El chef

Siempre, repito, siempre, será un auténtico gusto y honor, parar y tomar consciencia para reconocer que ver a Stephen Graham es un auténtico regalo para el alma, en serio, suena increíblemente cursi pero es que es así, Stephen te alimenta la motivación por el buen cine y aporta más sabiduría cinéfila en una película que filmografías enteras de los clásicos más grandes.
En este caso su interpretación te enseña que por mucho que parezca que tengas, te puede ir bien en tu trabajo o negocio pero ya se sabe...debajo de la alfombra siempre quedará porquería sin recoger.
Todo reluce en ese día tan especial y prometedor en la vida de este chef y su restaurante, forma un gran equipo a su cargo y un buen trabajo y excelente coordinación con cada uno de sus empleados y compañeros, un buen proyecto puede prosperar, una visita inesperada e incluso lidiar y quitarte de en medio a los parásitos o envidiosos de turno pero no, si la olla lleva mucho tiemp hirviendo, puede explotar.
Grandes y prometedoras interpretaciones se mascan en esta peliculaza, breve e intensa, arrebatadora, de esas que arrasan con el espectador y te dejan satisfecho, contento y con la sensación de que no has perdido el tiempo, Graham puede con eso, de sobra y aprueba con nota, nota bien alta.

Entretenida película realizada con un único plano-secuencia que muestra parte de los entresijos de la cocina y la sala de un restaurante durante una noche de máxima afluencia. Steve Graham y Vinette Robinson hacen bueno un guion regular y con excesivos tópicos sobre los cocineros en mi opinión. En cualquier caso, creo que merece la pena verla.

No estaba muy convencido de ver esta película, pero ante la insistencia de mi hija (ella fue la primera decepcionada), me puse a ello. Con el cine actual tengo mis reservas porque, salvo excepciones y alguna grata sorpresa, no suele cumplir con mis expectativas. HIERVE ha sido una más en este grupo, y eso que el argumento y la forma de filmarla prometían. Sin embargo, bastó ver los primeros quince minutos para darme cuenta de que todo podría ir a peor. No quiero pensar a qué extremo hubiera llegado si la veo en la versión doblada. Madre mía.

Lo que ocurre en este restaurante de cierto nivel no se lo cree nadie. Se supone que están desbordados de trabajo y estresados, pero se paran a charlar entre ellos, a dar vueltas sin hacer nada, a preparar un plato cuando deberían salir uno detrás de otro o a tomar nota de las comandas en ¡una libreta! cuando lo digital está a la orden del día. Y qué decir de las frases hechas y los discursillos manidos. ¡Qué pena de guionistas!

Y lo que podía haber sido una historia interesante se queda en una especie de pesadilla en la cocina a la espera de que entrara el Chicote británico a poner orden. Al menos, esto hubiera sido más auténtico.
The End fue lo mejor de la película. Una pena. Claro que, vista la valoración que tiene, una vez más se demuestra que en gustos no hay nada escrito.

Con la técnica del plano secuencia a lo largo de todo el metraje y con solo el escenario de un restaurante de moda londinense, el segundo largo de Philip Barantini es un auténtico ejercicio de cine, de cómo de lo más cotidiano es capaz de crear un thriller, una película intensa que se pasa en un vuelo y en la que Stephen Graham demuestra que es un actor de primerísima línea. La cámara nos lleva de un lado a otro del local, desde los cubos de basura del exterior hasta el comedor, siguiendo a la plantilla del restaurante y haciendo que la acción te atrape como si fuese una película de intriga. De lo mejor que he visto en 2021, sin duda.

Realmente muestra como es tras bambalinas un restaurante con todas las áreas que hay que coordinar y el más minúsculo error puede ser desastroso y hasta fatal.

Es bueno ver a Stephen Graham salir de su papel policiáco, aunque sin barba se mueve como tal por todo el restaurante.

Creo que no faltó ningún personaje a la historia, porque se ve la gran variedad de personas que hay en un restaurante y de tal forma que la historia logra cautivar.

Es contada de forma dinámica, amena y no necesita convencer hasta que se cae, porque finaliza todo.