Nueve canciones
Drama. Musical. Romance
Lisa es una estudiante estadounidense que está pasando un año en Londres. Matt la conoce en un concierto de Black Rebel Motorcycle en Brixton Academy y se enamora de ella. Su relación amorosa estará jalonada por las canciones de los grupos a cuyos conciertos asisten: Black Rebel Motorcycle Club, The Von Bondies, Elbow, Primal Scream, The Dandy Warhols, Super Furry Animals, Franz Ferdinand y Michael Nyman. (FILMAFFINITY)
29 de junio de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine utliza un leguaje tan fragmentario para desarrollar sus historias que no es raro que se cuelgue el sanbenito de "peñazo" a peliculas que como esta detienen la mirada en la vida corriente de dos jamelgos en edad de merecer, y ¿a que quieren que se dediquen? dejan la metafisica para otro momento y se dan caña en la City a base de lo que se viene a llamar drogas, sexo y rock & roll. El director se desentiende de guiones, argumentos y cosas por el estilo, para brindar una sesión de brillante vouyerismo, que entiendo que aburra a muchos, pero a este espectador hipnotizó. La pelicula es temas de rock en vivo, jamoneo y poco mas, sazonado todo con la afilada vision del Winterbottom, atento a captar el bajonazo y la melancolia despues de una mamada (¿o acaso esto no era una porno...?)
8 de noviembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película erótica que en algunos tramos (en especial al final) es más pornográfica que erótica, un argumento casi inexistente, apenas se intuye. El director refleja bien la experiencia que cualquier pareja puede tener tras conocerse en un concierto, jóvenes que acaban de conocerse y que no paran de follar, aunque también se vea algunas conversaciones entre polvo y polvo.
Las escenas de sexo eso sí están muy bien, consiguen desde luego su propósito, no diré más. Juegos sexuales, caricias, miradas, mordiscos...cualquier cosa vale en el juego del sexo mientras que ambos se den placer mutuamente. Las escenas excitan bastante, la chica está realmente bien, el chico...nosé, de eso no entiendo jeje.
Lo dicho, como película en general no me gusta, pero lo que es el sexo está bastante bien, muy explícito, demasiado incluso.
Las escenas de sexo eso sí están muy bien, consiguen desde luego su propósito, no diré más. Juegos sexuales, caricias, miradas, mordiscos...cualquier cosa vale en el juego del sexo mientras que ambos se den placer mutuamente. Las escenas excitan bastante, la chica está realmente bien, el chico...nosé, de eso no entiendo jeje.
Lo dicho, como película en general no me gusta, pero lo que es el sexo está bastante bien, muy explícito, demasiado incluso.
16 de diciembre de 2009
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Siempre me ha resultado curioso si algún director, en alguna película convencional (entiéndase convencional por "no pornográfica") se atreve a introducir sexo explícito y el modo en cómo lo realiza. Soy de la opinión de que no funcionan las escenas de cama en las que actores y actrices están más preocupados en cubrir sus atributos que en actuar. Acaban practicando ese deporte sexual acuñado en algún programa de TV como "edredoning". Apuesto por la naturalidad, si el género y el contexto de la película lo requieren. Estoy cansado del pudor que se muestra en ciertas escenas y que corresponde al actor o actriz y no al personaje.
Si el director lo considera oportuno, la puesta en escena del acto sexual, incluso de la penetración en sí, puede estar justificada argumentalmente. Sin tener la obligación de calificarse como X.
Lo que ocurre es que más de medio metraje corresponde a sexo. La película narra una relación de enamoramiento entre dos personas, relación que se ecuentra en el momento de máximo auge sexual. Y a primera vista la película podría resumirse en dos palabras: sexo y conciertos.
Creo que el director intenta relacionar aspectos de la vida, el amor, las relaciones personales... con el sexo puro y duro, con el mero contacto carnal. Pero se queda en la superficie y la cuota de pantalla de sexo es demasiado elevada en el film.
Si el director lo considera oportuno, la puesta en escena del acto sexual, incluso de la penetración en sí, puede estar justificada argumentalmente. Sin tener la obligación de calificarse como X.
Lo que ocurre es que más de medio metraje corresponde a sexo. La película narra una relación de enamoramiento entre dos personas, relación que se ecuentra en el momento de máximo auge sexual. Y a primera vista la película podría resumirse en dos palabras: sexo y conciertos.
