a la perfección, y la ejecución es muy buena, porque tiene desparpajo y opera con libertad. No quiere copiar, sirve para contar alguna cosa, por tanto no es una formula gratuíta.

Esta película te fascina por eso, Uma, o... ¿o hay algo más? Sí, hay algo más... pero no alcanzas a verlo.

Esta película tiene un tratamiento sonoro magistral. Ya lo han dicho otros, Uma, pero vale la pena incidir en ese punto. El uso reiterado de las convesaciones es un elemento de suspense efectivo. Su edición es muy precisa, tiene que serlo, o la película se va al traste. Esos aparatos son casi un personaje secundario más, una especie de "garganta profunda" que va soltando detalles, aportando datos. La "filmación" del sonido está resuelta con gran brillantez, no como un arreglo para salvar un problema, sino como un elemento más de fascinación.

El sonido, y la imagen que éste toma ante nuestros ojos, te fascina, Uma. Pero hay algo más. ¿Qué es? Se esconde en las reverberaciones de tu cabeza, en las imagenes y ruidos entrecortados que te vienen a la memoria, y que repites una y otra vez, buscando el matiz, buscando la clave...

Te fascina en esta película algo que siempre te subyuga: la mezcla entre la realidad y la ficción. Sí, ahí hemos dado con algo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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8
29 de abril de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A esta película se la critica (y se la detesta) más por considerarse un exabrupto de Lars Von Trier que por sus valores cinematograficos, lo cual no es aceptable. Parece que muchos cinéfilos le tenían ganas al director danés y en Anticristo han encontrado la excusa para lanzar sus propios exabruptos (supongo que son conscientes de que estos exabruptos nunca llegaran a ser tan potentes ni brillantes como el que le atribuyen a Von Trier, o sea que pierden de todos modos).
De un director de cine se espera que utilice al máximo la que es su arma principal: la imagen. Hay películas que exigen un tratamiento visual muy simple, otras piden ser barrocas y las hay que requieren un look para el cual no hay todavía un adjetivo claro. Von Trier tiene una cosa en mente al hacer esta película: quiere retratar la maldad. ¿Cómo se hace eso? ¿Como se convierte en imagenes? Se puede decir que está más o menos acertado, pero no se le puede negar el esfuerzo por regalarnos un derroche estético apabullante y coherente con lo que quiere contar. La escena inicial resulta tan bella como angustiante. El amor (¿o el placer?) y la tragedia en acción paralela, siendo uno causa involuntaria de la otra. Una secuencia cuyo doloroso contenido, es ofrecido al espectador hasta el último detalle, con una lentitud que resulta asfixiante. Es una agresión directa del director hacia nosotros.
La precisión y la inventiva estética se mantiene a lo largo de toda la película, y se desborda en el tramo del bosque, donde ocurre la mayor parte de la trama. La imagen es siempre hipnótica. Se mascan las presencias, y la maldad inunda lentamente la película. El marco que Von Trier fabrica tiene fuerza, coherencia y eficacia. Nadie puede sentirse cómodo. La maldad se hace imagen.
Si el marco funciona, no lo hace tanto el guión. La cadena de hechos arranca brillantemente, pero lo que gana sensorialmente la película a través de la imagen, tiene en algunos de los acontecimientos una débil pero constante fuga, una distracción, una mosca cojonera. Nuestros sentidos se distraen con lobos, cuervos y constelaciones que en ocasiones, aparecen más como episodios pintorescos y hasta ridículos, que como efectivas piezas del puzzle. Se pasa de frenada. Con la mitad de elementos "mitológicos", la película hubiera funcionado mejor. Porque la acción que se desarrolla entre estos dos personajes ya es en sí misma una película entera, tan hipnótica como su tratamiento formal. Hay escenas entre este hombre y esta mujer que aterrorizan, no a través del mecanismo superficial del susto, sino porque son de una hondura que produce miedo. Von Trier no se anda con tonterías: la maldad forma parte del ser humano, y le convierte en alguien capaz de cometer actos que cuesta imaginar. Esa idea trasciende (a pesar de lobos y cuervos), nos inquieta, nos desasosiega, ya que apela directamente a nosotros, en tanto que seres humanos. (Sigo sin desvelar)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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8
23 de abril de 2010
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que Orson Welles aprendió a hacer cine viendo 11 veces La diligencia. Podía haberlo hecho también viendo la primera media hora de "Solo los angeles tienen alas", aunque probablemente le pilló rodando Ciudadano Kane, que se estrenó un año después. El arranque de esta película es un alarde de sabiduría cinematográfica. Solo con esa media hora, ya basta para ponerle un 8.
Hoy entendemos la palabra "suspense" como un género, como algo parecido al thriller. En realidad es un término mucho más genérico, de aplicación a cualquier narración de ficción (incluso de la realidad). Es un elemento fundamental de cualquier historia, también de un cuento infantil. Significa que debe mantener en vilo al lector/espectador/crío, debe despertar la atención y generar una inquitud, una excitación y una ansia que le conduzca a un climax final. Todo esto viene de los griegos, no es ningún invento nuevo.
El suspense tiene en cada rama sus herramientas. Hawks hizo muchas películas en su vida, pero lo que hace aquí es para enmarcar: presentación del contexto, presentación de los personajes, presentación de su modo de vida, presentación de sus relaciones y jerarquías, presentación de las bondades y de los riesgos de su existencia, de su código moral... 15 minutos de cine. Un desafío permanente, una batalla de personajes y de espacios. Todo en su puesto para los 15 minutos siguientes.
La niebla cae sobre Barranca. El suspense se fabrica. Un avión busca el modo de salvarse. Silencio. ¡Qué callen en el bar! ¡Enciende el foco! ¡Pásame el micro de la pista! Silencio. Minutos eternos. ¡Sube! ¡Baja! Silencio. Un ronroneo... y un avión que se estrella. Todos corren en su ayuda. La cámara no. Un primer plano, un pitillo, silencio en medio del barullo. Una cerilla ilumina unos rostros. Silencio.
La noche sigue, como la vida. Una canción alegre, tocada con tonos tristes. Un bar vacío al cabo de un día largo y duro, un tiempo y un lugar para dejarse llevar, para enamorarse. Las emociones vibran en el aire. 30 minutos. Apaga la tele. Acabas de recibir una lección de cine.
Uma
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