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Yo vigilo el camino

Drama El sheriff Henry Tawes, un hombre ya maduro, se siente hastiado del mundo en el que vive y recuerda con nostalgia su pasado cuando trabajaba en una zona rural de Tennessee. Sin embargo, su vida cobra un nuevo sentido al conocer a Alma McCain, la hija de un hombre que destila licor ilegalmente. El cambio que se produce en él es tan evidente que su mujer acaba dándose cuenta de que lo está perdiendo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
21 de enero de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente Yo vigilo el camino sería muy distinta si narrara esa misma historia en un entorno que no fuera el del sur de los Estados Unidos, la famosa América profunda. Frankenheimer se recrea en ese ambiente y nos lo ofrece en estado casi puro, no importa que sea estereotipo o realismo. No en balde, Madison Jones, autor de “An exile”, la n novela en que se basa el guión vivió su juventud en ese ambiente

Los paisajes, los campos, las carreteras, los colores se unen a los rostros estólidos que se exhiben en el inicio de la película. En minutos se va a mostrar un escenario del que no se va a salir y que va a ser también protagonista. Se une a ello una incorporación acertada de canciones de Johnny Cash.

Todo eso es lo mejor. No está a su altura el guión. Ni Gregory Peck en una interpretación demasiado plana y monótona. Tuesday Weld, pues bien sin más. Los intérpretes de personajes secundarios ofrecen en general una buena actuación, respondiendo al cuadro general.

Por encima de todo ello: la película entretiene y gusta. Y tiene momentos francamente destacables.
RARRA
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26 de diciembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo un visionario ese hombre.

No conecto con cómo despierta la pasión entre esas dos personas, entre la chiquilla (da la sensación de tener como mucho veinte años) y un cincuentón Gregory Peck. Ella es muy simple y tímida y no parece de tener muchas luces, tipo la heredera de Wyler de la primera mitad. Sí, es guapa pero es sosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Extranjero
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2 de marzo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director John Frankenheimer, formado principalmente en la televisión, dirige este intimista film con un guión bien elaborado para conseguir una narracción efectista de un sheriff corrupto por culpa de sus debilidades sexuales. El extraordinario actor Gregory Peck, caracterizado siempre en sus interpretaciones por un desenvolvimiento un tanto intimista, así como con unos gestos que nos dice casi más que con su palabra, interpreta a la perfección el papel del sheriff de un pueblo de la America profunda que conoce todos los rincones del mismo, así como la personalidad de sus habitantes. El director sabe sacar todo el partido necesario de este actor para hacer una obra sin mucho diálogo, con imágenes que, sin la palabra, nos permite averiguar el transfondo de los personajes, pero muy especialmente del que interpreta este magnífico actor.
A lo largo de la película podemos contemplar una serie de encuadres en scope muy efectistas que nos enseñan la gran capacidad del director para el manejo de la cámara, de forma que los planos nos indiquen lo mejor de las situaciones creadas para ir profundizando en la trama del film y en los sentimientos de sus personajes.
El resto de los actores cumplen adecuadamente, destacando la joven Tuesday Weld en un papel, dentro de esta historia, muy relevante.
También, es de destacar la música a cargo de Jhonny Cash, que, con sus canciones, nos recuerda su biografía narrada con gran acierto a través de la película "En la cuerda floja" del año 2005.
Una producción digna de verse, aunque sin llegar a la altura de otros magníficos films de este actor y del director.