Creo que el director intenta relacionar aspectos de la vida, el amor, las relaciones personales... con el sexo puro y duro, con el mero contacto carnal. Pero se queda en la superficie y la cuota de pantalla de sexo es demasiado elevada en el film.
3 de febrero de 2012
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Creo que es la peli que más indiferente me ha dejado en la vida. ¡Me da igual todo! La música está bien seleccionada, pero como se escucha con el audio ambiente de las salas (público hablando, sonico hueco) no tiene la pegada que debería, además de que no están bien cuadradas (puedes escuchar una canción y ver al batería tocar otra parte). Y las escenas de sexo no me han causado ningún tipo de reacción. Cualquier pareja podría grabarse y saldría igual.
Por no decir que no te enteras de que la chica es una estudiante si no lees la sinopsis.
Por no decir que no te enteras de que la chica es una estudiante si no lees la sinopsis.
31 de julio de 2012
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Con grandes dosis de talento y un mimo acunando cada plano, Michael Winterbotton nos presenta una película polémica por sus escenas de sexo explícito (la mitad de la película) intercaladas entre piezas de conciertos de rock en directo (la otra mitad del filme). El director nos presenta así una relación de pareja en su faceta más íntima y seductora, pero aunque nada se oculta a la cámara y no hay problemas para mostrar los órganos sexuales obrando su melodía, la función no es pornográfica ya que cada plano se ha creado de una forma armónica y sugerente, el sonido recoge el pálpito de cada beso y la música de piano que acompaña a la escena lo convierte en algo más dulce que obsceno. En cualquier caso, pese al mimo y a la habilidad fotográfica con la que Michael Winterbotton envuelve el acto sexual, la película no es apta para adictos a la moral. La otra parte de la película se basa en las tomas en directo de los conciertos de rock con grupos de primera línea del panorama musical británico y en los que también sabe sacar partido narrativo a la música con el espectáculo de luces, movimientos y las sensaciones del público asumiendo la dirección de un muy buen videoclip. Al margen de estas dos funciones, la película tiene un par de escenas más rodadas en la Antártida y cuya fotografía recoge la bella y solitaria estampa de estos parajes.
Eso es todo, por lo que la película se queda sin hilo argumental, sin base narrativa, sólo hay dos personajes (ni uno más, ni siquiera secundario) y a estos sólo los conocemos en una faceta, en su vida sexual, cuando acaba la película apenas tenemos un par de datos de esos desconocidos que aparecen ante la cámara y que por lo tanto terminarán por evaporarse en el recuerdo. Tampoco hay trama ni acción, más allá de las fantasías sexuales de los protagonistas, por lo que no hay nada que esperar, nada a lo que el espectador se pueda agarrar, no hay película sino una sucesión de escenas magníficamente rodadas que no llevan a ningún lugar y que no deja poso. Tan exigua es la narración que la película tiene un metraje de apenas una hora y en la que la mitad es relleno musical. Pese a su clima poético y sus buenas intenciones eróticas, la película no llega a los mínimos exigibles de entretenimiento, muy enfrascada en su sello de autor, aunque es de valorar la frescura que ofrece al espectador y la mirada cotidiana con respecto al sexo.
http://palomitasconchoco.wordpress.com
Eso es todo, por lo que la película se queda sin hilo argumental, sin base narrativa, sólo hay dos personajes (ni uno más, ni siquiera secundario) y a estos sólo los conocemos en una faceta, en su vida sexual, cuando acaba la película apenas tenemos un par de datos de esos desconocidos que aparecen ante la cámara y que por lo tanto terminarán por evaporarse en el recuerdo. Tampoco hay trama ni acción, más allá de las fantasías sexuales de los protagonistas, por lo que no hay nada que esperar, nada a lo que el espectador se pueda agarrar, no hay película sino una sucesión de escenas magníficamente rodadas que no llevan a ningún lugar y que no deja poso. Tan exigua es la narración que la película tiene un metraje de apenas una hora y en la que la mitad es relleno musical. Pese a su clima poético y sus buenas intenciones eróticas, la película no llega a los mínimos exigibles de entretenimiento, muy enfrascada en su sello de autor, aunque es de valorar la frescura que ofrece al espectador y la mirada cotidiana con respecto al sexo.
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