José Antonio ZG
Jose Antonio ZG
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27 de octubre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bella película casi tanto como el rostro de la chica.
El resorte feroz que nos mueve en la búsqueda de la felicidad esquiva se dispara con voracidad ante todo y contra todo al divisar su posibilidad. Y el empezar a sentirla nos provoca un asco nauseabundo e inaguantable de la falta de sentido de nuestras vidas hasta hace muy poco, la que tratábamos de aguantar y ya no queremos ni pensar que existió, solo la implantación definitiva de esos deseos que acariciamos con las manos y no queremos se escapen como gotas de agua, no, no puede ser, esta debe ser mi vida, es la vida real, la otra, la que he tenido es la ficticia, finalmente la impuesta por las circunstancias, por el sin sentido.
Aunque en todo momento se intuye con claridad este desenlace, no es óbice para que a su vez el tratamiento nos haga dudar, o mejor dicho, desear dudar, apoyado en unas elipsis que fomentan el no acabar de tener muy claro las motivaciones definitivas sobre todo en la chica.
Para mí esto confiere al film una dimensión superior y le hace si cabe más emocionante. ¿hasta qué punto llegan los sentimientos reales de la chica hacia el personaje de Gregory Peck?
De forma escueta los personajes quedan definidos perfectamente hasta donde se debe y basta. Sobriedad y elegancia.
Hasta los personajes secundarios tiene una fuerza espectacular.
Aúna entretenimiento y trascendencia.
Final un tanto seco por su rapidez de ejecución, tal como la vida misma, un torbellino de sensaciones sacudiéndonos en cada segundo y los sucesos ocurren casi sin darnos cuenta.
Adiós, esto se ha acabado, y la ¿vida? sigue.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dracula en Casablanca
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22 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desgarradora radiografía de la vida rural en la América de finales de los 60, personificada en un sheriff de pueblo, desencantado y erosionado por la rutina diaria, que se deja llevar por el deseo que siente por una joven de inocente belleza y simpleza, que para complicar más el asunto, es hija de un destilador de alcohol clandestino. Su lujuria inicial despertará el anhelo de una vida diferente alejada de su cotidiana vulgaridad, aunque ponga en peligro la estabilidad de su familia, su trabajo, e incluso los propios valores morales que han hecho de él una figura honrada y respetable tras años de servicio.

Frankenheimer prosigue con su interés por mostrar el lado oscuro e inestable de distintos ámbitos de la sociedad americana, propiciados por el germen de una época convulsa y desilusionante que empujaba a los individuos a conspirar o desear una ruptura con lo establecido, una sacudida al sistema (o a sus vidas) que hiciera cambiar de rumbo los acontecimientos. “El mensajero del miedo”, “Siete días de mayo”, “Plan diabólico” o esta “Yo vigilo el camino”, hablan de personas que intentar cambiar de forma drástica la realidad que les rodea y engulle, optando para ello si resulta necesario por medidas contundentes que puede derivar en daños colaterales, a veces un gobierno y el rumbo de un país, o a nivel más local una familia o los valores de un individuo.

Gregory Peck sorprende con un personaje alejado de sus habituales registros íntegros y de fuertes convicciones morales, para personificar al hombre maduro que se sacude su declive físico y anímico dejándose arrastrar por la tentación del adulterio como forma de rejuvenecer y recuperar emociones. Resulta un poema verle la cara de resignación cuando comparte momentos con su familia, y como en sus furtivos encuentros amorosos se transforma en un adolescente juguetón y bromista, mientras se le ilumina el rostro como quien sonríe al encontrar algo que creía perdido en la memoria.

Frankenheimer adopta un tono intimista, nostálgico y afligido para mostrar esas vidas estancadas que parecen no ir a ninguna parte, resultan magistrales las escenas del matrimonio, la erosión progresiva que devora sus vínculos, la concienciación de la esposa sobre lo que sucede y sus intentos por que todo se mantenga dentro de una absurda normalidad fingida.

La historia comienza y se cierra con los rostros curtidos, desgastados, de los habitantes reales del lugar (el director los filmó a escondidas y a distancia ya que fue amenazado para que se marcharan de allí junto con todo el equipo de grabación), miradas perdidas que ya no esperan nada y que casi no comprenden la realidad que les rodea.

Peliculón que lo deja a uno como a Gregory Peck, de rodillas con el rostro desencajado intentando asimilar que ya nunca nada volverá a ser igual, y ni mucho menos a como pudo ser y no fue.
Orson_
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